Capítulo 6

981 151 15
                                    

Había una costumbre entre los refugiados. Después de sus tareas, antes de acostarse, subían a los techos de las habitaciones y miraban las estrellas. Sabía que esta era la primera cosa que amaba de este lugar. Eso. Poder subir a esta cima y ver la grandiosidad de las estrellas salpicadas en el manto nocturno.

No quería pensar en la vista limitada que había desde las ventanas de mi habitación, no quería pensar en la princesa. No podía evitarlo. No podía evitar darme cuenta de que antes no me había tomado el tiempo de tomar un respiro y mirar hacia arriba. Solo ahora era capaz de notar muchas cosas de Scarlet la princesa, como sus modales finamente adiestrados desde su nacimiento, sus límites y triste relación familiar.

A varios metros de mí estaba la familia que había venido con Richard y conmigo en el carruaje, el hombre abrazaba a su mujer mientras que acariciaba el rostro de su bebé con dulzura. Deyna era el nombre de la mujer, ella señalaba el cielo, intentaba que Rose, su hija, mirara.

Su amor era innegable, la devoción en los ojos de los padres hacía que mi garganta se cerrara. Me pregunté si ellos en el futuro serían capaces de vender al amor de sus vidas para salvar a otras personas, no lo creía, de verdad que no, porque habían arriesgados sus vidas para ponerla a salvo.

Odié los recuerdos que me abatieron.

Odié ver a mis padres sonreírme y bailar conmigo en un gran salón, llamándome su princesa, su niña. Odié que mi pecho se retorciera con el recuerdo de la mirada de mi madre cepillándome el cabello mientras que papá leía un cuento sobre el sillón.

¿Cuándo había cambiado?

¿Cuándo habían decidido dejar de protegerme?

Tal vez era una egoísta por querer lo que quería. No me importaba.

Quería esos padres, a los que tenía en frente, los que habían escapado para proteger el futuro de su bebé. A esos que solo les importaba ella. No el resto de una nación.

¿Era demasiado?

Abracé mis rodillas. Sabía que estaba llorando. Lo odié. Me odié. Era tan inútil que no podía detenerme. Ellos debían considerarme eso ahora, una "inútil". Podía ver a mi madre negando con su cabeza.

«Solo tenías que dejar que lo hiciera, Scarlet».

Que tallara su nombre en mí como si no fuera más que un objeto para marcar y poseer.

Cerré mis ojos con fuerza y me preocupé por controlar mi respiración. Pensé en el viento gélido, en el sonido de los arboles al moverse, los susurros de los demás. Pensé en todo aquello que me decía que estaba aquí, que estaba bien, a salvo.

Estaba aquí.

Abrí mis ojos y me fijé en el cielo.

—¿Pides deseos?

Medio grité de impresión. Sentí que podía haber escupido mi corazón en ese instante.

Junto a mí se sentó un sigiloso hombre gigantesco.

—¿Cómo es que...? —me ahogué con mis propias palabras, ni siquiera estaba segura de como preguntarlo—. ¿Apareces de la nada o algo así? —terminé reclamando.

El viento sopló cuando el cazador sonrió, sus colmillos parecieron brillar con las estrellas, como si fueran hermanos. Mientras que la luna bailó en sus ojos tan raros. No había podido verlos de cerca antes. Eran los ojos de un animal, pero no estaba segura de cual, conocía los ojos de los lobos, pero no era solo eso, había más.

Sus pupilas me reconocieron con interés.

—Tengo un talento natural para moverme en lugares sin ser percibido. Alguien que hubiera prestado atención me habría notado, pero tú estabas dentro de tu cabeza, no presente —dijo. Sus palabras sonaban como rayos y truenos, eran profundas y estremecedoras—. Me preguntaba si pedías deseos y si eran ellos los que te distraían, pero entonces he olido tus lágrimas.

ScarWhere stories live. Discover now