CAPITULO 45 DON'T LET ME DOWN

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SHADIA

¿Por dónde debía empezar?

Se me hizo un nudo en la garganta mientras los policías me animaban a relatar mi versión de los hechos. Todo eso me sobrecogía de una manera increíble.

¿Qué debía hacer?

No sabía si mencionar su nombre. Era ahora o nunca...no...sentía que aquello podía resultar solo el comienzo de algo terrible para lo que no estaba preparada.

De repente, Daniel entró en la habitación vestido de médico y los policías intentaron decirle que debían hablar a solas conmigo.

—Es mí prometida —explicó.

¿QUÉ?

Mis latidos se aceleraron con solo escucharlo.

¡Ya quítenme este monitor de aquí!

— ¿Es eso cierto, señorita? —me preguntó uno de los dos policías.

Daniel me lanzó una mirada de: «Por favor, di que sí».

—Sí, me sentiría más segura si él me acompañase. —Vi como suspiró y yo traté de controlar mis latidos.

Daniel se hizo paso a mi lado y me ofreció su mano. Yo la recibí, pero las mías estaban sudando y con eso sí que menos se estaba calmando mi pobre corazón desbocado.

Nuestras manos se sellaron y mantuvieron su propio abrazo; ese simple acto me hizo sentir medio segura. Él me sostenía fuerte como diciéndome que estaba allí para mí. Mis ojos lo buscaron y el respondió ante ello, en silencio le dije: «No me dejes caer».

Inicié contando cada detalle de como fui sorprendida en un gimnasio de Bloomsbury y que cuando recobré el conocimiento me hallaba atada de manos, desnuda y con los ojos vendados.

De reojo podía observar a Dan, su mirada se estaba apagando, sus manos me transmitían señales débiles que no lograba captar con exactitud.

Seguí narrando los hechos tal y como los tenía guardados en mi mente, pero aún no me atrevía a mencionar su nombre. Les dije que me había dado latigazos en las piernas y trasero, que me había desmayado un par de veces y que me lanzó agua para despertarme, soltar mis manos, tirarme al suelo y desquitarse a patadas contra mí vientre.

Les aseguré que había vomitado no sé cuántas veces y que luego de todos los golpes solo desperté al escuchar los sonidos de una sirena; estaba desorientada, escuchaba murmullos y gente alterada, seguía desnuda pero una sábana me cubría. Luego de todo eso me volví a desmayar.

Lo último que supe fue que desperté en ese hospital y ya había sido intervenida quirúrgicamente.

— ¿Cómo se hizo los golpes de la cara? —preguntó un policía.

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