CAPITULO 7 SHE CAME IN THROUGH THE BATHROOM WINDOW

162 9 6
                                    


DANIEL

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

DANIEL

Isabelle la abrazó y nuestras miradas se cruzaron. Vi el pánico bastante claro en sus ojos, un poco de sorpresa y algo más que no logré descifrar.

Saludamos y uno a uno le extendimos felicitaciones.

Mi turno.

Me acerqué a ella y su mirada, su mirada me decía mil cosas, pero principalmente me pedía a gritos que no nos delatara; lo sabía, la sentí nerviosa y percibí como movía un poco la cabeza, como diciéndome que no. Suficiente locura por esta noche, claro que no diría nada al respecto, ante todo me consideraba un caballero, aunque hace unos minutos incendiáramos de sexo el baño de damas.

Detén ese pensamiento ya mismo, Daniel.

—Soy Daniel Emiliani, un placer conocerte al fin. Feliz cumpleaños. Esto es para ti.

—Muchas Gracias. —Ni siquiera me miró.

—Bueno —proclamó Isabelle—, quiero que cantemos ya mismo el cumpleaños y partir la torta porque lo que viene es fiesta, wuuuhhhh... —Ella sonrió y miró al suelo.

Me estaba poniendo algo incómodo, por ella, por mí, por los dos, por todo lo que pasaba por mi mente en esos momentos.

—En serio, muchas gracias, especialmente a Izzy y Greg por organizarlo todo.

Hicimos lo propio cantando el cumpleaños, ella sopló tímidamente las velas mientras no le aparté la mirada ni un puto segundo, haciéndola sentir el doble de incómoda de lo que ya estaba.

Necesitaba hablar de lo que había pasado pronto.

La noche avanzaba, hablamos un poco y nuestros amigos en común nos pusieron en contexto sobre que veníamos del mismo lugar; contamos nuevamente delante de todos mucho de lo que ya nos habíamos dicho horas antes, tratando de parecer sorprendidos, como si aquel encuentro nunca hubiese acontecido.

Todos se levantaron a bailar, así que con un poco de valentía la invité a la pista; me sonrió nerviosa, le ofrecí mi mano y ella la aceptó. Volvíamos a ser los mismos que antes hablaron en la barra y terminaron follando en el baño.

Fuimos hasta la pista tomados de la mano y me detuvo a medio camino, giré buscando sus ojos.

—Oye... yo...no sé qué decir. Esto es una locura. —Me miró sin la seguridad que antes me había ofrecido en la barra.

Cerré los ojos.

—No te preocupes por eso, en lo que a mí respecta, esto quedará entre los dos. —La observé un rato. Ambos nos quedamos en silencio.

Echó la cabeza hacia atrás y se acarició un poco el cabello.

Dios, me encantaba.

Empezó a reír.

— ¿Qué? —Inquirí—. ¿Qué es tan gracioso? —Continuó riendo. Su seguridad había vuelto.

—Nunca en la vida pensé que esto me iba a suceder. —Me miró sin pestañear—. Te lo juro, estamos completamente locos —atinó a decir.

Reí y confirmé con movimientos de cabeza.

Ni se imaginaba que tan loco estaba.

—Quizás. Ven, bailemos —le pedí.

Nos movimos al ritmo de la música, la notaba muy nerviosa pero bailaba demasiado sensual; nuestros cuerpos estaban otra vez peligrosamente cerca. Me miraba y sonreía coquetamente.

Si supiera las ganas que tenía de sacarla de allí en ese momento y hacerla mía en el auto, en mi casa, en mi habitación, en mi cama...

Donde sea, ¡pero ya!

Cálmate, Daniel, controla esa erección.

—En serio no sé ni que decirte —musitó en mi oído.

— ¿Qué tal lo que sientes o pienses ahora mismo?

Me ofreció una espléndida y genuina sonrisa.

—En mi cabeza solo retumba un ¿Qué carajos te ha pasado?

— ¿Te arrepientes? —la desafié.

Sonrió, miró hacia el suelo y me permití observarla a mi antojo. Me prendía el cuerpo en calor.

— ¿De verdad te ha parecido que me haya arrepentido un poco allá en el baño?

Alcé la ceja y la miré intrigado. Ella tenía toda mi atención.

—Creo que ninguno de los dos se ha arrepentido de eso.

Aunque me sobraban motivos para hacerlo, no tenía ni pizca de arrepentimiento.

— ¿Pero estás de acuerdo en que no deja de ser una locura?, al menos para mí. No quiero que pienses que acostumbro a esos actos con regularidad.

— ¿Y crees que yo sí? —Sonreí y ella me devolvió el gesto.

—Solamente tú puedes contestar eso. —Arqueó una ceja.

Los demás nos interrumpieron al rato para tomarnos fotos. Shadia tomaba sus tragos menos seguidos, noté que se quería mantener sobria el mayor tiempo posible. Yo no estaba tomando nada de alcohol, había traído el carro y no pretendía dejarlo tirado y regresarme en taxi.

Isabelle le habló al oído y se excusaron para ir al baño.

La observé mientras se alejaba, perdiéndose entre el mar de gente de la pista de baile. Observé sus curvas perfectas, un trasero prominente, piernas torneadas, brazos delicados, cabello peligrosamente oscuro, lacio y largo. Sonreí internamente.

¿Era eso una señal divina?

Me negaba.

No podía caer en ella, no estaba ahí para eso, no deseaba una relación en esos momentos, no disponía del tiempo, ni las ganas para esforzarme en mantener algo que podía afectar mi estabilidad nuevamente.

La vi regresar. Era perfecta. Cerré los ojos y dejé caer la cabeza hacia atrás. Muchas imágenes empezaron a llover en mi cabeza.

Quería más de ella.

Pero no podía permitírmelo y lo sabía.

¿Pero qué podría pasar?

La duda me escocía la mente presentándose en forma de figura femenina con una dibujada silueta de reloj de arena, con cabellos color noche sometidos a una impetuosa brisa; la piel más suave y tersa que mis manos habían tenido el deleite de acariciar, unas piernas prisioneras, un sexo embriagador, unos ojos hechiceros, una boca exquisita y la sonrisa más genuina y espectacular que me podían dedicar. 



Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Nocturnos © [+18]  ✔️Where stories live. Discover now