Capítulo 2: Maleficae.

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Mis sentidos estaban completamente desorientados y fuera de sí

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Mis sentidos estaban completamente desorientados y fuera de sí. No sabía dónde estaba, o en qué dirección iba mi cuerpo; no estaba segura si estaba subiendo, o bajando, o yendo hacia el costado. Mi alrededor se tornaba oscuro y en otros momentos podía notar las luces incandescentes del vórtice que cegaban mis pupilas. No podía oir nada más allá de las rafagas de viento violentas provocadas por el portal. Intenté orientarme en distintas ocasiones mientras iba siendo arrastrada por quien sabe que, pero, fue totalmente en vano.

Pestañee varias veces al notar como se abría una grieta de luz entre tanta oscuridad y terror.  La luz comenzaba a entrar a borbotones llenando las grietas de las tinieblas de aquella extraña situación. Pude por fin notar el camino de salida del portal, y mis pies en respuesta no dudaron en comenzar a caminar hacia allí. Sentí un alivio abrasador extendiéndose a lo largo de mi pecho cuando pude respirar aire fresco.

Mis pies crujieron ante un suelo lleno de ramas y hojas secas. La luz del sol besaba cada espacio de aquel lugar. Tuve que entrecerrar mis ojos al quedar cegados momentáneamente a causa del cambio repentino de iluminación; tardé unos momentos en adaptarme. El aire gélido del invierno chocaba con bocanadas fuertes contra mi rostro ocasionando que me chorreara la nariz. Agradecí internamente aun tener el abrigo grueso junto con la bufanda y las mallas para el frío. Aunque mis pies aún estaban descalzos y podía sentir la humedad del suelo, no tenía frío.

Estaba sobre una colina repleta de árboles sin hojas a causa de la temporada. Di unos cuantos pasos acercándome a la orilla para ver una ciudad antigua en ruinas rodeandonos. Las cabañas, casas y lo que parecen ser tiendas yacían derrumbadas o entre escombros cubiertos de moho. Note cristales rotos, y a pesar de la distancia tan pronunciada en la que estaba como para captar detalles pequeños, sabía que el pueblo estaba totalmente abandonado.

También notó movimientos extraños cuando enfoque la mirada más allá del desastre. Desde animales correteando por las aceras llenas de basura hasta sombras extrañas que parecían escarbar las pilas de escombros junto con carretas llenas de ellos. La distancia no era un impedimento para saber la diferencia entre un humano y una criatura parecida a la que me atacó en mi departamento; claramente, aquellos seres que caminaban arrastrando los pies por las calles heladas y destruidas, entraban en la segunda categoría que mencione. Copos de nieve comenzaron a caer desde el cielo derritiéndose en el dorso de mis pies y cubriendo mis pestañas, también comenzando a llenar los techos del pueblo con agujeros y las calles en ruinas.

A aquellos seres inhumanos no les parecía afectar el viento helado o la nieve que comenzaba a llenar sus caminos en lo absoluto; seguían paseándose entre tiendas, escombros y hurgando en la basura como animales hambrientos. En vez de sentir miedo, sentí una tristeza inexplicable en mi corazón; como si estuviera volviendo a un hogar que fue totalmente destruido. Una voz a mis espaldas me hizo apartar la vista ante aquella sensación de agobio, devolviéndome de mis pensamientos intrusivos de correr colina abajo para acercarme un poco más al pueblo. Me di la vuelta para enfrentar a mi captor.

Entre Uniones de SangreWhere stories live. Discover now