Capítulo 7: Reglas y Castigos.

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Nicole POV.

   ¿Qué era lo que estaba ocurriendo? ¿Quién era este chico?

  No recuerdo un solo instante de mi vida en el que alguien me hubiese tratado como él lo hacía y no entendía el porque.

  Nunca nadie se había preocucado por mi o por lo menos por mis sentimientos, y llegaba este chico y lo cambiaba absolutamente todo.

   La única persona que tenía y me daba cariño había sido una chica de mi edad que vive a 3.000 kilómetros de distancia y solo hablabamos por Skype.

   Nunca supe lo que era ser abrazada por alguien a quien le importas, hasta que llegó él.

   Estaba acostada en mi cama, mirando hacia el techo mientras me sumergía en mis pensamientos.

   Sentí que mi estómago hacía un raro movimiento al pensar en Federico. En su amabilidad, sus chistes, sus abrazos, sus ojos, sus rizos... Su todo.

   Una tonta sonrisa se plasmó en mi rostro, hasta que ví la hora en la pantalla de mi celular... Eran las 8:30 de la noche.

   Mis ojos se abrieron y me levanté de un salto de la cama.

—15 minutos Nicole, 15 minutos— me susurré tratando de tranquilizarme mientras preparaba la mesa del comedor.

   Había hecho la cena hace una hora, así cuando estuviera cerca su llegada solo debería meterla en el microondas para que estuviese caliente.

    Coloqué el plato para que se calentase dentro del aparato, y fuí corriendo a colocar el mantel, la servilleta y los cubiertos en el lugar correspondiente de la mesa.

   Ordené apresuradamente toda la sala de estar hasta que escuche un "click" proviniendo de la cocina.

  Corrí hacia allí mientras veía la hora en mi celular, 8:42. Rayos.

   Coloqué el plato de comida en su lugar, con un vaso de jugo al lado antes de correr escaleras arriba.

  Debido a los nervios mis pies fallaron y me tropecé dos escalones antes del final. Justo cuando estaba por levantarme y dirigirme hacia mi habitación, la puerta de entrada se abrió.
   "Corre, ya te vió"
   Me levanté lo más rápido posible y corrí hacia mi cuarto escuchando rápidos pasos detrás de mí.

   Me adentré en ella e intenté cerrar la puerta, pero un pie se interpuso.

  Una lágrima se deslizo por mi rostro y fui dando rápidos pasos hacia atrás, hasta chocarme contra la pared, mientras veía como aquella silueta se acercaba cada vez más hacia mí de manera amenazante.

—Sebastián—dije en un susurro entrecortado, aguantando los sollozos.

   Él solo me observó con odio, antes de propinarme una feroz cachetada haciendo que mi cara se dé la vuelta. Llevé mis manos hacia la zona que me ardía, mientras sentía como agarraba mi cabello cruelmente, gritandome en el oído.

—¡Dime las reglas nocturnas Nicole!— exigió jaloneando mis cabellos.

— Tener la cena lista y caliente sobre la mesa, la sala de estar ordenada y sin mi estúpido rostro paseandose por la casa antes de las 8:45, cuando tú llegas del trabajo. — repetí de memoria, ya que siempre debía repetirlo cuando infligía una de sus reglas.

—¡¿Y cual de todas esas reglas rompiste?!— gritó aún más fuerte haciendome estremecer.

— No estuve encerrada en mi habitación antes de que tu llegaras. —mi voz salía cortada y las lágrimas no paraban de mojar mis mejillas.

   Él solo soltó mis cabellos en un brusco movimiento antes de darme un duro golpe en el estómago, haciendome dar un grito ahogado antes de quedar tendida en el suelo.

— ¡¿Y cuál es el número de esta infracción?! — cuestionó mientras se desabrochaba el cinturón y lo colocaba entre sus manos.

— Cinco — susurré sin fuerzas.

— ¡REPÍTELO!— gritó golpeando el cinturón contra el suelo. Comencé a temblar y a llorar con más fuerza.

—¡ CINCO! —dije en un tono de voz alto mirando al suelo.

     El no respondió, solo hizo un rápido movimiento con su brazo, haciendo que el cuero impacte justo en mi espalda.

—¡UNO! — grité siguiendo el protocolo.

— ¡DOS!— esta vez ardió mi pierna izquierda.

— ¡TRES!— mi brazo derecho.

— ¡CUATRO! — mi voz se cortaba mientras gritaba al sentir otro golpe en mi espalda.

— ¡CINCO! — grité con lo último que me quedaba de voz mientras ardía mi muslo derecho.

—Ahora, encierrate y no hagas ningun tipo de ruido, pedazo de basura— escupió con asco mientras se colocaba el cinturón nuevamente en sus pantalones.

— Si, Sebastián— respondí mientras respiraba con dificultad.

  Ví como se alejaba y cerraba mi puerta de un portazo.

 

   Así es, esto era algo bastante común cuando rompía una de sus "reglas".

  Él quería que todo funcionara como él queria, sino habría consecuencias.

  Nunca intenté defenderme porque no habría nada que hacer, yo era pequeña a su lado y mucho más débil. Tampoco había intentado escapar, ya que no tenía lugar a donde ir. Además en la casa tenía comida, ropa y techo, mientras cumpliera todas las reglas de Sebastián, estaría bien.

  Sus castigos ocurrian una vez cada dos semanas aproximadamente ya que siempre me las ingeniaba para romper sus reglas de alguna u otra manera. A veces eran solo dos golpes con el cinturón pero hay ocasiones en que la infracción era grave y me ganaba varios golpes que me dejaban en cama un par de días.

  Era horrible, pero hace más de un año las cosas eran así y creo que me fui acostumbrando.

 

Trate de levantarme lentamente, apoyandome contra mi escritorio para lograrlo. Me recosté por la pared de mi cuarto y me encaminé hacia mi baño privado usando la pared como ayuda.

  Al llegar, me senté en el escusado con mi vista un poco borrosa por las lágrimas acumuladas, mientras buscaba en la alacena bajo el lavamanos mi botiquín de emergencias.

  Me sané mis heridas cuidadosamente mientras miles de lágrimas se deslizaban por mi rostro.

  ¿Cuanto más tendría que aguantar esto? ¿Porqué todo esto me ocurre a mi? Quizás me lo meresca, quizás habria hecho algo para tener esta vida de castigo.

   

   Me levanté y me dirigí hacia mi puerta, aún siendo ayudada por la pared. Le puse seguro a mi puerta y me encamine hacia mi cama, ya que mañana tendría que ir a clases nuevamente.

   Por suerte nunca nadie se había dado cuenta de que siempre usaba vestimentas que cubrían mi piel por completo, incluso cuando el calor era insoportable.

  Nadie debía saber de esto, nadie.

  Sin más, me recosté en mi cama secando  mis lágrimas y sumergiendome en el único lugar donde el dolor no existía, mis sueños.

Sebastián en Multimedia.
Bueno, muchos querian saber que era lo que Sebastián le hacía a Nicole así que aqui tienen.
¡Espero que les guste el capítulo!
¡Dejen sus votos y comentarios!
Un beso❤

  

  

Enamorado de sus cicatrices.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora