Capítulo 12: Magia.

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— ¡Otra! — gritaba Cadell desde el centro del salón de entrenamientos

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— ¡Otra! — gritaba Cadell desde el centro del salón de entrenamientos. Como pude hice la sentadilla que me estaba ordenando hacer, ya ni siquiera podía recordar cuántas repeticiones llevaba del mismo ejercicio.

Cuando había llegado al salón de entrenamientos una hora después del amanecer, Cadell me gritó en idiomas que no pude entender, pero por lo que pude identificar se trataba de mi retraso al entrenamiento pautado al amanecer. No me disculpe, en vez de eso, estuvimos discutiendo unos veinte minutos más donde él me dijo lo importante que era esa situación y mientras pudiéramos demostrar rápido que no tenía magia, mejor. Yo solo respondí con gestos vulgares y poniéndole los ojos en blanco, ocasionando que llamara a Cerberus.

Al principio no entendía el porqué le había llamado a nuestras horas de entrenamientos. Pero luego Cerberus convirtió sus ojos esmeralda en esos cuencos horribles, y susurro un "Corre". Recorrimos gran parte del castillo, incluyendo las cocinas subterráneas y el que parecía ser el despacho de Astrophell, quien nos observó como padre decepcionado de sus hijos desobedientes. Cuando me atrapó casi llegando nuevamente al salón donde Cadell nos esperaba con una sonrisa burlona, ya no tenía pulmones. Estaba segura de que se me habían desintegrado dentro del cuerpo. Luego ordenó que hiciera una serie de ejercicios de fuerza, equilibrio y balance. Por suerte, nada que no hubiese practicado antes con el sargento Jacobo en las clases de defensa.

Cerberus ahora me miraba sentado sobre el escalón para poder subir sobre el cuadrilátero de boxeo, no se veía cansado por haberme correteado durante toda una hora. Pensé que era totalmente injusto, más cuando me confesó que más de una vez durante el trayecto me había obsequiado ventaja por ser tan lenta. No tuve tiempo de reprochar que él era un guerrero inmortal, porque Cadell ya me exigia otra serie de abdominales. Estaba sedienta y agotada.

Pero eso no parecía importarle al hombre sombra, quien aparentaba sin esconderse estar disfrutando abiertamente de mi sufrimiento gracias a mi debilidad ocasionada por mis tantos años en sedentarismo. Me desplome contra el suelo para tener una vista clara del techo de piedra lleno de pequeñas telarañas en una de sus esquinas, pero esa visión fue reemplazada por los ojos de Cadell, quien dobló un poco las rodillas, permitiendo así ver con perfección su rostro esculpido, que a pesar que no sonreía estaba lleno de diversión.

— Patético— exclamó mientras me hacía una seña con la cabeza para levantarme. Lance insultos vulgares en su dirección cuando le tendí la mano pidiendo ayuda para poder levantarme y él deliberadamente, me ignoró.

— Qué boca tan sucia— exclamó Cerberus cuando pude ponerme de pie. Le lancé una mirada asesina y él me mostró los colmillos con una sonrisa. Cadell siseó en mi dirección acaparando mi atención. Me hacía señas con la mano para que subiera al cuadrilátero de boxeo donde él, de alguna manera inexplicable, ya se encontraba— Es veloz, ¿verdad?

Gruñí entre dientes en dirección a Cerberus que ya se encaminaba a la salida. Pensé que se iría, pero solo se acercó para cerrar la puerta. Trague saliva en terror, al pensar sin querer en Dewey, en como me había encerrado, en aquella habitación oscura, el dolor traspasando entre mis piernas...

Entre Uniones de SangreWhere stories live. Discover now