Ahora, ¿cómo resolverá esto el hada adelfa?
Encontrar un tesoro de este estándar era suficientemente desafiante, ¿dónde se encontraría otro?
Cui Buqu estiró su mano y la descansó sobre la piedra de jade, sintiendo un estremecimiento de frialdad irradiando de su palma.
Ninguno de los tres presentes había visto el Jade Tianchi real, por lo tanto, naturalmente no tenían ninguna manera de identificarlo.
—¿Qué dijeron en el lado del Gremio Linlang? —Feng Xiao preguntó.
—He interrogado a las personas del Gremio Linlang —Pei Jingzhe contestó—. Ayer, un sirviente mayor con túnicas grises llegó, y les dio el jade colocado en un cofre de apariencia muy común. Mencionó que era una reliquia familiar, pero que había venido a empeñarlo debido a que estaban enfrentando unas circunstancias terribles. Usualmente, el Gremio Linlang no habría aceptado las cosas que no estuvieran respaldadas por ellos. Temían que pudiera ser propiedad robada y que destruyera su nombre. Sin embargo, ya que había llegado en el momento adecuado, Wen Liang lo reconsideró y decidió que, si realmente era robado, aún podría traerlo a la subasta solamente. Así, cuando el dueño lo reconociera, podrían devolvérselo. Por lo que decidió aceptar el jade.
—Si hubieran decidido no subastarlo, ¿qué hubieran hecho con él? —Cui Buqu le preguntó.
—De acuerdo con las reglas, se lo quedarían por un año. Si aún no hubiera nadie que viniese a reclamarlo, lo liberarían para subastarlo. Sin embargo, esta vez lo subastaron de inmediato.
—¿El reino Khotan enviará otro embajador hacia aquí? —Cui Buqu preguntó.
Pei Jingzhe miró a Feng Xiao. Con un asentimiento de su Comandante, dijo:
—Sí. El reino Khotan enviará un nuevo embajador y ya está en camino. Tenemos hombres esperando en Qiemo para recibirlo. Sin embargo, como mínimo, podría tomarles entre tres y cinco días antes de poder llegar a la Ciudad Liugong.
Eso también significaba que, en esos tres o cinco días, nadie sería capaz de comprobar si el que actualmente estaba en su posesión era el Jade Tianchi auténtico.
Cui Buqu acarició el jade y dijo:
—Hoy cuando reclamaste el jade, por lo menos diez personas estuvieron mirándote por mucho tiempo. Tres de ellos estaban disgustados y dos tenían intenciones asesinas.
¿Incluso había notado eso?, Pei Jingzhe se sintió un poco sorprendido y no pudo evitar preguntar:
—¿Quiénes?
—Los tres que fruncieron sus ceños con disgusto eran: Leng Dou del grupo Jinhuan, Zhou Pei, el mayor millonario de Khotan, y Zhang Yingshui del Clan Anlu Zhang —Cui Buqu procedió a escupir su análisis honestamente—. De los dos que tuvieron intenciones asesinas: uno era un Göktürk vestido de negro y el otro era un hombre vistiendo túnicas grises y un sombrero de bambú, con alrededor de veinticinco y veintiséis años. Nunca antes había visto a estos dos hombres, por lo que soy incapaz de determinar su identidad.
—¿Göktürks? —Pei Jingzhe reaccionó sensiblemente a la palabra.
Por otro lado, Feng Xiao parecía divertido.
—Si este jade es el real o no, una vez que está en mis manos, no sería sorprendente si un puñado de personas viniera a nuestras puertas.
—Es correcto.
—¿Estarían dispuestos a ir contra la Oficina Jiejian? —Pei Jingzhe inquirió con agitación.
Cui Buqu se rio ridiculizándolo.
—La Oficina Jiejian quizás tenga la bendición del Emperador, incluso los Tres Departamentos y los Seis Ministerios les habrían dado cara a su gente, pero ¿qué son en el jianghu? Este jade es etéreo. Poseyendo la habilidad de revivir de la muerte, ¿por qué no merecería la pena que vinieran a luchar?
La mandíbula de Pei Jingzhe cayó abriéndose ampliamente. Quería replicar, pero no podía pensar en algo que decir.
Feng Xiao dio una ligera risa.
—El clima es amargo y helado. Después de estar de pie afuera por tanto tiempo, ¿por qué no entras y tomas un poco de té?
¿Hay alguien afuera?
Pei Jingzhe movió sus orejas de inmediato. Sus artes marciales no eran malas, pero en ese instante ni siquiera se dio cuenta de que había alguien afuera.
De repente en ese momento, la voz de una mujer, ligera como una pluma, como agua brillante, sonó.
—Solo me temo que la casa esté muy concurrida, sin el espacio suficiente ahí.
¡Ahí estaba!
Pei Jingzhe se levantó en ese instante.
Feng Xiao simplemente tomó el cofre del jade y lo lanzó contra la puerta de la habitación.
Por supuesto, no era su intención perforar un hoyo en la puerta para lanzar el cofre fuera de la habitación. Una vez que este golpeó la puerta, rebotó de regreso y así lo hizo la puerta, abriéndose ampliamente. Esta era una técnica que solo los artistas marciales de máximo nivel conocían.
El viento siguió, fluyendo hacia la habitación desde la abertura. La sombra de una mujer vestida de amarillo llenó la mirada de los tres al instante. La mujer estaba sentada en el techo de la residencia frente a ellos, con ambas piernas colgando libremente hacia abajo.
Lucía bastante ordinaria, sin una pizca de miedo o nerviosismo. Cuando se comparaba con Feng Xiao, eran como la nube y la tierra. Una vez que sus bocas se abrieron, era imposible reconocer a la persona equivocada.
—Es bastante tarde por la noche, me sentiría muy tímida por molestarlos en una hora como esta. Sin embargo, si Lord Feng me permitiera echar un vistazo al jade, me iría una vez que lo haga.
Pei Jingzhe siguió a Feng Xiao fuera de la habitación y, de inmediato, notó que la mujer vestida de amarillo no estaba sola. Sobre lo alto de los techos de la izquierda y derecha, y bajo el árbol de la derecha, había otras tres personas.
Uno estaba vistiendo un velo, revestido en blanco desde la cabeza a los pies. Incluso era imposible decir su género.
Otro era alto y tenía tintes de amarillo en su cabello. Con una mirada, era evidente que era un hombre exótico.
Con tantos artistas marciales de élite parados en el exterior, él mismo ni siquiera notaba que algo estuviera mal. ¿Qué significaba eso?
Significaba que, si algo pasaba, no sería capaz de servirle a Feng Xiao de la manera en que quisiera hacerlo.
Pei Jingzhe sintió que su cuerpo se empapaba de un sudor helado de repente.
La mujer vestida de amarillo notó su nerviosismo y rio ligeramente.
—Pequeño Lord, no se asuste, no estoy con ellos.
Cui Buqu tosió en voz baja, caminando hacia afuera lentamente.
Comparado con la manera en que vestían aquellos intrusos, Cui Buqu había sido envuelto de manera apretada alrededor de su cuerpo. El color de su rostro lucía blanco como la nieve y, al mirar una vez, era fácil decir que estaba enfermo de toda su vida, como si ni siquiera lograría vivir algunos de los siguientes días. Sus pasos también eran ligeros, mostrando que no sabía nada de artes marciales.
Las miradas de todos cayeron sobre él y luego se giraron, no prestándole mucha atención.
Feng Xiao se acercó con confianza, sin siquiera un rastro de estar nervioso. En cambio, parecía como si hubiera estado esperando por un muy largo tiempo que esto pasara. Sus ojos brillaron con emoción, parpadeando como un conjunto de estrellas deslumbrantes.
—Hay dos más. ¿Por qué no salen todos?
Ninguno de los presentes dijo algo, como si estuvieran esperando que los últimos dos surgieran desde las sombras.
El silenció duró por un largo tiempo. Solo una sombra salió con pasos lentos. Por su figura, lucía como dos mujeres altas, pero la mitad de su cuerpo aún estaba escondido en las sombras.
—¿Quién más está ahí? —Pei Jingzhe preguntó en voz baja—. ¿Qué bien hará esconderse a sí mismo?
—Esa persona se ha ido y, si no estoy equivocada, debería ser uno de los asesinos de la organización de los Trece Pabellones de Yunhai —la mujer vestida de amarillo dijo.
Tan pronto como escucharon el nombre, las miradas de Feng Xiao y Cui Buqu se sacudieron un poco.
Los Trece Pabellones de Yunhai eran una organización secreta reciente en el jianghu. Su profesión era asesinar personas por oro. En este mundo, la existencia de algunas personas estaba destinada a ser una amenaza para otras, así que, si no les era conveniente ensuciar sus propias manos, o si no tenían el poder para asesinarlos, contrataban a los Trece Pabellones de Yunhai.
Se decía que los negocios de Yunhai no eran malos en absoluto, pero estaban siendo más audaces cada día, incluso atreviéndose a asesinar a oficiales imperiales. El mes pasado, un oficial había muerto en el Ministerio de Justicia. Después de una investigación hecha por la Oficina Jiejian, se descubrió que su muerte era sospechosa y se relacionaba con un asesinato. Así que los Trece Pabellones de Yunhai habían estado en los registros de seguimiento de la Oficina Jiejian desde entonces.
En su mayoría, las cosas hechas por asesinos eran ilegales, por ello, cuando vieron que Feng Xiao no era un novato y que había presentes muchos otros artistas marciales sumamente hábiles, sabían que no podrían tomar ventaja de la situación, así que naturalmente se ocultaron en las sombras.
Sin embargo, solamente uno se había ido, cinco aún permanecían.
La mirada de Cui Buqu barrió el área y tosió dos veces, pero solo era para cubrir su diversión.
Sería interesante saber cómo lidiaría esta adelfa con una situación como la de esta noche.