Capítulo 36: Sorpresa en la cena.

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Estoy llena de alegría al saber que podré cambiar de prácticas. Es la mejor decisión que he tomado y estoy muy orgullosa de ella.

El profesor Evans me ha enviado un correo electrónico diciéndome que la semana que viene me enviaría el formulario de las prácticas para que lo rellene y aplique para el hospital de salud mental.

Por un momento pensé en aplicar en Blessed Help, el hospital donde se encuentra mi madre... Pero razonando todo me doy cuenta que no sería profesional por mi parte. Así que, mi primera opción es el hospital Santa Margaret, uno de los mejores hospitales de salud mental del país. Trabajar ahí sería una gran oportunidad, además de que si consigo quedarme a trabajar ahí sería toda una ventaja.

El jueves, dentro de dos días, iré a ver a mi madre junto con mi padre para darles la noticia. Podría haber llamado y decírselo, pero prefiero que estén los dos a la vez y decírselo en persona.

Ahora me encuentro en casa, preparándome para ir a cenar a Diamanti con Alexei.

Quiero verme preciosa esta noche, porque siento que es una noche especial, que además puedo celebrar con Alexei a mi lado.

He decidido recogerme el pelo en un moño bastante apretado para que a la hora de echarme colorete en los pómulos resalten más, a la vez que mis clavículas. Para el maquillaje, he optado por dos colores: azul y negro. Primero que me he echado la sombra de ojos negra y desde el lagrimal hasta casi la mitad del ojo el color azul oscuro brillante, haciendo un efecto de degradado que combina a la perfección con el vestido azul eléctrico que llevo. El vestido es de tirantes, largo, ajustado de cintura y con un corte hasta casi el principio del muslo.

Para los zapatos, he optado por unos tacones de aguja azules eléctricos también, para no desentonar con el vestido.

Llevo mirándome en el espejo cerca de cinco minutos, admirando el maquillaje y conjunto que llevo.

Abro el joyero y saco un collar con pequeños diamantes, bastante fino, y me lo coloco alrededor del cuello.

— Muñeca, ¿estás lista? — pregunta Alexei cuando sale del vestidor con una camisa y pantalones de pinza negros que le quedan a la perfección.

— Sí. — Me levanto de la silla y camino hacia él para besarlo, pero sus manos se aferran a mi cintura y me detiene. — ¿Qué ocurre? — le pregunto arqueando una ceja.

— Estás demasiado preciosa, ¿sabes lo que significa eso?

— Mmm, no.

— Dos cosas. — Levanta dos de sus dedos para que yo los pueda ver. — La primera es que muchos hombres te van a mirar y eso sabes que lo detesto.

— Celoso... — Pongo los ojos en blanco.

— Y la segunda: que ese vestido te lo voy a arrancar en cuanto lleguemos a casa.

— Oh, vaya... La segunda no me la esperaba.

— ¿No? Qué pena... Cómo no era tan obvio...

— Para nada obvio. Si cuando te digo que las indirectas me las tienes que explicar es por algo... — digo poniendo los ojos en blanco.

[Treinta minutos después]

— Buenas noches, señor Volkov. — Dice uno de los camareros al instante de que entramos a Diamanti. — Tenemos su mesa preparada. — Una mujer de unos treinta años se acerca a nosotros para recoger nuestros abrigos y llevarlos a su zona correspondiente. — Por aquí — dice el camarero que nos saludó.

Llegamos a la mesa. Alexei se acerca a la silla donde me voy a sentar, la separa de la mesa para que yo pueda sentarme. Yo le miro y le sonrío para luego sentarme.

— Buenas noches, ¿qué desean beber? — pregunta el camarero.

— Champán, por favor — responde Alexei.

— Enseguida, señor. — El camarero se marcha para que al cabo de unos minutos vuelva con una botella de Champán y dos copas. Sirve la bebida espumosa y deja la botella en la mesa para luego retirarse.

— Bueno, querida. — Alexei alza su copa, esperando a que yo haga lo mismo. — Brindemos porque mi preciosa mujer ha conseguido lo que tanto ansiaba.

— Brindemos — digo sonriente para chocar ligeramente las copas con una gran sonrisa en nuestros rostros.

El tiempo pasa y no paramos de hablar y reír mientras comemos y bebemos.

— ¿Desean postre? — pregunta el camarero cuando viene a retirar nuestros platos.

— Sí, lo de siempre — responde Alexei. El camarero se marcha.

— ¿Lo de siempre? — pregunto confundida.

— Ahora lo verás — responde Alexei con una interesante sonrisa.

Al cabo de unos largos minutos vuelve el camarero con un plato, el cual deja en medio de la mesa. Se trata de una cúpula de chocolate, a su lado hay una especie de martillo pequeño metálico para romperla.

— Ábrelo — dice Alexei con sus manos entrelazadas y sin perder un solo detalle de mi expresión.

Cojo el martillo y doy un pequeño golpe, pero parece que no se rompe. Vuelvo a dar otro golpe, esta vez más fuerte, y el chocolate comienza a romperse. Doy un último golpe y la cúpula termina por romperse. Dentro hay una pequeña caja de terciopelo rojo.

— ¿Qué es esto? — pregunto con una pequeña sonrisa a la vez que cojo la caja de terciopelo.

Cuando abro la caja mis ojos se abren como platos y mi corazón se acelera.

Alexei se levanta de la silla y se acerca a mí para luego arrodillarse, coger la caja y mirarme.

— Atenea Morgan, ¿quieres casarte conmigo?

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Hola holitaaa!!!

Aquí estoy de nuevo, casi un mes después. Madre mía.

POV: no he podido actualizar porque mi vida últimamente ha sido un caos y me están pasando cosas que ni yo me creo.

En fin, he sido un poco mala y os voy dejar con la intriga de la respuesta de Atenea. Así le damos más emoción al asunto jajajajajja.

En fin. 

Besiiis de fresiii.

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