Capítulo 35: Cambio de prácticas.

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Han pasado varias semanas desde que tomé la decisión respecto a cambiar de trabajo. No sé por qué aún no le he entregado la carta de renuncia a la señora Harmon, supongo que es porque todavía tengo algún miedo rondando mi cabeza... Pero, hoy, hoy es el día en el que por fin le entrego la carta de renuncia y el día en el que hablaré con mi profesor, el señor Evans para que me cambie de prácticas, si es que hay alguna posibilidad.

Después de varios segundos dudando entre si llamar a la puerta del despacho de la señora Harmon, me decido por dar dos pequeños golpes secos a la puerta de madera negra.

— ¡Adelante! — exclama la voz de Leticia. Coloco mi mano sobre el frío y metálico pomo de la puerta para luego abrirla y adentrarme en el despacho.

— Buenos días, Leticia — digo dubitativa. — ¿Tiene un momento?

—Por supuesto, Atenea. ¿Sucede algo?

— No, nada que le deba preocupar...

— Por favor, toma asiento. — Hago lo que dice y me siento en una de las dos sillas negras que hay frente a su escritorio de madera oscura.

— Verá... Quería entregarle esto... — Con una de mis manos temblorosas le dejo sobre el escritorio la carta de renuncia, evitando en aquel momento su mirada.

— ¿Qué es?

— Mi... Mi carta de renuncia.

— Oh... Ya veo... ¿Puedo preguntar la razón?

— Lo cierto es que... No he sido sincera conmigo misma respecto a mis metas y ambiciones. Me he equivocado eligiendo una opción por miedo a elegir la otra, pero ahora me he dado cuenta de que lo que realmente quiero ser es psicóloga clínica y que debo seguir ese camino.

— Entiendo... Bueno, supongo que no puedo hacer nada al respecto. Solo te diré que aunque dejes esta empresa, has tomado una gran decisión y eres muy valiente por ello.

— Muchas gracias, Leticia.

— No hay de qué, Atenea. Espero que te vaya muy bien en tu nuevo camino.

— Gracias. — Le acerco una de mis manos para que ella la estreche, lo cual hace con una gran sonrisa.

Salgo del despacho con mi corazón latiendo a mil por hora y una extraña sensación de alivio.

Ahora vamos a por lo más importante: hablar con el señor Evans.

Lo que más me preocupa es tener que repetir curso por el tema de las prácticas. Tan solo quedan dos meses para finalizar el curso y lo cierto, que cambiar se prácticas a estas alturas del curso va a ser una misión difícil.

Con todo el tema de León y su obsesiva fijación por mí no he tenido tiempo para pensar en el curso, cosa que me molesta bastante ya que soy una persona muy dedicada a los estudios y más cuando se trata de la carrera de mis sueños.

Perdida en mis pensamientos, llego a la universidad donde estudio. Aparco el coche y bajo de él para dirigirme a recepción donde seguramente para esperar al señor Evans ya que hace una semana tuve que concretar una cita para poder hablar con él.

— Buenos días, Sonia. — Le digo a la mujer que se encuentra en la recepción de la universidad. Aquella mujer de pelo canoso y rizado con gafas gruesas y grandes de pasta marrón siempre me saludaba todas las mañana que entraba para ir a clases. Con el paso del tiempo se podría decir que nos hicimos conocidas y entonces hablábamos un rato todas las tardes que entraba a clase.

— ¡Atenea! ¿Cómo estás, querida? — Me pregunta con su dulce voz.

— Muy bien, y ¿tú? ¿Qué tal tus hijos?

Soy tuya - LR - (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora