CAPITULO 32 I SHOULD HAVE KNOWN BETTER

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DANIEL

¡Maldito!

¡Mil veces maldito!

Jareth Finley.

Su nombre resonó en mi cabeza.

No podía ser cierto.

Era una puta broma.

Llevé ambas manos a la sien, la cabeza me palpitaba y aquello no era bueno. Luego las deslicé por mis mejillas hasta sellarse en mi boca. Comencé a negar con la cabeza. Ella me miraba en silencio, tratando de descifrar mi reacción pero yo no era capaz de sostenerle la mirada. Tragué en seco y por fin me decidí a mirarla.

—Dime exactamente ¿qué te hizo? —Era más furia que persona.

—Yo... —Estaba asustada.

Me lancé hacia ella y caí de rodillas a sus pies. Me observó extrañada, con miedo en sus ojos. Tomé su rostro entre mis manos, respondió echándose hacia atrás pero la agarré fuerte.

—Dime ¿Qué demonios te hizo?

—Dan...me estas lastimando, suéltame.

Entonces reaccioné y la solté. Me puse de pie con la mirada perdida, caminando por el espacio estrecho de la habitación. Ella seguía en la cama observándome sin entender nada de lo que sucedía.

—Perdóname —Me acerqué a ella—. Realmente necesito que me cuentes todo exactamente como pasó. ¿De dónde lo conoces?

— ¿Por qué?

—Por favor, solo responde —intenté suavizar mi voz pero por dentro había empezado el gran incendio de Roma.

—Es el hijo de mi jefe. Trabajo para el Decano James Finley —me dijo sin entender aun que estaba pasando. En mi mente se reproducía una película de escenas miserables.

— ¿Qué más? ¿Cómo se conocieron? ¿Por qué te golpeó? —Estaba desesperado.

—No lo sé, simplemente el día que me viste en Gordon's y te dije que tenía un trabajo, él estaba también ahí, así lo conocí. Fuimos al colegio donde trabaja.

— ¿Trabaja en un colegio? —Mi mente trataba en vano de encajar las piezas, sin duda todas las que tenía pertenecían a rompecabezas distintos.

—Sí...es profesor en un colegio de niñas. —No, definitivamente él no era profesor—. ¿Por qué me haces tantas preguntas?

— ¿Por qué te pegó?

Cerró sus ojos.

—Se quiso propasar conmigo, le lancé un objeto a la cara, me respondió con una cachetada y amenazó con destruirme si le contaba a alguien.

Cubrí mis ojos con mis manos.

—No quiero que vuelvas a trabajar allá. No quiero que vuelvas a ese lugar y muchos menos te dejes ver de él —exigí.

— ¿De qué hablas? No puedo simplemente dejar el trabajo tirado, fue difícil conseguirlo.

—Estás haciendo las cosas difíciles, Shadia. No vuelvas allí, aléjate de los Finley ahora.

Se levantó sobresaltada.

— ¿Qué es lo que pasa? ¿Es que acaso los conoces?

Entonces lo supe, esa no era la solución.

— ¿Daniel? ¿Qué sucede? —Me levanté, busqué mi camisa y mis cosas.

— ¿Dan?

—No quiero que vuelvas a buscarme nunca más. —Salí y cerré la puerta tras de mí.

Abandoné de prisa el John Adams Hall. Subí al auto y empecé a maldecir una y otra vez.

No podía ser.

No otra vez.

Grité y golpeé el volante. Conduje furioso y hasta llegar a casa. Me duché y miré la hora, eran las 4:00 am. Tomé mi celular y le marqué a mi hermano Sergio.

—Vaya, te dignas a llamar.

—Disculpa molestar a estas horas, necesitaba hablar contigo.

—No te preocupes no interrumpes ninguna noche de pasión con mi chica. —Ahí estaba el sarcasmo.

—Lo siento, pero es importante; ya tendrán tiempo para continuar.

— ¿Qué sucede? Debe ser algo malo si me llamas a esta hora.

—No le digas nada a Mamá por favor.

Ok, ¿Qué pasa? ¿Me tengo que preocupar? Porque ya lo estoy.

—Jareth está en Londres.

— ¿Lo has visto? ¿Intentó hacerte algo? —preguntó alterado.

—No, no lo he visto, el punto es que sé que está aquí.

— ¿Cómo es eso?

Suspiré y pensé bien como decirle las cosas.

—Hay una chica...con la que... —Las palabras se atascaron en mi boca.

— ¿Qué...?

—Una chica con la que estoy saliendo. —Cerré los ojos y tomé aire—. Él sabe de ella, la ha buscado, se quiso propasar con ella y la golpeó.

—No puede ser. ¿Hasta dónde piensa llegar ese maldito? —escupió con rabia.

—Pensé que lo había dejado atrás, pero debí saber que no se iba a detener hasta acabar conmigo. ¿Qué carajos le hice? Fui yo quien salió perjudicado de todo esto. Maldigo el día que lo conocí y le brindé mi amistad.

—Cálmate, Dani. No sé ni que decirte. Esto es absurdo.

—No me puedo calmar. ¿Cuál es el punto de hacerles daño a las personas que están cerca de mí?

— ¿Y cómo está la chica? ¿Es tu novia?

—No. Solo sexo —dudé pero me sinceré con él.

—Ajá.

— ¿Qué?

—Nada —Soltó una carcajada—, contigo nunca es solo sexo, no trates de convencerte de lo contrario; te conozco perfectamente y si no es que ya caíste a sus pies, estás por hacerlo.

Suspiré dándole algo de crédito a sus palabras.

—Es una buena chica, no tiene nada que ver con esto y no quiero perjudicarla. La cosa es que él seguramente ya puso sus ojos en ella y no va a descansar hasta tenerla...a menos que...

— ¿A menos qué? ¿Te alejes de ella? No me digas que lo estás contemplando si quiera.

—Ya lo hice. Le acabo de pedir que no me buscase nunca más.


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