EXTRA I - CAN'T BUY ME LOVE

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*Alerta de contenido sexual crudo y  lenguaje soez. 


Este extra se sitúa justo cuando Shadia es secuestrada por Jareth. 

Mantén la mente abierta, estás entrando en la cabeza del antagonista.


JARETH

La sangre me hervía y podía sentirla recorrer cada espacio de mi cuerpo. Había miedo y duda, pero no las dejaba salir.

Me hizo enfurecer cuando me reconoció al escuchar mi voz; la muy arpía era inteligente y además me di cuenta que Daniel le había hablado sobre mí, ya sabía de donde nos conocíamos.

Ella tenía un cuerpo que seguro envidiaba más de una. Lástima que no tardaba en ser mancillado por mis marcas.

Las manos me temblaron al empuñar el objeto de cuero, pero cada latigazo sobre el cuerpo desnudo de la morena había sido contundente. Cada golpe lanzado con asco llevaba un claro mensaje, no iba a permitir que obtuviese de manera tan sencilla algo con lo que yo había estado soñando por tanto tiempo. En secreto, a solas, ocultando y arrastrando mi verdad.

La miré de reojo retorcerse en su propio vómito después de un par de patadas estratégicas sobre un espacio de su vientre. Era un desastre, pero aun así era hermosa y ella lo sabía, tenía a Daniel comiendo de su mano y solo por eso ya la detestaba. Me negaba a que él no fuese mío.

Siempre fui consciente del efecto que tenía mi físico sobre muchas mujeres, con el tiempo este se fue acentuando y marcando a gran escala llevándome a ser blanco de deseos pecaminosos y bajos entre ellas. Agraciadas o no, todas caían como pájaros muertos a escopetazos a mis pies.

Pero eso nunca me importó, me gustaban los hombres aunque no siempre lo sentí así.

De niño mis ojos eran populares entre el público femenino, luego de adolescente mi sonrisa y mis supuestos aires de coquetería. De adulto las atraía mi altura, mi cuerpo esculpido y trabajado, mi voz y acento británico, casi todo.

Al principio me encantaba la atención y el deseo que producía en muchas chicas; novias y pretendientes nunca me faltaron. Madres e hijas se volvían locas con mi presencia. Pero ocurrió un evento que me cambió la vida y sembró en mí la duda; a partir de entonces nada en ellas me llenaba.

No sé si siempre fui así y aquello solo significó el disparo de salida.

Recuerdo la primera vez que sucedió. Estábamos visitando a los abuelos paternos en Plymouth y toda la familia terminó reunida allí. Fue una fría noche de navidad en que mi cuerpo se rompió a pedazos en silencio y nunca más se recuperó por completo.

El maldito bastardo de mi tío Louis, hermano mayor de mi padre, me violó. Fue la escena más traumática y asquerosa de mi puta vida. Lo odié y deseé matarlo. No sé cuántas veces recreé en mi mente las diferentes formas en las que pude haber hecho eso posible.

Esa noche él me alcanzó en el viejo galpón de mi abuelo, todos reían y festejaban en la casa grande así que nadie escuchó mis gritos al sentir como me desgarraba. Yo solo tenía trece años. Era un maldito crío y no merecía nada de lo que me hizo.

Primero me obligó a meterlo en mi boca, sentía asco mezclado con el montón de lágrimas que salían a borbotones de mis ojos. Me estaba ahogando con ello y me tenía prendido del cabello. Yo intentaba hablar, pero no me lo permitía porque se adentraba más y más.

Vomité cuando lo sacó y le rogué que me dejara en paz cuando me empezó a desnudar. Él era bastante corpulento y me superaba en fuerza. Luché contra él, pero fue inútil. La metió en mí sin un gramo de compasión y eyaculó ahí. Creía que me iba a desmayar del dolor que sentía. En cierto punto también llegue a pensar que me estaba matando. Al terminar me abofeteó y me hizo jurar que nunca le iba a contar a nadie porque mi madre iba a correr la misma suerte.

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