Amélie Larsson.
La clase de Adivinación; no era mi favorita pero tampoco la odiaba, el tiempo ahí era eterno cada clase, entramos al aula sentándonos.
—¿Por qué hace tanto calor aquí?—se quejó a mi lado Goyle, era verdad hacía mucho calor el salón se encontraba sofocante. Vi cómo entraron Harry y Ron.
—La mayoría de las veces suele ser así.–murmuré para que él me escuchara, hizo una mueca de desagrado agitando su mano tratando de echarse aire.
—Queridos míos.—dijo la profesora Trelawney sentándose en su butaca delante de la clase y mirándonos a todos con sus ojos aumentados por las gafas.— casi hemos terminado nuestro estudio de la adivinación por los astros. Hoy, sin embargo, tenemos una excelente oportunidad para examinar los efectos de Marte, ya que en estos momentos se halla en una posición muy interesante. Tienen la bondad de mirar hacia aquí: voy a bajar un poco la luz...
Apago las lámparas con un movimiento de varita. La única fuente de luz en ese momento era el fuego de la chimenea. La profesora Trelawney se agachó y agarró debajo de sillón una miniatura del sistema solar contenida dentro de una campana de cristal.
—Debo admitir que suele tener clases entretenidas.—dijo Goyle, lo miré.—¿Qué? aprovecho la mayoría del tiempo para dormir mientras las luces estén apagadas.
—Sí, por eso la última vez creyó que alguna magia maligna había entrado en ti cuando solo te encontrabas dormido.—dije burlonamente.
Pero en eso se escuchó un golpe en seco, y unos gritos, me pare asustada al ver que Ron se hincó en el piso, Harry se encontraba tirado ahí sosteniendo su cicatriz y se encontraba revolcándose en el suelo.
—¡Harry, Harry!—gritaba preocupado Ron, me acerque a él poniéndome a su lado mirando a Harry quien estaba llorando en el piso con sus ojos cerrados. En eso abrió los abrió.
—¿Te encuentras bien?—le pregunté cuando se sentó en el suelo aún agitado.
—¡Por supuesto que no se encuentra bien!—dijo la profesora Trelawney, muy agitada.—¿Qué ha ocurrido, Potter? ¿Una premonición?, ¿una aparición? ¿Qué has visto?
—Nada.—murmuro Harry.
Intercambie una mirada con Ron, al parecer el susto había desaparecido al ver que Harry había despierto.
—¡Te apretabas la cicatriz!—dijo la profesora Trelawney.—¡Te revolcabas por el suelo! ¡Vamos, Potter, tengo experiencia en estas cosas!
—Creo que tengo que ir a la enfermería.—dijo Harry viéndola.—Me duele terriblemente la cabeza.
—¡Sin duda te han estimulado las extraordinarias vibraciones de clarividencia de esta sala!—exclamó la profesora Trelawney.—Si te vas ahora, tal vez pierdas la oportunidad de ver más allá de lo que nunca has...
—Lo único que quiero ver es una analgésico.—Harry se puso de pie.—Hasta luego.—le susurró a Ron, recogiendo su mochila y saliendo del aula.
—Potter da miedo.—dijo Goyle una vez que me volví a sentar, rode los ojos y agarre mi mochila para irme a sentar junto a Ron quien seguía aún preocupado por Harry.
—Todo está bien, Ron.—dije casi en un susurro cuando la clase prosiguió.
Se inclinó hacia mí dándole una que otra mirada a la profesora para que no nos descubriera,—Se estaba agarrando la cicatriz.
—¿Le ha sucedido últimamente eso?
—Creo que necesito ir hablar con él.
—Lo más seguro que esté preocupado por la tercera prueba.—susurre sin despegar mi mirada de la profesora que hablaba y movía sus manos encima del sistema solar,—sabes cómo se preocupa Harry.
—Lo se, pero puede que algo más esté sucediendo.—suspiró,—Tal vez le preocupa algo.
—¿Pero cómo que?
Giro su cara ladeándola viéndome fijamente,—Puede de tu-ya-sabes-quien.
Fruncí el ceño,—¿Tú crees?
—Es una opción.
—Tú te hablas más con Harry, debió de haberte comentado algo.
— Harry bueno... sí, suele ser algo reservado en algunas cosas pero trataré de hablar con él una vez que se termine la clase.
Asentí desviando la mirada ya que la profesora había levantando la voz a causa de unos chicos que se encontraba al fondo cuchicheando.
~.~
Harry Potter.
Hoy era la tercera prueba.
Baje al Gran Comedor a desayunar, como era de costumbre una lechuza llevo el ejemplar de El profeta a Hermione. Lo desplegó, miró la primera página y escupió sin querer el zumo de calabaza que tenía en la boca.
—¿Qué...?—preguntamos al mismo tiempo Ron y yo.
—Nada.—se apresuró a contestar. Intentando retirar el periódico de la mesa pero Ron lo agarró.
Miró el título y dijo;
—No puede ser. Hoy no. Esa vieja rata...
—¿Qué?—pregunte impaciente.—¿Otra vez Rita Skeeter?
—No.—dijo Ron.
—¿Es sobre mi, verdad?
—No.—contestó Ron en un tono nada convincente.
Abrí mi boca para pedirles el periódico pero en eso la voz de Draco Malfoy gritándome desde la mesa de los Slytherin se hizo presente;
—¡Eh, Potter! ¿Qué tal te encuentras? ¿Te sientes bien? ¿Estás seguro de que no te pondrás furioso con nosotros?
—Déjame verlo.—dije a Ron.—Dámelo.
Ron me entregó el periódico, le di vuelta y mi propia fotografía bajo un titular muy destacado.
HARRY POTTER, TRASTORNADO Y PELIGROSO.
El muchacho que derrotó a El-que-no-debe-de-ser-nombrado es inestable y probablemente peligroso, escribe Rita Skeeter, nuestra corresponsal especial. Recientemente ha salido a la luz evidencias alarmantes del extraño comportamiento de Harry Potter que arrojan dudas sobre su idoneidad para competir en algo que exige tanto de sus participantes como el Torneo de los tres magos, e incluso para estudiar en Hogwarts.
Potter, como revela en exclusiva El Profeta pierde el conocimiento con frecuencia en las clases, y a menudo se le oye quejarse de que le duele la cicatriz que tiene en la frente, vestigio de la maldición con la que Quien-ustedes-saben intentó matarlo. El pasado lunes, en medio de una clase de Adivinación, nuestra corresponsal de El Profeta presenció que Potter salía de la clase como un huracán, gritando que la cicatriz le dolía tanto que no podía seguir estudiando.
Es posible (nos dicen los máximos expertos del Hospital de San Mungo de Enfermedades y Heridas Mágicas) que la mente de Potter quedara afectada por el ataque por Quien-ustedes-saben, y que la insistencia en que la cicatriz el sigue doliendo sea expresión de alteración arraigada en lo más profundo del cerebro.
"Podría incluso estar fingiendo—ha dicho un especialista—Podría tratarse de una manera de reclamar atención."
Pero El Profeta ha descubierto hechos preocupantes relativos a Harry Potter que el director de Hogwarts, Albus Dumbledore ", ha ocultado cuidadosamente a la opinión pública del mundo mágico.
"Potter habla la lengua pársel.—nos revela Draco Malfoy, un alumno de cuarto curso de Hogwarts.—Hace dos años hubo un montón de ataques contra alumnos, y casi todo el mundo pensaba que Potter era el culpable después de haberlo visto perder los estribos en el club de duelo y arrojarle una serpiente a otro compañero. Pero lo taparon todo. También ha hecho amistad con hombres lobos y con gigantes. En nuestra opinión, sería capaz de cualquier cosa por conseguir un poco de poder."
La lengua pársel, con la que se comunican las serpientes, se considera hace mucho tiempo una arte oscura. De hecho, el hablante de pársel más famoso de nuestros tiempos no es otro que el mismísimo Quienes-ustedes-saben. Un miembro de la liga para la Defensa contra las Fuerzas Oscuras, que no desea que su nombre aparezca aquí, asegura que consideraría a cualquier mago capaz de hablar pársel •Sospechoso a priori: no me fiaría de nadie que hablara con las serpientes, ya que estas son frecuéntenme utilizadas en los peores tipos de magia tenebrosa y están tradicionalmente relacionadas con los malhechores.• de forma semejante añadió • Cualquiera que busque la compañía de engendros tales como gigantes y hombres lobos parece revelar una atracción por la violencia•
Albus Dumbledore debería tal vez considerar si es adecuado que un muchacho como este compita en el Torneo de los tres magos. Hay quien teme que Potter pueda recurrir a las artes oscuras en su afán por ganar el Torneo, cuya tercera prueba tendrá lugar esta noche.
—Ya no me tiene tanto cariño, ¿verdad?—pregunte sin importancia doblando el periódico.
En la mesa de Slytherin, Malfoy, Crabbe y Goyle se reían de mi, atornillándose el dedo en la sien, poniendo grotescas caras de loco y moviendo su lengua como las serpientes.
—No se como tú novia puede ser mejor amiga de Malfoy.—dije asqueado.
—Es la misma pregunta que me hago yo, Harry.—contesto cansado Ron.
Hermione resopló ocultando una risita haciendo que Ron y yo la miráramos.
—¿Qué?—preguntó.
—¿Qué fue eso?—pregunte.
—¿Qué fue que?
—Esa... risita.—se adelantó Ron.
—No fue nada, quise toser.—encogió sus hombros.
—Sabemos que Amelie no es mucho de tu agrado, y no se diga Malfoy.—dijo Ron,—¿Pero por qué fue eso?
—Solo que no se por qué se llegan a sorprender demasiado de que se junten ellos.—dijo sin importancia hojeando la revista.
—¿A qué viene eso?—interrogo Ron entrecerrando sus ojos.
—Solo digo.—levantó su mirada a nosotros,— que siempre hemos sabido cómo son ellos, aunque Amelie sea tu novia.
—Amelie no es igual que Malfoy.—dije.
Soltó un suspiro acomodando un mechón de cabello detrás de su oreja viendo la revista, miré por el rabillo de mi ojo a Ron que se quedó callado.
—Tal vez Malfoy la manipula.—murmuró Ron, me reí ahora yo haciendo que me mirara mal.—¿Ahora tú?
—¿Malfoy manipulando a Amelie?—cuestione incrédulo,—¿En que la estaría manipulando?
—Yo que se, tal vez la manipula para que sean amigos.—los miró rápidamente,— como él sigue enamorado de ella.
—Sí, grandiosa idea.—asentí,— Malfoy manipula a Amelie para que sean amigos, claro.
—¿Es sarcasmo?
—Sí.
Rodó los ojos, Hermione nos daba miradas curiosas tratando de no opinar mucho. Solté un suspiro cansado.
—Como sea. Quiero enfocarme en esta prueba, y no pensar en tu novia y el por qué es amiga de Malfoy.
—¡Ustedes sacaron el tema!—se excusó.
—Solo dije un comentario.—miré el techo y regrese a ver la mesa,— Hermione es la que quiso sacar eso.
—¡Yo no quise decir nada, ustedes me dijeron que lo dijera!—chilló ella.—Aparte, Harry fue el que empezó.
—¿Podemos dejar de buscar un culpable?—pregunte descansando mi antebrazo sobre la mesa,—Como sea, al final ella es la que elige sus amistades y te toca quedarte callado, Ron.
—Sí, no sabes cuánta felicidad me da de que sea mejor amiga de Malfoy.—sonrió forzosamente.
—Se va notando tu felicidad.—ironicé.