Capítulo 40.

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Llegué tarde a mi trabajo gracias a que tuve que demostrar mi inocencia ante el decano

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Llegué tarde a mi trabajo gracias a que tuve que demostrar mi inocencia ante el decano. A mucha honra volví a sacar diez, el profesor Xavier se había disculpado conmigo, no por las acusaciones sino por la manera en la que su hermana, mi profesora y tutora me había hablado, mencionó que tomaría cartas en el asunto y una de ellas fue la asignación de un nuevo tutor: Él mismo.

No me agradaba la vaca de la profesora Xavier, pero no estaba muy segura de que tener a su hermano de tutor sería algo diferente, era el mismísimo decano, una de las mayores autoridades del conservatorio.

Una vez pude deshacerme del profesor Xavier hice mi turno en la cafetería. Mi jefe, Jameson, era un estudiante de tercer año de economía de la universidad de San Francisco a quien su padre le había encargado la tarea de administrar la cafetería, era... agradable, aunque estuve a punto de cometer un asesinato la cuarta vez que hizo ese toque inocente en la parte baja de mi espalda mientras me explicaba el uso de la máquina de expreso.

—¿Qué tal el primer día?—me preguntó Mónica, una de las tres meseras del lugar mientras nos cambiábamos en el vestidor.

—Muy bien, la verdad le agarré el truco a la máquina de expreso fácilmente.

—Lo hiciste—alabó ella mientras colgaba la camisa de su uniforme en la puerta del casillero—. Le he dicho a Jameson que hay que cambiarla, pero no para de mirar mis tetas cuando le hablo.

—Oh, así que no estaba loca—susurré por lo bajo, pero ella me escuchó.

—¿Qué hizo?—dijo con un suspiro de irritación.

—Vale, puede que haya querido clavarle un tenedor en el ojo luego de casi poner la palma de su mano en mi trasero, pero creo que puedo superarlo —mi tono jocoso la hizo sonreír, pero parecía más bien una mueca incómoda.

Mónica terminó de cambiarse y cerró la puerta de su casillero colocando su bolsa sobre su hombro.

—Ten cuidado con Jameson, ¿de acuerdo? Si se vuelve demasiado mano suelta háblalo conmigo, tengo el número de su papá.

El día no acababa y solo mejoraba más y más, entre una acusación de haber hecho trampa en un examen hasta obtener un nuevo jefe mano suelta, maravilloso.

Afortunadamente llegué a casa temprano sin toparme con mi nueva ultra archi enemiga, quien según la señora Henderson— con la que me topé mientras regaba sus plantas—, Vera había montado cacería en la entrada del edificio. Al parecer su WiFi funcionaba a la perfección en aquel lugar pues se mantuvo trabajando en su computadora hasta que llegó Shawn.

Suspiré mientras me clavaba aún más en la comodidad de mi sofá. Había sido un día agotador, pero la sed de venganza creció cada vez más, por lo que tomé mi teléfono e hice una llamada a mi más fiel compañero de aventuras y súbdito de bromas.

Me saludó en medio de un bostezo, levanté mi ceja al notar la marca de las sábanas en su mejilla y los evidentes ojos rojos de recién despierto.

—A penas es miércoles y tienes cara de haber madrugado, ¿fuiste a una fiesta?

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⏰ Last updated: May 26, 2023 ⏰

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La melodía de Lucy | Hijos de sus padres #1Where stories live. Discover now