fearless || jj maybank

Von flickerofhxran

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Donde Ashley Routledge se ve envuelta, junto a su hermano y a sus amigos, los Pogues, en aquello por lo que p... Mehr

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dear reader
temporada 2
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Von flickerofhxran

CAPÍTULO 13
you deserve something better than... that

                            INTERRUMPIENDO EL PROFUNDO SUEÑO DE LEE, el sonido de la puerta principal abriéndose y dos voces, rompieron el silencio que había en la casa. Las voces eran susurros, pero no le fue difícil reconocer la risa del padre de JJ.

Sin poder evitarlo, Lee se tensó y de forma totalmente instintiva, giró la cabeza para mirar a JJ. Suspiró aliviada al verlo dormido, ajeno a la llegada de su padre y de quién fuera que estuviera con él.

JJ estaba acostado de lado de cara a Lee, algo encogido, con una mano entre su cara y la almohada y el otro brazo sobre la cintura de la pecosa, pegándola a él. Con total delicadeza, giró su cuerpo totalmente y apartó varios mechones que caían sobre los ojos de JJ. Tragó saliva al ver las heridas, que ahora estaban incluso más feas que el día anterior.

No sabía si era por el ritmo tan tranquilo de su respiración, si era por lo delicada de que parecía su piel bajo la luz de la Luna o si era la postura en la que estaban, pero habría jurado que JJ nunca le había parecido tan vulnerable.

Movió su mano por la cara del rubio, dejando suaves caricias, que poco a poco fueron bajando hasta el brazo y la espalda. Él, aunque estaba dormido, pareció notarlo, porque la acercó un poco más a él.

Los ruidos que se oían fuera de la habitación, pasaron de ser suaves risas a ser ruidos bastante más altos y desagradables, por lo que Lee no pudo evitar fruncir el ceño y hacer una mueca. Levantó la cabeza para mirar a JJ, asegurándose de que seguía dormido.

—Buena banda sonora, ¿eh? —murmuró, medio dormido. Lee sonrió de lado y se apartó un poco de él —. No, pero no te alejes.

—Gírate —pidió ella. Él frunció el ceño, sin abrir los ojos, pero obedeció.

—¿Qué...

Antes de poder terminar la pregunta, Lee se acercó a él y lo abrazó por la espalda, haciendo que una sonrisa apareciera en la cara del rubio. Giró la cabeza con cuidado y abrió un ojo, para poder mirar a Lee.

—No digas nada —dijo Lee, poniendo su mano en la boca del rubio con cuidado para no hacerle daño. Por la sonrisa ladeada que tenía y como la estaba mirando, sabía que iba a soltar alguno de sus comentarios tan encantadores.

—En realidad —empezó, quitando la mano de la pecosa de su cara —, iba a decirte que después de que te quedaras durmiendo, vinieron Kie y Pope.

Lee se espabiló de golpe y sacudió la cabeza, sintiendo una oleada de nervios recorrer su cuerpo, que dejó una sensación poco agradable. Mientras su hermano estaba en el hospital a saber cómo, ella estaba durmiendo.

Premio a la hermana del año.

—Solo se ha hecho un esguince en la muñeca —dijo él.

Lee suspiró, aliviada, y asintió con la cabeza. Apoyó la mejilla en la espalda de JJ y, al sentir como él entrelazaba sus dedos, sonrió.

—Entonces, ¿mi hermano está bien?

—Ya te dije que mala hierba nunca muere —respondió él. Como respuesta, Lee soltó una carcajada silenciosa.

—Ayer mi tío llamó a Carol —se atrevió a decir Lee, tras haber estado varios minutos en silencio.

JJ alzó las cejas e intentó girarse para mirar a Lee, pero ella negó con la cabeza, indicándole que estaba más cómoda así. Él asintió y, aprovechando que tenía su mano cogida, la acercó a sus labios y le dio un beso suave. Lee no pudo evitar sonreír.

—En un mes, Carol va a ser nuestra tutora legal.

—¿Vais a dejar de ser fugitivos de la ley? —preguntó JJ, medio burlón. La pecosa rodó los ojos.

—Teniendo amigos como vosotros, nunca se deja de ser fugitivo de la ley —respondió ella en el mismo tono. Él soltó una carcajada algo ruidosa de más, haciendo reír también a Lee. Intentando hacer el menor ruido posible, Lee volvió a tapar la boca del rubio —. Idiota, nos van a oír.

—¿Los estás escuchando?

—Ojalá no, la verdad —murmuró Lee, mordiéndose la mejilla.

—Podrías ponerte a tocar la guitarra aquí y no te oirían —dijo JJ, encogiéndose de hombros. Lee soltó otra carcajada, ante lo que JJ sonrió ampliamente. La situación le resultaba absolutamente asquerosa, pero por lo menos, estaba con ella.

—Bueno, oye, al menos lo están pasando bien —susurró Lee —. O eso parece.

—¿Insinuas algo? —JJ giró la cabeza y alzó una ceja, curvando las comisuras de sus labios hacia arriba.

—Insinuo que estamos despiertos, escuchando a tu padre gemir y todavía no me has propuesto salir por esa ventana e ir a la playa. —JJ alzó las cejas ante las palabras de Lee y sonrió.

—¿Quieres ir a la playa?

Lee asintió con la cabeza y se incorporó, separando su cuerpo del de JJ. Él la miró atentamente, todavía con las cejas alzadas y sonriendo. Al verla acercarse al vestido, ladeó la cabeza.

—¿Te lo vas a poner?

—No querrás que vaya así, ¿verdad? —preguntó ella, girándose sobre sí misma para mirarlo. Él sonrió de lado y se encogió de hombros, mirándola de arriba a abajo —. Mejor no respondas.

—Sí, mejor no respondo —dijo él, ganándose una mueca por parte de Lee.

—Date la vuelta —pidió ella —. Y nada de comentarios, a ser posible.

—Sí, señora —dijo él, dándose la vuelta para mirar hacia la ventana.

Lee se giró de nuevo para descolgar el vestido y ponérselo. Decidió no ponerse las medias, así que tardó menos de dos minutos en tener que llamar a JJ para que la ayudara con la cremallera.

—JJ —dijo, mirándolo de reojo —, ven.

Él se levantó y se acercó a ella, sintiendo los mismos nervios que cuando había tenido que bajar la cremallera. La pecosa se percató de que a JJ le temblaban las manos, por lo que giró la cabeza y se mordió la mejilla por dentro.

—Tengo que llevar la cara hecha un cuadro —murmuró ella. No había podido quitarse el maquillaje, así que teniendo en cuenta todo lo que había llorado, tendría que ser un verdadero desastre.

—¿Y cuándo no? —Lee se giró y miró a JJ con las cejas alzadas.

—Bueno, perdón, Brad Pitt.

—Ya veremos si te perdono. —JJ le guiñó un ojo y Lee hizo una mueca.

—Te noto de demasiado buen humor y me estoy empezando a preocupar —dijo ella. Antes de que él pudiera responder, añadió —: Vístete, anda.

Lee se colocó delante del espejo que había en el armario de JJ para mirarse la cara. Tal y como suponía, parte del maquillaje estaba algo corrido. No tanto como esperaba, pero aún así, iba hecha un desastre. No pudo evitar suspirar.

El rubio se acercó a ella y la abrazó por detrás, rodeando los hombros de Lee con sus brazos. Miró el reflejo de los dos en el espejo y sonrió. Lee alzó las cejas al ver la ropa que se había puesto JJ y, sin separarse de él, ladeó la cabeza para mirarlo.

—¿Por qué te has puesto el traje?

—Es lo justo, ¿no? —JJ ladeó la cabeza también, de modo que se estaban mirando el uno al otro, muy de cerca. Ninguno de los dos se molestó en disimular la sonrisa.

—Eres... —empezó Lee.

—Antes de que me insultes —la interrumpió JJ, colocando su dedo índice en los labios de la pecosa —. Kie te ha traído los zapatos.

JJ usó su mano libre para señalar los tacones, que estaban junto a la cama. La pecosa miró de reojo y asintió.

—Dios mío, la amo —dijo, todavía mirando los zapatos. No tardó en volver a mirar a JJ, que todavía tenía los brazos a su alrededor —. Cuanto antes me sueltes, antes nos vamos.

—Pero no quiero soltarte. —JJ apoyó su frente en la mejilla de Lee, que sonrió rodando los ojos.

—Sólo un segundo, JJ. —Lee pasó su mano por el pelo del rubio, que resopló y asintió.

—Sólo porque quiero irme de aquí y dejar de escuchar como mi padre... —empezó.

—En cuanto salgamos de aquí, te doy todos los abrazos que tú quieras —interrumpió ella, hablando muy cerca del oído de JJ. Él asintió, de nuevo, y dio un paso atrás, permitiendo que Lee se alejara en dirección a la cama, donde se sentó para poder ponerse los zapatos.

Mientras Lee terminaba, JJ aprovechó para salir por la ventana y esperar a la pecosa en el otro lado. En cuanto estuvo lista, JJ le tendió la mano para ayudarla a salir más rápido, ya que aunque era planta baja, la ventana estaba algo alta.

—Por fin —murmuró Lee, disfrutando del silencio. JJ cerró la ventana y se giró par mirarla, cogiendo su mano de nuevo.

Empezaron a andar, sin decir nada ninguno de los dos. Iban, totalmente, sumidos en sus pensamientos. Sabían que tenían que terminar la conversación de antes, pero ninguno de los dos estaba seguro de cómo empezar.

Al llegar a la playa, se quitaron los zapatos, sonriendo al sentir la arena rozar sus pies. Sin dejar de sonreír, se miraron el uno al otro y asintieron, como si se estuvieran dando permiso para empezar a correr y, sin soltar sus manos, corrieron hasta la orilla, entre risas.

Una vez en el agua mojó sus pies, dejaron de correr para contemplar el mar. Ambos tenían las respiraciones algo agitadas, por lo que era lo único que se escuchaba entre ellos.

Lee miró de reojo a JJ, que tenía la mirada clavada en el horizonte y parecía completamente absorto, y giró el cuerpo hacia él, para después soltar su mano y rodear su cintura con sus brazos. Él sacudió suavemente la cabeza, pero no dudó ni un segundo en hacer lo mismo con ella.

Dejando varias caricias por la espalda de Lee, JJ movió sus manos hacia arriba y hacia abajo, sin parar. Podía sentir a Lee relajarse entre sus brazos, haciéndolo sonreír. Ladeó la cabeza para mirarla y, al ver como tenía la cara apoyada en su pecho y los ojos cerrados, sonrió un poco más.

Tenía que decírselo.

—Oye —susurró. Ella abrió los ojos y levantó la cabeza, teniendo que alejarse un poco para poder mirarlo —, sobre lo de antes...

—JJ...

—No, de verdad. —JJ miró a Lee directamente a los ojos, haciéndola tener que tragar saliva.

—Está bien —dijo ella, con suavidad, poniendo su mano en la mejilla de JJ y sonriendo de lado, sin mostrar los dientes.

—Lo que dije de que no siento nada... —empezó. Bajó la mirada al suelo, sintiendo sus mejillas arder y su corazón latir con fuerza —. Lo que dije, no es verdad.

Lee alzó las cejas y lo miró con ternura, sintiendo su corazón acelerarse todavía más. Quería decir muchas cosas, pero no estaba segura de cómo hacerlo ni de si era el momento. Esperó a que él levantase la mirada para decir algo, pero al ver que no se movía, frunció el ceño.

—¿J?

—Y lo siento —susurró él, con voz temblorosa.

—¿El qué? —preguntó Lee, intentando sonar tan suave como pudo.

—Todo, no sé. No quiero que sientas que... —empezó a decir, hablando cada vez más rápido. Lee cogió aire y puso sus manos en la cara de JJ, tal y como había hecho él con ella unas cuantas horas antes.

—JJ, escúchame —susurró ella, mirándolo a los ojos —, respira.

Al ver sus ojos azules llenos de lágrimas, Lee sintió una punzada en estómago, pero se limitó a tragar saliva y a acariciar las mejillas de JJ.

—No es justo para ti —dijo él, cerrando los ojos y dejando caer varias lágrimas —. Te mereces algo mejor que eso. —Lee frunció el ceño ante el énfasis que hizo en la última palabra, no muy segura de a qué se refería.

—¿Qué es eso?

—Mi padre, mi casa... Yo —respondió él, dando un paso atrás —. Eres muchísimo mejor que todo eso.

—Tú también, JJ —susurró ella —. Eres mucho más que lo que dice o hace tu padre. Eres mucho más que eso, ¿vale?

—No. —JJ negó con la cabeza.

—JJ...

—Le he apuntado con la jodida pistola —dijo de golpe.

Lee alzó las cejas y, por un segundo, se quedó totalmente helada al imaginarse la escena. Sintió un nudo en su estómago y sus ojos humedecerse de golpe, teniendo que tragar saliva para mantener la compostura. Fue un sollozo de JJ lo que la hizo volver a poner su atención sobre él. Antes de que pudiera añadir nada, Lee rodeó su cuello con sus brazos y lo abrazó con fuerza.

JJ apoyó su frente en el hombro de Lee, dejando acceso a que ella pudiera acariciarle la nuca con suavidad. La pecosa dejó caer varias lágrimas también, apoyando su mejilla sobre la cabeza del rubio.

—Por un momento... Tenía sentido —dijo él, trabándose con cada palabra —. Soy jodidamente igual que él.

—No, no lo eres —susurró ella —. Tu padre es un capullo y lo sabes, JJ. Tú eres... —Lee hizo una pausa, intentando buscar las palabras adecuadas.

—Un desastre —se adelantó él.

—Eso no te lo puedo discutir —bromeó ella, ante lo que él hizo un amago de sonreír —. J, mírame —pidió.

JJ levantó la cabeza y la miró a los ojos, tragando saliva para aliviar el nudo de su garganta. Le temblaba el labio inferior, por lo que tuvo que morderlo por dentro para que parase.
Lee ladeó la cabeza y suspiró.

—Eres muchísimo más que la mierda que llevas encima —dijo ella, apoyando su frente en la de JJ —. Eres muchísimo más que el cabrón de tu padre y lo que la gente cree, JJ.

JJ abrió la boca y, aunque Lee no estuvo segura de si fue para responder o por la sorpresa, puso su dedo en los labios del rubio y cogió aire.

—Y sé que... Sé que es difícil no verte como un cúmulo de cosas malas y problemas, pero eres bueno. Y, no sé si esto te va a hacer sentir mejor, pero tú también eres mi persona favorita.

JJ alzó las cejas, pero no respondió. Al menos, no durante los siguientes minutos. Se quedó callado, mirando a Lee como si estuviera esperando que en algún momento hiciese algo que indicara que estaba mintiendo. Ella se limitó a mirarlo a él, todavía acariciándole la nuca.

—¿De verdad? —preguntó con un hilo de voz, algo temblorosa. Lee asintió rápidamente con la cabeza.

—De verdad.

En un movimiento rápido, JJ juntó sus labios con los de Lee, poniendo sus manos en las mejillas de la pecosa. Ella tardó un par de segundos en reaccionar, pero, en seguida, cerró los ojos y rodeó el cuello de JJ con sus brazos, acercándolo más a ella. Una de las manos de JJ pasó de estar en la cara de Lee a estar en la parte baja de su espalda.

JJ podía sentir el sabor salado de sus lágrimas mezclándose con las de Lee, dándole un toque agridulce al beso.
Un beso que, por si les quedaba alguna duda, dejó claro los sentimientos que tenían el uno por el otro.

Se separaron por falta de aire y, de nuevo, juntaron sus frentes para mirarse el uno al otro. Tenían los ojos llorosos, pero sonrieron. Pasaron varios minutos mirándose a los ojos, como si no importase nada más que ellos dos.

—Entonces... —susurró él —. Entonces... ¿Sientes cosas... ¿Sientes cosas por mí?

—Sí —admitió ella, apartando la mirada por un segundo —. ¿Tú...

—Yo también, Lee.

Ella lo miró a los ojos y parpadeó varias veces, todavía algo sorprendida por el hecho de que él sintiera cosas por ella. Él medio sonrió.

—¿Por qué me miras cómo si no te lo creyeras?

—Porque, bueno, no esperaba que tú sintieras algo por mi, no sé —susurró ella, encogiéndose de hombros.

—Si es por lo que dije... Lo siento. No tendría que haberme puesto así, pero Nate... No sé, os vi y tenía sentido que prefirieras estar con él, ¿sabes?

Esta vez, fue Lee la que respondió juntando sus labios con los de JJ. Fue un beso corto, pero totalmente contundente y suficiente para que JJ sintiera sus mejillas arder.

—¿Tiene sentido esto en tu cabeza? —preguntó Lee, separándose de él. JJ se encogió de hombros y, aprovechando que tenía la mano en la parte baja de la espalda de Lee, la acercó de nuevo a él.

—¿Tú qué crees? —susurró, acercándose a su oído.

Lee sintió toda su piel erizarse al sentir el aliento de JJ rozar su oreja. Él alzó una ceja y sonrió de lado, con cierta burla.

—¿Tienes frío? —JJ pasó su mano por la piel erizada del brazo de Lee y ella rodó los ojos.

—¿Sabes que eres también?

—¿Imbécil? —Lee asintió con la cabeza, haciendo una mueca, como su estuviera molesta.

—Exactamente —murmuró. Él sonrió, pasando sus dedos por la mejilla de Lee.

Se acercó a ella, rompiendo la poca distancia que los separaba, y la besó una vez más. Aunque al principio era suave y tranquilo, poco a poco fue ganando intensidad.

Una sonrisa por parte de JJ interrumpió el beso, ante lo que Lee sonrió también. Volvieron a mirarse a los ojos, haciendo chocar el azul de los ojos de JJ con el marrón de los ojos de Lee, como cuando las olas del mar chocan contras las rocas.

—¿Vamos a mi casa? —susurró Lee, moviendo los dedos suavemente por la nuca de JJ.

—¿Quieres ir a tu casa? —preguntó él con tono burlón, alzando una ceja. Ella se encogió de hombros y sonrió de lado.

—Tal vez —respondió ella, justo antes de darle un beso corto y suave. Él cerró los ojos al sentir los labios de Lee sobre los suyos, disfrutando del momento. Asintió lentamente con la cabeza.

Entrelazando sus dedos, Lee y JJ comenzaron a caminar hacia el Château. Tras haber cogido los zapatos que habían dejado algo desperdigados por la playa, siguieron caminando por la orilla, parando de vez en cuando para juntar sus labios.

Tardaron más de lo normal en llegar, por lo que los primeros rayos de sol asomaban por el horizonte cuando los dos adolescentes pusieron un pie en el porche de casa de los Routledge. Antes de abrir la puerta, Lee se giró para mirar a JJ y sonrió, haciendo que él alzase una ceja.

—No te lo he dicho antes, pero estás guapísimo con el traje.

JJ sintió el calor subir hasta sus mejillas y las comisuras de sus labios curvarse hacia arriba, sin control alguno sobre ello. Pestañeó repetidas veces, con la mirada clavada en Lee, que no pudo evitar sonreír al verlo así. Se acercó a él y, con las manos en sus mejillas, volvió a besarlo.

—Eres adorable —susurró ella.

—Cállate —protestó él, arrugando la nariz, pero con una sonrisa ladeada.

—¿Ahora que he aprendido a hacer que te sonrojes?

—A eso sabemos jugar los dos. —JJ puso su mano en la cintura de Lee y la acercó a él.

—Bueno, ya jugaremos en otro momento —dijo ella, dándole varias palmaditas en el hombro —, porque ahora voy a ducharme.

—O también puedo ir contigo —susurró él, acercándose a su oído.

—O también puedes venir conmigo.

°°°

Tras haber avisado a Carol de que John B estaba en el hospital y de que Lee no iba a poder ir a trabajar, JJ y Lee se dirigieron al hospital.

Ashley odiaba los hospitales; odiaba el olor y odiaba el ambiente. Por suerte, no era un sitio al que tenía que ir a menudo, por lo que en cuanto puso un pie en el interior del edificio, no pudo evitar tensarse. JJ, pasó su brazo por sus hombros y le dio un beso en la sien, intentando tranquilizarla.

Según les había indicado la chica de recepción, John B estaba en la habitación doscientos sesenta y dos. Dudaron entre subir por las escaleras o el ascensor, pero optaron por la segunda opción porque los dos estaban más que agotados.

Una vez dentro, Lee apoyó su cabeza en el brazo de JJ, que ladeó la cabeza para mirarla y sonrió sin mostrar los dientes. Ella bostezó suavemente, acción que él imitó segundos después.

—¿Y si hoy nos quedamos todo el día en la cama durmiendo? —preguntó ella, frotándose los ojos.

—Creo que acabas de tener la mejor idea que has tenido nunca —respondió él, asintiendo con la cabeza.

Lee iba a responder, pero las puertas del ascensor se abrieron, por lo que optó por no decir nada más. Miró a JJ y él, recolocando su brazo en los hombros de la pecosa, asintió de nuevo con la cabeza.

—Vamos, seguro que el idiota de tu hermano está deseando verte —dijo, haciendo que Lee rodara los ojos, mientras comenzaban a recorrer el pasillo, en busca de la habitación de John B.

—Actúa con normalidad —pidió ella, ante lo que él asintió con la cabeza —. No queremos que sospeche nada.

—¿Le vamos a ocultar que hemos...

—Sí, JJ. Mi hermano no tiene que saber lo que ha pasado —lo interrumpió ella, dándole un manotazo.

Tenía la atención puesta en los pequeños carteles que había en las puertas, intentando encontrar el número que les habían dicho abajo.

—Entonces... ¿Va a ser secreto?

—No, idiota, solo...

—¡Lee! ¡JJ!

La voz de Sarah hizo que ambos mirasen al frente, encontrándose con la muchacha esperándolos en la puerta de una habitación al final del pasillo. Lee y JJ aceleraron el paso para llegar hasta ella lo antes posible, deseando ver a John B.

—¿Cómo está? —preguntó Lee cuando estaba algo más cerca de Sarah.

—Sorprendentemente bien. Han dicho que soy le dan el alta—dijo Sarah, sonriendo. Lee asintió.

La rubia se apartó de la puerta para que JJ y Lee pudieran entrar, haciendo que John B girase la cabeza para mirarlos y sonriera ampliamente al ver a su hermana y a su mejor amigo.

—Algún día de estos te mato yo misma —murmuró Lee, sentándose en el borde de la cama para poder abrazarlo. Él soltó una carcajada, apoyando su cabeza en el hombro de su hermana —. ¿Cómo estás?

—Estoy bien —respondió él, levantando la cabeza para mirarla —. No me duele mucho, la verdad.

—Tío, ¿cómo es que solo te has hecho eso? —preguntó JJ, sentándose al otro lado de la cama.

Lee se levantó de donde estaba y se acercó a Sarah, dejando de prestar atención a la conversación que estaban teniendo JJ y John B. La rubia la miró y sonrió.

—Gracias por haberte quedado con él —dijo la pecosa, mirando de reojo a su hermano —. De verdad.

—No tienes que darlas, es lo menos que podía hacer —respondió ella, bajando la mirada al suelo.

—¿Hueles al champú de mi hermana? —preguntó John B, en un tono tan alto que Sarah y Lee pudieron escucharlo. Lee cerró los ojos y tragó saliva, sintiendo sus mejillas arder, agradeciendo estar de espaldas a su hermano.

—¿Cómo te crees que cuido mi pelo? —JJ se encogió de hombros, restándole importancia.

Sarah alzó las cejas, observando la escena con diversión. Se cruzó de brazos y paseó la mirada entre JJ y Lee, que seguía algo roja.

—No, de verdad, hueles mucho a... —empezó. Como si se hubiera respondido a sí mismo en su cabeza, dejó de hablar.

Lee se giró sobre sí misma y, al ver la mueca de asco de su hermano, se mordió la mejilla por dentro, aguantándose la risa.

—No me jodais —dijo él, mirando a JJ y a Lee —, ¿en la ducha? ¿En la misma ducha en la que me ducho todos los días? —protestó.

—Cállate —murmuró Lee, pasando sus dedos por sus ojos —, no seas exagerado.

—¿Y en qué momento... —John B frunció el ceño —. ¿Estáis...

—Deja las preguntas para luego, tío —interrumpió JJ, rodando los ojos —. Y sí, la ducha de vuestra casa es un sitio genial para hacerlo. Totalmente recomendado.

—Yo no vine a este mundo para aguantar esto —murmuró Lee, haciendo reír a Sarah.

—¿Lo dices tú? —John B alzó las cejas.

—Chicos, viene mi padre —anunció Sarah, haciendo que los tres Pogues de tensaran casi de golpe.

—Os espero fuera, ¿vale? —preguntó JJ, mirando a Lee mientras daba un par de pasos hacia ella. Ella asintió lentamente con la cabeza —. Estate tranquila —susurró en su oído, para después darle un beso en la frente. Lee volvió a asentir y, cuando JJ se separó de ella, se sentó en la cama, al lado de su hermano.

John B había observado la escena, totalmente en silencio y con las cejas alzadas, sorprendido ante la situación.

—Tengo muchas dudas ahora mismo y, en cuanto salgamos de aquí, quiero respuestas —dijo, inclinándose para que solo lo escuchara su hermana. Ella rodó los ojos.

—Bueno, creo que te puedes responder tú solo.

—Una mierda, Lee. Sois mi hermana y mi mejor amigo, lo mínimo que merezco es saber en qué momento habéis pasado de no hablaros a... —John B hizo varias señas, señalando a donde habían estado de pie JJ y Lee —. A eso.

Antes de que pudieran seguir con la conversación, el señor Cameron entró en la habitación, cerrando la puerta tras de sí. John B y Lee se miraron de reojo el uno al otro, no muy seguros de lo que iba a pasar.

—Buenos días, John, Ashley.

—Buenos días, señor Cameron —respondieron a la vez los dos hermanos.

—Sarah me ha puesto al corriente sobre vuestra pequeña aventura.

Por un momento, Lee sintió su corazón pararse por completo ante la idea de Ward sabiendo todo lo del oro. No sé dio cuenta de que había apretado los puños hasta que sintió la mano buena de su hermano sobre la suya, haciéndola relajarlos casi al instante.

—¿Qué... —empezó John B.

—Lo de los servicios sociales, ya sabéis —respondió el señor Cameron —. Sé que vuestro tío lleva meses en Mississipi.

Lee soltó todo el aire de golpe, haciendo que su hermano hiciera una mueca por lo mal que estaba disimulando, pero a Lee no le importó ni lo más mínimo. Si había algo que tenía claro, era que Ward Cameron no podía enterarse de lo del oro, porque si no, estaban totalmente perdidos.

—La señora Henderson nos está ayudando con eso —explicó Lee, con un tono de voz algo más agudo de lo normal. Siempre le pasaba cuando hablaba con adultos con los que no tenía confianza —. De hecho...

—He hablado con ella ya —la interrumpió el señor Cameron —. He conseguido que me dejen firmar los papeles, así que, a partir de ahora, si estáis de acuerdo, seré vuestro tutor legal y vendréis a vivir con nosotros.

Lee alzó las cejas, pero no respondió. Ni siquiera sabía qué responder a eso, ni cómo reaccionar. Miró a su hermano, esperando verlo con la misma mueca de confusión, pero en lugar de eso, John B tenía una sonrisa bastante amplia.

—Eso es... Genial —susurró él, sacudiendo la cabeza. Lee frunció el ceño —, ¿verdad, Lee?

—Yo... —empezó, teniendo que tragar saliva —. ¿Qué opina Carol de esto?

—Ashley —protestó John B, fulminándola con la mirada.

—No te preocupes, entiendo que es algo... —Ward puso su mano en el hombro de Lee, ante lo que ella se tensó un poco más —. Entiendo que es difícil.

Lee sintió una pequeña presión en el pecho, como si le estuvieran quitando el aire. Tuvo que cerrar los ojos y concentrarse en su respiración, sabiendo que si no lo hacía, la que acabaría ingresada iba a ser ella. John B estrechó el agarre de sus manos y suspiró.

—Tengo que... Tengo que irme —susurró Lee, levantándose de la cama.

Sin dar tiempo a que nadie dijera nada, Lee salió corriendo de la habitación, pasando a JJ de largo. Él frunció el ceño y, aunque tuvo que sacudir la cabeza primero, no tardó ni cinco segundos en intentar alcanzarla.

En cuanto Lee estuvo en la calle, dejó de correr y echó la cabeza para atrás, dando grandes bocanadas de aire para llenar sus pulmones de oxígeno. Parecía totalmente en vano, porque cuanto más aire cogía, más pedían sus pulmones.

JJ se acercó a ella lentamente, observando sus movimientos. No quería asustarla así que, antes de poner su mano en el hombro de Lee, se aclaró la garganta. Ella giró la cabeza y lo miró con los ojos cristalizados, haciendo que JJ sintiera su estómago dar un vuelco.

—Ven aquí —susurró, rodeándola con sus brazos. Lee apoyó su frente en el cuerpo de JJ, con la mirada clavada en sus pies, dejando caer varias lágrimas.  JJ movió sus dedos por su pelo y su nuca mientras dejaba suaves besos en su cabeza, intentando ayudarla a calmarse.

—JJ  —dijo ella, con la voz entrecortada. Levantó la cabeza para mirar a JJ y él le apartó un mechón de pelo, colocándolo detrás de su oreja —, el señor Cameron...

—Lo sé, lo he oído. —JJ suspiró y la acercó de nuevo a él, abrazándola con fuerza.

—No entiendo cómo es que Carol necesitaba a mi tío y el señor Cameron no ha tardado ni un día en conseguir la tutela —murmuró ella, dando un paso hacia atrás —. No es justo.

—Cuando dicen que es el rey de la isla es por algo —respondió él, en el mismo tono —. De todos modos, Lee, piensa que, por lo menos, los de Servicios Sociales no os van a molestar más.

—No, ahora tengo que vivir con la rata de Rafe —dijo ella, sonriendo con sarcasmo. JJ hizo una mueca —. Y mi hermano viviendo su luna de miel.

—Siempre podemos fingir un secuestro e irnos los dos a Yucatán —propuso él, sonriendo de lado para intentar animarla. Ella se mordió la mejilla por dentro y rodó los ojos, mirándolo con las cejas alzadas.

—¿Yucatán?

—Piénsalo, Lee. Playa, olas, surf... —dijo él, mirando hacia arriba como si estuviera pensando más cosas buenas —. Tú, yo. —JJ la miró a ella, ante lo que ella le dio un empujón suave, haciéndolo reír.

—Tienes ideas extrañas, J —se burló ella, pasando sus manos por sus ojos para eliminar el resto de lágrimas que quedaba en ellos.

—Tú sí que eres extraña —protestó él, alzando las cejas. Lee puso los ojos en blanco y sonrió, poniendo sus manos en los hombros de JJ para ponerse de puntillas y darle un beso.

Él puso una de sus manos en la cintura de cintura de Lee y la otra en su mejilla, apartando el pelo que le tapaba la cara. Las manos de Lee se movieron hasta estar entrelazadas en su nuca, haciéndolo sonreír en medio del beso.

—¿Voy a tener que vivir con esto a partir de ahora? —murmuró John B, acercándose a ellos. Lee y JJ se separaron, pero no se molestaron en girarse. Juntaron sus frentes y rieron.

—Sí —respondieron a la vez.

—Vamos a poner normas porque me niego a ver como le metes la lengua hasta la campanilla a mi hermana —dijo, dándole varias palmaditas en la espalda a JJ.

Lee rodó los ojos y, tras mirar mal a su hermano, puso sus manos en la cara de JJ y lo besó con demasiada intensidad, haciendo que él se sonrojara al instante y que John B le diera un manotazo para que parase.

—Vale, vale. Lo pillo, pero para. Para, Lee —murmuró, repetidas veces. Lee y JJ tardaron un poco en hacer caso a John B, haciéndolo alejarse de ellos varios pasos.

—Cuando quieras picar a tu hermano, llámame —susurró JJ, teniendo que pestañear varias veces —, porque... Guau.

—Dios mío, llévame ya —dijo John B, acercándose de nuevo a ellos y mirando hacia arriba.

—Como si tú no le comieras la boca a Sarah. —Lee se cruzó de brazos y alzó una ceja.

—Pero Sarah no es tu mejor... —empezó. Lee y JJ hicieron una mueca —. Me callo.

—Sí, tío, déjalo —dijo JJ, aguantándose la risa.

—Entonces, ahora estáis... —John B apoyó el codo en el hombro de su hermana y los señaló.

—No seas pesado —protestó Lee, apartando el brazo de su hermano —. Por ahí viene nuestro súperheroe —murmuró, señalando la puerta del hospital.

Sarah y su padre sonrieron mirando hacia ellos, para comenzar a caminar en su dirección. Lee miró a JJ de reojo, que se encogió de hombros.

—Nos vemos luego, ¿vale? —susurró. John B asintió con la cabeza, ante lo que Lee y JJ fruncieron el ceño y lo miraron de reojo.

—Ah, que yo no estaba incluido —dijo él, asintiendo con la cabeza —. Perdón por pensar que mi mejor amigo quería verme luego. Ya veo las prioridades.

—Tío, hay JJ para todos, no te pongas celoso. —JJ le guiñó el ojo a John B, ante lo que él alzó las cejas un par de veces y puso una cara algo extraña.

—No pongas esa cara —pidió su hermana, poniendo su mano en la cara de John B —. Das muy mal rollo.

—A JJ le gusta —discutió él.

—Es verdad, Lee. A mí me gusta.

Lee hizo una mueca y paseó su mirada entre ellos, ante lo que ellos chocaron el puño y soltaron una carcajada.

—Bueno, ahora en serio —dijo JJ, justo antes de darle un beso en la frente a Lee, habiendo puesto sus manos en sus mejillas. Lee no pudo evitar sonreír —. Nos vemos luego, voy a avisar a Kie y a Pope de que, por desgracia para nosotros, eres libre.

John B le sacó el dedo y, una vez que JJ se había alejado varios pasos, puso su brazo alrededor de los hombros de su hermana, haciéndola sacudir la cabeza y dejar de mirar al rubio.

—Compórtate —advirtió, hablando en su oído. Lee rodó los ojos, pero asintió, mirando ahora al señor Cameron.

Sarah y él se habían quedado hablando a un par de metros de ellos, por lo que los hermanos Routledge tuvieron que acercarse.

—Genial, ya estamos todos —dijo el señor Cameron, dando una palmada y sonriendo —. Sarah está deseando enseñaros la casa.

Durante el camino a casa de los Cameron, Lee y John B iban sentados en los asientos traseros del lujoso coche de Ward, ambos mirando por sus respectivas ventanas. Nunca dejaban de asombrarse cuando pasaban por las calles de Figure Eight.

La conversación era de lo más trivial; Ward preguntándole cosas totalmente básicas a los hermanos, limitándose a asentir ante sus respuestas. Lee estaba segura de que ni siquiera los estaba escuchando, por lo que tampoco puso mucho interés en responder. Su hermano, por el contrario, parecía bastante más emocionado ante la idea, así que sus respuestas eran mucho más animadas y largas.

Sarah miró a Lee de reojo un par de veces, siendo totalmente consciente de que a la pecosa no le hacía nada de gracia tener que irse a vivir con ellos. Quería llevarse bien con ella o, al menos, intentarlo.

—Ya estamos —anunció el señor Cameron mientras aparcaba frente a la gran casa en la que vivían. John B y Lee se miraron de reojo y, tras bajar del coche, se quedaron mirando la gran fachada.

Instintivamente, Lee se colocó detrás de su hermano, ante lo que él la miró con algo de ternura, pero no dijo nada. Con su mano buena, cogió la mano de su hermana y le dio un suave apretón.

—Por lo menos, estamos juntos —susurró él, ante lo que ella lo volvió a mirar de reojo y asintió.

—Por lo menos, estamos juntos —repitió Lee.

°°°

—Entonces, ¿dónde os vais a quedar? —preguntó Pope, mirando a Lee y a John B con los ojos entrecerrados.

Habían quedado en The Wreck, así que los cinco amigos se encontraban acomodados alrededor de una mesa. Lee estaba sentada en la barandilla, junto a JJ, que estaba de pie. Ella tenía su codo apoyado en el hombro de JJ, aprovechando la postura para acariciar su pelo suavemente. Pope y John B estaban sentados en dos sillas, mientras que Kie daba vueltas de un lugar a otro, bastante molesta con la situación.

—En Tannyhill —respondió John B.

—¿Con Sarah? —murmuró Kie. Lee cogió aire y asintió, no queriendo decir nada más. Entendía que Kie estuviera molesta con la situación, pero no era algo que dependiera de ellos.

—¿Tenéis acceso a los clubes? —preguntó a Pope, ignorando a Kie.

—Yo que sé, Pope.

—¿Y los carritos de golf? —JJ giró la cabeza para mirar a Lee y sonrió, haciéndola sonreír de lado.

—Me dijiste que no estabas liado con ella —murmuró Kie, mirando ahora directamente a John B. JJ, Pope y Lee se miraron entre ellos y luego, volvieron a mirar a Kie —. Lo prometiste.

John B abrió la boca para responder, pero JJ se adelantó y se aclaró la garganta, haciendo que todos lo mirasen.

—Admítelo, tío. Te ha pillado.

—Si quieres salir con ella, allá tú —dijo Kie, apoyándose en la pared —. Yo no pienso hacer nada con ella.

—¿La ves aquí? —murmuró John B, señalando a su alrededor —. ¿A que no?

El pecoso miró a sus amigos uno a uno, esperando a que alguno respondiera y le diera la razón, pero al ver que nadie dijo nada, echó la cabeza para atrás, cogiendo una bocanada de aire.

—El caso es que tenemos el mapa —continuó. Sacó el mapa de su mochila y lo colocó en la mesa. Pope se inclinó para poder mirarlo de cerca, apoyando su codo en su rodilla.

Lee bajó de un salto y dio varios pasos hacia su mejor amiga, pasando su brazo por su cintura. Kie, aunque rodó los ojos, pasó su brazo por los hombros de Lee y apoyó su cabeza sobre la de su mejor amiga.

—En cuanto podamos, nos escapamos y descansamos de esta panda de idiotas —susurró Lee, haciendo medio sonreír a Kie. Ella asintió con la cabeza.

—Esto está fatal dibujado —comentó JJ, colocándose detrás de John B y mirando el mapa atentamente —. Seguro que el que lo dibujó iba muy pedo.

—Es porque la costa ha cambiado —dijo Pope, no haciendo mucho caso a JJ. Él se encogió de hombros y miró de reojo a Lee, que le sonrió de lado mientras rodaba los ojos.

—¿Qué ha sido eso? —susurró Kie, mirando a JJ. El rubio había devuelto su atención al mapa, por lo que ya no las estaba mirando.

—Nada —respondió Lee, mordiéndose el labio para no sonreír —. Luego te lo cuento.

—¿Cómo vamos a encontrarlo si ha cambiado prácticamente todo? —preguntó John B. Parecía más bien una pregunta retórica, pero Lee, tirando de su mejor amiga, dio varios pasos en su dirección.

—Podemos buscar puntos de referencia que no hayan cambiado —propuso.

Todos asintieron con las cabezas, para después centrar sus miradas en el mapa. Pasaron varios minutos hasta que, por fin, uno de ellos pareció haber encontrado algo.

—¿Los antiguos fuertes? —preguntó Kie, señalando el punto en el mapa.

—No —respondió Pope, frunciendo el ceño —. La batería Jasper.

—Ala, es verdad —dijo JJ, dándole la razón a Pope.

Cómo si lo hubieran tenido ensayado, Pope y John B se levantaron al mismo tiempo y recogieron tan rápido como les fue posible para marcharse de allí cuanto antes e ir hacia la batería Jasper. No estaban seguros de si iban bien encaminados, pero estaban dispuestos a comprobarlo.

Una vez habían llegado a lo que consideraron el punto de partida, subieron una colina con el fin de tener mejores vistas y facilitar la tarea. Pope llevaba el mapa entre sus manos, prestando más atención al papel que al suelo por el que estaba pisando.

—Pope, te vas a caer —advirtió Lee. Él la miró de reojo y negó con la cabeza —. Luego no vale quejarse.

—Dijo la reina de las quejas —protestó él. Lee le sacó el dedo y siguió caminando, ignorando las risas de JJ y John B.

—Ya estamos —anunció Kie cuando llegó al punto más alto. Iba un par de pasos por delante de los demás, por lo que fue la primera en llegar. Esperó a que sus amigos llegaran y se colocó al otro lado de Pope.

—La batería está aquí —dijo Pope, señalando el mapa —. Así que, si esto es la Parcela Nueve... —continuó moviendo su dedo por el papel.

—Tiene que estar por aquí —concluyó Lee, señalando un punto en el noreste.

—Exactamente —concordó Pope.

—Es decir, por allí —dijo JJ, estirando su brazo hacia lo que él pensaba que era el noreste. Todos asintieron con la cabeza —, pero eso no es Tannyhill, es una subdivisión.

—La plantación ocupaba toda la isla, pero se vendió por partes —explicó el pecoso.

—Tenemos que encontrar un muro de piedra.

—Súper apetecible —murmuró Kie, comenzando a bajar por donde habían subido minutos antes.

John B, Lee y JJ echaron un vistazo rápido al mapa y, tras mirarse entre ellos y asentir, se giraron para seguir los pasos de Kiara. Pope iba el último, ajeno a la conversación entre sus amigos, porque, de nuevo, iba prestando atención al mapa.

En cuanto estuvieron en la caravana, todos se acomodaron en sus sitios habituales: John B y Kie delante y Pope, JJ y Lee detrás.

Lee se acomodó entre las piernas de JJ, apoyando su espalda en su pecho, por lo que él la rodeó con sus brazos y apoyó su barbilla en el hombro de Lee. Pope los miró con los ojos entrecerrados, pero no dijo nada. Se limitó a hacer una mueca de confusión, para después, pasarle el mapa a Kie.

—Ahí está la bifurcación —indicó la de pelo rizado, mirando el mapa. Pope asintió con la cabeza.

—Gira a la izquierda.

—Vale.

John B se distrajo un segundo, por lo que tuvo que dar un volantazo para poder girar por el sitio que le había indicado Pope. JJ, Lee y Pope se movieron bruscamente de su sitio, haciendo que la pecosa se diera un golpe con el borde del asiento.

—Última vez que me siento en el suelo —murmuró, frotándose la frente. Pope y JJ se rieron por lo bajo, ante lo que Lee les sacó el dedo.

—¿Estás bien? —preguntó JJ. Lee asintió, manteniendo la mueca. Él le apartó la mano para poder darle un beso en el sitio en el que se había dado. Lee sonrió, arrugando la nariz y, antes de separarse, JJ le dio un beso corto en los labios. Pope abrió los ojos como platos.

—Chicos, hola.

Lee se aclaró la garganta y se giró para mirar por la ventana y evitar que el resto se percatara de que se había sonrojado. Kie miró de reojo a sus amigos y, al ver la cara de Pope, frunció el ceño, algo confusa.

—Hola, Pope —respondió JJ, haciendo como si nada.

—¿Qué pasa? —preguntó la de pelo rizado, todavía mirando a sus amigos.

—Chicos, un muro de piedra —dijo Lee, señalando por la ventana. Su hermano frenó de golpe, haciéndolos sobresaltarse a todos.

—Pues, parece que aquí es —dijo John B, sacudiendo la cabeza e inclinándose para poder mirar por la ventana.

—¿La casa de los Craine? —preguntó Kie.

—No me jodas —murmuró JJ, asomándose por la ventanilla para mirar a su alrededor.

—Bienvenidos a la casa de los horrores.

_______________________________________

¡Hola!

Solo voy a decir una cosa y es que... POR FIN. POR FIN, POR FIN Y POR FIN.

Siento haber tardado un poco más de lo normal, es que esta semana he estado con las recuperaciones y no he tenido mucho tiempo para escribir.

Espero que os guste mucho, jo. No os hacéis una idea de la ilusión que me hace veros darle amor a la historia y ver que os gusta, de verdad.

Soy una pesada y lo digo siempre, pero es que muchísimas gracias. Me parece increíble que esté a punto de llegar a las 4000 lecturas y que haya llegado ya a los 600 votos, es que 🥺🥺🥺🥺🥺.

Ya sabéis, comentad lo que os parece, que sabéis que me encanta leeros.

¡Hasta el próximo!

🥰✨

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