Amarte en silencio (Completa)

By SarahyBV

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Te amo desde que tengo memoria.Te amo desde que éramos niños. Mientras yo te he amado tanto, tú no me ves.Yo... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Epílogo
Jardín de Niños.
Nota de la autora
Agradecimientos.
EXTRA #1
EXTRA #2

Capítulo 41

50 18 2
By SarahyBV

— Tranquila, fue una sugerencia de tu libro favorito, no haré nada que no quieras. — se acerca nuevamente y besa mis labios. — Me debo ir, aún tengo que resolver varias cosas con respecto a la seguridad. Te veo más tarde.

— ¿Para cuándo dejaréis lo de Casey? — le susurro algo alarmada.

— No pasará de mañana, hoy debemos plantear la estrategia. No podemos ir desnudos para allá, sería un peligro. — añadió besando mi frente.

Neil tiene toda la razón, no quiero que la bruja arpía de Jaqueline le haga daño.

— Entonces ayudaré a Wells en todo lo que pueda.

— Esa es mi pequeña.

Lo vi dirigirse a la puerta y entonces mi corazón comenzó a aporrear con una velocidad casi frenética. Oh Neil, cuidate mi amor. No soportaría perderte justo ahora, ahora que me encontré a mí misma, ahora que estoy segura al cien por ciento que te amo.

— Dime ¿qué tienes Henry? — añadí girando una de las sillas para colocarla a su lado.

— Reviso todos los planos de carreteras en Londres. Si ha sido Jaqueline quien secuestró a Casey, deben estar aún en la capital. No han tenido tiempo alguno para huir y la policía se ha tirado a las calles. Lo están revisando todo. Alan está como loco. — añade el pelirrojo mirándome con aquellos ojos azules celeste asustadizos.

— No te preocupes, te mantendremos lo más alejado posible de esto.

— No prima, yo quiero participar. Aún le debo un favor bien grande a las féminas de este mundo. — le miro confusa. — Le juré a Jinny que le pegaría un balazo en los huevos al cabrón de William Edwards. — añadió esta vez con una furia apenas contenida.

— ¿Te gusta?

— ¿Qué? — mi pregunta le tomó totalmente por sorpresa.

— Jinny, te vi ayer en la habitación leyéndole un libro. Actuando de psicólogo, fuiste de gran ayuda. Hoy está mejor...

— Es una chica muy buena, no merece lo que le sucedió. Eso es todo.

— No seas tan idiota como yo. Esos hermanos me pregunto yo de donde habrán salido. Son pura miel, caricias y ternura. — le sonreí mientras este me observaba cabizbajo y con una media sonrisa.

— Sí ¿eh?

Tras ayudar a Jinny en unos papeleos, revisar con Wells nuevamente sus heridas. Hacer conteo de medicinas, sueros, inyecciones y jeringas, pasamos a las armas. Las pulimos, comenzamos a armarlas. Hicimos un previo intento de cuenta y John trató de enseñarme a dar en el blanco.

Anastasia Steele estaría orgullosa de mí.

— ¿Cómo estás con todo esto?

— Estaba preocupado, muy preocupado...

— Lo sé. — le interrumpo colocando mi mano en su hombro — Perdona... no sé que haría sin ustedes. No necesitaban ayudarme, no era una obligación, ¿sabes? Para nada.

Alargó la mano y me acarició la cara. Él cierra los ojos y yo la apoyo contra su palma, no puedo evitar que mis lágrimas amenacen con salir. John en estos días ha sido lo más cercano que he tenido a un padre.

— ¿Y piensas que vamos a desistir? Neil más que nadie quiere hacer pagar a todos los que te han hecho daño, a ti, a su hermana... a James.

— Sí, lo sé...

Me coge la mano, se la acepto. Me atrae hacia él y yo me dejo caer en su regazo, no consigo evitarlo y mis lágrimas corren de forma fluida. Él me acaricia el cabello como si de una niña pequeña se tratase, cuidando de mí mientras Neil no está. John inspira profundamente, organizando el mismo.

— Lamento que hayas tenido que pasar por todo esto pequeña, no lo merecías en absoluto.

— No es culpa tuya, John. No hables como si lo fuese porque no lo es.

Baja la vista hacia mí y sus labios se curvan en un gesto de disculpa.

— Es imposible no pensar así, debimos protegerte mucho mejor a sabiendas de todo.

Yo intento mantenerme impasible.

— Ya no. Yo puedo defenderme solita, más aún que me has enseñado a disparar.

— Ahora mismo Neil estaría muy enfadado conmigo. Sinceramente, estoy encantado de que tú aprendas tan rápido, así no debes depender de ninguno de nosotros. De no ser así, puede que hubieras corrido riesgo de que te matasen.

— ¿Tan enojado se pondría el rizado de Hawk?

Él asiente muy serio y me doy cuenta de que está desconcertado por la reacción de él.

— ¿Y te culpará por eso? — digo en tono suave y cariñoso.

Él me abraza fuerte y parece indeciso, como si tratara de ocultarme la verdad.

Finalmente responde:

— Puede.

— No tiene porque hacerlo. Yo soy una mujer independiente, que se meta eso en su cabezota de piedra dura.

— ¡Uau! Menudo avance, ¿acaso te atreverías a contestarle?

— Claro que sí ¿no me ves capaz de llevarle la contraria? — pregunto.

— Claro. Has cambiado mucho desde aquella vez en el hospital.

Asiento y nos acomodamos en lo alto de la escalera.

— ¿Y tú qué presientes que pasará? — pregunto ansiosa, apretándole la mano y observando su cara triste y seria.

Él suspira.

— Me temo que la cosa va a estar fea.

Se encoge de hombros y luego sonríe dulcemente, con una sonrisa cariñosa y compasiva al más puro estilo Jane Bennet, buscando el lado bueno de la situación. Entonces el cansancio y la tensión del presente hacen que por un momento se desvanezcan un poco mis esperanzas.

— ¿De verdad?

Yo le devuelvo la mirada inquieta. Uau, de verdad las cosas parecen estar peor de lo que pensaba. Me despido cariñosamente y me dirijo al dormitorio. Extraño a Neil, ¿por qué tarda tanto? Comienzo a recordar su desaparición con la motocicleta alías bestia infernal y todo mi cuerpo se tensa.

Vamos Wood, relajate. No pienses en ello.

Neil, ¿Neil dónde estás? ¡Neil! ¡Responde!

Doy vueltas por lo que parece un garage muy antiguo casi a punto de caerse en pedazos, entonces me parece verle.

¿Neil?

¡Oh dios mío!

Está tirado en el suelo, agonizante con una bala en el pecho. Siento que mis piernas están débiles y no alcanzo a moverme para pedir ayuda, más bien, no puedo hablar.

Solo... quiero que sepas... que te amo...

De pronto se encuentra pálido, tan pálido e inmóvil que me muero a gritos sollozantes.

¡No!

¡Ahora no!

¡Neil!

— ¡Alondra! ¡Alondra reacciona! — podía escuchar su voz en apenas zumbidos.

Abrí los ojos de golpe, caramelos y horrorizados. Las pupilas dilatadas por el miedo. Le miro consciente de que tengo la mirada vacía.

— Ardilla, era una pesadilla. Estoy aquí a tu lado. Estás segura.

Parpadeo, miro a su alrededor, mi alrededor, muy nerviosa y frunciendo el ceño. Le contemplé, al ver donde estaba y verle conmigo. Sus ojos esmeralda vuelven a encontrarse con los míos desesperados.

— Neil. — jadeo y sin más ni más le tomo la cara con las dos manos, me acerco a su pecho y le beso con pasión y preocupación, mucha preocupación.

Mi lengua le invade la boca y su sabor revela desesperación y necesidad. Sin darle apenas un momento para respirar o plantearse que me sucede, rodamos sin separar mis labios de los suyos hasta quedar encima de él. Apretándolo contra el duro colchón de la cama, por primera vez me siento la líder en algo.

Neil me deja mandar a mi antojo. Pero no por mucho, con una de sus manos me agarra las mejillas mientras con la otra me sujeta la cabeza para mantenerme quieta. Me separa las piernas con las rodillas y se recuesta, todavía con los vaqueros puestos, con los que le vi salir esta mañana. Estaba entre mis muslos.

— Alondra. — repite como si no pudiera creerse lo que estoy haciendo con él.

Me mira durante una fracción de nanosegundo, lo que me da muy poco tiempo para respirar pero de nuevo mis labios se fusionan con los de él. Saqueándole la boca entera y quedándose con todo lo que tengo para dar.

Gime fuerte y flexiona la cadera para acercarla a la mía. Su erección cubierta por la tela de los jodidos vaqueros presiona mi sexo palpitante. Oh... Gimo y toda la tensión reprimida durante los anteriores días resurge con más fuerza que nunca, llenando mi sistema de deseo y necesidad, quería sentirlo. Todavía controlado por tal vez como pueda sentirme, Neil me besa con pasión las mejillas, los ojos, la boca y la línea de la mandíbula.

— ¿Estás aquí? — le susurro intentando calmarme mientras nuestros jadeos calientes se mezclan entre sí.

Me agarro a sus fuertes hombros y muevo la cadera contra la suya para invitarlo a que se mueva. Ya no me reconozco. Oh Neil ¿qué demonios me has hecho?

— Oh, Alondra. — jadea con la voz baja y ronca — Yo no pensé que me necesitarías de esta forma.

— Pues te necesito, creeme que sí... mucho. — le susurro con urgencia, con el cuerpo desesperado por sentir su contacto íntimo.

Le deseo. Le deseo ahora mismo. Quiero hacerlo. Quiero olvidarme de todo... menos de él, quiero que volvamos a ser uno. Bajo la mano y me ocupo de los botones de sus vaqueros. Los desabrocho en un segundo y él libera su tan pronunciada erección.

¡Madre mía!

¿Desde cuándo soy tan valiente?

¿Qué diablos me estás haciendo Neil?

Dios santo. Y eso que hace menos de un minuto estaba deseando no existir de tan solo tener que pensar en perderle.

Se levanta y me mira fijamente durante un cuarto de segundo mientras está sobre mí.

— Sí. Por favor, ya te lo he dicho. Te deseo mucho Neil, te necesito... por favor. — le pido con la voz entrecortada y llena de necesidad, pura necesidad de sentirle. Devorar sus labios, y tirar de sus rizos castaños.

Entonces con un movimiento muy sexy y sensual entra dejándome totalmente loca.

— ¡Aagh! — gimo casi en gritos de puro placer.

Gruñe al contemplar mi rostro, clavando sus bellos ojos esmeralda en mi boca y vuelve a pegar sus labios a los míos mientras me empuja una y otra vez contra él. Su lengua poseyéndome con la misma intensidad ferviente con la que yo deseé y le supliqué que me tomase.

Sus movimientos son exquisitos, sensualmente peligrosos, en cierto grado salvajes pero con un amor y una dulzura propios de este chico, todo él y su corazoncito de miel.

— A...londra... — dice con dificultad y está cerca de alcanzar el orgasmo con mucha fuerza.

Joder, no puedo creermelo. Neil está tan necesitado como yo, no, está peor que yo. Tanto estrés lo tiene perdido, sus embestidas cada vez son más y más rápidas. Me está volviendo loca, no puedo evitar ahogar un gemido que sonase como casi una invocación segundos antes de que alcanzáramos el clímax.

Él derramándose en mi interior, con la cara tensa y el cuerpo rígido antes de caer con todo su peso sobre mí jadeando y no sé por qué... Aún no me siento saciada.

Maldita sea. Este no es mi día, definitivamente. Le abrazo y respiro todo lo hondo que puedo, casi retorciéndome por el hecho de que su peso me tiene casi sin aire.

Sale de mí y me abraza durante unos minutos... casi horas. Finalmente sacude la cabeza para remover esa belleza de cabellos sudados, pegados a su rostro. Totalmente exquisito, entonces se apoya sobre los codos, quitándome de encima gran parte de su peso corporal.

Este hombre es un bloque. Me mira como si me estuviese adivinando el pensamiento.

— Oh, Alondra. Por Dios... — Se acerca y me da un beso tierno, me acaricia con su nariz y eso me hace cosquillas.

— ¿Estás bien? — le pregunto acariciándole sus adorables rizos.

Asiente, pero parece agitado y muy preocupado. Frunce el ceño y me mira intensamente a los ojos.

— ¿Y tú? — me pregunta con voz preocupada debido tal vez al recuerdo de hace un rato, mi pesadilla.

— Mmm... no mucho... — añadí, mi cuerpo se retuerce un poco debajo de él, como si un escalofrío me recorriera, como si este clamara por más y un segundo después sonríe, una sonrisa cómplice.

— Wood, veo que probaste y te gustó mucho, pareces insaciable. —murmura con sensualidad.

Me da un beso rápido y se acomoda sobre la cama.

— Siéntate. — Me esfuerzo para hacerlo y el cabello rizado se coloca hacia delante, cayéndome hasta los pechos.

Sus ojos esmeralda no se apartan de los míos mientras me separa las piernas todo lo posible. Yo me apoyo en las manos porque me parece que sé muy bien lo que va a hacer.

— ¿Qué te parece si probamos hacer otra cosa? — me dice y veo como baja la cabeza con rizos castaños y empieza a subir por mis muslos sin dejar de darme besos, mordeduras e incluso lamiendo algunas zonas de mi piel.

Todo mi cuerpo se tensa por aquellas caricias. Levanta la vista para mirarme y me percato que los ojos se le oscurecen tras las cortinas de largas pestañas.

— Te gustará, no te asustes. — dice y al segundo siguiente noto su boca sobre mi sexo.

Oh, dios mío. Gimo y siento que todo se concentra en el punto donde se unen mis piernas. Joder, no me contengo y entre el delicioso placer que me trae no puedo parar de verle, es tan erótico mirarle. Ver su lengua acariciándome. No tiene clemencia alguna, madre mía. Me volveré loca.

Noto que mi cuerpo se tensa y los brazos empiezan a temblarme por el esfuerzo de mantenerme aún.

— ¡Aah! — gritos, gemidos, es lo único que puedo decir.

Neil introduce lentamente el dedo corazón en mi interior y ya no puedo aguantar más las sensaciones, me dejo caer sobre la cama sin fuerzas apenas y disfruté del contacto de su dedo y de su boca por dentro y por fuera de mi cuerpo.

Empieza a masajearme ese punto tan dulce de forma lenta, suavemente y sensual. Unos minutos después, me atrapa el orgasmo como si fuese un torbellino. Exploto gritando su nombre con la cabeza apoyada en la cama. Creo que llego incluso a ver las estrellas. Soy vagamente consciente de que me está acariciando el vientre con la nariz y dándome besos suaves.

Extiendo la mano y le acaricio esos perfectos rizos, mientras contemplo sus bellos ojos esmeralda.

— Oh, princesa... — jadea a la vez que me rodea con los brazos, manteniéndome en su regazo.

Me acaricia la cabeza y me besa la cara. Mueve la cadera y noto más torbellinos de placer calientes y lujuriosos que surgen de lo más profundo de mi ser. Él me agarra las nalgas y me levanta en peso.

— Aag — gimo nuevamente y siento sus labios sobre los míos otra vez mientras sube y baja muy despacio, oh, tan despacio... arriba y abajo.

Le abrazo el cuello y me rindo al ritmo sensual y salvaje. Me dejo por completo en sus manos fuertes y expertas. Flexiono los muslos y hago un intento enorme por cabalgarlo, puesto que esto para mí es nuevo... Aunque me hace sentir tan bien. Me echo hacia atrás y dejo caer la cabeza. Abro la boca una vez más para dejar escapar un gemido y disfruto de esa forma tan dulce que tiene de hacer el amor. Es todo pan y miel. Le amo.

— Alondra — dice en un jadeo y se acerca para besarme el cuello.

Me agarra con fuerza y sigue entrando y saliendo lentamente, acercándome... cada vez más y más... con ese ritmo tan exquisito. Un placer delicioso quema desde lo más profundo mientras él me abraza tan íntimamente.

— Te quiero, princesa. No sabes cuanto. — me susurra al oído con voz baja y ronca y vuelve a levantarme.

Arriba y abajo, de forma seguida, lenta y tortuosamente. Le rodeo la nuca con una mano y deslizo los dedos entre su pelo.

— Yo también te quiero, más de lo que puedas imaginar Neil. — Abro los ojos y lo encuentro mirándome y todo lo que veo es su amor que brilla con tal fuerza en la tenue luz del cuarto.

Parece que mi pesadilla ha quedado totalmente olvidada. Y cuando empiezo a sentir que mi cuerpo se está acercando a aquella exquisita sensación, me doy cuenta de que nunca abría echo esto si no fuese por él.

Neil me ha cambiado desde su llegada. A puesto mi mundo patas arriba, pero con estilo y amor.

— Vamos princesa... Correte para mi... — me pide en voz apenas audible.

Cierro los párpados con fuerza y mi cuerpo se tensa al oír esas palabras acariciar su boca. Entonces me dejo llevar por el clímax y me corro como si un huracán se desatase en mí. Él se queda quieto con la frente apoyada contra la mía y susurra mi nombre muy bajito, me abraza y también se abandona al orgasmo.





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