CAPITULO 19 Mr. MOONLIGHT

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SHADIA

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SHADIA

No lo podía creer.

¿Quién era?

¿En qué me había convertido?

Bastó con solo decirle «quiero más» para que me alzara en brazos con la mirada fija, me llevara hasta el sofá y me llenara de besos calientes el cuello, bajando lentamente entre el valle de mis prominentes pechos, con ambas manos acariciando los pezones, con movimientos que me tenían sufriendo y desesperada por más.

Seguía bajando por mi ombligo, dejando una huella de humedad delirante acompañado de caricias generosas por toda mi piel. Yo estaba hecha gemidos, espalda arqueada, mis manos en su cabello conduciéndolo por el camino del placer, un camino del que no necesitaba dirección alguna, porque sabía exactamente a donde quería ir.

Su lengua trazó delicados círculos sobre mi pelvis, mi cuerpo respondió con movimientos bruscos. Daniel llevó sus manos a mis piernas y las abrió salvajemente, como exigiéndome la entrada a ese lugar; si supiera que estaba en la lista de reservaciones y no necesitaba ni siquiera tocar.

No puedo describir lo que sentí en ese momento —o quizás sí—. Lo cierto es que sus dedos pulgares delinearon los bordes de mi vagina abriendo paso para su boca. Se arrodilló en la alfombra de aquella sala, disponiéndose a entrar; su respiración agitada se mezclaba con mi voz gimiendo su nombre, su lengua salió reclamando mi clítoris, que ya danzaba erecto y expectante.

Mis manos jalaban sus cabellos con fuerza, como pidiendo más, obligándolo a entrar en lo profundo mientras su lengua se movía cual saboreando la fruta más jugosa del Edén.

Mi cuerpo empezó a danzar al mismo ritmo de su lengua. Él no paraba, se deleitaba en mi sexo, hurgaba y hundía su lengua en mí. Yo me encontraba ya al borde del colapso cuando apreté más fuerte sus cabellos.

En vano mi cuerpo intentaba levantarse del sofá mientras él estaba arrodillado y alimentándose hasta la saciedad; me empujó hacia atrás con una mano, bloqueándome, obligándome a permanecer arrecostada, con los ojos cerrados, con gritos que habían dejado de ser gemidos, en tanto que con la otra mano tramaba un plan exquisito, hundiendo sus dedos en mí, penetrándome con ellos, entrando y saliendo mientras su lengua azotaba mi clítoris como nunca nadie antes lo había hecho.

Entonces abrí los ojos. No me di cuenta en qué momento Daniel había apagado las luces y lo observé, desnudo, con la luz de la luna que se colaba por la ventana, bañando su espalda y desbocándome en un sonoro orgasmo que seguro había despertado hasta el mismísimo diablo en el inframundo.

Como acto reflejo, en pleno orgasmo, aprisione su cabeza entre mis piernas. La solté y sus ojos buscaron los míos, en mi mente se coló la idea de darle igual placer, de hacerle sexo oral, pero él...tenía planes secretos y oscuros con mi cuerpo y al parecer no necesitaba mi aprobación. 


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Nocturnos © [+18]  ✔️Where stories live. Discover now