Marcada Por Un Mafioso©

By Crowe_Raven_

3.2M 164K 29.7K

⭐Trilogía Obsesión💎 Libro I ⚜⚜⚜⚜⚜⚜⚜⚜⚜ Adam el diablo italiano como lo conocen en el mundo... More

😐Advertencia⛔
❤Personajes❤
Prólogo ✔
Capitulo 1 ✔
Capitulo 2 ✔
Capítulo 3 ✔
Capitulo 4 ✔
Capitulo 5 ✔
Capitulo 6 ✔
Capitulo 7 ✔
Capitulo 8 ✔
Capitulo 9 ✔
Capitulo 10 ✔
Capitulo 12 ✔
Capitulo 13 ✔
Capitulo 14 ✔
Capitulo 15 ✔
Capitulo 16 ✔
Capitulo 17✔
Capitulo 18 ✔
Capítulo 19 ✔
Capítulo 20 ✔
Capítulo 21✔
Capítulo 22✔
Capitulo 23✔
Capitulo 24✔
Capitulo 25✔
Capitulo 26✔
Capítulo 27 ✔
Capítulo 28✔
Capítulo 29✔
Capítulo 30✔
Capítulo 31✔
Capitulo 32✔
Capitulo 33✔
Capitulo 34 ✔
Capitulo 35 ✔
Capítulo 36 ✔
Capitulo 37 ✔
Capitulo 38✔
Capitulo 39✔
Capitulo 40✔
Capitulo 41✔

Capitulo 11 ✔

62K 4.6K 747
By Crowe_Raven_

New Orleans, Luisiana.

Katherine

Salí del hospital con mi abuela e Ian, o Dr. Martin como ahora lo llamaban. Nos habíamos criado juntos en el barrio, pero después a su padre le llegó una oferta de trabajo y se tuvieron que mudar. Nunca supimos a donde. Nunca hubo nada romántico, siempre fuimos amigos desde que tenía memoria. Ahora al parecer, había regresado como un doctor.

Ian determinó que ya podía irme a casa, pero tendría que hacerme un seguimiento médico.

No supe nada de Adam desde ayer que se había ido hecho una furia del hospital. No entendía su arrebato con Ian, puede que sea territorial y toda esa cosa de macho alfa, pero es que ni Ian ni yo dimos motivos para que se pusiera así.

— Definitivamente tenemos que ponernos al día. —dijo Ian cerrando la puerta de auto de mi abuela con una sonrisa.

— Nos vemos en la consulta. —le devolví sonrisa.

— Adiós, Ian. —se despidió mi abuela.

En casa, Angelica que estuvo todo el camino en silencio, empezó a sermonearme sobre el comportamiento de Adam y que a lo mejor estaba cometiendo un error con nuestra relación. La posesión que demostró Adam en el hospital no le hizo ninguna gracia.

—Ya vi este tipo de comportamientos antes. En tu padre con tu madre. Y no me gusta que me lo recuerden.

— Abuela, estoy bien con Adam. Me siento feliz cuando estoy a su lado ¿que no puedes ver eso? Desde el día uno, le tienes maña, y no me digas que no porque lo he visto. Sí, es un resabioso ¿vale?, pero es mi resabioso. Si, es celoso y sin paciencia, me vale también, porque se lidiar con él y porque es mío. Y me gusta de verdad como nunca me había gustado nadie. Quiero permitirme esto.

Mi abuela cerró los ojos suspirando y asintió.

— Yo solo quiero que sepas reconocer una relación tóxica y que sepas huir de ella antes de que te haga daño. Ve a descansar que yo tengo que preparar algunas cosas en la cocina.

Dejándome musarañas en la cabeza, negué desechando los pensamientos de que mi relación era toxica.

Subo a mi habitación. Enchufé el teléfono que estaba sin carga y me puse a revisarlo. Tenía cinco llamadas y dos mensajes de Adam.

El mensaje de ayer en la noche me hizo rodar los ojos.

Sé que reaccioné mal en el hospital, y te pido disculpas, pero es que no soporto que nadie te diga hermosa o te elogie y tú le dediques una de tus sonrisas las cuales debo decir que son estrictamente mías, de nadie más. Porque toda tú me pertenece, eres mía Katherine y no pienso dejar que ningún medicucho de quinta venga a robarme lo que es mío.

«Hermoso.» pensé con ironía

Cuando leo el segundo mensaje metí mi cabeza en la almohada enfadada.

«Maldito Bruto.»

Respóndeme el maldito teléfono o es que tu querido doctorcito te tiene tan ocupada que ni timbrarme puedes, a claro, pero es que el teléfono lo tienes apagado para que nadie los interrumpa. Recuerda que eres mía, y nadie tiene derecho ni a pensarte, no sabes de lo que soy capaz. Si ese medicucho te toca solamente un pelo, no solo le arranco los dedos y sus bolas, le arranco la maldita cabeza también.

¡Enciende el maldito teléfono carajo!

Saqué mi cabeza de la almohada repasando los mensajes una y otra vez.

Bajé las escaleras y reduje la velocidad cuando oí a mi abuela hablando con un hombre. Su nombre era Héctor Grass. Ese tipo nunca me había caído bien, a veces lo veía por el barrio y me daba miradas que no me gustaban. No entiendo qué tipo de relación tiene con mi abuela, nunca había estado en la casa.

— Lo siento, Angélica, pero estas muy atrasada en el pago por dos meses, la protección no se aplicará a ti y ni a tu nieta, desde hoy se correrá la voz, de verdad lo siento. —dijo el viejo gordo.

— Sin protección seremos blanco fácil de las pandillas. —habló mi abuela con aprensión.

Siempre he oído hablar de la mafia italiana. Era la que más fuerza tenía en New Orleans, y el barrio italiano era el de más actividad criminal, por eso mi abuela me enseñó que aquí eras sordo, ciego y mudo. Solamente sabía que teníamos que pagar mensual por protección para evitar ser blanco fácil de las pandillas de los otros barrios.

— ¿Cuánto debemos? —dije entrando.

El gordo me sonrió.

— Katherine sube a tu habitación, yo me encargo de esto.

Por primera vez no le hice caso a mi abuela y me quedé viendo al hombre esperando su respuesta.

— 25.000 dólares, pero puede que sea nada si te encuentras bien dispuesta y de buena voluntad. —dijo mirándome de arriba abajo. —al fin y al cabo, yo puedo pagar esa nimiedad, debo reconocer que has crecido desde la última vez que te vi.

— ¡Salga de mi casa, ya! —gritó mi abuela muy enojada.

Yo no podía creer lo que ese viejo asqueroso me acababa de decir.

— Ya sabes, cosita, 25.000 dólares o tu buena y deliciosa voluntad. —cada palabra de ese viejo me producía náuseas. —Ahora que Kain no está, supongo que debes de necesitar alguien que ocupe ese lugar entre tus largas piernas.

— Ya oyó a mi abuela, usted tendrá ese dinero, no se preocupe, ahora recoja su gordísimo y asqueroso trasero de mi casa. Lárguese. —dije enojada.

— Salvaje como la madre, lástima que mataste a esa puta al nacer. —ladró entre dientes saliendo de la cocina. —Se las daba de santa y se habría de piernas a un ruso.

La vista se me volvió oscura. Cuando por fin me recuperé, tenía al gordo en el piso sangrando de la cabeza y yo con la mitad de una fuente de cristal rota.

— Y tan mortífera como el padre, niña si fueras chico sin duda serías el mejor de mis hombres. — la voz venía de la puerta de la cocina. Un hombre alto, de ojos verdes y de pelo oscuro. Todo eso palidecía con la sabiduría que brotaba de sus ojos, los cuales parecían que habían visto todo y a la vez nada. Estaba segura de que yo lo había visto antes. — Soy Luciano Sinatra, encargado de los jefes de cada barrio, un gusto conocerte Srta. Petrov. Desde ahora no será necesario pagar ninguna protección. El Diablo las protege. —El gordo se levantó pálido mirando entre el hombre y yo.

—Luciano.

—Si no quieres ver tu cuerpo empalado en medio de Jackson Squeare te sugiero que dejes la casa de la señorita y nunca te la vuelvas a cruzar, Grass. —Una sola mira de aquel hombre y el gordo se fue con el rabo entre las patas.

«¿El Diablo nos protege? ¿Qué mierda es esa?» pensé.

— No le hagas caso. —aseguró Luciano. — Tu madre hubiera dado la vida por ti mil veces para que tú nacieras. — Me alegra de verte, Angelica.

— Igual. —mi abuela me miró después de mirar agradecida a Luciano. — Luciano dice la verdad.

— Pero eso no quita que haya matado a mi madre. —dije con un nudo en la garganta. — ¿Y de dónde lo conoces a él?

— Era un amigo de tu madre y tu padre. —dijo mirándolo como si supieran algo que yo no sabía.

Despejé los pensamientos confusos.

— ¿Qué quieres decir con que el Diablo me protege?

— Que nadie, absolutamente nadie puede tocarte a ti y a tu abuela, pareces que le has caído en gracia o quiere algo de ti. —murmuró Luciano con pesar.

— Pero si yo no lo conozco. —murmuré.

— Nadie lo conoce, aun así, es él quien maneja todo. En cuanto al dinero no hay necesidad de pagar, todo va por cuenta de él.

— Ni hablar, yo pago ese dinero como que me llamo Katherine Petrov y ningún mafioso de mierda va a controlar mi vida —dije entre dientes enojada.

Luciano me sonrió.

— Me recuerdas tanto a tu madre, aunque eres la viva imagen de tu padre. —dijo rosando sus dedos en mi mejilla.

No se sentía extraño, ni incomodo, se sentía cálido como un padre acariciando una hija. Se me humedecieron los ojos y me aparté.

— De ese señor tampoco me hables, bastante hizo con abandonar a mi madre cuando yo nací. —lo miré fríamente.

Luciano lentamente asintió y dejó caer su mano.

— Bien, tengo que irme, si necesitas cualquier cosa estoy para ayudar. Aparte de lo que diga el diablo, yo tengo un compromiso con tu madre y lo pienso cumplir protegiéndote y ayudándote en lo que pueda. —se despidió dándome una tarjeta con su número. —La vida da muchas vueltas y no sabes dónde podrías terminar. Así que nunca digas de esta agua no beberé.

A solas en la cocina aproveche para confrontarla.

—Me dijiste que todo estaba bien. Esto es para nada bien. No sé qué es peor. tener esa deuda o que ya no la tengamos y le deba al Diablo.

—Pensaba llegar a un acuerdo y no quería que te enteraras así.

—Ahora entiendo todo, los comentarios de esos imbéciles y porque Kain me decía que hablara contigo.

—Lo siento Kath...

—¡Solo sé que me mentiste!

Cansada de tanto misterio recogí mi bolso y me dispuse a salir.

— ¿A dónde vas? — dijo mi abuela.

— Al trabajo, tengo que despejarme un poco y esta casa me asfixia. —solté saliendo por la puerta. — Porque esos 25 mil no se pagarán solos y me rehúso a deberle nada a nadie.

En el trabajo todo estaba como lo dejé, con la locura todavía andando y la verdad que era que faltaban dos días para la presentación. Llegando a mi escritorio Caroline me detuvo.

— Katherine, tengo una reunión con Adam a las 10, y necesito que tengas los planos de la cuenta Scaletta en mi escritorio. —hizo un extraño gesto con sus uñas postizas en frente de mi cara mirando mi ropa. Si, no era la expresión de la elegancia, solo un traía una falda blanca y una camisa azul. Un conjunto de ropa de los kioscos del barrio. Bonitos y baratos. Son los finolis lo que no ven la belleza si no lleva una marca importante.

— Pero son las 9:15. Los planos no están hechos y en una hora es imposible terminarlos. —dije asustada.

— Nadie te manda a encerrarte en los archivos y hacer plan victima para llamar la atención. —Se inclinó un poco hacia mí y me dio una sonrisa falsa. — ponte a trabajar.

Se fue a darle órdenes a otro pobre infeliz.

«¡No la soporto!»

Me puse manos a la obra cuando Tommy se acercó para saber cómo estaba después del susto de los archivos y después vino Jenny. Mis otros compañeros de trabajo pasan también por mi escritorio y me dejaron saber lo contentos que están de que vuelva al trabajo.

Se sentía un poco raro la preocupación de todo el mundo aquí cuando casi siempre me ignoraban o me daban miradas raras.

Milagrosamente a las 9:50 me faltaba un poquito para terminar, con solo un toquecito por allá y por acá, estaría listo.

Me dispongo a ir con Caroline, pero no estaba en su oficina y Jenny me dijo que estaba en la reunión con Adam.

— Ay dios, y yo que tengo los planos de la cuenta escaleta en la mano, lo terminé ahora y dijo que la reunión era a las 10.

— Pues no sé qué maña tenga contigo, pero la reunión era a las 9:30 y ya yo había hecho los planos ayer, porque al ver que estabas hospitalizada ella me encargó eso a mí. —dijo incrédula.

No tuve un empezar de día bonito y lo menos que quería era explotar, pero esa bruja sabría quién era yo.

Le sonreí a Jenny y salí directo a las escaleras. Estaba a punto de hacer una cosa por la que quizás me despedirían, pero bueno, no voy a dejar que nadie me pizote. Esperaba que no, necesitaba recaudar el dinero. Cuando llegué me encontré con Anna la secretaria de Adam, otra perra más a la cual le vendría bien un puñetazo.

— El Señor Mazzini no puede atenderla, está con la Sra. Le Clerc. —dijo muy con una sonrisa de satisfacción desde su asiento y la ignoré.

Entré como pedro por mi casa. Estaba Adam con su traje impecable y su rostro mostró sorpresa al verme.

— ¿Qué haces aquí Katherine? Estoy en medio de una reunión importante. —dijo Le Ganzuá.

— Lo sé y aquí tiene los planos de la cuenta Scaletta que me pidió que hiciera hace una hora para la reunión de las 10 con el Señor Mazzini. —Le suelto sin más los planos en la mesa haciendo eco por toda la oficina.

— ¿En una hora? —dijo asombrado mirando los planos.

— ¿Quién te crees que eres para entrar así? —graznó Le Ganzuá furiosa.

— Su asistente, a la cual le pidió que le hiciera y entregara unos planos que ya estaban hechos desde ayer. —dije presa del enojo.

— Katherine puedes retirarte, gracias por los planos, son perfectos. —agradeció Adam mirando fijamente a Caroline.

Me mandó mensajes y me hizo llamada como un loco, ahora que me vio ¿Me dice que me retire?

Me fui hecha una furia, no podía creer que él no le había dicho nada a ella y me quedé con ganas de arrancarle los pelos a la estúpida esa. Sonreí sin humor bajando las escaleras y me senté allí. Que me voy a sorprender con semejante patán y arrogante hijo de su santísima madre. Traté de organizar mi mente y una luz se encendió.

Lo más seguro es que esté de patitas en la calle con semejante berrinche por lo que no puedo perder tiempo. Voy a seguridad porque de una cosa si estaba segura, fui encerrada en los archivos.

— Marcus necesito ver la grabación de ayer, necesito saber quién me encerró. —digo al guardia que revisa las cámaras.

— Lo siento, pero no puedo hacer eso, debo tener una autorización del jefe de seguridad y ya esa grabación fue pedida por el Sr. Mazzini. —se disculpó.

— Gracias por la información.

Me demoré llegando a mi escritorio. ¿Cuál era el punto? Ya tenía un pie en la calle. Nunca olvidaría este día, ha sido bombazos con tropezones uno tras otros.

Fui a mi escritorio a recoger mis cosas, cuando Tommy me dijo con cara pálida que Adam me solicitaba en su oficina inmediatamente desde hace rato y que no estaba nada contento.

«Nunca digas este día no se puede poner peor.»

Me dolían un poco las piernas de tanto sube y baja. Con lo caliente que estaba me metí al elevador y este empezó a moverse extraño.

«Dios, no puede ser que me odies tanto.»

Para mi sorpresa llegó rápido sin problema.

— ¿Me llamaste? —dije muy formal y educada a Adam, quien estaba solo.

— Sí o no estarías aquí. —respondió secamente.

— ¿Para qué soy buena entonces, Señor Mazzini? —solté con el mismo tono.

— Primero ¿por qué no me has contestado mis llamadas? Segundo ¿qué haces aquí? Cuando deberías estar descansando en tu casa y tercero ¿Qué diablos haces trabajando como asistente para la inútil de Caroline cuando haces obviamente un trabajo impecable y mejor que ella mil veces?

— Primero tenía mi teléfono con la batería muerta no fue hasta hoy por la mañana que vi tus mensajes cursis. Segundo estoy aquí trabajando ya que soy en gran parte el sostén de mi casa y tercero...—lo miré con el ceño fruncido. — ¿no estoy despedida?

— No. —alargó la o.

Miré la ventana cambiando el peso a mi pie derecho un poco insegura.

—Para muchos mensajitos y llamaditas cuando me viste no me hiciste caso. Me mandaste a volar.

—Estaba enojado porque no contestabas y me disculpo. Debí pedir que te quedaras, pero eso habría evitado que tuviera esta revelación. Has sido ascendida a co-jefa junto a Caroline en el departamento de diseño.

— ¿Qué? —abrí los ojos incrédula.

«Dios, esto es peor que el despido»

— Lo que oíste, preciosa. —se acercó a mí.

— ¡No! —dije mirándolo asombrada.

— ¿No? ¿Qué quieres decir con no? —achinó los ojos.

—No puedo aceptar eso.

—Sé que trabajar con Caroline no va a ser fácil, pero es que no la puedo despedir, ha trabajado en esta empresa por 8 años y ha hecho un buen trabajo, aunque en esta última cuenta ha decaído y hemos llegado a la conclusión de que es mucho trabajo ser jefe de un departamento completo así que te asigné como co-jefe.

— Primero no te he pedido que la despidas, segundo trabajar con ella no es que vaya a ser fácil. Claro que no. Es que va a ser imposible, esa mujer me odia y tercero ¿una ascensión de ese tamaño? ¿De asistente a jefa de diseño? Llevo tres semanas en el puesto de asistente. Eso no es un paso, eso es un abismo y no me siento preparada para tal responsabilidad, yo...

Adam me tomó entre sus brazos y automáticamente me abracé a él.

«Esto es lo que necesitaba. Solo un abrazo.»

— Katherine, tengo ojos y oídos por todas partes. He hecho mis averiguaciones y en el poco tiempo que has estado como asistente de Caroline has hecho prácticamente su trabajo, por lo que eso te hace la indicada para el trabajo y yo confío en ti. —eso me llegó al corazón.

— Todavía creo que es muy pronto. Y las personas saben o se imaginan los nuestro después de lo de ayer. No quiero ser el chisme del pasillo. —susurré aun abrazándolo.

— Si yo actuara pensando en el que dirán de la gente, no estuviera donde estoy. Olvídate de los demás, piensa en ti y en lo que quieres. —dijo cambiando la voz a serio— ¿me vas a explicar tu relación con el doctorcito ese? — yo ruedo los ojos sonriendo.

«Ya empezó Don Celoso.»

Ian es... —me interrumpió.

— Así que Ian, nada de Dr. Martin, ¿qué íntimos no? —dijo apartándose para recostarse en su escritorio. —O sea que a tu novio le dices Sr. Mazzini y al fulano ese le dices Ian.

— ¿Quieres que te diga Ian también? —alcé mi barbilla de manera chula.

— No te hagas la graciosa conmigo. —se acercó a mi eliminando mi espacio personal. —Todo tiene un límite.

Hoy me habían encendido y no me iba a dejar amedrentar por nadie.

— Ah ¿sí? no me digas que tienes tan poco aguante. —dije jugando con fuego.

— Tú vas a saber qué tan poco aguante tengo cuando te ripie esa faldita que desde que entraste por esa puerta me tienes encendido. —Sus manos llegaron en mi cintura y un calor me empezó a recorrer el cuerpo entero. — Apuesto que ese medicucho jamás te hará sentir como lo hago yo, ni te alterará ese pulso en tu cuello, ni te mojará como sé que lo estás ahora. —susurró en mi oído.

— Tienes razón en eso, porque entre Ian y yo solo hay una bonita amistad desde que éramos niños. —me despegué de él para tomar un poco de aire. — Cuando éramos adolescentes él se mudó con el papá y nos vinimos a reencontrar ese día en el hospital. Punto final de la historia y te llamo Sr. Mazzini porque aquí en la empresa debo llamarte de esa manera, así que deja tus celos infantiles.

— ¿Celos infantiles? —Me trepó en su escritorio. — ¿Crees que el que no me guste que otros te llamen hermosa u otro nombre sean celos infantiles? —me abrió las piernas, me acercó más a él sintiendo su total y absoluta erección. Tragué con dificultad. — ¿Esto es infantil? ¿Esto que tenemos es infantil?

— No. —susurré mirándolo a los ojos ganándome un beso que me quitó la respiración.

Sus manos recorrieron mi cuerpo en un baile ardiente. No me quedé atrás, le respondí de la misma manera, mis manos pasaron por su pecho desatando la corbata y desaliñando la camisa. Un gemido escapó de mis labios cuando apretó su erección contra mi núcleo de nervios. Su respiración se volvió más agitada, sus manos alzaron mi falda y acariciaron mis muslos.

Sus labios recorrieron todo mi cuello, una de sus manos subió a mi escote. Cuando desabotonó mi camisa, se recreó en mis senos masajeando por encima del sostén. Mis gemidos se escucharon por toda la oficina, mis manos tan descaradas y atrevidas bajaron hacia su pantalón. Habíamos hecho esto muchas veces y nunca había dado un paso más, hoy me sentía temeraria. Desabroché su cinturón y metí mi mano en el bulto, la respiración se le congeló mientras masajeé de arriba abajo como había leído en muchos libros.

Su mano me detuvo y la apartó de su entrepierna.

— Lo siento si hice algo mal, no soy exactamente una experta en esto. —Con el corazón en la boca y llena de vergüenza susurré mirando mis manos. Adam me levantó la barbilla.

— Te detuve porque lo estabas haciendo demasiado bien. —sentí el alivio recorrer por todo mi cuerpo. — Por eso lo hice, no quiero que nuestra primera vez sea aquí en la oficina.

Sonreí.

«Que romántico.»

—Aunque me muero por estar enterrado profundamente en ti, te dije que sería en mi casa con mis condiciones.

Reí negando con la cabeza al ver su sonrisa.

«Retiro lo dicho es un puto pervertido.»

— Gracias. He tenido un día terrible. Mi exjefa me tiene manía y mi casa es un absoluto desastre.

—Cualquier cosa que necesite puedes contar conmigo. Lo sabes ¿verdad?

Se me cruzó la idea de pedirle los 25 mil, era mejor deberle a él que al diablo.

—En realidad es sobre dinero. —dije mortificada. Y los ojos se me humedecieron. —Mi abuela tenía una deuda y ahora un mafioso la pagó. Prefiero deberte a ti que a él.

—Preciosa...—Adam me dio una mirada que no pude descifrar, pero fue interrumpido cuando tocaron a la puerta.

Rápidamente me bajé del escritorio, me abroché la camisa y me alisé la falda.

Suerte de que no era de las que se maquillaban con lápiz labial rojo, solamente me echaba un brillo liso, que se podía arreglar en un momento.

Cuando miré hacia Adam estaba totalmente perfecto a como lo había dejado hacía unos minutos como si le hubiera pasado un tornado. Enserio que no sé qué arte se daba para estar siempre perfecto.

— Adelante. —dijo con voz de jefe mandón yo me senté en uno de los asientos con un bulto de papeles. Me sequé los ojos y me eché aire con una de las carpetas.

— Hola, hermano. —dijo un apuesto hombre de piel morena clara, ojos color café y una sonrisa sin igual.

— ¿Qué haces aquí? —preguntó irritado. Supuse que se debía por la interrupción que sufrimos.

— No puedo visitar a mi herma...Bueno pero que tenemos aquí...

«No sabía que tenía hermanos, bueno no se muchas cosas de él.»

—La damisela en apuros.

Su tono no me gustó, lo sentí como una burla.

— Katherine Petrov. —Me presenté con recelo y sus fosas nasales se abrieron y alzó la mano.

— Un gusto finalmente conocerte, soy Evans Lorenzzetti, ahora conozco la razón por la cual mi querido hermano ha estado entretenido últimamente. —dijo con aire despectivo y si me lo preguntaran un poquito siniestro.

— ¿Entretenido? —susurré para mí.

«¿Es lo que piensa que soy para su hermano? ¿Es lo que soy para su hermano?» La duda me asaltó como un golpe en la mejilla.

— Evans deja de payasear y dime lo que sea que viniste a decirme que estoy muy ocupado. —espetó Adam con cara de pocos amigos.

—Ya veo. — murmuró su hermano con la mirada fija en los papeles regados en el piso y el espacio vacío de escritorio. Mi cara no adquirió un tono rojo y me dirigí a la salida silenciosamente. — Ay hermanito tu nunca cambias, pensé que tu fase de revolcarte con las empleadas ya había terminado. ¿Cuál es el precio? ¿Ascenso, dinero, autos?

El mundo dio un giro de 180°. La humillación se escurrió por mis músculos tensándolos y un sollozo se me trancó en la garganta. Corrí hacia las escaleras y me senté en los escalones sollozando. Ya quería que este día se acabara. Quería meterme en mi cama y no salir nunca. Un dolor de cabeza me empezó a retumbar la sien mientras lloraba.

Esto lo ha hecho otras veces, soy solamente un juego, un entretenimiento, estúpida soy al pensar que esto podía ser algo más.

«Por dios le he pedido dinero. No soy mejor que una prostituta.» otros sollozos acompañaron a las lágrimas que caían.

***

Adam

— ¡¿Qué demonios te pasa?! —gritó a Evans que parece que se le fue un tornillo.

— ¿Qué demonios me pasa? ¿Qué demonios te pasa a ti? ¿Ayer que estabas haciendo? que perdiste la entrega de un cargamento importante, la suerte fue Fabrizzio quien estuvo a tiempo, el muy tarado no me quiso decir dónde estabas. Pero me lo puedo imaginar, esa cosita bonita estaba ayer en el hospital, donde creo que estuviste. ¿Cuándo en la vida Adam Ángelo Mazzini se deja el negocio desatendido por una putita trepadora? —gritó Evans de regreso.

No, él no se atrevió a llamarla de esa manera. Mi vista se volvió roja y le solté un puñetazo en la cara.

— No vuelvas a referirte a ella de esa manera Evans, nunca, yo hago lo que se me pegue la gana para eso soy el jefe. —solté enojado y salí de la oficina en busca de Katherine dejando a Evans con una mirada de asombro ante el puñetazo que le di ya que nunca hemos tenido una pelea, ni cuando niños.

Pregunté por ella a unos empleados quienes me miraban con temor y dijeron que la vieron camino a las escaleras.

Me encontré a una Katherine llorando con la nariz roja y sentada en las escaleras.

— Nena. —susurró con miedo de asustarla.

Ella levantó la cabeza y se paró de inmediato mirándome dolida.

— No, esto era solamente un juego ¿Verdad? Una manera de entretenimiento como dice tu hermano, esto es lo usual para ti ¿no? ¿Cuántas veces has hecho esto? —dice con voz llorosa y me da rabia verla así, todo por culpa del bocazas de mi hermano.

— Eso fue hace tiempo, yo era más joven, pero lo que tenemos no es un juego. —se volteó me mirándome con esos ojitos azules. — ya estoy mayorcito para jueguitos, yo lo que quiero lo obtengo no tengo que perder tiempo jugando jueguitos, pero contigo es diferente, se lo dije a tu abuela y te lo dije a ti mis intenciones son serias.

—No importa, no soy mejor que una trepadora o prostituta. Cómo quieras llamarle. ¿En que estaba pensado cuando te pedí dinero? —se paseaba de un lado a otro.

Estaba un poco asustado, había salido del hospital ya hora estaba más que alterada.

La detengo besándola.

—Eres la mujer que me gusta porque me pones en mi sitio, me gusta lo que tienes aquí dentro. — le toqué la sien y el pecho. — Me gusta gustarte Katherine porque adoro como me miras y como es la vida junto a ti. Eres lo mejor que tengo.

Con mis manos en su cara pego mi frente en la de ella.

—Esta es tu oportunidad de abrirte conmigo. Ni siquiera sabía que tenías hermanos y yo te he dicho todo sobre mí. Es como si solo me mostraras una cara de tu vida, quiero la esfera completa. —dijo despegándose poco a poco de mi para darme una mirada seria y yo me debatía entre decirle a lo que me dedico o no. Sabía que no lo iba a entender y me dejaría. Tampoco podía ocultárselo por mucho tiempo si la quería mantener a mi lado.

— Antes de ti era un completo mujeriego, solo veía a las mujeres como una noche de diversión, no repetía con ninguna para no crear falsas ilusiones, enamorarme nunca lo hice, la vida que me ha tocado vivir no me ha dejado espacio ni tiempo y tampoco ganas para hacerlo. —dije mirándola firmemente tomando una decisión una que ambos merecíamos.

— ¿Por qué dices "que la vida que te ha tocado vivir"? —preguntó cautelosamente. Tomando una respiración me preparé para apuñalarme.

— Porque yo...—dije acercándome más a ella cogiendo sus manos entre las mías, sintiendo su suavidad y besándolas. Después las pasé por mi mejilla tratando de recordar su calidez cuando una lagrima traicionera se escapa y Katherine jadea.

— Adam... —dije y yo la interrumpí con un beso, probablemente el último.

Una de mis manos tomó un puñado de su cabeza y el beso dulce y suave ahora era demándate y hambriento. Nos separamos con dificultad jadeando y nos miramos a los ojos.

— Preciosa, quiero que sepas que no importa qué te diga ahora, yo te amo. —más lágrimas salen de sus ojos y un sollozo salió de sus labios.

— Yo también te amo, Adam. —dijo llorando. — No va a hacer suficiente ¿verdad? Lo que me vas a decir va a terminar nuestra relación. —yo solo me limité a asentir.

— Soy el Diablo Italiano.

A Katherine se le salió un jadeo de sorpresa y cuando fui a seguir explicándole fui interrumpido por un empleado que entró por la puerta tarareando una maldita canción y al verme mirarlo con ganas de arrancarle la cabeza palideció y salió corriendo por la misma.

— Este no es lugar para contarte algo así, vamos a un lugar más privado.

— No, no quiero ir a ningún lado contigo. Me siento la persona a más estúpida del mundo. — sus ojos estaban brillosos con incredulidad y decepción. — Ahora todo encaja, como era que estaba con la protección del Diablo cuando no lo conocía, el porqué de no tener que pagar por nuestra protección en el barrio. Te pedí dinero para pagar una deuda que al final tenía contigo. ¿Te reíste? — sonrió sin humor. Me acerqué y se alejó. — Estabas equivocado, esto no termina con nuestra relación, esto la destruye.

Caminó mirando para el techo y asintió.

—Voy a seguir trabajando en la empresa si eso no es inconveniente para ti, de alguna manera necesito pagar lo que te debo.

— No tienes que pagar nada...—dije sintiendo una piedra en el pecho.

— No quiero deber nada a la mafia. —susurró duramente. — Ni a ti.

— Entonces, ¿dónde nos deja esto?

— Donde siempre debimos estas, tu mi jefe y yo tu empleada, ni más ni menos

— Yo en verdad te a... —me sentía como un niño cuando estaba a punto de quitarle algo que quería y no podía hacer nada sobre eso.

— No. —me interrumpió con un sollozo. — No digas más, por favor.

Salió de ahí dejándome con un sentimiento de vacío el cual era demasiado familiar, pero nunca tan profundo.

«Esto es lo que pasa cuando te enamoras como un perro.» Mi conciencia me recriminó.

«Hasta a el diablo se le rompe el corazón.»

🏵🏵🏵🏵🏵
¿Quién se está enamorando del Diablo?

Continue Reading

You'll Also Like

256K 14.5K 111
Arya Harley accede a un acuerdo millonario con Ayden Emory, un magnate de Nueva York, a cambio tendrán un hijo y una relación ficticia, pero con la r...
286K 25.6K 15
𓏲 ๋࣭ 𝐊𝐎𝐎𝐊𝐌𝐈𝐍 ፧ 𝐌 - 𝐏 𝐑 𝐄 𝐆 / 𝐌 𝐀 𝐅 𝐈 𝐀. 𓏲 ๋࣭ 𝐇 𝐈 𝐒 𝐓 𝐎 𝐑 𝐈 𝐀 𝐂 𝐎 𝐑 𝐓 𝐀. 𓏲 ๋࣭ 𝐇 𝐈 𝐒 𝐓 𝐎 𝐑 𝐈 𝐀 𝐅 𝐈 𝐍...
5.9K 520 24
¿Qué pasa cuando una admiración por alguien se convierte en algo más? Cuando la diferencia de edades, el saber que estarías rompiendo tantas reglas...
13.6K 660 17
Hace cinco años _____ Mayer dejó a Liam Payne sin explicación alguna. Ahora Liam siendo el jefe de ____, quiere que ella se rinda ante él. ⚠️⚠️⚠️ Es...