Prólogo.

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Lucy, 8 años

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Lucy, 8 años.

Nos estábamos escondiendo en la casa del árbol de Lucas, podíamos escuchar los gritos de la señora Charpentier al otro lado de la cerca. Estaba furiosa, por ende, nosotros reíamos a carcajadas, estábamos disfrutando el hecho de que hicimos rabiar a la señora Charpentier.

Tal vez eso le enseñaría a no meterse con mi acento.

Colocar aquellas lombrices en la sopa de la señora Charpentier hace unos días no fue tarea fácil, pero James era tierno y por alguna razón la señora Charpentier le agradaba. ¿Lucas y yo? Estaba segura que quería encerrarnos en su sótano, hacernos picadillo y darle de comer a sus gatos con nuestros cuerpos. No le dije eso a Lucas, era muy llorón y me acusaría con mi tía, ya le daba demasiados problemas y mi mami me pidió que me comportara.

Eso no evitó la broma de la basura en la puerta de la casa de la señora Charpentier, tampoco las flores cortadas de su jardín y mucho menos nuestra obra más reciente, los aspersores con pintura.

El jardín de la señora Charpentier era de un color rojo sangre, la mujer gritaba tratando de apagar los aspersores, pero estos para nuestra fortuna no se detenían. Lucas y yo seguíamos riendo, había sido un éxito.

Hasta que mi mami salió a la puerta trasera hacia el jardín de la casa de mis tíos y vio el desastre en la casa de la señora Charpentier. De inmediato dejé de reír, Lucas no lo hizo, seguía riendo macabramente. A mi primo tampoco le gustaba la señora Charpentier.

—¡Fue ese demonio francés, estoy segura!—acusó la señora Charpentier a mi mamá.

—¿Demonio francés?

—¡Ella junto a ese niñito! ¡¿Por qué no es más como su hermano?!

Pobre señora Charpentier, si supiera que James fue el que colocó las lombrices en su sopa aquella tarde.

Tía Daisy fue la siguiente en salir y abrió los ojos como platos. La situación era graciosa, la señora Charpentier en medio de su jardín a punto de explotar mientras los chorros de pintura seguían saliendo. Para nuestra mala suerte la pintura se acabó y dio paso al agua, pero en vez de ayudar al jardín de la señora Charpentier empeoró la escena.

—¡Señora Charpentier, Dios mío, como lo siento!—exclamó mi tía Daisy horrorizada con lo que veía.

—¡Amarra a esos demonios, Daisy, o voy a poner veneno para ratas en cada esquina de mi casa!

La señora Charpentier cerró su puerta con fuerza, esta sonó tan duro que por un momento pensé que iba a romperse. Mami no entendía nada, por otro lado, mi tía Daisy miró hacia la casa del árbol frunciendo el ceño pronunciadamente, fue en ese momento que Lucas dejó de reír.

—Estamos en problemas—me miró asustado—, mamá nos va a castigar.

—Tío Connor siempre nos defiende—le dije tranquila—, y si mi mami está aquí mi papi también lo estará, no podrán contra ellos.

La melodía de Lucy | Hijos de sus padres #1Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt