❝HOGWARTS❞
ATENEA, HARRY, HERMIONE Y RON ABORDARON EL TREN HACÍA HOGWARTS con emoción.
- ¿Creen que encontremos algún compartimento vacío? - dijo atenea mirando hacía todos lados
- Vengan - dijo hermione señalando con la cabeza a un compartimento con un hombre tapado y al parecer, durmiendo - los demás están llenos - explicó y los tres asintieron para adentrarse al compartimento. Harry se sentó junto al hombre mientras que Hermione y Ron se sentaban juntos en el asiento de enfrente. Atenea se sentó junto a Harry, algo apretada e incómoda entre lo dos hombres.
- Oh, no, ni se te ocurra, Hermione - dijo Ron viendo que Hermione hacía ademán de abrir la canasta de Crookshanks
- Es un gato Ronald, que esperabas, está en su naturaleza - hablo con obviedad hermione soltando el amarre de la canasta de su gato
- y que con Diana, ella no ha querido atacar a Scabbers
hermione hizo caso omiso al pelirrojo y su gato se dejó ver majestuosamente con sus ojos amarillos mirando hacia todos lados, como si estuviera analizando, para recostarse en el regazo de Hermione después.
Atenea miró hacía el hombre dormido
- ¿Quién es? - dijo Ron mirándole también
- El profesor R.J Lupin - dijo Hermione
- Lo sabes todo, - dijo Ron - ¿porqué lo sabe todo?
- Lo dice en su bolso, Ron - indicó hermione acariciando el cabello de su gato.
Atenea giró y se encontró con la mirada de Harry
- Que sucede, Harry - dijo la castaña frunciendo las cejas. El azabache sacudió levemente su cabeza y pareció reprocharse a si mismo. La ojiazul levantó los hombros.
— Les tengo que decir algo — mencionó Harry
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La castaña abrió los ojos. Se había quedado dormida pero despertó sintiendo a su gato saltar de su regazo hasta Hermione por Crookshanks. Ambos felinos empezaron a jugar
- Oh, despertaste, Nea. - dijo Hermione mirando a su hermana - la señora de los dulces pasó y te compré un par de varitas de regaliz, se que las amas - mencionó Hermione haciendo sonreír a Atenea
- Gracias, Herms. - la castaña, luego de agradecer, tomó las varitas de regaliz y le dió un mordisco a una - ¡Tenía tanta hambre! - dijo eufóricamente haciendo a Harry, Ron y Hermione reír, mientras que el azabache le robaba una varita de regaliz a Atenea.
Atenea, con los ojos perdidos, sintió que el tren empezaba a aminorar la marcha
-¿Ya hemos llegado? - cuestionó Atenea frunciendo el ceño y a la vez tomando a Diana en brazos.
- Lo dudo — dijo Hermione igualmente frunciendo el ceño. Las luces de el vagón se apagaron y Harry se levantó para abrir la puerta del compartimento y vió a una línea de cabezas curiosas para saber que pasaba. — Auch, Ron, me pisaste — dijo Hermione viendo al susodicho mientras que Atenea reía.
Harry se volvió y se sentó nuevamente.
De pronto, Ron colocó su mano izquierda— ya que la derecha estaba ocupada sujetando a Scabbers— en el vidrio de la ventana para mirar hacía afuera, con algo de miedo
— Creo que alguien va a subir... — la azabache se estremeció al sentir un ruido indicando que lo que dijo el pelirrojo era verdad.
Un frío caló sus huesos y se sintió terriblemente triste, sin saber el porqué.
Un espectro—según Atenea— se dirigió a su compartimento y Atenea vió, temblando, cómo una mano salía de los ropajes negros de el espectro.
La puerta se abrió y Atenea se estremeció y buscó la mano de Harry—porque siempre que tenía miedo le tomaba la mano a alguien— y la encontró para tomarla
El azabache se dió cuenta de esto pero, por la costumbre, no hizo nada.
El espectro aspiró, fuertemente cómo queriendo aspirar algo más que aire. La azabache se sintió mal y se puso pálida. muy, muy pálida.
De pronto, el profesor, raramente despertó y murmuró un hechizo ahuyentando al espectro.
Harry se desmayó en el regazo de Atenea, ya que estaba a su lado.
— ¡Por merlin, Harry! — esto fue lo último que escucho Harry además de su mamá gritando su nombre.
Atenea dió pequeños golpes en las mejillas de Harry tratando de despertarlo y las luces volvieron
— ¿Que fue eso? — preguntó Hermione
— Eso fué un Dementor — respondió Lupin recibiendo las miradas de los tres chicos.
Atenea dió un pequeño salto cuándo Remus partió una tableta de chocolate en dos.
Harry despertó y Hermione, con cara asustada, le alcanzó sus lentes.
— gracias — murmuró harry algo pálido — que sucedió?
— te desmayaste, harry
— si, come esto, te va a ayudar, es chocolate — dijo el hombre que estaba dormido pasándole un pedazo de la tableta de chocolate a Harry— tú igual — le alcanzó la otra parte de la tableta a Atenea, quién la recibió con una sonrisa.
— Atenea, estás muy pálida — dijo Ron
El hombre que estaba dormido, ósea Remus, abrió los ojos cómo platos cuando escuchó ese nombre. Atenea.
— ¿Que fué esa cosa? — dijo Harry aún con la tableta de chocolate en manos
— Era un dementor, uno de los guardias de Azkaban. Ya se fué. Estaba buscando en el tren a Sirius Black — explicó el licántropo, para luego enderezarse y alzarse de el asiento. — Con su permiso, necesito hablar con el conductor — dijo. — Coman, se sentirán mejor.
Harry y Atenea le dieron un mordisco a la tableta de chocolate al mismo tiempo. Atenea sintió un calor que se extendía por todo su cuerpo y su cara empezó a tomar color. Hermione tomó a Crookshanks en brazos mientras que Atenea hacía lo mismo con Diana.
— Te pusiste rígido — dijo Ron — Creímos que quizá te había dado un ataque, pero como Nea dijo, te desmayaste
— Y alguno de ustedes tres...ya saben.. se desmayó? — inquirió Harry
— No — respondió Ron — pero me sentí raro. Cómo si me sacarán la alegría
— Pero alguien estaba gritando — siguió Harry con la mirada algo perdida.
— Nadie estaba gritando, Harry.
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Al llegar a Hogwarts, el cuarteto de oro se ubicaron en una carroza solos, con Harry aún con la mirada perdida, Hermione con cara preocupada, Ron algo incómodo y Atenea aún algo pálida.
Llegaron al Gran Salón y se sentaron en la mesa de gryffindor. Ron y Harry frente a Hermione y Atenea.
Unos estudiantes de casas variadas empezaron a cantar con unos sapos gigantes en las manos
— ¿Que son esas cosas? — preguntó asqueada Atenea. — Vaya, nunca había visto a un sapo de ese tamaño — hablo ahora entre sorprendida y asqueada, con una mueca. Todos aplaudieron al final
— ¡Bienvenidos! ¡Bienvenidos a otro año en Hogwarts — saludó Albus Dumbledore luego de que los aplausos se apagarán y todas las miradas estuvieran posadas en él. — Ahora, quisiera decir unas palabras antes de que nos aturda nuestro excelente banquete. Primero, quiero dar la bienvenida al profesor R.J. Lupin quién consintió en ocupar el puesto de profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras. Buena suerte, profesor — anunció el director.
Los aplausos volvieron mientras que el susodicho se levantaba con una cara humilde y una sonrisa agradeciendo haciendo gestos.
— ¡Por eso supo la cura del chocolate! — dijo Atenea algo emocionada recibiendo las miradas de sus amigos y su hermana
— ¡Potter! — exclamó Draco con una mirada de burla. Harry miró hacía sus lados sin saber quién le hablaba. Atenea fulminaba con la mirada al peliblanco. Sabía que haría alguna broma — ¡Potter! — Harry miró hacía el al igual que Ron, ya que estos dos estaban dándole la espalda a Malfoy — ¿Es cierto que te desmayaste? — preguntó. Uno de sus “insoportables amigos” según Atenea, fingió desmayarse con una cara de idiota máxima y una mano el la frente, soltando un jadeo. — Digo, ¿De verdad te desmayaste? — sonreía con sorna. Atenea cerró sus puños con fuerza hasta que sintió sus uñas enterrarse en las palmas de su mano.
— ¡Cállate, Malfoy! — masculló Ron tomando a Harry del brazo y girándolo para quedar nuevamente frente a Atenea, quién le trato de sonreir pero pareció más una mueca
— ¿Cómo se entero? — dijo Harry
— Sólo Olvídalo, Har — dijo Atenea llamando a Harry por su sobrenombre, haciendo al susodicho sonreír con un peculiar brillo en sus ojos.
— El maestro de Cuidado de Criaturas Mágicas se retiró para pasar tiempo con sus miembros restantes. Afortunadamente, es un placer para mí anunciar que su lugar será ocupado por nuestro propio Rubeus Hagrid — dicho ésto por dumbledore harry, atenea, ron y hermione aplaudieron cómo nunca. A atenea le dolieron las manos
— ¡Bien hecho, Hagrid! — exclamó Atenea con una sonrisa en su cara
— Gracias, señorita Granger — dijo dumbledore y atenea se sonrojó de vergüenza. Hagrid sonrío y se levantó por un codazo que Mcgonagall le dió, a su paso empujando la mesa — Finalmente, pasando a una nota más perturbadora a petición de el Ministerio de Magia, Hogwarts alojará, hasta nuevo aviso, a los dementores de Azkaban hasta el momento en que Sirius Black sea capturado.
» Habrá dementores apostados en todas las entradas al área. Mientras me han asegurado que su presencia no interrumpirá nuestras actividades cotidianas, les quiero advertir algo. Los dementores son criaturas despiadadas. No se molestarán en distinguir entre su presa y la persona que les estorbe. Por lo tanto, yo les tengo que advertir a ustedes que no les den razón para lastimarlos. Un dementor, por naturaleza, no es un ser que perdona. Pero, ¿saben qué? Uno puede encontrar la felicidad aún en los tiempos más oscuros si tan sólo se acuerda de prender la luz.
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Los estudiantes se levantaron y Atenea, algo perdida por el discurso de Dumbledore, chocó con varios alumnos, en su mayoría decía perdón. Harry, percatandose de ello, la tomó de la mano y la guío a la sala común.
La dama gorda estaba cantando, no no no, gritando con una copa en la mano
— Díos — dijo Atenea al llegar y sintiendo la mano de Harry sobre la suya, mientras que sus mejillas tomaban color.
— Fortuna Maior — dijo Seamus — Escuchen, no me va a dejar entrar.
— Fortuna Maior — dijo Harry
— No, no ¡Espera, espera! Mira esto — la dama gorda empezó a gritar aturdiendo los oídos de Atenea haciendo que la azabache cerrara los ojos fuertemente y se soltara de Harry para tapar sus orejas. La copa se quebró ya que la dama gorda la golpeó con la pared.
— Fortuna Maior — habló Atenea
— Está bien, pasen — respondió la Dama Gorda
— Gracias. — dijo Harry
Al entrar en la sala común, a Atenea le recorrió el cuerpo una sensación de felicidad, se sentía feliz, emocionada. Se sentía en casa.
Sonrío y miró todo el lugar.
— Atenea, tenemos la habitación para nosotras. Estamos solas — dijo Hermione mirando un pedazo de pergamino
— ¡Fantástico! — respondió emocionada. Realmente le gustaba estar en Hogwarts. Ya cansada, suspiró: — Herms
— ¿Sí? — respondió la chica viendo un pedazo de pergamino, al parecer, eran sus materias.
— ¿Qué te parece si vamos a dormir?, estoy cansadísima — inquirió la castaña y su hermana asintió. — Adiós, chicos — se despidió de sus amigos Harry, Ron, Neville, Seamus y Dean, quienes hablaban alegremente.
— Adiós Nea — se despidieron todos .
A diferencia de Hermione, Atenea hablaba mucho más con los chicos además de Harry y Ron. Era más unida a Neville, Seamus y Dean.
Subió las escaleras y al llegar a la habitación, se dispuso a decorar. Abrió su baúl—mientras Hermione hacía lo mismo— y de el sacó una bolsa marrón llena de fotografías.
Las sacó de su bolsa y empezó a colocarlas por toda la habitación
Habían fotos con Hermione, con Harry, con ron, con neville, con los weasley, con sus padres, etc.
Las puso casi todas en su buro. Después, sacó un par de libros, los de colegio y los suyos. Sacó todos los ejemplares de Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos.
Le encantaba. También sacó libros muggles.
Termino y suspiró con cansancio. Decidió tomar su pijama pero se dió cuenta de algo
— Uh, dios. — mencionó haciendo una mueca.
— ¿Qué sucede? — le preguntó Hermione al otro lado de la habitación
— Olvidé mi cámara, Hermione — musitó — Se quedó en el baúl de Ron — mencionó — Ya sabes, quería sacarse una foto con no se quién. Por Merlín, tendré que ir a buscarla
— Está bien... — Hermione sonó dudosa. Atenea se encogió de hombros y se quitó la túnica y el chaleco de el colegio para quedar con camisa y su falda.
Atenea, dejando el pijama celeste que había sacado de su baúl, salió de la habitación bajando las escaleras para después subir las otras y buscar cuál sería la habitación de sus amigos. Supuso que era la que tenía el pergamino con sus iniciales
« R, S, N, D y H. »
— idiotas — rió Atenea y tocó la puerta
— Oh, no, ¡Puede ser Percy! — dijo una voz desesperada al otro lado a quien Atenea reconoció como la voz de ron — rápido, rápido — exclamó
Atenea, riendo, volvió a hablar:
— ¡Muchachos, soy yo, Atenea, tranquilos! — después de gritar eso soltó una sonora carcajada.
La puerta se abrió de golpe.
Vió a Neville, quién le había abierto, con el pelo desordenado y luego echó un vistazo detrás de el. Seamus tenía la corbata amarrada a la cabeza, Ron tenía su gorro puesto, Dean parecía sudado y Harry tenía las mejillas enrojecidas mientras tocía y su cabello parecía más desordenado de lo habitual
— ¿Acaso paso un tornado por aquí? — inquirió Atenea frunciendo el cejo y reprimiendo las ganas de reír.
— ¡Atenea! — exclamó Dean queriendo reír
— Ron, vine a buscar mi cámara, tú la tienes
Ron pareció recobrar la vida y pegando un salto le pasó su cámara a su amiga
— gracias — dijo Atenea extrañada
— Sí, si, ¡adiós!