La asíntota del mal [#1] - ✔

By Jos13JR

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¡FINALISTA WATTYS 2022! Miranda Roux está por cumplir tres años de noviazgo con Hunter Armentrout. Sin embarg... More

Epígrafe
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2018: Ofrendas de amor
Glosario

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By Jos13JR

—Sí, pero ¿por qué?

—Ya sabes lo que dicen del arte, te ayuda a liberar emociones y a sentirte libre de expresar tus ideas más locas —Hunter se aceró a mí lentamente, como si yo fuese su presa—. No digas que no es cierto, porque te conozco, Miranda.

—Sí, sí, está bien —levanté las manos en señal de rendición—. Pintemos, si es que tienes pensado manchar tu camisa. Tu madre se volverá loca cuando te vea.

Hunter se miró a sí mismo, luego me sonrió.

—Me la puedo quitar, ¿sabes? Si es lo que quieres.

Puse los ojos en blanco.

—Mi madre podría entrar y si te viera así… es posible que le dé un ataque.

—No sucederá —se defendió—. Además, estoy seguro que mis increíbles abdominales le sacarán más de un suspiro.

—Espero que sea una de tus ya desgastadas bromas —le regañé, al mismo tiempo que me levantaba para ir a buscar mis instrumentos de pintura y todo lo que necesitaríamos.

Hunter se apresuró a ayudarme, como todo un caballero.

Desplegamos sobre mi mesa de trabajo varias cajas de crayones de madera, plumones de distintos colores, un par de acuarelas, pinturas de aceites y uno que otro juego de témperas. Tomé varias hojas en blanco e incluso decidí usar varios de los pinceles que mantenía reservados para una ocasión especial.

Tendría que usarlas algún día y que mejor hacerlo con Hunter, el chico que amaba escuchar música, hacer chistes sin importar el momento, lidiar con la ausencia de un padre y a pesar de todo eso, tratar de ser feliz.

Dispuesto o no, lo ayudaría a fortalecer una de sus habilidades menos preferidas.

—¿Cuál de todos quieres usar? —le pregunté a Hunter.

—¡Cielos! Sí que hay mucho de donde escoger, amor —respondió, haciendo un gesto pensativo—. ¿Qué me recomiendas?

Le di un ligero empujón con la cadera.

—Tú serás el artista, bobo —esbocé una torpe sonrisa—, elige tus herramientas y haz magia con ellas. No es algo del otro mundo.

—Usaré las acuarelas, si me permites —usó una voz dramática mientras hablaba—. Al menos sé que mi arte no va a impresionar a nadie.

—No es verdad —comenté para animarlo un poco—. El arte puede tener un enfoque objetivo y también subjetivo, por esa razón es que todos lo percibimos de diferentes formas. Lo mismo pasa con la belleza, el pensamiento y el amor.

Él no pareció cuestionar mis palabras, simplemente tomó las acuarelas, unos pinceles y un par de hojas para empezar a dibujar.

No actuaba raro muy seguido, pero cuando lo hacía, no me gustaba nada.

—¿Quieres usar la mesa?

Hunter negó varias veces.

—Así estoy bien.

Ya concentrada toda su atención en sus ideas, empezó a dibujar.

En silencio, yo también me dispuse a hacer lo mismo.

A primera instancia pensé en plasmar un paisaje, de esos que solo contaban con dos o tres montañas seminevadas como fondo principal, en el centro una hilera de árboles verdes y frondosos, en la parte inferior un lago de aguas transparentes y el cielo salpicado de tonalidades cálidas y encantadoras que no se veían a menudo en Hillertown.

Sin embargo, no hice nada de eso.

—Quiero ver lo que hiciste —Hunter mantenía su hoja oculta en su pecho—. Seguro será mejor que el mío.

—Ya vas a empezar —le advertí, ocultando también mi hoja—. Muéstrame el tuyo primero —Hunter curvó las cejas de manera provocativa—, tu dibujo, quiero decir.

—No, tú primero —respondió, mientras se acercaba a mí.

—Ambos al mismo tiempo, ¿te parece?

—A la cuenta de tres.

Intercambiamos una mirada nerviosa y llena de emoción.

—Uno…

—Dos…

—¡Tres! —gritamos al unísono, en tanto girábamos nuestras hojas.

El dibujo de Hunter no era muy simple ni muy complejo, pues consistía en una manzana bastante simétrica colocada en el centro, tanto en la parte superior como inferior había un racimo de uvas de diferentes tamaños.

Cuando notó mi mirada inquisitiva, frunció el ceño.

—No te gustó, ¿verdad?

—¿Qué? ¡No! —exclamé—. Me encanta lo que hiciste con las hojas, casi puedo creer que son de verdad. Y el ángulo de la sombra en la parte de abajo te quedó muy bien —dije y no mentía. Era evidente su esfuerzo y el resultado era estupendo—.  Incluso lograste que la manzana se viera realista. Usaste los colores adecuados y en serio me gustó. Y mucho.

—Nah, pero el tu… ¡Santo cielo, Miranda! ¿Soy yo? Dime que no soy yo, por favor.

Hunter miraba atónito mi dibujo.

Y en efecto, era él.

Traté de retractarlo cuando estaba recostado en aquel árbol el día anterior. Se veía muy feliz, entusiasmado y relajado, y me pareció un lindo detalle guardar esa imagen de mi mente ahora en una hoja.

No fue fácil, pero la técnica del claroscuro era a veces funcional.

—Te luciste, Miranda —Hunter me dio un beso—. Tienes un talento asombroso. No cabe la menor duda de que tengo a la novia más talentosa del mundo —su reacción era autentica y me conmovió—. Pero, debo preguntar por qué ese dibujo…

Respiré hondo antes de dar mi respuesta.

Esperaba que no lo tomara a mal.

—Creí que sería buena idea plasmar tu valentía al enfrentar un problema que probablemente será temporal —mi pecho empezaba a subir y bajar con algo de rapidez—. Además, te veías guapo y quise retratarte…

Hunter me miraba en completo silencio.

Tuve que aguantar varios segundos incomodos, deseando que mi iniciativa no me pasara factura más adelante.

—¿Te gustó?

Hunter ladeó la cabeza, como si analizara su propio retrato y hallar uno que otro defecto inexistente en él.

—Me encantó… en serio me encantó.

—¿De verdad?

—Claro. ¿Me la puedo quedar? —inquirió.

Ah, eso no me lo esperaba.

Solté un suspiro y me sentí tranquila.

—Sí, siempre y cuando yo me quede con la tuya —le extendí la hoja. Él la tomó con cuidado, como si fuese de un material valioso y temiera hacerle algún tipo de daño.

—Espero que mi dibujo no te dé pesadillas por las noches —comentó él.

—Me hará sentir mejor, cuando lo necesite.

Fui a mi mesa de trabajo, tomé un clip y colgué el dibujo que hizo Hunter sobre un cartel dispuesto en la pared, junto a mis diplomas y reconocimientos como concursante en eventos artísticos del colegio.

No tenía todo organizado, desde luego, pero ahora se veía más decente.

—Se hace tarde y me tengo que ir ya —comentó Hunter.

Era evidente el cansancio en su expresión.

—Por supuesto. Debes descansar. Ha sido un largo día.

—Y falta ir a la biblioteca mañana —me recordó.

—Sí, es verdad.

Hunter tomó su chaqueta, también el dibujo y juntos bajamos las escaleras. Nos topamos con mi madre, que le hizo un gesto de despedida y siguió su camino.

—Te veré mañana después del desayuno —dijo Hunter.

Le di un abrazo, teniendo cuidado de no estropear el dibujo.

—Claro, aquí te esperaré.

Tras un último beso de despedida, finalmente se alejó.

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