Alexandra Coleman.
Por fin, luego de incansables días de sufrimiento volvía a verlo. Siento una felicidad enorme al verlo con vida, saber que está bien me llena de tranquilidad, pero a la vez me da tristeza verlo destrozado y sé que en cierta parte es culpa mía.
Cuando comprobé que estaba vivo lo único que quería era ir hasta donde se encontraba y matarlo por haberme engañado, por hacerme sufrir, en cambio; no lo hice y me ocurrió una mejor idea - Sacarlo de su escondite - en lugar de irlo a buscar, haría que él viniera hacía mí.
Los mensajes que envié fueron a mis hermanos y a Evan, diciéndoles que James estaba vivo y sospechaba que su cómplice en la mansión para mandarle información era Dominick. Le pedí ayuda a Evan, él revisó quiénes tenían acceso a la red de seguridad en la mansión y descubrió que sí, James nos estuvo vigilando todo este tiempo desde Italia.
Con el coraje atravesado por fingir su muerte, volví a pedirle ayuda; Evan fingiría que siempre estuvo enamorado de mí para hacer que James viniera hasta nosotros. Al principio no quiso aceptar porque sentía que en verdad traicionaría a su hermano, pero después de insistentes minutos termino aceptando. Sabía que le costaría, James es su hermano y lo adora, no obstante; ambos estamos de acuerdo en que debe sufrir lo mismo que nosotros pasamos.
Obviamente mis hermanos, Nicolás y Erick, serían nuestros cómplices.
-James... - susurré con los nervios a flor de piel.
-¿Por qué? - masculló entre dientes - Lo habría esperado de cualquiera menos de ti, eres un traidor.
-James no es... - empezó hablar Evan.
-¡CÁLLATE!, ¡MALDICIÓN!, ¿CÓMO PUDISTE? - gritó furioso haciéndolo callar.
No puedo dejar que odie a Evan o quiera lastimarlo.
-Mejor dime tú, James. ¿Acaso no estabas muerto? - si quería pelear debería aguantarse, está vez para reclamar y pelear yo también estoy más que decidida hacerlo.
-Eso no importa - vociferó.
-¿No importa? - reí irónica acortando la distancia, hice puño mi mano y con toda mi fuerza le di un puñetazo en la cara logrando sacarle sangre.
-¿Qué demonios? - tocó su nariz sorprendido por la sangre.
-Eso tampoco importa - me encojo de hombros restándole importancia, fulminándolo con la mirada - Evan no te traicionó si es lo que estás pensando, jamás lo besé y no está enamorado de mi cómo te hicimos creer - solté frívola.
-No te creo.
-Si me crees o no es tu problema, pero no tienes ningún derecho de venir a reclamar nada cuando el mentiroso aquí, fuiste tú. Dime Miller, ¿qué se siente probar una cucharada de tu propia medicina? - sonreí maliciosa, viendo como tragaba pesadamente poniéndose nervioso.
-Lo hice para protegerte y a mi hijo - respondió descendiendo sus decibeles.
-¿Protegernos? - controlar mis emociones está costándome. No puedo flaquear, ponerme a llorar, o lanzarme a sus brazos y besarlo.
Sin que se lo esperara le di otro puñetazo - ¡DEMONIOS!, ¿quieres dejar de hacer eso? - gruñó tocando su labio, igual roto.
-¿Qué son unos malditos golpes? - Espete furiosa - ¿Sabes cómo me sentí al ver el jet en llamas?, ¿tienes idea del sufrimiento cuando me dijeron que habías muerto? - por mucho que intente contenerme, no pude más. Solté en llanto viendo borroso, producto de mis lágrimas - A pesar de sentir que seguías vivo, pensar que podía estar equivocada; pensar que efectivamente estabas muerto... Esa maldita idea no me dejaba ni dormir, pero tú no consideraste mis sentimientos, no pensaste en cómo me sentiría al decidir llevar a cabo esa estúpida estrategia.
-Amor perdóname - me miró arrepentido - Solo pensaba en lo que creía mejor.
-Perdóname - musite - ¿CREES QUE CON UN "PERDÓNAME", VOY A PERDONARTE?
-Yo sé qué...
-¡CÁLLATE! - Limpié mis lágrimas recobrando la compostura - No quiero escucharte más, Miller. Siempre haces lo que tú crees conveniente y estoy harta de que así sea.
No teníamos ni un puto día que habíamos hablado sobre tú cambio; ni un puto día después de no saber nada de ti, vaya la redundancia, por días. Lo primero que hiciste luego de ese atentado fue dejarme y hacerte pasar por muerto - reprocho dolida - Eres un completo estúpido - di vuelta caminando hacia mi habitación, deteniéndome en las escaleras - Y no quiero verte James o entonces sí, serás hombre muerto.
James Miller.
Y como siempre, ella tiene la razón.
Verla irse de ese modo duele, soy un imbécil por dudar de mi hermano y del cariño que ella siente por mí - Tonto - mis acciones demuestran que sigo siendo el mismo estúpido, que no ha cambiado tal como prometió.
Lo único que buscaba era proteger a mi familia, protegerla a ella y por eso mismo puedo perderla.
No lo permitiré.
¿En qué momento llegaron los demás? - Siento haberlos hecho sentir mal con mi supuesta muerte - mire a Kyle - Por favor, no vayas enojarte con Liz - me miró fulminante sin decir nada. Mire a mi hermano - Evan.
-Pudiste habernos contado lo que pasaba y así buscar una forma de acabar con todo de una buena vez - respondió enojado - Y no quiero saber nada, realmente duele que pienses que te traicionaría con tu mujer.
-Perdóname hermano - dije triste.
-Te quiero matar Miller - hablo Steve enojado - Te robaste a mi hermana, la regresas un día después en un estado no tan bueno y luego haces que sufra. Pensé que ya éramos familia y no confiaste en nosotros - se dio vuelta dolido.
-Enserio perdón - dije antes de comenzar a caminar para ir al cuarto de mi reina.
-¿A dónde vas? - preguntó Nico, neutro.
-A verla - me límite a responder.
Tengo que terminar de hablar con ella, no puedo dejar pasar tiempo como siempre que peleamos y ya no quiero estar lejos, no puedo perderla, ella es lo que más amo.
Supuse que su habitación sería la principal, abrí la puerta y sí, ahí estaba ella acostada con los ojos cerrados acariciando su vientre. Se veía tan preciosa de esa manera.
-¿Qué quieres James? - preguntó calmada sin mirarme apenas cerré la puerta.
-¿Cómo sabías que era yo? - pregunté apacible, situándome frente a ella recargado en la pared.
-Nadie más entraría de esa forma - sonrió obvia - Dime qué haces en mi habitación.
-Quiero hablar contigo.
-Pero yo no Miller, ni siquiera quiero verte.
-Por favor mi reina, solo déjame explicarte - soltó un suspiro, abrió los ojos y se sentó.
-Quiero saber todo y que sea la verdad, Miller. Si mientes o me ocultas algo no te la vas acabar - sentenció mirándome sería.
-El día que llegamos a California, luego del atentado - aclara - Lizeth me envió un mensaje avisándome sobre los planes que tenía April, me preguntó si estábamos bien y que tuvimos suerte de llegar a salvó porque en el avión venía una bomba. Henderson ya sabía lo que querían decir mis palabras de "alista el avión para irnos de regreso", buscó la bomba y solo quedaban unos minutos para que todo estallara.
No quería ponerte en riesgo, ni a los demás, por eso en cuestión de minutos envíe un mensaje a Liz diciéndole que enviara alguien de su confianza por nosotros, pero sin decirle alguien más.
-Ella lo hizo - asiento.
Cuando la camioneta donde ibas con los chicos estuvo lo suficientemente lejos subí al jet, Henderson iba conmigo e hicimos que el avión avanzará y después, sin que nadie nos viera nos aventamos. Un enviado de Liz nos esperaba listo para partir, nos llevó a otra ciudad y me encontré con Lizeth, le conté mi idea y que lo mejor sería irnos a Italia, pues ahí es el lugar menos pensado para buscarme - suspiro - Sabes porque.
-Entonces Lizeth fue tu cómplice todo este tiempo y jamás la secuestraron - más que preguntar afirma.
-Si.
-Eso no responde el por qué te hiciste pasar por muerto. ¿Por qué no nos dijiste nada?, ¡Por qué no me dijiste a mí!
-April intentó matarnos a los dos y no iba permitir que te pasará algo, ¿entiendes? - aseveré callándola, ganándome una mirada fulminante, pues odia que le hable así - Perdón.
Si veían mi jet explotar y luego encontraban los cuerpos calcinados todos pensarían que morí y puesto que April quería eso, me convenía lo creyeran. Además, si hacía pasar a Lizeth por secuestrada haría que April se fijará en Liz y no en ti, ya que quiere matarla y funcionó; dejó de vigilarte y se enfocó en buscar a mi hermana.
-Es una estúpida, no cabe duda que su cerebro también es de silicón - rodó los ojos.
-¿Cómo supiste que estaba vivo?, ¿Cómo me encontraste?, ¿Qué hiciste? - pregunté lo que tanto me generaba duda - Estaba seguro que todo lo hice bien para no ser descubierto.
-No soy ninguna estúpida, Miller. Al principio me lo creí, después me dije a mí misma que no podían acabar con mi hombre tan fácil, así que hice lo que tenía que hacer para encontrarte.
-¿Cómo lo hiciste si estás embarazada? - jamás debí decir eso, si su mirada matara estaría veinte metros bajo tierra.
-Estoy embarazada James, no invalida. Puedo arreglármelas perfectamente.
-Sé que estás enojada por haberte hecho sufrir con la idea de mi muerte, no quería hacerte sufrir - la mire con cara de cachorro arrepentido - ¿Me perdonas?
-Eso no es lo que me molesta - confiesa - Me enoja que según tú ibas a confiar en mí. Pudiste habérmelo dicho, podía ayudarte y preferiste callar, ¡no me dijiste nada!.
Y vuelve la burra al trigo, o sea, siempre el mismo pleito. Me enoja que no entienda que quiero protegerla, ¡por eso lo hice!
-Estabas en peligro Alexandra, ¡Joder!, ¿NO ENTIENDES? - grite cabreado.
-No James, quién no entiende eres tú. No soy una puta niñita de 2 años o una muñeca de porcelana que puede romperse, soy una mujer, TÚ MUJER MILLER; estoy para apoyarte en todo y más en situaciones como está, que por si no sabes y eso que llevas en esto más años que yo - espeta irónica - Sabes perfectamente que siempre, toda nuestra vida van a suceder cosas así y más porque soy, "la mujer del rey". A ver si ya entiendes de una buena vez que, o hacemos esto juntos, o me largo con mi hijo porque ambos podemos arreglárnoslas solos - sentenció frívola.
Nunca me había hablado así, pero escucharla tan frívola y calculadora; no cabe duda que no juega y me hizo abrir los ojos. Alexandra Coleman es una mujer en todo el sentido de la palabra y sé muy bien que si no acepto, porque ella tiene razón, puedo perderlos para siempre.