La melodía del latir de su corazón, me mantiene pensativa, desliza sus manos por mi espalda, es un tanto extraño estar de esta forma con Ower, pero a la vez reconfortante.
—Tengo que irme.
Me incorporo, con mis dedos peino el desastre que es mi cabello no creo hacer mucho, pero el intento es lo que vale.
—Mañana vengo a buscarte, trae lo necesario contigo, lo demás vendrá una agencia a organizar y cubrir todos los muebles para que no tengan daño alguno.
Se incorpora, quedamos muy cerca, inclina un poco su rostro y nuestros labios se unen, cierro los ojos para disfrutar de esta caricia tan íntima, delicada e única.
No hay desesperación en terminar el beso, incluso lo profundiza al posicionarme encima de sus piernas, se siente tan bien que me derrito sobre su cuerpo, me alejo, el deseo es vidente, ya que una parte de su anatomía esta alterada, a pesar de que el beso era lento no niego que me ha robado el aliento.
Respiro de manera errónea.
Quiero, deseo y anhelo tantas cosas que él me brinda más de lo que puedo soportar, aún no soy capaz de mirarlo a la cara, todo lo que siento en estos momentos supera cada una de mis expectativas.
Sus dedos exploran la piel de mi espalda, su toque provoca que mi cuerpo reaccione, entre abro los labios, respirar por la nariz es difícil, me acomoda sobre sus piernas, el nivel de adrenalina que corre por mis venas es elevado junto al pequeño movimiento que hace con su cadera, ambas partes sexuales hacen fricción, jadeo.
Vuelve a tomar mis labios, en un rápido movimiento me encuentro debajo de él, ejerce mayor presión entre mis piernas, siento su deseo crecer.
Muerde mi labio, gimo cuando su mano llega a mi feminidad, la humedad le permite deslizarlo con facilidad a mi interior y lo encorva volviendo mi autocontrol y mi ritmo cardiaco un caos.
Mueve sus dedos con un ritmo que provoca movimientos involuntarios de mis caderas, su boca traga cada uno de mis gemidos, giro el rostro esto es demasiado, sus labios bajan a mi cuello, lame, muerde y succiona mi piel, estrujo su camisa entre mis dedos.
Mi abdomen se contrae, tanta tensión ensordece mis oídos solo escucho el alocado pálpito de mi corazón. Sus labios van a mi oído.
Muerde y tira de mi lóbulo, este es el detonante a mi segundo orgasmo.
Completamente me siento en las nubes, cada una de mis extremidades están livianas. Ower retira sus dedos, abro un poco los parpados, alcanzo a ver su espalda perderse en el baño, en cortos segundos vuelve con una toalla. Una fina capa de sudor cubre su frente, su color de piel se vea un poco exótico.
—Voy a limpiarte.
Niego, una cosa es que este en la cúspide de la lujuria y que el explore todo lo que desea, muy contrario a cuando mis sentidos están coherentes y abra mis piernas para que él limpie mi desastre.
—No es necesario, me daré una ducha, todo estará limpio.
Salgo de la cama, avergonzada me dirijo al baño, quito mi pijama, mis bragas están empapadas, no voy a pensar en eso ahora.
En cinco minutos estoy limpia, seco el agua de mi cuerpo, descubro que aún tengo partes sensibles. Tranquila Ali, no eres una diosa del sexo porque tuviste dos orgasmos monumentales en tu vida. El espejo muestra mi rostro, a pesar de estar cansada la satisfacción es evidente.
—Ower, ¿qué me estás haciendo?
—Complacerte.
El susto que me ha dado es terrible, llevo una mano a mi pecho, giro para verlo recostado de la puerta.
Sonríe de lado, camina hasta invadir mi espacio, lo cual en vez de molestarme me agrada y destroza mis nervios. Es una sensación que evoluciona a pasos inmensos, con manos temblorosa sujeto la toalla, sería el colmo que la dejara caer.
—Nos vemos mañana cariño, a las diez paso por aquí llevamos las cosas a nuestro hogar y te acomodas como lo prefieras, ¿sí?
—Si.
Deja un beso en mis labios, sonríe complacido. Nunca en mi vida hubiera imaginado esta escena.
—Hasta mañana cariño.
Se despide dejando mi cabeza envuelta en un tsunami de emociones. ¡Oh mi Dios! Esta parte de mi vida será un gran laberinto hay varias direcciones, pero solo una es la correcta.
Tres maletas reposan en una esquina de la sala, junto a unas cajas con alguna pertenecías que son muy importantes, el cariño que le tengo no me permite abandonarlas aquí.
Estoy despierta desde las seis de la mañana, el reloj marca las ocho, aún falta para que venga Ower. Mamá esta lista desde anoche, lleva consigo muy pocas cosas según ella tienen todo lo necesario.
El abuelo Lu llegara en cualquier momento, termino de picar la fruta y tostar las ruedas de pan, la tetera con el té reposa sobre la mesa junto a las tazas y los demás utensilios que necesitamos para desayunar.
Saco jamón, queso y jugo de naranja del frigorífico, lo acomodo en la mesa junto al bol de fruta.
—Buenos días niña Ali.
—Buenos días abuelo Lu, ¿cómo te sientes mi gruñón hermoso?
—Bien, este viejo siempre tiene fuerzas.
—Claro que sí.
Le doy un abrazo y beso su mejilla. Todos estamos sentados en nuestros respectivos lugares, el abuelo da las gracias por los alimentos antes de empezar a comer. Entre risas desayunamos.
—Mamá sé que no he tenido la oportunidad de preguntarte si esta cómoda con la mudanza. Me sentiría muy mal si lo haces por no preocuparme, sabes a la perfección que eres muy importante y no quiero que estés inquieta por esto.
—Estoy bien cariño, además esto será como unas vacaciones para mí como para Luis. No tienes por qué preocuparte querida.
—¿Segura?
—Si amor estoy bien con esto.
El silencio que hubo después fue incomodo, creí que mamá solo lo hace para que esté tranquila, degusto la fruta con paciencia, el abuelo introduce un tema con mama y me mantengo al margen de lo que hablan.
Termino mi desayuno, recojo el plato, el vaso y el tenedor que utilicé, lavó los pocos trastes, me ocupo de dejar todo limpio, después de todo el esfuerzo merezco un reconfortante baño.
La ducha no pasa de diez minutos, la ropa que tendré hoy consta de un sencillo jeans que se adhiere a mis caderas y una blusa blanca suelta junto a unos converse del mismo color de la camiseta.
Le echo una última mirada a mi habitación, la cual posee incontables vivencias junto a mi hermano antes de aquel fatídico accidente. Con tristeza salgo por el umbral de la puerta, en la sala encuentro a Ower junto a mi mama, ella le dice en susurros algo, pero desde la distancia en la que estoy no escucho nada. Al notar mi presencia, mamá deja de hablar y él se levanta.
—Llegó el momento.
Observo a mi madre la cual sonríe.
—Ali cariño, sabes que te quiero mucho, pero no quiero irme de mi hogar, los hijos deben trazar su propio camino, tú estás haciendo el tuyo, es natural que te preocupes por mi bienestar, ahora bien, no toda la vida quiero que me lleves a rastros, no vivirás tan lejos, estamos en la misma ciudad.
—Tu madre quiere quedarse.
—Lo imagine, no estabas cómoda con el tema, pero no quiero que estés sola mamá, contratare a una enfermera para que este aquí contigo, vendré todos los fines de semana a visitarte y te llamare constantemente.
Camino de un lado a otro, imagino todos los peligros que puede enfrentar y ¿si no encuentro alguien que cuide de ella? Debería de insistir más para que ceda y se vaya con nosotras.
—Cariño ya me encargué de eso.
Detengo mi caminata nerviosa.
—Contrate una enfermera, ¿lo olvidas? Vendrá a las dos desde la academia.
—Es que...
Muerdo mis labios, él se acerca, sujeta mis hombros.
—Todo está cubierto.
Tomo una respiración para calmar mis nervios.
—Ahora vamos a el departamento, llevamos las cosas, conoces al personal y más tarde volvemos, ¿sí?
Me despido de mamá, el abuelo se fue así que más tarde cuando vuelva me despido. Salimos de la casa Matyas nos espera fuera del carro, cuando estamos cerca él abre la puerta trasera, subimos al coche.
No voy a mentir, estoy muy nerviosa, una cosa es trabajar con él y otra es muy distinto ser su esposa.
Trato de distraer la mente observo por la ventana el lugar donde crecí, el auto se desliza por la carretera principal la cual nos llevará a nuestro destino, no dejo de pensar que mi vida ha cambiado en un instante, nunca pensé que sería la esposa de mi jefe.
Sólo espero que todo este plan funciona ya que lo está pasando rompe los esquemas que tenía planeado para mi vida.