Me sentía hipocondriaca, el miedo me acompañaba, la ansiedad aumentaba.
Me recosté sobre la cama pensando, me quede mirando fija en un lugar donde noté que había algo que me observaba.
- ¡Qué atenta Sara! Eso que miras al extremo de tu habitación es una cámara de video, no tiene sonido para su suerte, cada uno la tiene en su cuarto.
Cansada quise tomar un baño, aproveché que Santiago estaba dormido para ducharme, con el agua rosando mi cuerpo sentía un poco de calma, me recordaba a aquellas tardes donde me sentía triste, tomaba un baño y todo estaría bien de nuevo. Cuando salí él había despertado y me avergonzó mucho que me mirara en toalla, solo tiró una risa penosa y dijo que me cambie tranquila.
Apresurada y con pena, agarré una sudadera y me cambié, ya anochecía. Hablamos toda la madrugada, de algo estaba segura, sentía temor pero tenía a una persona genial compartiendo está mierda. Amaneció, el desayuno como de costumbre era a las 7:00 am, Santiago y yo salíamos al tiempo pero, está vez me pidió que me adelantara porque iba a tomar un baño. Fui pero estaba preocupada, ya habían pasado 10 minutos y no llegaba al desayuno, así pasó media hora y no llegó, incluso todos terminamos, cuando nos dirigíamos al cuarto la cámara se prendió y el maldito habló.
- Las reglas eran claras. ¿Qué tan difícil es seguirlas? Oh Santiago como voy a disfrutar tu castigo.
Estaba asustada, algo malo pasaría, grité que no le hicieran nada pero solo agregó:
"Cállate perra o te mato a ti"
Santiago estaba atado a la silla como Julieth, jadeaba y se lamentaba, yo solo podía imaginar lo peor, solo lloraba como si llorar solucionara todo, entraron los sujetos y lo agarraron a golpes, fue algo leve comparado con Julieth, él quedó inconsciente y su cuerpo cayó sobre el suelo. La cámara se apagó y todos fueron a sus habitaciones.
La pesadilla de nuevo comenzaba.