Capítulo 36

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"Estimada princesa Scarlet Brellrose Uztaga, sé que no nos conocemos, pero confío en que mi emisario sabrá encontrarla. Supo encontrarme a mí, lo que todavía es una sorpresa.

Inteligente, sin embargo.

¿Cómo se encuentra a alguien perdido?

Dejando que un ser mágico lo encuentre, al parecer.

Ha cruzado el mar el rumor sobre su posible secuestro y desaparición, ¿qué dirían sus angustiados padres si supieran que la princesa está enviado cartas a través de métodos...escandalosos? Puedo imaginármelo y si me conoce aunque sea un poco, como afirmó en su carta, sabe que sería un placer para mí verlos ahogados con su vergüenza. Por supuesto que poco después oiríamos sobre la princesa que está cautiva en las tierras de duendes malvados, lo cual dejaría de ser divertido y más bien me ofendería muchísimo.

No es un secreto que nuestros intereses no son comunes y que su familia me ha perseguido desde que me negué a firmar el tratado contra los mágicos. Me resulta difícil creer que justo en este momento aparezca la princesa, de la cual nadie conoce su rostro, pidiendo mi ayuda y ofreciéndome un trato que va en contra de todo lo que alguna vez los reyes de Wyspertak quisieran darme.

¿Cómo puedo creer en su palabra cuando ni siquiera he visto su rostro? ¿Cómo puedo creer, cuando ni siquiera su gente lo hace?

Lo único que se sabe de usted es su nombre, ¿no es eso terrible? ¿Cuándo su gente los adora como dioses no deberían concederle al menos una imagen a la que aferrarse?

Al menos eso. Al menos...algo.

Muéstrame que eres real fuera de estas palabras y promesas hechas de papel.

Muéstrame que vales algo para tu gente.

Muéstrame que eres diferente a tus padres.

Y solo entonces considerare hacer un trato contigo.

Su servidor, Kasper II Roshmor.

El capitán de los corsarios".

No estaba sorprendida. Lo había esperado. Tenía razón, no podía apostar por alguien a quien no conocía, sobre todo cuando ese alguien no había hecho nada hasta ahora. Sin embargo, debía admitir que se sentía peor de lo que esperaba.

Hice una bola con la carta, imaginando que allí atrapaba los sentimientos de lastima hacia mí misma que estaban despertando y la tiré al fuego. Así, pensé, que se consuman y se conviertan en nada, porque a eso me llevarían esos sentimientos, nada.

Apreté los dientes y me puse de pie.

Lo cierto era que existían otras tierras en el mismo continente en el que estaban las tres grandes naciones, pero no eran tomadas en cuenta cuando se trataba de la guerra, ellos habían firmado un tratado para convertirse en tierras neutrales, no importaba si el mundo se estaba acabando para el resto, nadie interfería. El tratado había sido sellado por los siete hermanos, la casa de los soñadores y eruditos, se decía que era una tierra preciosa, pero nunca había escuchado demasiado. La Tierra de Los Santos y Devotos estaba entre montañas grandes donde se decía que los dioses había construido templos de meditación, casi nadie tenía permitido cruzar sus fronteras. Y por último estaba La Cuna de los Corsarios, un pequeño trozo de bahía que había sido invadido y reclamado por Wyspertak en venganza a su negativa por unirse al tratado contra los mágicos, los piratas habían tenido que irse y encontrar refugio en el mar.

Yo le había escrito una carta a cada uno de los líderes de esas tierras.

Al fin había entendido que no podía hacer esto sola, necesitaba aliados, personas que comprendieran la gravedad de lo que estaba haciendo Angard, que si invadía Wyspertak, nada iba a impedirles ir tras ellos también. Tratado o no. Yo no conocía a estas personas tanto como desearía, pero había escuchado mucho de ellos y solo una vez había visto a Kasper II Roshmor. Recordaba a un hombre ostentoso de miradas rápidas y manos fascinadas por los objetos brillantes.

ScarWhere stories live. Discover now