¿Este nombre suena bien?
Las ramas del Gremio Linlang se extendían predominantemente a lo largo de Nanbei. En cada año, tan solo una subasta hacía que sus negocios fueran más agitados. Aunque el Gremio Linlang la celebraba en diferentes ubicaciones anualmente, algunas veces en Jiangnan y otras en Haibei, hoy estaban realizándola en la Ciudad Liugong. Independientemente de si eran adinerados y nobles, o gente común y escoria, las personas de todos los rincones del mundo vendrían a participar.
Los observadores no eran capaces de comprender lo que estaba sucediendo, solamente podían entender que se vendían muchos tesoros raros y exóticos. Sin embargo, la realidad era que, mientras que había muchos tesoros costosos, también bienes tales como medicina difícil de conseguir en el mercado, los manuscritos clásicos que se habían perdido en la historia y especias que provenían de las Regiones Occidentales. Para aquellos que no querían viajar a todos los rincones del país para conseguirlos, la subasta era una plaza de mercado fabulosa.
Debido a los afluentes y poderosos antecedentes del Gremio Linlang, ninguna de aquellas personas del mundo pugilista se atrevía a ofenderlos. Había pequeñas disputas aquí y allá, pero nada demasiado serio. Todos los años, la subasta resultaba bien.
Pero este año estaba destinado a ser una excepción.
Cuando el Gremio Linlang decidió que la Ciudad Liugong sería la sede de su subasta, la anticipación llenó a las personas. Esta ciudad no era imponente, ni tampoco de riqueza próspera, no era grande o famosa como la Ciudad Daxing. Aunque era una ciudad por la que muchos viajeros pasarían sin importar hacia dónde se dirigieran, también era un sitio cercano a los Göktürks, remoto, ventoso y arenoso. Estaba alejada de cualquier capital y no tenía muchos residentes. Los ricos y adinerados eran reacios a venir aquí, así que el número de participantes de este año era mucho menor que en los anteriores. La mayoría eran pugilistas del jianghu y comerciantes de las Regiones Occidentales, conduciendo camellos y cargando mercancías.
El incidente sucedió a las afueras de la rama establecida en la Ciudad Liugong. Un hombre acababa de salir y, desde un grupo de campesinos que solamente pasaba por ahí, alguien voló con una espada, intentando apuñalarlo. Los dos hombres lucharon. Al final, el atacante se desangró hasta la muerte. En ese momento, una mujer apareció y se abalanzó hacia el hombre, acusándolo a gritos de haber asesinado a su hermano.
En un lugar público como este, tanto el asesino como la víctima se encontraban rodeados por la multitud y eran incapaces de irse. Los hombres de la oficina se apresuraron hacia ahí y descubrieron que la identidad del asesino sería algo tedioso con lo que lidiar, por lo que llamaron al Magistrado Zhao rápidamente, quien le rogó a Feng Xiao para que viniera a echar un vistazo.
Cuando Feng Xiao llegó, aún no habían retirado el cuerpo. La joven señorita estaba llorando junto a este. Al ver un par de botas oscuras acercándose, detuvo su llanto y no pudo evitar levantar la cabeza. Sus ojos rebosaban en lágrimas, llenos de tristeza, mientras permanecía en silencio, sin pretensiones.
Pero Feng Xiao solo la observó por un segundo y, sin prestarle atención, alejó su mirada de ella y la dirigió hacia el asesino en su lugar.
—¿Fuiste tú quien asesinó a este hombre?
El joven hombre, viéndose conmocionado y sorprendido, evidentemente no estaba dispuesto a responder. Era claro que estaba de mal humor, pero no podía hacer mucho, ni gritarle a Feng Xiao, dado que había muchos ojos posados en ellos.
El Magistrado Zhao vio la situación y dijo rápidamente:
—Este es Lord Feng de la capital, la Ciudad Daxing, por órdenes de... —miró a Feng Xiao una vez. En primera instancia, quiso nombrar a la Oficina Jiejian, pero no estaba seguro si Feng Xiao quería que se revelara su identidad, así que cambió sus palabras enseguida y, en su lugar, dijo—: ... por órdenes de investigar la asignación del caso del embajador de Khotan, vino a ayudar.
Se giró hacia Feng Xiao y presentó a ambas partes.
—Este es el tesorero en jefe del Gremio Linlang, Wen Liang. El fallecido es Ying Wuqiu. Esa mujer es su hermana.
Wen Liang dio un paso al frente y dijo:
—Soy Wen Liang. Será mejor que ambos sepan que, hace un momento, me encontraba saliendo de este edificio con mis subordinados y este hombre apareció de la nada como si planeara lastimarme. Afortunadamente, practiqué las artes marciales en mis primeros años y pude evitarlo, previniéndome de ser herido. En efecto, él apenas pudo defenderse, pero no resultó herido y, de alguna manera, cayó muerto en el acto. Yo no fui quien lo mató.
—¡Bajo la plena luz del día, todos lo han visto! —La mujer dijo con ira—. Tú luchaste con mi hermano y lo golpeaste hasta la muerte. Una vida se debe pagar por una vida, ¿¡qué puedes dices!?
En comparación con el temperamento de la joven, Wen Liang lucía muy tranquilo.
—Esta persona tramó asesinarme primero, yo solo estaba defendiéndome. Ninguno de los golpes que le di fue fatal. Una vez examinado, la verdad se aclarará.
—Si no fuera por ti, quien mató a nuestro padre, ¿cómo es que mi hermano sería tan apático acerca de su propia vida para venir a matarte? —La joven mujer gritó.
Wen Liang se burló.
—No incrimines a otros. ¿Cuándo maté a tu padre? Has tomado a la persona equivocada, desde el principio, ¡todo es como una broma!
La joven mujer lo miró fijamente, manteniendo el odio en su corazón.
—Wen Liang, aunque te conviertes en ceniza, ¡aún seré capaz de reconocerte!
Era evidente que este caso sería complicado. Feng Xiao pasó a ser el juez, pero no tenía la intención de interrogarlos aquí, por lo que hizo un gesto y algunos hombres se adelantaron para llevar a los testigos relacionados a la oficina de la ciudad y cuestionarlos.
La joven se rehusó a ir, pero no tuvo opción cuando fue sostenida por ambos brazos. Solo pudo volver su cabeza y mirar a Wen Liang con ojos enrojecidos. Para describirla, si en realidad existieran los espectros vengativos en este mundo, habría corrido contra un pilar, suicidándose y convirtiéndose en uno para vengarse de Wen Liang.
Sin embargo, Wen Liang no la miró, sino que caminó algunos pasos para alcanzar a Feng Xiao y se inclinó.
—Lord Feng, ¿podemos hablar un momento?
—Habla.
—Estos últimos años, el Gremio Linlang ha estado en pleno apogeo y seguramente habrá personas que se sientan envidiosas —Wen Liang dijo descaradamente—. Yo he sucedido a mis padres y me he convertido en el tesorero en jefe, quizás esa sea la razón por la que muchos problemas quieran hundirme, así que, por favor, Lord Feng y Magistrado Zhao, les imploro que investiguen esto hasta el final.
—Este incidente sucedió en la Ciudad Liugong. El respectivo magistrado se hará cargo de él. Necesitas decírselo a él, no tienes nada que hablar conmigo —Feng Xiao dijo.
Se habían llevado el cuerpo, dejando un rastro de sangre en el suelo que, al secarse, su sombra carmesí se tornó más oscura mientras pasaban los segundos.
Feng Xiao miró al suelo y sintió una brisa repentina que pasaba por sus orejas. Como alguien que practicaba las artes marciales, sus reflejos eran naturalmente rápidos y precisos, por lo que esquivó hacia los lados casi al mismo tiempo. Una aguja voló pasando su cuerpo y se dirigió hacia Wen Liang, quien estaba alejado de él por unos cuantos pocos pasos.
Wen Liang no logró reaccionar con la velocidad suficiente y sus habilidades solo estaban moderadamente por encima del promedio, lo cual fue la razón por la que no pudo eludir un ataque tan furtivo.
Feng Xiao enrolló sus mangas y, después de un momento, lanzó la aguja al suelo.
Wen Liang solo vio a Feng Xiao levantando su manga e incluso pensó que quería golpearlo, así que retrocedió unos pasos inconscientemente y exclamó con sorpresa:
—¡Tú!
—Hay una aguja en el suelo.
Wen Liang se recuperó, miró hacia el suelo y vio que realmente había una aguja ahí. Tenía una sustancia azulada en ella y quizás era veneno. Cuando alzó su cabeza, vio a Feng Xiao mirándolo con una expresión escrutadora.
—¡No tengo idea de quién me odia tanto para querer matarme! —Wen Liang sonrió amargamente.
Feng Xiao le dijo al Magistrado Zhao:
—Primero, puede llevarlo de regreso a la Oficina de encarcelamiento y permítame interrogarlo personalmente.
Wen Liang frunció el ceño y dijo:
—No soy un criminal...
Feng Xiao interrumpió sus palabras con frialdad.
—Todos los relacionados al caso son sospechosos. Ya sean inocentes o culpables, primero serán interrogados por mí, antes de que cualquier juicio sea hecho.
—¡Pero tengo que estar aquí para la subasta de mañana! —Wen Liang dijo.
—Sin ti, ¿no hay nadie más bajo tu mando? De ser así, ¡sería mejor que el Gremio Linlang cierre lo antes posible!
Sus palabras eran irrazonables, pero no permitían retorsión. Wen Liang lucía sorprendido y quería decir algo, pero los hombres de Feng Xiao ya estaban sosteniéndolo. Se rio fríamente mientras decía:
—¿Qué es tan genial sobre venir de la capital? Si me rehúso a permitir que me arrestes, ¿qué podrías hacer?
Feng Xiao se giró y lo miró, la luz brillaba en las líneas de su rostro y sus ojos eran tan afilados como agujas, suficientes para clavar a un hombre al suelo sin ninguna brusquedad.
—¿De qué esquina del mundo has salido?
Solo entonces, notó que el otro hombre pasaba de estar tranquilo e impasible a irritado y molesto. Su nariz parecía haberse torcido.
—Soy parte de la residencia de la Princesa Leping, ¡no me digas que ni siquiera has escuchado de la princesa! Si tienes la capacidad de informar tu nombre oficial, cuando regrese a la capital y pida el apoyo de la princesa, ¡el Emperador seguramente vendrá en mi ayuda!
"Los miembros de la residencia de la princesa" quería decir que simplemente eran sus sirvientes. En estos días, cuando se quería castigar a un perro, también debía considerarse la identidad de su maestro. Si este solamente fuera una persona ordinaria, estaría bien, pero esta era la Princesa Leping. Ella, Yang Lihua, no solo era la hija mayor del Emperador, sino también la Emperatriz y Emperatriz Viuda, de la anterior dinastía. Cuando Yang Jian derribó el régimen previo y forjó uno nuevo, declaró Sui como su nombre, robó el país del esposo de su hija y renombró a la antigua Emperatriz como una princesa.
Yang Lihua era una persona estricta y propia, y estaba extremadamente insatisfecha con el acto de usurpación del trono de su padre. Sin embargo, solo era una mujer por sí misma, así que no había nada que pudiera hacer. Yang Jian y su esposa quisieron reconciliarse con su hija, por lo que la atesoraron, amaron y toleraron, incluso más que a algunos de sus otros hijos. Lo que la Princesa Leping pidiera, el Emperador y la Emperatriz no se lo negarían, mientras no fuera una rebelión. Algunas veces, utilizar la identidad de la princesa realmente sería más efectivo que nombrar a uno de los oficiales de la Corte.
La Princesa Leping había tomado el dividendo del Gremio Linlang y se convirtió naturalmente en su escudo protector. Cualquiera que quisiera amenazar al Gremio Linlang, se retirarían rápidamente cuando escucharan de la princesa. Aparte de esto, ellos también tenían otros apoyos que los respaldaban.
Pero cuando Feng Xiao escuchó a la otra parte mencionar las dos palabras "Princesa Leping", no solo se negó a concederle lo que quería, sino que el color en su rostro incluso se oscureció. Sus cejas se arquearon ligeramente, sus ojos de fénix brillaron y forzó una sonrisa.
—Mi nombre es Feng Xiao, de la Oficina Jiejian. ¿Este nombre suena bien?
Los miembros de la residencia de la princesa se tornaban mortalmente pálidos cuando escuchaban el nombre de Feng Xiao. Minutos antes, serían orgullosos y altaneros, pero ahora lucirían como si acabaran de ver a un fantasma y sentirían como si miles de agujas estuvieran clavándose a sus pies. Todo lo que querían hacer en ese momento era conseguir unas alas y alejarse volando.