Marcada Por Un Mafioso©

By Crowe_Raven_

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⭐Trilogía Obsesión💎 Libro I ⚜⚜⚜⚜⚜⚜⚜⚜⚜ Adam el diablo italiano como lo conocen en el mundo... More

😐Advertencia⛔
❤Personajes❤
Prólogo ✔
Capitulo 1 ✔
Capitulo 2 ✔
Capítulo 3 ✔
Capitulo 4 ✔
Capitulo 5 ✔
Capitulo 6 ✔
Capitulo 7 ✔
Capitulo 8 ✔
Capitulo 9 ✔
Capitulo 10 ✔
Capitulo 11 ✔
Capitulo 12 ✔
Capitulo 13 ✔
Capitulo 14 ✔
Capitulo 15 ✔
Capitulo 16 ✔
Capitulo 17✔
Capitulo 18 ✔
Capítulo 19 ✔
Capítulo 20 ✔
Capítulo 21✔
Capítulo 22✔
Capitulo 23✔
Capitulo 24✔
Capitulo 25✔
Capitulo 26✔
Capítulo 27 ✔
Capítulo 28✔
Capítulo 29✔
Capítulo 30✔
Capítulo 31✔
Capitulo 33✔
Capitulo 34 ✔
Capitulo 35 ✔
Capítulo 36 ✔
Capitulo 37 ✔
Capitulo 38✔
Capitulo 39✔
Capitulo 40✔
Capitulo 41✔

Capitulo 32✔

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By Crowe_Raven_


Rusia

Katherine

El sonido del cristal y el bronce en el suelo resonó por todo el despacho de Vladimir mientras me quedé en su asiento sin mover una pestaña.

—¿Tú eres quién? —gruñó mientras me miraba como nunca lo había hecho. —¿Estás loca? ¿John se volvió loco? ¿Cómo pudo permitir esta locura?

—¿Lo es? ¿Es una locura ser por primera vez la que hace temblar y no al revés? Me gusto más ahora, mucho más que la estúpida e ingenua que fui. —seguí sin moverme de la butaca. —Te lo conté porque no quería que pensaras que estaba metiéndome en tu territorio. Lo que quiero está en el horizonte, no aquí. La pérdida de mercancía que has tendido no es por mi causa y convenientemente el diamante estaba ahí para ser apuntado.

Me miró por un largo tiempo tratando de discernir si estaba contándole la verdad.

—¿Y Draskov? ¿Fuiste tú?

—El Vory es mío. —Me descrucé de piernas y me levanté mientras el daba otro golpe en la mesa. —Y si, me deshice de lo que me estorbaba. Puede que sea tu hija, pero tu imperio está cimentado sobre otras cabezas que no van a aceptar en su territorio a un extraño. Ahora lo tendrán que hacer si o sí. Por que no creo que prefieran separarse del Vory y mucho menos ir en contra.

Mi padre asintió lentamente sopesando algo en su mente.

—Te sientes poderosa e imparable y eso te mantiene sobre tu cabeza. Encontrarás que, para mantener el trono, tienes que alimentar el trono. Y tú eres la comida. —Se sentó en su silla con una expresión que le sumaba edad, casi parecía cansado. — Déjame solo.

Di un paso hacia su escritorio para tratar de razonar con él.

—Papá...

—No me voy a repetir, Katherine.

Asentí y salí de su oficina para toparme con Joshua. Negué con la cabeza y sus hombros se desplomaron en simpatía. Me tomó por el brazo y nos bajó hacia el salón que ostentaba la chimenea mas grande que había visto. Sentados en el sofá nos miramos por un rato.

—¿Que está pasando? Desde que volviste de New Orleans, las cosas por aquí han estado frías. Y tú has estado ausente. ¿Qué me perdí?

—Que todos me odian. —bajé la amargura con un trago de la botella que tenía al alcance. Papá siempre tenía una en la mesita que se encontraba entre el sofá y los demás muebles. —Excepto John, pero eventualmente lo hará y se irá.

Joshua se quedó inusualmente callado haciendo que le viese con el ceño fruncido. Sus ojos nunca encontraron los míos y sus manos estaban en un fuerte agarre en su regazo.

—¿Qué?

—Creo...—se acomodó. — Sé que se está preparando para viajar, le pidió a Víctor no sé qué para el viaje porque sería largo. Creí que tenías conocimiento sobre esto. —su voz se pierde en un susurro y miré las escaleras que llevaban a mi ala.

Me empiné la botella hasta que las lágrimas salieron despedidas por mis mejillas. Me hundí en el sofá ahogando lo que tenía escociendo en el pecho. Si se quería ir que se fuera, no iba a ser el primer hombre que lo hacía. Me costó levantarme del primero, el segundo casi me mata y este no va a hacer que me hunda en la miseria.

—Quizás sea lo mejor. —me llevé la botella a la boca de nuevo. —No puedo sacármelo, lo tengo marcado en cada centímetro de mi cuerpo, en mi corazón, en mi interior...—lo miré a los ojos— él me lo dijo. —Joshua me miró con el ceño fruncido. —Que yo estaría marcada por él. No le hice caso y en el proceso estoy hiriendo a John, él no se merece eso, merece que alguien lo ame completamente. Quisiera ser esa persona, pero no puedo. Dios sabe cuanto me gusta ese hombre allá arriba y lo que daría por devolver lo que él me da. —me limpié la cara y me terminé la botella. — Estoy rota y estoy dañando todo lo que me toca.

—No pienses así. ¿Te has propuesto si quiera intentarlo de nuevo con el italiano? Por lo que me constaste, él no está mucho mejor.

—No digas estupideces. —negué con la cabeza tratando de despejar la neblina que ocupaba mi mente. — ¡Soy el maldito Diamante Ruso! No solamente me alié a sus enemigos, le robé sus contactos, maté a su mayor proveedor. Lo utilicé como a una prostituta, me aproveché de que subestimara esta cara de ángel que una vez conoció para meterme en su casa, su empresa y su imperio. —Una risa amara salió de mi garganta. — ¿crees que me lo va a perdonar?

Joshua me quitó la botella y me puso el móvil en la mano.

—Hay una forma de saberlo. —se levantó para irse. La cabeza me daba vueltas —Creo que llevas la ventaja porque aún no te ha superado.

Marqué el numero que me sabía a pulso y al tercer tono levantó la llamada.

— ¿Con quién tengo el placer? —¿Cómo era posible que su voz causara tanto efecto en mí? No pude evitar que mi respiración se entrecortara y mi corazón latiera más rápido. — ¿Hola?

— Hey...—suspiré.

Al otro lado de la línea se oyó un estruendo y un batir de sábanas. Estaba durmiendo.

— ¿Preciosa eres tú? —había un tono de anhelo en su voz casi febril.

— Solo quería decirte...—dije con la lengua enredada y controlé a duras penas un sollozo. — No quiero que me odies también.

— ¿Nena estás llorando?

—No, estoy borracha y triste. Y probablemente me arrepienta mañana, pero aún estoy...

— Adam... vuelve a la cama cariño... —la voz de una mujer lo llamó y todo se asentó de mala manera. Me dejé caer en el sofá con el antebrazo en los ojos. No era ajena a que las mujeres pasaban por su cama, pero nunca en la cama de su ático. Y según el localizador que le había puesto, ahí era donde estaba.

—No es lo que piensas...

—Olvida lo que dije, el alcohol es un mal concejero. — y Joshua también. Colgué y amortigüé el llanto en mi pecho. Nadie jamás volverá a oírme llorar. Unos cuerpos enormes y peludos se subieron sobre sofá acurrucándose a mi lado hasta que me quedé dormida.

**

Adam

Entré a la sala de la nueva casa que Fabrizzio había comprado para él y su esposa. Una cosa gorda y rechoncha salió corriendo con la lengua afuera escalera abajo y se paró en alto mirándome ocupar su territorio. Su pose cambió afincando sus patas delanteras y sacando un pecho musculoso, sus orejas puntiagudas y bien firmes me dijo todo lo que necesitaba saber.

—Señora Mussolini. —llamé a Marie.

Unos pasos apresurados se oyeron por las escaleras y apareció con ropas viejas y llenas de pinturas.

—Estaba dibujando con los niños. —Alcé una ceja, según mis conocimientos Fabrizzio no tenia hijos, ni ella tampoco. —Los huérfanos de Rellik no los recogen los fines de semanas ni en las festividades. Al menos puedo darles un poco de lo que los otros tienen.

—No pedí explicaciones. —dije ligeramente.

—Lo sé. —se cruzó de brazos. —A mi me dio la gana de darlas.

Nos quedamos mirándonos por un par de segundos. Jamás nos caeríamos del todo bien, pero podía con un trato cordial.

—Asumo que Fabrizzio no está.

—No lo habrías asumido si hubieses llamado. —sus ojos se entrecerraron hacia mí.

Eso me hizo ladear la cabeza. Algo estaba pasando y sus dagas usualmente ya no eran tan afiladas como antes.

—¿Qué pasó?

—¿En serio tienes que preguntar? —soltó enojada y el perro me gruñó poniéndose frente a ella en modo protector. —Ella sabe que no eras un monje precisamente, pero que cagada la tuya por no tener la decencia de salir de la habitación de tu amante mientras hablabas con ella. Lo volviste a joder y sabes qué, la arrojaste a los brazos abiertos del ruso.

Apreté mi mandíbula recordándome que era la esposa de mi hermano y no alguien a quien podía estrangular fácilmente.

—Y eso te debió alegrar, supongo.

—Supones mal. Si, estoy agradecida con el tinieblo por todo lo que ha hecho con Katherine y lo que hizo por mí. Pero prefiero un estúpido conocido que un estúpido por conocer. Al menos a ti te puedo gritar y decirte cosas en la cara sin el temor de amanecer muerta al día siguiente. A diferencia de ti, no soy estúpida.

Le pasó la mano al perro que no se había movido ni un centímetro de donde estaba con sus ojos sobre mí.

—¿Verdad que no hay motivos para morder a tu tío? A menos que se vuelva a comportar como un tonto, entonces sí. —le achuchó con voz de niña irritante. —¿Quién es el Pudin de mami?

El perro empezó a mover el mocho de cola y a sacar la lengua para quitar su atención sobre mí. Negué con la cabeza. Solo ella le pondría Pudin a semejante perro rabioso.

—Vamos arriba. —ordenó sin mirarme.

—Mejor regreso otro día...

—No estaba preguntando. Arriba, ahora. No quiero a mi mejor amiga al otro lado del mundo. La quiero aquí y feliz. Desgraciadamente tu eres el ingrediente vital para esta receta.

Caminó sin mirarme otra vez. En otras circunstancias no la seguiría, pero la situación en la que me encontraba no me quedaba de otra. Quería recuperar a mi mujer a como diese lugar. Y si esta loca tenía la respuesta, la escucharía.

—¿Tan malo es?

— Se va a llevar a su abuela. ¿Qué te dice eso?

—Mierda. —mascullé entrando en una habitación donde cada par de ojos de diferentes edades me miraban fijamente.

—No se dicen malas palabras. —me regañó un niño de espejuelos y cabello rubio. —¿Verdad Marie?

Con una sonrisa le respondió esta.

—Así es. Niños les presento a uno de los mayores benefactores de Rellik, Adam Mazzini.

—No soy el mayor bene... —le susurré por lo bajo.

—Oh, pero lo serás. —respondió de la misma forma. —Espérame aquí, vengo ahora con la merienda

—¿Qué es un benefactor? —preguntó una niña de motonetas negras.

—Lo dimos la semana pasada. Son personas que donan dinero para la escuela.

Todos me miraban escaneando cada parte de mi cara y mis manos. Estaban buscando debilidades, lo reconocí de mis años de entrenamiento a los once años.

—Eres el hermano de Fabrizzio. —dijo uno de ellos.

—Mamá Marie dijo que él tenía dos hermanos, uno es nuestro Evans y el otro debe ser él. —expuso una pequeña de ojos ámbar.

—No se ve tan divertido como Evans. Parece malo. —dijo la niña de las motonetas negras ladeando la cabeza hacia mí. — Y nosotros nos deshacemos de los malos.

—Mamá Marie nos enseñó que la familia no se toca, Sofía. —regañó el rubio de las gafas. —Además si es el mayor benefactor, deberíamos estar agradecidos. Su dinero hace que vivamos bajo techo, con el estómago lleno y con mantas calientes que nos arropan. Y sobre todo, nos bañamos todos los días, con agua caliente y el chocolate ya no es un imposible, ni el que nos lean cuentos antes de dormir.

Todos los niños bajaron las cabezas ante las palabras de aquel enano. Lo único que me quedaba por hacer era respirar hasta que Marie volviera.

El único niño que no había hablado en todo el suceso levantó la cabeza y me miró a los ojos.

—Puede contar con que no amanecerá con moscas en la boca por nuestras manos. —las demás cabezas asintieron solemnemente. ¿A dónde me llevó esta loca? ¿Y que demonios están criando en ese instituto?

Marie entró con una bandeja llena de pedazos de pastel.

—¿Qué me perdí?

— Estábamos siendo civilizados. —sonrió de manera angelical la niña de las putas motonetas negras.

Marie me miró dejando la bandeja en la mesita a merced de los pequeños demonios.

—Te espero afuera. —salí de la habitación sin pensarmelo un segundo más.

El móvil sonó mientras me quedaba en el rellano de la escalera.

—¿Dónde estás? No tengo buenas noticias.

—En tu casa, habla.

Katherine

Observé mientras los tres lobos sacian su hambre, destrozando la carne en direcciones diferente. El sonido de la piel estirándose y rompiéndose me producía escalofríos, ahora solo era el sonido más. A pesar de que Aro era el macho, Nadia era la indiscutible líder de aquella manada.

—Bonito ¿no es así? —pregunté a la persona que tenía al lado.

La miré apartando sus risos rubios y pensar que alguna vez la consideré por encima de mí.

—Asiente o niega, no me hace falta oír tu voz. —murmuré terminando de colocar el rizo detrás de la oreja y acariciar su rostro maullado. —Te estoy mostrando mas misericordia de lo que tú me mostraste a mí.

Mi mano bajó a su barriga un poco abultada y acaricié levemente sintiendo pataditas tímidas. Mi puño impactó contra su mejilla abriendo la piel de su pómulo.

—Quiero que sepas que la única razón por las que esos lobos no te arrancan una pierna es porque quiero que traigas a ese bebé sano y salvo. —la tomé por la mandíbula. —Nunca debiste aliarte con ese pedófilo. Yo tendría a mi bebé en mis brazos y tú gastándote el dinero de tu padre. Míranos ahora, no teniendo lo que queremos.

Su garganta hacía pequeños gorgojeos de lástima que no me llegaban ni a lo tobillos.

—No siento lástima por ti, a pesar de que sé lo que te hicieron. Debería, al fin y al cabo somo mujeres y todo ese discurso de la hermandad. Pero mi odio por ti supera cualquier sentido de moralidad que me queda. Cuando pienso en como te arrancaron la lengua y rompieron todos tus dientes para que te cupieran mas pollas en la garganta, en vez de horrorizarme, lo que me pareció fue poquito. —la agarré por el cuello apretándola. — ¿Sabes lo que les hacían a las mujeres como tú en la Bratva? Les metían una pera de hierro y se abría de par en par cuando tiraban del gatillo. Se desangraban y morían con el dolor en la cara. Quiero más que solo minutos de dolor para ti, quiero que conozcas todo el arsenal con el que me enseñaron a jugar mientras lloraba la perdida de mi bebé. Bienvenida a tu nueva vida, Gina.

Solté su garganta aliviando el color casi morado de su cara. Observé a uno de mis hombres y me siguió fuera de la cabaña. Me saqué los guantes ensangrentados y los tiré en el bote de basura.

—¿Que costó su secuestro?

—Interceptamos el burdel y la dueña del local fue muy cooperativa. Resulta que mantenía una lista de todos los hombres que visitaban los cuartos. El apellido Mazzini no figuraba en ellos. Sin embargo, había un hombre que la visitaba mucho, no tenía apellido, solo Andrés.

—¿Y luego?

—Quemamos el lugar hasta los cimientos con la dueña dentro. A las mujeres que mantenía obligadas quedaron libre y con la certeza de que fue el Diamante quien las liberó. Tu nombre se esta esparciendo por toda New Orleans como canicas sobre el mármol.

Alcé una ceja.

—¿Y esa emoción que noto en tu voz?

—Perdón, pero es que...muchos de nosotros en el Vory pensábamos que no lo tenía en usted, pero me alegro habernos equivocado. Usted nos quitó la cadena invisible que teníamos con la Bratva y nos está poniendo al mismo nivel. Y sería un honor morir por y para usted. —se paró firme con la mano en un puño en su corazón. —Mi señora.

—La única cadena que tenían, era la que los antiguos líderes del Vory ponían sobre ustedes. La Bratva solo estaba ahí y se acostumbró al amigo fiel mientras su dueño se quedaba con los beneficios. —Me puse los guantes nuevos cubriendo mis manos. —Dale buena comida con alta proteína y hazla beber mucha agua. No me gusta el aspecto delado que tiene para estar embarazada. No tengo que decirte lo que pasará si alguien la toca ¿no?

—Nadie entrará por esa puerta. La mujer dormirá tranquila y cómoda en la cama de la cabaña.

—Toma una foto de ella cuando esté dormida y envíamela, puede que me sirva en un futuro.

Entré al auto que me esperaba con los tres lobos adentro, el todo terreno alzó la tierra húmeda hasta salir rumbo a mi casa. Tenía un sabor amargo en la boca y no tenía nada que ver con que esa mierda estuviese emparentada conmigo, todo tenía que ver con ese puto embarazo. 

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