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Amélie Larsson.
—No hice mucho, pero te recomiendo que vayas a la enfermería.—murmuré tocando su ceja, el soltó un quejido.
—No, no iré.—se negó por octava vez.—Lo más seguro que este allá la comadreja, y sí lo veo créeme que no me voy a quedar con las ganas de pegarle una vez más.
—Tienes que ir, Malfoy. Mira tú mano.—agarre su mano, se encontraba casi morada y temblaba.
—Estará bien, no me duele.—susurró viéndome.
—¿Seguro?—pregunte bajando su mano, el asintió, se encontraba sentado en un banco mientras yo me encontraba parada queriéndole quitar la sangre que caía por su labio y ceja.
Me acerqué un poco más a él para seguirle curando la ceja cuando sentí sus dos manos en mi cintura, el tenía su mirada fija en mi apreté mis labios y lo ignoré concentrándome en su ceja, pero lo miraba, el no quitaba su mirada, solté una risa nerviosa.
—¿Te incomoda?—preguntó.— Perdón, me gusta verte.
–N-no, está bien.—murmuré a lo bajo.
Seguí curándolo mientras el tenía sus manos en mi cintura y me veía, parecía un niño pequeño admirando algún juguete nuevo, sus ojos brillaban.
—Eres hermosa.—admitió en un suspiro.
—Gracias, tú también eres hermoso.—dije sonriendo deje de curarlo poniendo mis manos en sus hombros, el sonrió.
—Bueno, me gusta admirarte.—habló.—Ante mis ojos, eres hermosa.—apretó sus labios.—Amélie...
—¿Sí?—lo miré, el desvío su mirada hacia mis labios y tragó en seco.
No dijo nada. Llevo su mano izquierda y la coloco bajo mi oreja poniendo su dedo índice en en mi mejilla, se inclinó lentamente mientras manteníamos contacto visual, ya que se encontraba a centímetros de mi cara, cerré mis ojos y el junto nuestros labios, fue un beso corto, cuando se separó de mi abrí mis ojos, tenía su labio con sangre, humedeció sus labios y llevo su mano a mi labio pasando el dedo pulgar por mi labio inferior sin despegar su mirada de mi.
–Perdón por eso.—se rió acalorado.— Ya tenía rato que quería besar tus labios, aunque fue un beso corto... pero fue muy lindo, quitando el hecho de que me dolió.—se señaló el labio.—Y antes de que me empieces a gritar de que por qué te bese, que yo tengo novia.—se rascó la nuca.— Hay algo que tengo que contarte.
—¿Qué cosa?
—No soy novio de Pansy.—soltó.—Bueno sí soy, es algo complicado de explicar.—ladeo su cabeza.— Pero de lo que quiero que estes segura es que.—agarró su mano y lo llevo a su pecho.— Mi corazón sigue latiendo por ti.
—Yo he... ¿Cómo... cómo está eso?—pregunte confundida.—pensé que bueno, lo de ella y tú...
—Es algo complicado de explicar, como ya dije. No estamos juntos por qué quisiéramos, solo fingimos tener una relación.—explicó.— Pero pronto se acabará.—sonrió.— y no quiero tenerte lejos de mi, no otra vez.
—No se que decir.—admití sonriendo.
—Tú nunca sabes que decir Amy.—soltó una risita.— ¿Me puedes permitir tratarte durante este tiempo?
—Claro que sí.—dije, El Paso su brazos por mi cintura atrayendo hacia el abrazándome.
—Gracias.
—¿Por qué me das las gracias?—pase mis brazos rodeando su cuello.
—Por qué gracias a ti, puedo soportar lo mierda que es mi vida. Por qué gracias a ti, tengo otro motivo por el cual no rendirme.—murmuró, me dio un beso en el cuello.
La puerta del aula se volvió a abrir, Malfoy y yo volteamos de ahí apareciendo Crabbe y Goyle que se venían riendo, al vernos se quedaron parados.
—¡Lo sentimos, no quisimos interrumpir nada!—exclamaron los dos el mismo tiempo, Malfoy y yo soltamos una risa.
—No interrumpen nada.–dijo Malfoy.—Entren, pero cierren la puerta.
Ellos hicieron caso, se acercaron a nosotros con una sonrisa de oreja a oreja.
—Bueno, de haber sabido que se reconciliarían, hubiéramos hecho que Weasley lo arruinara desde hace tiempo.—comentó Goyle cruzándose de brazos.
—Al menos sabemos que Malfoy estará de buenas.—dijo Crabbe burlón.
—¿Y quién dijo que estaré de buenas?—preguntó Malfoy mirándolo seriamente, Crabbe cambió su expresión a uno asustadizo, Malfoy carcajeó.— Es broma, Crabbe. Ahora que todo se aclaró, sí estaré de buenas, solo con ustedes, los demás a mi que me importan.—me abrazo aún más.
—Weasley si te llego a pegar al parecer.—dijo Goyle carcajeando.—Pero eso no se compara a como lo dejaste, su sangre hacia juego con su cabello.—chocaron los cinco Goyle y Malfoy.
—¿Ningún profesor se acercó?—preguntó Malfoy dándome vuelta dándole la espalda para poner sus manos en mi cintura y posicionar su barbilla en mi hombro viendo a los chicos.
—Sí, Dumbledore y la Profesora McGonagall.—dijo Crabbe.— Se los llevaron a su oficina, no tarda mucho para que nos vengan a buscar.
—Ja, a como es Dumbledore, solo le importa Potter.—dijo Draco.— Pero no me importa, yo tengo una buena razón por la cual hice lo que hice, y sí quieren enviarle una carta a mis padres esta bien, Mi padre me va a felicitar por haberle pegado a la comadreja.–se rió.
—¿Cómo estas, Amélie?—preguntó Goyle viéndome fijamente.—¿Estás mejor?
—Estoy mejor.—sonreí apretando mis labios.— Ya se quienes son mi familia, realmente.—los mire a los tres que me sonrieron.
—Siempre te vamos a cuidar, cariño.—dijo Malfoy en mi oído haciéndome sentir cosquillas a causa de su respiración.
—Somos una familia.—dijo Goyle.—Desde el día uno.
Sonreí, entrelace mi mano con la de Draco (la que se encontraba bien) nos pusimos a platicar los cuatros sobre las clases que nos hemos asistido, y como le haríamos para poner una buena excusa y no nos quiten la asistencia.
—¿Qué hora es?—pregunte.—Tengo que ir con Umbridge a las cinco por el castigo.—vi como Malfoy empezó a jugar con mi mano hasta que se quedó viendo, frunció el ceño.
—¿Qué... qué es esto?—preguntó frunciendo el ceño levantando su mirada rápidamente. Veía las cicatriz en la mano.
—No es nada, Draco—asegure queriendo bajar mi mano pero la agarró con más firmeza.
—Amélie, me dijiste que te ponía a copiar renglones.—dijo en tono frío y enojado.—¿Qué es esto? ¿Qué te hace?
—Es lo que hago.—expliqué, Crabbe y Goyle se acercaron a ver mi mano.—Solo que usamos una pluma especial, y lo que escribo se escribe en mi mano.
—Vaya, que pluma eh.—ironizó Draco rodando los ojos,—¿Todo el tiempo lo hace?
Sonreí de lado,—Sí.
—¿Qué? ¡Vieja loca!—exclamo enojado.— ¿Por qué no me dijiste antes?, ¡Te está lastimando!
—Está bien, Draco.—lo calme.— Ya hoy es el último día de castigo.
—¡Pero no puede hacer eso!—dijo entre dientes.— ¡Ve como te dejo la mano! Mi padre se enterara de esto.
—Draco, está bien.—repetí captando su atención al bajar mi mano.— Estoy bien, enserio.
—Te ha de doler mucho.—aseguró.— Siento tanto no poder estar ahí.—levanto su mirada viéndome fijamente,—Créeme que de haber sabido antes hubiera hecho algo para que no te lastimaran.
—No debes de sentirte mal.—murmuré y acaricié su mejilla.— Esta bien, sí duele unos segundos pero luego se pasa.
El me miró unos segundos para después asentir con su cabeza, volvió a agarrar mi mano y lo llevo a su boca depositando un beso.
—Sí te hace algo más, házmelo saber.
—Te lo prometo.
Arqueo su ceja,—¿Segura que me lo dirás?
—Estoy segura, Draco.
—Pero espero y si me lo digas, Amelie. No esperes a que yo solo me entere de lo que esté pasando.
—Solo no quería preocuparlos.—confesé,—pero estoy bien, de verdad.
—No deberías estar haciendo eso, lo entendería de Potter. ¿Pero tú? Tú no tienes nada que hacer ahí.
—Los dos lo arruinamos al contestarle así a la profesora.
—Sí, pero...—volví a ver mi mano,—no debió castigarte así.
—No quise empeorarlo al decirle a alguien.
—Créeme, mi padre de verdad se enterara de esto.—aseguró examinándola,—no es posible que esté permitido eso.
Sonreí cortamente al verlo preocupado, examinaba mi mano con cuidado como si fuera de porcelana que se pudiera quebrar.
—Lo dices por qué me paso a mi.
—Y con eso basta.—chasqueo su lengua negando,— no puedo creerlo.
—Ya déjalo así, Draco. Es el último día.
—Aún así, Amelie.—suspiró,—ya lleva rato de esto y nunca lo noté, por qué créeme que si lo hubiera notado ya hubiera ido con Dumbledore.
—Pensé que decías que Dumbledore no arregla nada.—me burlé, él me miró mal unos segundos.
—Y no hace nada. Tiene favoritismo por algunos estudiantes.... pero se que si mi padre viniera hablar con él ya estuvieras libre de ese castigo.
—Usando tus influencias, Malfoy.
—Si no lo hiciera, no sería un Malfoy.
Me reí viendo a Goyle y Crabbe que hablaban entre ellos viendo mi mano.
—Yo no hubiera soportado, Amelie. Desde el primer día ya me hubiera quejado.—confesó Goyle.
—Yo estaría llorando toda la noche.—continuó Crabbe haciéndome reír.