Capítulo 25

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Vesta se queda de pie frente a todos los demonios que bloquean la salida ¿Por qué obedecieron al demonio?

—Déjenme salir —Le dice a los demonios; pero solo obtiene risas en respuesta —Tengo que detenerla... —El frío comienza a sentirse en todo su cuerpo —Dense prisa... —Sus piernas ceden ante su peso, dejándola caer.

Gracias a su magia, Vesta nunca había sentido lo fría que era la cueva por dentro, ni mucho menos durante la noche.

...

En algún lugar, Stolas usa sus habilidades para domesticar a la calamidad. Pero le resulta más complejo de lo que esperaba.

—¡Obedeceme, demonio! ¡Yo soy tu amo! —Le grita al demonio encadenado.

—Yo no tengo amo —Lo desafía —No eres más que un humano estúpido como todos los demás...

El brujo no vio venir el zarpazo que el demonio le propinó. Al igual que con los pueblos destrozados, no hubo tiempo de reaccionar.

—No voy a matarte, solo porque me quitaste esa parte despreciable de mi interior —Dice sujetando al hombre del cuello con sus garras luego de haber roto sus cadenas. —Dime dónde está la chica...

Stolas intenta mantenerse firme mientras el demonio aprieta cada vez más su cuello.

—No tientes tu suerte, brujo.

—La dejé en el bosque... —Intenta soltarse inútilmente —Es posible que ya no esté ahí; pero dónde puede estar. Yo puedo llevarte con ella... —El demonio lo deja caer.

¿Quién iba a decir que el plan de Stolas resultaría totalmente desastroso? Tan seguro de todo su plan, que el brujo olvidó un detalle importante sobre el demonio. "No puedes controlar a quien es conocido como el rey de los demonios" . La calamidad no tiene amos. La calamidad no sigue órdenes.

Los papeles se han volteado. Stolas perdió fácilmente ante el demonio Borkoff, y ahora no es más que un sirviente cuya vida podría acabar en cualquier momento.

¿Qué hará para detener su propio plan defectuoso?

...

En el camino, Borja corre lo más rápido que puede. Al perder gran parte de su ser, le es imposible aumentar su tamaño hasta ser un lobo de tamaño colosal.

—Está helando —Comenta la Remena —Espero lleguemos a tiempo.

—Llegaré —Dice el demonio, sin dejar de correr ni de reducir su velocidad —Tengo que volver con ella.

La bruja observa la destrucción que el demonio dejó a su paso. Todas esas vidas inocentes arrebatadas no es culpa de nadie más que del hombre del que alguna vez estuvo enamorada. Se siente tonta al recordar que alguna vez lo amó y que estuvo celosa de su hermana menor por llamar la atención del brujo; pero ahora está decidida a hacer todo lo posible para detenerlo.

—¿Qué es eso? —Pregunta alarmada en cuanto siente que la tierra tiembla.

Borja se detiene al sentir la vibracion bajo sus patas. Sabe qué es. Sabe lo que se avecina.

—También la está buscando... —Concluye el demonio.

—¿Quién?

—Borkoff.

El demonio retoma el camino intentando ignorar el temblor de la tierra y el aullido que comienza a oírse cada vez un poco más cerca.

—Será un problema si nos alcanza —Dice la bruja.

—Será un problema mayor si llega al bosque antes que nosotros —Finaliza el demonio. —Espero que Vesta esté haciendo eso que dijo sin problemas...

...

En la cueva, Vesta intenta por todos los medios mantener su escaso calor y no dormirse; pero cada minuto que pasa es más difícil.

—Dense prisa... —Dice entre temblores —Lanch, Lonch... Gob... —mira a los demonios que bloquean la salida mientras ella se abraza a si misma — Borja... —Ya no lo resiste más —Papá...

Los demonios ven cómo la joven se desploma en medio de la helada cueva. Su piel palida y sus labios azulados la hacen parecer muerta; y probablemente, apetitosa para las criaturas. Lástima no poder tocarla por orden de ese demonio. Pero ¿Cuánto podrán resistir obedecer esa orden hasta que el instinto se apodere de ellos?

El bosque de los demonios (2): Fuera Del BosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora