13 Pisos

By MPMUniverse

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Un lugar cuya ubicación es desconocida, un grupo de personas sin escrúpulos se reúne para realizar cosas atro... More

Prólogo
Capítulo 1: Piso 12
Capítulo 2: Un cambio en las reglas
Capítulo 3: Piso 11
Capítulo 4: Salón de clases
Capítulo 5: Prodigio, no te equivoques
Capítulo 6: Si juegas con fuego te quemas
Capítulo 7: Piso 10
Capítulo 8: Zona industrial
Capítulo 9: Acorralados
Capítulo 10: piso 9
Capítulo 11: El piso de los sacrificios
Capítulo 12: ¿Ángel o Demonio?
capítulo 13: Jaque Mate
Capítulo 14: La balanza no distingue entre el oro o el plomo
Capítulo 15: Piso 8
Capítulo 16: Parque de diversiones
Capítulo 17: Jugando según las reglas
Capítulo 18: Las reglas son para romperse
Capítulo 19: En la guerra la moral es relativa
Capítulo 20: Charlotte Evergarden
Capítulo 21: Piso 7
Capítulo 22: Restauran de carne
Capítulo 23: Sed de sangre
Capítulo 25: La motivación viene de lugares inesperados
Capítulo 26: piso 6, casa de muñecas
Capítulo 27: Sólo uno
Capítulo 28: ¿Vas a luchar o a huir?
Capítulo 29: Elías
Capítulo 30: Luz y oscuridad
Capítulo 31: Bienvenida
Capítulo 32: Adiós, Charlotte Evergarden
Capítulo 33: Piso 3, Prostíbulo
Capítulo 34: Monstruo vs Demonio
Capítulo 35: Inocencia
Capítulo 36: Capaz de todo
Capítulo 37: Decisiones
Capítulo 38: Lo que no se pudo decir
Capítulo 39: Fin del juego
Epílogo
Agradecimientos
¿Y ahora qué?
One shot <3
One Shot parte 2
One Shot final
ES IMPORTANTE

Capítulo 24: No soy capaz de matarte

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By MPMUniverse

La joven que se mantenía oculta del peligroso asesino, seguía con cuidado cada uno de sus pasos, ya se había dado cuenta de que Elías era muy bueno en lo que hacía, pero no sabía hasta qué punto. Se confió demasiado de un extraño y este fue el resultado. Charlotte mordió su labio hasta que sintió el sabor de su propia sangre y solo fue entonces cuando se detuvo. Autolesionarse no solucionaría el problema.

La muchacha se tomó un instante para analizar la situación, debía de existir la manera de salir de esta, ya había llegado hasta aquí, no podía rendirse ahora. Observo una vez más a su alrededor pero nada parecía ayudarle con su predicamento, por suerte para ella, Elías no era tan bueno encontrando personas como lo era matándolas, mientras se mantuviera oculta todo estaría bien, eso quería decir que resultaba un punto a favor pero tampoco era como si pudiera hacerlo por toda la vida, tarde o temprano alguien vendría por ellos y no con muy buenas intenciones.

Guardo el arma en la pretina de sus shorts y dejo su bolso a un lado, entre menos peso llevara sería mejor. La muchacha observo nuevamente su alrededor y trazo un plano en su cabeza, un solo error y eso sería todo.

–Ok, puedes hacerlo –se dice a sí misma en voz baja mirando como Elías continuaba buscándola – o tal vez no – añade con menos confianza.

Charlotte mira su reloj de pulsera, donde los segundos corren rápidamente como una cuenta regresiva para ella misma, y cuando los minutos cambian, ella comienza a moverse de forma sigilosa para no ser descubierta, con el corazón latiéndole de forma acelerada y el sudor frio cayendo por su frente, la rubia avanza lento pero segura, con cuidado de no tirar nada que pudiese hacer ruido ni apartar la mirada del hombre de cabello oscuro, quien caminaba de un lado a otro sin ningún patrón establecido, se podía ver con claridad aquella locura quemante salir de sus ojos, lo que de inmediato disparó el recuerdo de la primera que se encontraron en el piso 12, un recuerdo para nada agradable de Charlotte y que le provocaba escalofríos por todo el cuerpo, sabía que no había forma de detenerle a menos que lo hiciera por voluntad propia, lo cual no parecía ser muy probable ¿Qué probabilidades había de que se repitiera el golpe de suerte de  la primera vez? El resultado era casi cero.

Esta vez tendría que detenerlo a la fuerza.

–Que buen momento escoges para perder la cabeza, Elías – se queja para sí misma la chica.

La rubia se levanta un poco para recoger algo de las mesas de cocina y luego regresa a su posición segura. No podía dejar que aquel chico la viera al menos no por el momento.

Se escucha caer un montón de cosas al suelo, rompiéndose y escurriendo. Charlotte no fue tan valiente para averiguar lo que pasaba, pero Elías ya se había molestado y había desquitado su ira con alguna cosa. Típico. Ignoro el repentino susto y continuo con lo suyo, hasta que se encontró con cadáver frente a ella, era un hombre que tenía dos agujeros sangrantes en su pecho, sus ojos estaban volteados hacia arriba, mostrando mayormente la parte blanca del mismo. Su cuerpo aún estaba tibio y daba la sensación de que se movería en cualquier momento, pero eso era ridículo ¿verdad? La joven se mantuvo dudosa por un instante con aquella idea metida en la cabeza, apretó sus puños y cruzo por sobre el cuerpo inerte, sin dejar de sentir asco por ello. Por accidente su mano fue a parar al charco rojo que estaba al lado del robusto hombre, por lo que debe de aguantar una arcada.

Aquel juego de las escondidillas se hacía cada vez más peligroso, ya que el hombre que sostenía el cuchillo en su mano, se acercaba cada vez más a la muchacha que luchaba contra su propio miedo para mantenerse en silencio. Se podía escuchar a Elías gruñir y maldecir por lo alto, era como ver a un animal salvaje que había estado en una jaula por demasiado tiempo, y ahora se encontraba en libertad y hambriento de sangre, en el momento que encontrase a su próxima presa, no tendría contemplación alguna y Charlotte no tendrá forma de defenderse ante eso, por lo que dependía de que sus planes resultaran lo cual tampoco era demasiado alentador, algo así de improvisado dependía mucho de la suerte y tal vez un milagro, aunque era más que obvio que Dios no era capaz de ver este lugar. La muchacha estaba por su cuenta, nadie vendría a ayudarle ya que la única persona que lo había estado haciendo, era la misma que trataba de asesinarla. En este momento la rubia no sabía cómo las cosas podrían empeorar, pero si quería solucionarlo debía de actuar rápido, por lo que espero a que Elías se alejara un poco y así tener tiempo suficiente de hacer su movimiento.

Mientras permanecía sentada con la espalda apoyada en uno de las cocinas, la joven mira por la esquina, asegurándose de que no la estuviese mirando, espero hasta que Elías le dio la espalda solo para lanzarse corriendo hacia la pared frente a ella sus pisadas alertan al asesino quien no duda en pasar por sobre las mesas para alcanzar a la chica, quien en ese momento abre el tablero eléctrico y tira hacia abajo el automático de las luces, haciendo que todo quede en oscuridad, donde el fuego de las estufas encendidas y las cámaras sean el único punto luminoso. Tampoco es tan estúpida de quedarse en ese lugar y esperar a ser atravesada por un cuchillo. Charlotte corre hacia el lado izquierdo, recordando donde se encontraba cada cosa y así evitar chocar contra ello. El haber pasado todo ese tiempo escondiéndose de Elías no solo había sido para mantenerse a salvo, también era para reconocer el lugar y tener una idea aproximada de las distancias que tenía una cosa de la otra, podría seguir moviéndose incluso en aquella oscuridad, aunque no sabía por cuanto, la luz podría reestablecerse por si sola y arruinarlo todo, pero había sido un riesgo que la joven había decidido tomar. Lo otro que también tenía presente era que sus ojos se terminarían acostumbrando a la penumbra e incluso si no fuese una visión perfecta, para alguien como Elías sería suficiente.

– ¡Maldita mocosa! ¡En serio voy a matarte! – gruñe, aunque su voz no es de alguien molesto, más bien pareciera divertirse.

Pero sus amenazas parecían ser muy en serio, en esta ocasión estaba bastante dispuesto a acabar con la muchacha sin importarle las consecuencias que eso pudiese traerle.

Charlotte se mantenía agachada a una distancia prudente, aunque debería de luchar para controlar su respiración y no hacer algún tipo de ruido, ya bastante le preocupaba que sus exaltados latidos fueran oíbles, puesto que con aquel chico de cabello negro, nada se sabía. La muchacha sostuvo por un instante el brazo que tenía herido, el dolor de cierta forma le recordaba que aún estaba viva, y mientras estuviese viva  podría seguir intentándolo. Respiró profundamente  un par de veces para recuperar un poco de valor, debía de aprovechar de que el golpe de adrenalina seguía haciendo efecto en su cuerpo, mordió su labio y nuevamente se lanzó en otra carrera, pero en esta vez sin saber en dónde se encontraba Elías, bien podía estar del otro lado de la sala, como estar a un par de pasos, pero no podía esperar demasiado tiempo. Por lo que hizo uso de toda su valentía y fuerza para abrir la puerta frente a ella, que resultó ser más pesada de lo esperado. El ruido hizo que el chico  se diera cuenta de donde se encontraba y el resultado de aquello era muy claro.

Solo fue un simple movimiento, uno que causo un terrible ardor en el pómulo derecho de Charlotte. Una línea delgada demasiado cerca del ojo comenzaba a expulsar sangre, un corte perfecto de varios centímetros de largo, había interrumpido la delicada continuidad de su blanca piel, pero había sido una suerte que no hubiese sido peor, gracias a la oscuridad y la impaciencia de Elías, le había impedido poder dar un golpe certero, pero eso no detuvo el siguiente golpe que llego de lleno en el estómago de la muchacha, cuya espalda se arquea ante el impacto y el aire abandona por completo su cuerpo, sus piernas flaquean y la derriban al suelo, primero sus rodillas y  luego el resto. Aquel golpe en seco la había dejado con un tremendo dolor que le hacía sentir que algo dentro de ella se hubiese roto, aunque no  sabía con exactitud lo que había sido.

El que no le hubiese dado con el cuchillo solo fue porque ocupo su mano izquierda para hacerlo, pero incluso fue suficiente para dejar a la chica en posición fetal en el suelo, aguantándose los lamentos de dolor. Se escuchó un ligero sollozo provenir de la muchacha, un quejido que le provocó una sonrisa en el rostro del chico mientras hacía girar el cuchillo en su mano, tenía que admitir que había sido divertido, que una chiquilla le hubiese dado tanto problema era digno de admiración, una víctima que se aferraba a la vida y luchaba por ella de esa manera, era como encontrar el santo grial… pero todo tenía un final.

–Te dije que te iba a matar, mocosa – murmura agachándose de manera peligrosa.

La afilada hoja del cuchillo parecía tener escrito el nombre de la joven que permanecía inmóvil en el suelo, con las manos rodeando su estómago. Una víctima total y absolutamente perfecta.

El inmutable puñal se levantó por lo alto con el único propósito de darle fin a la joven vida que se encontraba a unos cuantos centímetros, pero antes de que cumpliera con su cometido, Charlotte abre sus ojos y gira sobre su espalda, sacando el pequeño soplete que traía consigo, pero no lo usó para quemarlo, lo que hubiese sido la acción más lógica, ella utilizo la brillante y repentina luz de la flama para cegarle por un instante. Elías cerro los ojos por instinto y Charlotte se levantó para empujarlo con todas sus fuerzas  hacia la recamara contigua, el chico pierde el equilibrio en el resbaloso piso mojado tras él, haciéndolo caer de espaldas. Charlotte aprovecha aquellos segundos para cerrar la puerta con el seguro manual.

Un suspiro de alivio sale desde lo más profundo de su ser, mientras su espalda se deslizaba por la puerta hasta quedar sentada en el frio piso. Lleva su mano hacia la herida de su cara, cuando la adrenalina baja y comienza a ser consciente del dolor. Se trataba de un corte de unos 5 centímetros de largo que sin duda le dejara una cicatriz. La joven cerró sus ojos mientras hacia presión al corte para detener la hemorragia, le dolía pero agradecía que su ojo no hubiese sido perjudicado, ya que unos milímetros más y la historia sería otra.

El que Elías realmente hubiese intentado matarla, la había tomado por sorpresa, no se esperaba que cumpliera sus amenazas, aunque no entendía porque lo hacía justo ahora, no sentía que hubiese hecho algo que ameritara el que quisiera acabar con ella. La duda que se desarrollaba en su cabeza era incluso más molesta que los golpes que había recibido, tratar de encontrar una respuesta a lo que estaba pasando parecía una pérdida de tiempo. No existía lógica en nada de esto, aquí cada quien hacia sus propias reglas.

– ¡Maldita mocosa! ¡Abre esta mierda! – gruñe colérico el chico desde el otro lado.

El repentino grito hace que Charlotte se sobresalte y pegue un pequeño grito.  

– ¡¿Aun quieres matarme?! – le grita de regreso.

– ¡Voy a despedazarte!

– ¡Entonces quédate ahí y enfríate un poco!

La muchacha se pone de pie, sosteniendo su adolorido estomago e ignorando las constantes amenazas de Elías, decir que estaba furioso era decir poco, pero dejarlo en el congelador tampoco era una opción, Charlotte sabía que eso podía terminar muy mal.

Por lo menos volvió a ponerse la chaqueta. Pensó para sí misma mientras desactivaba la cámara de frio, aunque eso no evitaría que se congelara si pasaba demasiado tiempo allí, por lo que debía de pensar en alguna solución, aunque por ahora, no se le ocurría nada. Dio otro suspiro pesado y camino hacia el panel eléctrico para volver a encender las luces, suponía que ya no debería tener problemas, después de todo, Elías se había deshecho del personal por completo.

Los focos dieron unos cuantos parpadeos antes de encenderse nuevamente, y con la repentina claridad Charlotte pudo notar el desastre que había quedado, se podía decir que ahora se encontraba más a tono con el resto de las habitaciones, la sangre había salpicado todo a su paso y los cuerpos estaban por cada lugar por donde se mirara, no era el mejor de los escenarios. La rubia observo la puerta de madera que se encontraba del otro lado, la que supuestamente debía ser la salida y que aun así, nada le aseguraba de que pudiese descender al siguiente piso ¿también se necesitaba una clave de acceso? Y si era así ¿Dónde podía estar? La joven había tenido cuidado de ver cada sitio en busca de alguna pista, pero no había ninguna ¿solo era apretar el botón y salir? Imposible, era demasiado sencillo en comparación a los demás, debía existir otra cosa, algo que había pasado por alto o alguna habitación que no miro, y si eso resultaba ser así, lo había arruinado por completo, ya que no podía volver atrás, la puerta que conectaba con el pasillo estaba cerrada con seguro y era imposible volver a abrirla por sus medios.

La situación se hacía angustiante.

Charlotte miro en su reloj y ya habían pasado seis minutos desde que había encerrado a Elías, debía sacarlo de ahí pronto, aunque eso significara volver a arriesgare. Se llevó la mano hacia el borde de sus shorts y tomo el arma que tenía allí, la pistola tenía todas las balas en su cargador, la miro por un instante y la apunto hacia la nada, si dispara lo peor que podía pasar era que dañara un poco la pared. Respiro profundamente y la tomo con ambas manos, apunto y presiono en gatillo con cierto temor pero no sucedió nada, la bala simplemente no había salido ¿se habría estropeado? No, eso era estúpido. La joven la miro haciendo una mueca al inflar sus mejillas. Hubiese sido buena idea haberle preguntado a Elías cómo funcionaba una arma de fuego, ahora se sentía muy estúpida mirando la pistola como si fuese una especie de cubo Rubik. Tardo un rato en darse cuenta de que el arma tenía un seguro al lado de la corredera. Ahora se sentía doblemente estúpida. Luego de quitarlo la joven volvió a apuntar, se encogió un poco de hombros y disparo, y esta vez sí tuvo éxito, la bala atravesó toda la sala y golpeo contra la pared haciéndole un pequeño agujero donde quedo incrustado el proyectil. Charlotte se sintió de cierta forma victoriosa ante su pequeña hazaña, pero también descubrió que disparar una pistola era más complicado de lo que parecía, no solo porque se requería de puntería, sino que también el retroceso producido era algo incómodo y de no haberla tenida sujetada con ambas manos se le hubiese caído.

–Esto es horrible – murmura la chica volviendo a ponerle el seguro al arma. 

Charlotte no logra guardar el arma cuando escucha el cerrojo de la puerta del pasillo abrirse. Sintió la sangre helarse dentro de sí ¿Quién podría ser? Aunque de seguro, no era nadie amigable. La chica retrocedió unos pasos mientras intentaba pensar en algo, si se trataba de los guardias estará acabada, no existía forma de que pudiese lidiar con ello en una situación como esta. Charlotte no sabía cómo defenderse y aunque tenía un arma en sus manos, terminaría gastando todo el cartucho sin acertarle a nada. Trago saliva sabiendo que el tiempo se le terminaba. Hizo un pequeño chasquido con la legua y salió corriendo por entre las mesas de trabajo de la cocina, pasando por encima de los cadáveres y sin dejar de mirar el piso en búsqueda de algo. Su corazón nuevamente había comenzado a trabajar de forma acelerada y tanta adrenalina no podía hacerle bien, se sentía cansada y su cuerpo le reclamaba por la fatiga acumulada, pero aun así no podía detenerse, hasta que al final logro hallar lo que buscaba, el arma vacía que Elías había dejado caer, era muy parecida a la portaba ella, por lo que intuyo que podía usar de las mismas balas, el problema era que el cartucho se encontraban en su bolso, que estaba del otro lado de la sala y no tenía tiempo para ir por él. Maldijo por lo bajo y continuo su camino hasta ocultarse detrás de unos muebles.

La puerta finalmente se abrió y tres hombres con trajes negros ingresaron con pistolas en sus manos. Definitivamente eran malas noticias. Alguien en serio los quería ver muertos y por cómo estaban las cosas, quería que fuese rápido.

Mientras los guardias inspeccionaban el lugar, Charlotte retiro el cargador vacío, recordando cómo le había visto hacer a Elías, con la diferencia de que él lo hacía parecer sencillo cuando en realidad no lo era, pero aun así hacia su máximo esfuerzo en ello. Con cuidado tomo el cargador lleno de su propia arma y retiro una sola bala, tras varios intentos en el cual casi se le cae de las manos. Cierra sus ojos en señal de alivio por haberlo evitado. Cuando termina de hacerlo intercambia los cargadores de las armas, haciendo que la de ella quedase con un disparo.

Se mantiene casi a ras de suelo para evitar ser vista, pero más temprano que tarde, terminaran encontrándola. Cuando ve que los hombres se giran se levanta y deja la pistola sobre la mesa frente a ella, casi a la vista de cualquiera. Estaba más que claro que no podía hacerle frente a asesinos entrenados, pero por fortuna había alguien que sí, y para bien o para mal, no tenia de otra. 

Reunió todo el valor que tenía en un suspiro y se levantó poniendo su mano en la manilla metálica de la puerta, y conto hasta tres mentalmente antes de abrirla de golpe. 

Fue como ver a un depredador salvaje salir de una estrecha jaula y que solo buscaba alimentarse.

Los hombres observaron al chico de cabello oscuro que había aparecido de sorpresa, su ropa tenía manchas de sangre que no le pertenecían a él y en sus ojos no había nada más que locura. De inmediato apuntaron sus armas a él y antes de que comenzaran a disparar, los dorados ojos de Elías se entornan hacia la mesa frente a él, tomando la pistola y cubriéndose para evitar las balas que llegaban como una lluvia letal.

El ruido de los disparos era ensordecedor y más aún cuando golpeaban contra algo metálico, donde a su vez producían una ligera chispa.

Charlotte se había ocultado tras la misma puerta del congelador que Elías había terminado de abrir de una patada, era un buen lugar para evitar ser vista y recibir algún proyectil por el grosor de la puerta, además imaginaban que estarían demasiado ocupados tratando de lidiar con Elías, quien no parecía haberse calmado en lo absoluto, al contrario, se veía peor. Pero aun así la rubia se sentía como la peor persona del mundo por usarlo de esta manera, Elías no era un arma que podía ocupar cuando quisiera, no se sentía bien arriesgarlo de esta forma tan egoísta, pero ¿Qué más podía hacer?

Los guardias cesan el fuego y se separan para poder rodear a Elías, quien se mantenía con el arma en la mano y la espalda apoyad contra la mesa metálica. Uno de los hombres se acercaba en línea recta mientras que los otros dos lo cubrían, ninguno titubeaba en sus movimientos, todos estaban dispuestos a matar sin sufrir de más mínimo remordimiento por ello. Los pasos del primer hombre se acortaban cada vez más mientras su dedo presionaba el gatillo, su mirada estaba fija como si fuese capaz de ver el blanco, hasta que de la nada Elías pasa por encima de la mesa pateando al intruso en la cara y tirándole al piso. Los disparos se vuelven a despertar, mientras el chico le incrustaba un trozo de plomo caliente en la frente al oponente que había derribado. Sus compañeros por otro lado se ponen en guardia y comienzan a avanzar al mismo tiempo, esta vez yendo uno por cada extremo. El plan era fácil “no puede dispárale a los dos al mismo tiempo” al menos que tuviese dos armas, lo cual no era el caso de Elías.

Sus pasos eran firmes, como si no les importara la muerte de su compañero, eran como perros adiestrados que solo sabían cazar a sus presas y que para mal, estaban muy cerca de alcanzarla.

Charlotte al darse cuenta de ello se levanta y empuja con todas sus fuerza el estante a su lado, pasando por alto que ahora había revelado su posición y que se había convertido en un blanco fácil. El estrepitoso ruido de los objetos metálicos al caer capta la atención de los hombres de trajes, que inevitablemente se distraen. La rubia corre alejándose de campo visual al mismo tiempo que Elías se pone de pie y dispara dos veces al objetivo más cercano, el cual cae desplomado por los impactos a su pecho, el segundo hombre se voltea rápidamente pero demasiado tarde, tres balas son las que lo abaten y dejan sin vida, uniéndose al número de muertos del lugar. El arma de Elías deja salir una tenue columna de humo que se disipa rápidamente, mientras que una lúgubre sonrisa se dibuja en su cara. Aquel brillo de locura seguía palpitando peligrosamente en sus ojos.

– ¿En dónde te has metido ahora, mocosa?  

La busca furtivamente con la mirada hasta encontrarla parada sobre uno de los mesones, y antes de que pueda apuntarle recibe una patada de lleno en la cara que lo hace retroceder, mientras que un hilo de sangre comienza a caer por su nariz. Su expresión se vuelve más oscura, pero nuevamente Charlotte no le da tiempo a que le apunte, ya que se lanza sobre él, tumbándolo de espaldas al piso, su cabeza hace un repúgnate sonido al golpear contra la cerámica que lo desorienta por un instante, aunque no lo suficiente, parece ser incapaz de sentir algún tipo de dolor en ese momento   y nada podía detenerlo, hasta que la rubia a horcajadas sobre su estómago le apunta con el arma directamente a la frente.

Un sepulcral silencio comenzaba a reinar en el lugar, donde el tiempo parecía haberse detenido, sus miradas se cruzaban en una batalla de voluntades.

–Ya cálmate, Elías – murmura la joven mientras sostenía el arma con ambas manos temblorosas – por favor – añade en suplica.

– ¿Y si no, qué? ¿Vas a dispárame? – Cuestiona desafiante – sería interesante verte intentarlo – apoya su frente contra el cañón del arma – a esta distancia no puedes fallar. 

Las manos de Charlotte temblaron aún más al ver aquella acción y una gota de sudor frio caía por su frente. Elías no estaba jugando, realmente la estaba retando a jalar del gatillo y no mostraba ni el más mínimo temor al respecto, es como si se riera en la misma cara de la muerte. La rubia muerde su labio cuando la angustia comienza a superarla, estaba en un punto sin salida, Elías podría desarmarla en cualquier segundo y ese sería realmente su fin.

–En serio que eres… alguien realmente cruel – murmura casi para sí misma, apartando la pistola – como si fuese capaz de hacer algo como eso… nunca podría matarte… pero – una forzada sonrisa se forma en la cara de la joven mientras apunta el arma a un costado de su propia cabeza – si puedo matarme a mí misma… buena suerte saliendo de aquí, Elías – añade finalmente cerrando los ojos. 

No hubo ningún titubeo al momento de jalar el gatillo, en una distancia a quema ropa no existe margen de error, por lo que los ojos de Elías se abrieron sorprendidos cuando la bala salió despedida, y por un segundo, tan solo por un segundo sintió como su corazón se detenía, mientras el ruido del disparo seguía haciendo eco en su cabeza  y observaba aquellos ojos azul profundo que lo miraban fijamente.

–Pero… ¿Qué mierda? – Masculla sosteniendo la muñeca de la chica con fuerza, logrando que la bala pegara en el techo en vez de su cabeza – ¡¿Qué carajos fue eso, Char?!

Con una expresión desconcertada y casi vacía, Charlotte observa al chico de cabello oscuro.

– ¿Elías? – Murmura estupefacta – ¿eres tú, en serio eres tú?

─Claro que soy yo ¿Qué es lo que pasa contigo?

─ ¿Conmigo? – Repite frunciendo el ceño ─ ¡¿Qué es lo que pasa contigo?! ¡Pedazo de idiota! – le grita golpeando el pecho con su mano libre.

─ ¿Auch? – arquea una ceja –  Si digo que eso me dolió ¿me dirás que es lo que tienes?

La joven lo queda mirando confundida.

─ ¿En serio no lo sabes? Lo que paso…

Elías hace una pequeña mueca y mira de reojo a su alrededor.

─He de suponer que mate a muchas personas sin darme cuenta, suele pasar –¬ dice como si fuese la cosa más normal del mundo ─ aunque creo que no fue el mejor momento para hacerlo. Bueno, carpe diem.

Charlotte lo observa con detenimiento, no parecía estar mintiendo ni mucho menos bromeando al respecto ¿en serio había hecho todo eso sin ser consciente? Eso explicaría porque parecía tan emocionado en querer asesinarla, simplemente era alguien más que se encontraba en su camino, una víctima de la cual se terminaría olvidando.

Elías era sin dudas, un completo enigma.

─Entonces no lo recuerdas – murmura.

─Sí me acuerdo – se defiende – solo que no a quien maté específicamente, aunque tampoco es la gran cosa, pero ya me siento mejor conmigo mismo – hace una pausa en donde mira a Charlotte – por cierto, no es que me importe mucho eso de seguir las reglas, pero sería grandioso que te quitaras de encima porque creo que esto es muy ilegal.

Un ligero tono rojo se forma en las mejillas de la muchacha, que de inmediato se baja del estómago de Elías, quien al verse libre se sienta.

─Entonces… ¿ya estás bien? – murmura con las manos apuñadas contra sus rodillas.

─Supongo – le responde pasando una mano por su cabello ─ ¿Qué le paso a tu cara?

La joven sintió los músculos de su espalda contraerse y su boca seca. No sabía cómo lidiar con ello, puesto  que no estaba segura de la estabilidad de su compañero.

─Bueno… ─ balbucea cubriendo la herida con su mano – no es nada.

─Casi te sacan el ojo, no diría que no es nada, sobre todo para ser tú.

─Pero, no pasó nada de eso – su mirada se desvía hacia un lado – además ya mataste a todos esos tipos, entonces ya todo está bien.

─Esa herida, te la hice yo ¿verdad? – Charlotte abre la boca para decir algo, pero se retracta al último segundo – en serio que se te da fatal el mentir ─ murmura poniéndose de pie ─ Es increíble el que haya fallado al intentar matarte,  soy un fracaso como asesino. 

─No diría que eres un fracaso, eres muy bueno en ello… aunque das miedo – responde de inmediato – además es solo una herida – añade cubriéndose el corte con la mano – solo fue eso.

Elías la observa por un instante de forma impasible, mientras que la joven se esforzaba por verse sincera. Puede que sea una estupidez, pero no quería que las cosas fuesen más incomodas entre ellos, aun les quedaba un largo camino y para bien o para mal, se necesitaban el uno del otro, crear conflictos entre ellos solo les complicarían más las cosas. Elías era un asesino y Charlotte lo tenía claro, no podía fiarse cien por ciento de él, pero lo había hecho, un error que casi le cuesta la vida.

─Sigues mintiendo.

Los ojos de Charlotte se abren asombrados por un instante y luego baja la mirada al suelo.

─ ¿Cómo sabes que miento?

─Porque yo lo hago mucho – hace una pausa y ladea la cabeza a un lado –intente matarte ¿no? – nuevamente la joven guarda silencio – ya veo.

─ Fue un accidente – murmura.

─No hay accidentes en lo que yo hago, si tenías un arma debiste dispararme, yo lo hubiese hecho.

─Pero ¿Qué sentido tendría hacerlo? – Murmura poniéndose de pie con ayuda de la mesa a su lado – si te hubieses muerto, significaba lo mismo para mí, así que realmente no había diferencia si me matabas tú o yo misma lo hacía.

Hay un instante de silencio  bastante tenso antes de que uno de los dos volviera a hablar. 

─Da igual, solo no vuelvas a hacer algo tan estúpido como suicidarte. Joder. Ni pareciera que quieres salir de aquí.

─Entonces deja de intentar matarme.

─No.

─Entonces no hay trato, si al final cuando salgamos de aquí me mataras de todas formas ¿Qué caso tiene intentarlo?

Nuevamente se forma un incómodo silencio en donde solo existen sutiles intercambios de miradas, donde ninguno de los dos parecía estar dispuesto a retroceder, como se había anticipado, aquello era un punto muerto, donde no lograrían avanzar hasta que alguno  aceptara los términos del otro y eso no parecía que fuese fácil. Por primera vez Charlotte se mantenía firme ante algo ¿y cómo no hacerlo? Era su vida la que estaba en juego. Sobrevivir para escapar y luego ser asesinada no tenía sentido alguno, era como cavar un agujero en el agua.

─Vale, si salimos de aquí vivos no te matare – dice Elías casi sin ganas.

Un escalofrío recorrió la espalda de la joven al oír esas palabras.

─ ¿Lo dices en serio? – pregunta temerosa.

Los ojos de Elías la observan fijamente como una amenaza silenciosa en ellos.

─Detesto dejar cosas pendientes  – se da la media vuela y comienza a caminar ─ Pero no me queda de otra que hacer una excepción – la mira por sobre su hombro – pero sin importar lo que pase, tú tienes prohibido suicidarte.

La muchacha se queda inmóvil con la mano apoyada en la mesa, mientras intenta controlar sus temblorosas piernas. Aquello había sido un muy extraño acuerdo, pero habían llegado a algo y para Charlotte eso estaba bien, por lo que sonrió con alivio y camino detrás de Elías.







Espero que hayan disfrutado del capítulo, ya saben que si les gusto pueden comentar o dejar su estrella <3

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