Capítulo 7: En cama.

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Llego a la mansión a las doce de la noche.

Las luces están apagadas. Atenea debe de estar durmiendo...

Subo las escaleras que llevan hasta la habitación, y con el máximo cuidado entro a ella.

Atenea está en la cama, durmiendo de costado.

Me desvisto sin hacer ruido hasta quedarme con los boxers negros que llevo. Me tumbo en la cama, junto a Atenea.

La observo. Sus largas pestañas negras... Sus carnosos labios... Es preciosa.

Mis ojos descienden hasta su pecho, cubierto por un abultado vendaje blanco.

Me siento tan responsable por lo ocurrido que una punzada ataca mi pecho y mi estómago se revuelve... Pienso mandar al mismo Infierno a aquel que le haya hecho esto a Atenea.

Sus ojos hazel se abren levemente, encontrándose con los míos.

— Has vuelto... — dice en apenas un susurro.

— Sí... Se hizo más tarde de lo que pensaba. — Suspiro y la rodeo con mis brazos. — Duerme... Ya estoy aquí. — Vuelve a cerrar los ojos, y en cuestión de segundos se queda dormida de nuevo.

🥀🥀🥀

— Buenos días, pequeña — le digo nada más abrir los ojos.

— Buenos días, cariño. — Ella posa una de sus suaves y pequeñas manos en mi mejilla para acariciarla suavemente, con las yemas de sus dedos.

— ¿Cómo estás? ¿Te duele? — pregunto observando su pecho.

— Mejor... Con los analgésicos apenas duele.

— ¿Te tomaste la medicación anoche?

— Claro, papá.

— ¿Ya empiezas?

— Es que actúas como mi padre.

— Solo me preocupo por ti.

— Lo sé, pero es gracioso molestarte. — Dice eso y se acerca a mi rostro para besar mis labios. Al principio suave... Luego más agresivo.

— Muñeca... Si continúas así... No podré detenerme. — El beso continúa, cada vez más apasionado. Su tibia lengua aparece y comienza a jugar con la mía. — Muñeca... Aún no podemos...

— Pero quiero sentirte... Hace mucho que no siento tu piel con la mía. — Aquellas palabras me iban a matar.

— Pero debes guardar reposo... — Suspiro y acaricio sus hombros. — Me muero por volver a tocarte... Pero no quiero hacerte daño.

— Está bien... — Se quita de encima mío y se vuelve a tumbar en la cama para luego suspirar.

— ¿Quieres desayunar? Le diré a Sylvia que te prepare algo.

— ¿Se supone que debo quedarme aquí todo el día? Que coñazo...

— Deja de quejarte y descansa. — Comienzo a vestirme con un traje completamente negro. Coloco la corbata alrededor de mi cuello y la ato. En la muñeca izquierda me coloco el reloj que me regaló Atenea y hecho algo de colonia en mi cuello. — Te iré escribiendo. No hagas tonterías.

— ¿Qué tontería iba a hacer?

— Yo qué sé. A veces cuestiono tu cordura.

— Que bonito... Alexei. Que te den — dice riendo.

— Yo sí te daré, pero cuando te recuperes.

— Que sí, que sí. Vas a llegar tarde. — Se levanta de la cama, besa mis labios y vuelve a ella.

— Luego te veo, muñeca.

[Narra Atenea]

Las horas pasan y yo sigo en la cama.

Sylvia me ha traído el desayuno mientras yo estudiaba.

Son las doce de la mañana y no tengo nada que hacer, aparte de estudiar.

Me levanto de la cama, con algo de dolor en el pecho, recojo la bandeja de plata en la que Sylvia me ha traído el desayuno y camino hacia la cocina, bajando las escaleras.

— ¡Señorita Morgan! — exclama con su aguda voz. — No debería estar aquí, tiene que descansar — me dice Sylvia, quien está preparando la comida.

— Lo sé, Sylvia. Pero estoy tan aburrida... No hago más que estudiar y estar en la cama.

— Pobre niña... — Sonríe y continúa colocando los spaghetti en la cacerola llena de agua caliente.

— Sylvia, ¿puedo preguntarte algo? — Me siento en una de las sillas de la cocina, tras la encimera, quedando cara a cara con Sylvia.

— Claro, señorita Morgan.

— ¿Hace cuánto trabajas para Alexei?

— Pues... Comencé a trabajar para la familia Volkov cuando él era un niño.

— ¿Enserio? ¿Tanto tiempo?

— Sí.

— Y... ¿Cómo era de niño?

— Oh, era un chico muy bueno, aunque callado... Apenas tenía amigos... Hasta que conoció al señorito Pietro, desde entonces se volvieron inseparables.

— No sabía que eran amigos desde pequeños.

— Pietro es el hijo de un antiguo socio del padre.

— Ah... Ya veo.

— El señor Volkov me ha pedido que le prepare spaghetti, dice que es su plato favorito.

— ¡Sí, lo es! ¿Cómo lo sabe? No recuerdo haberlo dicho.

— El señor Volkov lo sabe todo...

— Y... ¿Cómo es como jefe?

— Oh, señorita Morgan, no me puedo quejar. — La mujer esboza una sonrisa. — Es igual que su padre... Un hombre respetuoso y educado... Su padre me sacó de la calle.

— ¿Vivías en la calle?

— Sí, señorita... Por desgracia. Mis padres perdieron su trabajo y mis hermanos y yo tuvimos que vivir en las calles durante unos meses, hasta que el padre de Alexei me acogió.

— Wow, no tenía ni idea...

— Cosas de la vida.

— ¿Cuántos hermanos tienes?

— Cinco, uno de ellos falleció con apenas un año...

— Lo siento mucho...

— Es lo que tiene la pobreza... 

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Helouuu.

Aquí me tenéis de nuevo. Espero que os guste este capítulo. La verdad es que me apetecía explicar un poco el personaje de Sylvia, así que  aquí os lo dejo.

Bueno me callo ya. No olvidéis darle like y comentar.

Los amoo.

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Soy tuya - LR - (+18)Where stories live. Discover now