No me matéis, ya sabéis que yo os quiero.
¿Qué pensáis de la pulsera?
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Amoos
Me pase toda la mañana del miércoles viendo a gente repetir la misma rutina. Para cuando le tocó a la décima persona, desconecte. Mis pensamientos como siempre se fueron a Débora. Anoche cuando la acompañe al trabajo no dejaba de pensar en cómo darle mi regalo. No quería que pensase que era un idiota demasiado sentimental a pesar de que lo era desde que la había conocido. La pulsera era una manera de mostrarle quien era. El colgante de la bailarina claramente era ella. A su lado la luna, que a pesar de unirnos, era también la causa de nuestra separación. Y finalmente el lobo Era mi manera cobarde de explicarle quién era y nuestro destino. Ensimismado como estaba pensando en ella, no me di cuenta de que había llegado la hora de anunciar quienes pasaban y quienes no. Me limité a observar y escuchar los nombres. No comprendía porque me habían pedido participar en esto. Sinceramente, solo había aceptado para pasar más tiempo con Débora, pero al parecer eso no iba a pasar.
Tras nombrar a los afortunados que pasarían a la siguiente fase, la sala se fue vaciando poco a poco. Diez minutos más tarde me encontraba solo en ella, recogiendo mis cosas para ir a buscar a mi chica. Sonriendo decidí pedirle una cita. Quería llevarla a una cena de gala que iban a dar en mi casa de aquí a una semana. Era un evento para recaudar dinero y donarlo a los más necesitados. Iba a ser la ocasión perfecta para presentarla a mi manada y pedirle ser mi novia.
-Holi -sorprendido por la inesperada intrusión, deje caer al suelo mi chaqueta. Al darme la vuelta, vi a una chica un poco más baja que mi hermana. Tenía el pelo tan oscuro como el ala de un cuervo y los ojos de un azul frío y sin vida Tarde menos de tres segundos en reconocerla. Hace unos años la vi en el bosque persiguiendo a un joven. Aquel día habían logrado sortear la vigilancia nada menos que tres vampiros. No pudimos salvar la vida del joven, y ella tuvo que presenciarlo todo. Vio como los vampiros perseguían a su amigo. Vio como lo asesinaban. Nos vio a nosotros. La pobre no pudo soportarlo y cayó desmayada en el suelo. Uno de los míos llevo el cuerpo casi sin vida al borde del bosque, para que pudieran intentar salvarlo. Yo sin embargo, me encargué de llevarla donde se encontraban el resto de adolescentes borrachos. Nunca más supe nada de ellos -Uy perdón. Te he asustado.- dijo entre risas mientras me cogía la chaqueta.
-No pasa nada, tranquila.- le dije sonriendo- Solo es que eres muy silenciosa. No he podido escucharte llegar.- añadí sorprendido. Discretamente olfatee la sala. Nada. No podía oler nada en ella.- Perdona ¿Cómo dices que te llamas?
-Sharon.- dijo ella con voz aguda y tendiéndome la mano sonriente- He escuchado hablar mucho de ti. -me confesó susurrando- Creo haber escuchado que estas saliendo con una pelirroja de la Academia.
-Si. Salgo con Débora.- dije sonriendo al pensar en ella- No me había mencionado nunca que erais amigas.
-Somos íntimas- dijo mientras se acercaba a mi y me pasaba la mano por el brazo. Mentalmente trate de imaginarme a Débora y Sharon juntas me costó la vida.
-Interesante. Le comentaré que he hablado con- en menos de dos segundos se había acercado a mí lo suficiente para besarme. Yo tarde menos en apartarla de mí- ¿Pero que diablos te crees que...? -a mis espaldas pude escuchar un grito ahogado y luego unas pisadas alejándose a gran velocidad. No me hizo falta oler la sala para saber qué se trataba de Débora. Enfadado me gire hacia Sharon y le cogí de la camiseta- No se te ocurra jamás volver a acercarte a mi ¿me has entendido? -a pesar de estar usando mi voz de alfa, ella ni siquiera pestañeó. Frustrado la solté y fui corriendo tras Débora. Antes de salir, recogí del suelo la pulsera. No podía perderla, no cuando acababa de encontrarla. Tarde menos de un minuto en llegar a ella. A pesar de sus patadas y movimientos bruscos, la mantuve entre mis brazos con facilidad. Parecía una fiera encarcelada y llena de ira. Odiaba verla así. Odiaba que por mi culpa, por no ver venir lo que tenía en mente Sharon, ella estuviese en ese estado.
-¡Suéltame!- me grité llena de rabia- ¡Que me sueltes te he dicho! -al ver que no le hacía caso, pataleo con más fuerza. - ¡Déjame!
-Débora, déjame explicarme. No es lo que tu crees. No sabía que me iba a besar. La he apartado enseguida Débora. Tienes que creerme.
No podía verle la cara, pero notaba su enfado. Era comprensible. De haber sido yo, hubiese acabado con el que la hubiese besado. No hubiese podido controlarme y irme como había hecho ella. Entendía su enfado y dolor. Pero no lo había hecho adrede. Jamás la traicionaría de esa manera tan cobarde. Al notar que ya estaba más tranquila, la solté. Notaba su tensión en la espalda. Sabía que su cabeza era un hervidero de preguntas y pensamientos. Solo esperaba que me perdonase y se diera cuenta de que era inocente.
-Quiero que me cuentes lo que ha pasado. Quiero que me digas por que os habéis besado.
-Estaba recogiendo todas mis cosas para ir a verte cuando entro Sharon y me habló de ti. Me dijo que erais amigas y me pregunto si estaba saliendo contigo. Le dije que si y en un segundo la tenía encima mía. No lo vi venir. -me excuse mientras ponía mis manos en sus hombros- La aparté enseguida Débora. Apenas llego a tocarme -le dije sabiendo cuanto le dolía.
-No paro de veros besándoos en mi cabeza. No para.-me dijo con lágrimas en los ojos mientras se giraba a mirarme. - No comprendo porque me afecta tanto, pero veros junto me ha dolido. No solo emocionalmente, sino que también ha sido físico. Se que es una locura. Lo se pero sentía como si me hubieran apuñalado Amoos. Y no deseo volver a sentirme así jamás. -dijo mirándome muy seria- Te perdono. Se que no a sido culpa tuya. Sharon es una manipuladora patológica. Pero aun así necesito tiempo. No solo para pensar sino también para centrarme en el concurso. Estas semanas no puedo permitirme distracciones.
-De acuerdo. Tomate todo el que necesites. Te parece bien que siga viéndote después del trabajo. Me sentiré más tranquilo si puedo acompañarte a casa y saber que estás a salvo.
-Claro- me dijo sonriendo entre lágrimas- ¿Me devuelves la pulsera? Me arrepiento de haberla tirado al suelo. -me confesó agachando la cabeza avergonzada. Sin decirle nada le coloque la pulsera de nuevo y al acabar bese su mano. De camino a su casa reinó el silencio entre nosotros. Fue uno cómodo y agradable. Al despedirme de ella volví a mi casa y reunía a mis hombres más fieles. Algo era sospechoso en aquella joven de la Academia, y pensaba descubrir que era.
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¿Esta siendo Débora muy injusta? ¿Amoos podría haberlo evitado? Y la pregunta más importante..... ¿Quién más odia mucho a Sharon?
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