Capítulo 43

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—Allerick dice que estás enferma —dijo Joanne, mientras deslizaba una esponja por mi espalda. Sus palabras no me sorprendieron, sabía que estaba enferma, lo había sabido durante muchos días terribles en ese calabozo.

Una vez uno de mis maestros me había hablado sobre las crueles torturas que infringían nuestros enemigos para romper a nuestros hombres y hacerlos hablar. Para mí, la peor tortura que recibí había venido de mi misma.

El comandante solo me abandonó en ese calabozo, como si no significara nada.

¿Habían intentado romperme? No lo creía, ellos me habían visto, me resultaba absurdo que no se hubieran dado cuenta de que ya estaba rota.

—Escuchó a unos guardias decir que te había inyectado una dosis pequeña de medicina. Pero no era medicina humana. Te dieron lo que le dan a los cazadores cuando enferman porque temieron que pudieras morir si no actuaban rápido.

Quise reír.

No querían dejar que la enfermedad se llevara el crédito de mi muerte. Bien por ellos, yo tampoco, me avergonzaba mi estado, porque reflejaba a la perfección como me había sentido desde que dejé Wyspertak.

Como una completa e insignificante basura.

—Lo que te dieron te hizo sentir una mejoría repentina, pero al tratarse de medicina mágica tu cuerpo no puede digerirla como lo haría un cazador, por obvias razones. Necesitas una dosis más, será bueno y después horrible, como lo que experimentaste, pero Allerick dice que será suficiente para eliminar las infecciones.

Infecciones.

Maravilloso.

Seguía en la bañera y el agua se sentía bien contra mi piel. Las velas se estaban consumiendo rápidamente y tras la puerta cerrada había absoluto silencio. Me pregunté si Conrad había sido otro cruel invento de mi mente.

Se esfumó tan deprisa…

—¿Dónde estamos? —pregunté.

La mano de Joanne se detuvo en uno de mis hombros.

—Yo…no lo sabía, Allerick te trajo aquí y no pude detenerlo, pero nos iremos en cuanto estés mejor. Tú y yo. Seguiremos mi plan…

—Joanne —tosí.

No había contestado mi pregunta.

—Estamos a salvo, por el momento. Esta cabaña está a las afueras del clan, está hecha para contener a un cazador exiliado —murmuró—. Es por eso que Conrad está aquí —dijo su nombre con cuidado.

Entonces era verdad.

Estaba aquí. Tras esa puerta. Y estaba exilado por mi culpa.

—Él no sabía nada —musité.

Joanne retomó el movimiento de la esponja.

—Lo sé. Desearía saber si está furioso o solo molesto, pero la verdad me intimidó un poco cuando sus ojos cambiaron, así que solo me concentré en ti. Allerick fue quien lidió con él.

—Quiere matarme.

—No digas eso.

—Todos quieren matarme.

—Si fuera cierto ya estarías muerta, sobre todo en tu estado.

Dejó caer la esponja en la bañera y una de sus manos buscó mi mandíbula para obligarme a levantar la cabeza.

Ella se veía como si hubiera atravesado un infierno.

—Yo también me llamé cobarde cuando dejé Wyspertak, yo también me creí egoísta. Sé cómo se siente. He tratado de aceptar que perdí a mi familia para siempre, pero ahora cuando veo tu rostro, veo algo diferente —su labio inferior tembló, le tomó un momento continuar—.  Tú eres la reina y sé que no permitirás que pasen sobre ti otra vez. 

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