Ámame si te atreves, jefe

By SraDeTaker

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Libro #1 Saga Rusos. La mayoría de nosotros esperamos encontrar un trabajo que nos haga suspirar, que nos hag... More

Sinopsis
⚠AVISO⚠
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo Especial (I)
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo Especial II
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo Especial III
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo Final
Epílogo
Agradecimientos

Capítulo 26 parte II

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By SraDeTaker

Duele tanto el engaño, que se instala en tu corazón hasta abarcar cualquier espacio vacío en tu interior.

Daphne.

Sé lo que debe sentir Günther hacia Hope. Ella en un intento de salvarlo del dolor del cáncer y todo lo que le tocó vivir a ella, pero terminó dañándolo con su partida y el no decirle que serían padres. No voy a justificar sus acciones, pero sé qué ella malas intenciones hacia él, no tuvo.

A toda costa intentó alejarlo para que no la viera sufrir.

Entiendo el sentimiento de traición que tiene Günther. Durante años creí que estaría con el mismo hombre con el que estuve por años y me enseñó, el arte de amar. Por mi mente muchas veces pasó, que nosotros estaríamos juntos y nos amaríamos toda la vida, pero me abandonó sin motivo alguno.

Lo odiaba tanto, que lloraba de la impotencia por las noches.

Odiaba amarlo y vivir con su ausencia.

¿Romper promesas o mi corazón?

No, Sasha no era el tipo de persona que haría eso. Cuando se trataba de mí, él me daba hasta lo que no necesitaba. Sus promesas eran desde ir a una cena romántica, a ir a ver la Aurora Boreal. Meses antes de irse de mi lado, estuvo tan diferente, extraño, distante y decaído. Por más que intentaba decirle que podía contarme sus problemas, él solo se encerraba en un mundo en donde yo no tenía acceso. Ni intentando con todas mis fuerzas, lo lograba. Fue tan fácil llegar a su corazón y tan inalcanzable volver a lo que un día consideré mi hogar.

Sasha se convirtió en la persona más fría que pude conocer. Era tanto así, que estaba segura de que así trataba a los desconocidos o a sus enemigos.

Sasha me hizo su amiga, me dejó amarlo, me subió a los cielos y me hizo regresar a la tierra, de un solo golpe.

—Daphne, por favor, deja ya de beber. Es suficiente alcohol para ti —me pide Albert, preocupado, el muy imbécil ya apareció y no me dijo donde estaba—. Llamé a tu amiga para ver si juntos podemos controlarte.

—Lo que mata a las personas es el recuerdo de lo que nunca fue, Albert. Los planes y todo lo que un día se añoraba por hacer —balbuceo, mientras lo señalo con mi dedo bebiendo de mi vaso de licor.

Suspira resignado y se levanta de la mesa para abrir la puerta que antes habían tocado. Sí, estaba en casa de Albert y me había escapado de la vista de mi guardaespaldas. No podía dejar que Günther me viera así.

—No sé qué le pasa. No recuerdo que me dijera que tenía problemas con el esposo, pero está bebiendo como si el mañana no existiera —le explica a la persona que llegó a su casa.

—Tenía entendido que todo estaba bien entre ustedes, pero ahora resulta que las cosas no son así. ¿Qué te pasa, Daphne? ¿Quieres morir alcoholizada o que a Günther le dé una crisis existencial por no encontrarte? —con voz molesta, me habla Tina.

—¿Ahora sabes en donde vive Albert? No quiero hablar contigo en estos momentos —tomo del vaso de whisky, haciendo una mueca de desagrado—. ¿Le dijiste a Ivan que yo estaba aquí?

—Sé donde vive Albert por tu culpa. ¿Daphne, qué te pasa? Me estás preocupando —se sienta a mi lado—. Deja esa botella de whiskey, por favor. Mañana te sentirás fatal, créeme.

—Tengo 1825 días de diferencia... —los chicos me miran confundidos—. Encontré un casillero de Hope. Bueno, era para ella y encontré la última nota que ellos se enviaron —se entrecorta mi voz y los veo fríamente—. Eran notas de amor para leer cuando fueran viejos. Quiero decir, la última nota estaba cerrada y era de Hope. Le decía sobre la pérdida del embarazo y lo que ella quiso evitar que él sufriera.

—Oh, por Dios, Daphne. No lo sabía... —Albert toma mi mano y me sonríe con tristeza—. Siento tanto que te tocara leer todo eso, pero beber no te hace bien, cariño —acaricio su mejilla, Tina me quita el vaso negando con la cabeza.

—Tampoco lo sabía y he sido amiga de ellos por años, pero a veces las cosas no son lo que parecen, ¿de acuerdo? Günther y Hope eran una buena pareja amorosa, pero tenían sus problemas y momentos de amor —me da una mirada comprensiva, odio que me miren así. Ella coloca su mano encima de la de Albert y la mía—. Ellos se enviaban notas cuando ella iba a Rusia y sí, ahora está muerta, pero no quita que le ocultó todo a Günther. Cáncer y embarazo. Más de cinco años engañando al hombre que amas y discúlpame, pero eso no se justifica. Ella muerta y Günther viviendo en la miseria de recuerdos dolorosos.

—Recibí un sobre ayer por parte de un desconocido. Decía una dirección y una combinación de un casillero en un colegio. Ahí encontré la caja con todas las notas de Hope y Günther. La última nota era la despedida de ella y no estaba abierta. Ella sí dijo la verdad, solo que él nunca abrió esa nota.

—¿Ellos se encontraron antes de su muerte? —la pregunta de Albert, me hace llevar la atención hacia él.

—No lo sé... Yo solo que él iba mucho a Rusia y no sé si llegó a despedirse —me mira sorprendido—. No me mires así. De verdad que no sé si él la vio morir —balbuceo levantándome de la mesa.

Recibo un mensaje de Günther que me hace sonreír.

»*No estoy de acuerdo en que salgas sin guardaespaldas, Daphne. Me quedo tranquilo porque Tina dijo que estaría contigo, pero no te desaparezcas así. No sabes lo preocupado que estaba por ti, al enterarme de que te habías ido sin tu guardaespaldas. Te extraño. Sigue con Tina y disfruten su momento de chicas. Nos vemos mañana en la compañía.

Entonces Tina de verdad no le dijo nada de que estaba en casa de Albert. Al ver esas notas, sentí que me asfixiaba y de verdad, no quería que me viera así. Aunque quiero contarle, no sé por dónde empezar. Ahora entiendo por qué la gente ahoga las penas en alcohol.

«Se olvidan los problemas por un rato.», sonrío y me alejo hacia algún lugar tambaleándome.

—Daphne —volteo a ver a Albert—, aunque Günther no es mi persona favorita, se nota lo mucho que te quiere —lo miro confundida—. No se merece que lo engañes. Si no lo quieres solo aléjate. Él merece ser feliz y eso lo sabes mejor que nadie. Por eso creo que... —lo callo haciendo sonidos raros con mi boca.

—Yo quiero a mi esposo ausente —arrastro las palabras, se empiezan a reír, me molesto y me cruzo de brazos—. Claro que debo de estar mal por haber leído como dos personas se amaban —hipo—. Aparecí años después y mi relación no fue normal con él —suspiro—. Yo... —hipo—, Ah... me dio hipo —empiezo a reír tontamente—. De verdad lo quiero tanto... —hipo—, pero él se puede aburrir de mí y dejarme tirada como un juguete viejo.

—Se nota que no conoces a mi amigo y te dejas llevar por lo que dice una tipa ardida —me ve molesta, golpeo su brazo cuando llega a mi lado—. Me la llevo lejos de eso. Por favor, tíralo lejos de ella —empezamos a caminar a la habitación de Albert.

Tan molesta.

—¡Te amo, Albert! Eres como el hermano que nunca quise tener! —le grito, me hace un ademán de despedida lanzándome un beso—. Quiero mover el bote, quiero mover el bote para que a Albert le gusten las chicas este mes —cantó y escucho reír a mi amiga—. Queremos que le gusten las personas más de un mes —pido moviendo mi brazo en forma de protesta.

—Eres tan tonta y tan fácil de querer, Daphne —besa mi sien, Günther me besa siempre ahí. Extraño a mi esposo—. Ahora entiendo por qué Günther te ama. Él es muy serio contigo y lo que siente por ti. No tomes a la ligera lo que siente por ti.

...

Albert tenía razón, me siento fatal. Tengo resaca y necesito dormir más, pero como soy una asistente sin un centavo en su cuenta, con o sin resaca debo ir a trabajar.

Los pobres, como yo, tomamos cuando no se trabaja, pero yo soy la locura rebelde, que toma en la semana y debe aparecer con su mejor cara en compañía de su esposo.

«Yo soy rebelde porque el mundo me hizo así.», sonrío ante mi bonita canción.

Salgo de mis pensamientos, cuando llega mi esposo ausente al pasillo de su oficina. Mis compañeros estaban atentos a cualquier cosa que pudiera decir. Desde el incidente de Leah, era la primera vez que venía a la empresa.

¿Amanece así de guapo siempre?

—Bonitas ojeras te traes —sonríe, al llegar a mí.

—Lo mismo va para usted, señor —le respondo de la misma manera.

—Soy un farol tan temprano y con tanto sol —mi atención viaja a Tina—. Ni se dan cuenta de que no están solos.

—¿Qué puedo decir yo? A mí me ignoró al salir del ascensor —se queja Ivan.

—Ustedes si lloran —les responde, da dos golpecitos en mi escritorio y ve a mis compañeros—. Que sea la última vez que ustedes ven una escena en donde dos de sus compañeras son agredidas frente a ustedes y no hacen nada para defenderlas —el silencio era sepulcral—. Pude haber recibido una demanda por parte de ellas dos. Ustedes mejor que nadie saben que Leah, no es nadie en esta compañía.

—Señor, pero es que la señorita Leah nos decía siempre que ustedes eran pareja y...

—No tengo que hablar de mi vida sentimental con nadie, pero desde hace dos años y medio, estoy casado —los mira con severidad—. Mi esposa puede salir lastimada por los rumores y la poca falta de empatía de ustedes.

—Lo sentimos mucho, señor. Nosotros...

—Que no vuelva a suceder —se dirige hacia mí—. La veo en mi oficina ahora mismo. Tengo una reunión con Ivan y un doctor, pero necesito hablar con usted antes de eso.

Asentí, tomé mi agenda y lo seguí cuando lo vi que se marchaba a su oficina, cerré la puerta y no había llegado muy lejos cuando sus labios tocaron con suavidad mi boca.

—Te extrañé mucho —me abrazó con cuidado—. Es la primera vez que nos separamos desde que vivimos juntos.

—También te extrañé —le respondo el abrazo—. No dormiste bien...

—Tenía que adelantar trabajo y tú desaparecida, no pude dormir bien —besa mi frente—. ¿Estás bien?

Muerdo mi labio partido.

—Hablaremos en casa —beso su nariz—. ¿Para qué me llamaste? La reunión con el médico ruso es importante, ya que es un buen campo para nosotros y para que ellos inviertan en la compañía.

—Lo sé —saca una cajita de terciopelo negra—. No pude hacerlo mejor, pero este es nuestro inicio, Daph —abre la cajita y hay un anillo de diamantes blanco y dos anillos plateados a su lado—. Uno es tu anillo de compromiso y los otros, son nuestros anillos de matrimonio.

—Oh, por Dios... —siento un nudo en la garganta—. Son hermosos.

Mis lágrimas morían por salir, pero las retengo, al ver su rostro lleno de emoción.

—Nuestro matrimonio es real, Daph. Les he dicho a mis empleados que estoy casado y usaré el anillo desde hoy. Espero que tú también lo uses —besa mis labios y empieza a poner los anillos.

—Mis compañeros...

—Eres mi esposa y es lo único que me importa —pongo el anillo plateado en su dedo índice—. Nos quedan perfectos, cielo.

—Sí... —beso sus labios.

Me sentía demasiado feliz. Nuestro matrimonio si es de verdad y no soy un juego para él.

—Llegaré puntual, para adornar la casa y cenar. Así que no te preocupes —susurra Günther a mi oído, la puerta es tocada y nos alejamos.

Cada uno toma su puesto, él en su silla y yo frente a su escritorio, esperando que la puerta sea abierta.

—Entonces, espero que nadie nos moleste mientras estemos en la reunión. La llamaré para que venga a traernos los documentos —asiento, levantándome de la silla.

Ivan me guiña un ojo y entra a la oficina, me despido de él y antes de poder salir de aquí, veo el rostro de mi amigo.

—Albert... —no pude terminar de hablar, cuando llegó otro chico con ojos tristes regalándome una mirada llena de amor.

Me quedo inmóvil viéndolo por si es mentira y por si se le ocurre desaparecer en cualquier momento. El mundo se detiene a mi alrededor, pero no logro mover ninguna parte de mi cuerpo.

Cosa que es ilógica, pero simplemente no puedo creer que esté aquí.

Por unos segundos dirijo la mirada hacia Albert, que solo mantenía un rostro tenso, mientras sus ojos pedían perdón.

—¿Daphne, todo está bien? —la voz de Günther, llama mi atención—. ¿Señorita Weber, conoce al doctor? —vuelvo a ver al hombre de ojos azules que antes moría por poseer.

—No pasa nada, tranquilo —responde, el chico con acento ruso, muerdo mi labio, cosa que lo hace sonreír—. Daphne, ¿no vas a responderle a tu jefe quién soy?

—Sí, claro... Él es... —mi voz se tranca y siento la mirada de todos en mí.

Estoy ridículamente nerviosa.

—Me llamo Sasha y soy... —vuelve a hablar asintiendo, como si entendiera la situación en la que estoy—, un amigo de la infancia. Es impresionante ver cómo cambió mi amiga.

Mira hacia mis manos y traga grueso.

¿Qué hace aquí?

—Vaya, también te casaste... —señala mis dedos, bajo la mirada para verlos—. Estaré en la ciudad por unos días, espero que podamos encontrarnos alguna vez.

—¿Por qué? —por fin logro hablar sin sentirme nerviosa, veo a mi alrededor, Ivan está serio y Günther está molesto—. ¿Cómo diste con esta compañía? ¿Por qué no diste tu nombre?

—Porque no quería dar algunas explicaciones —sonríe incómodo—. Estoy trabajando con Albert y cuando le expliqué a donde iba, me comentó que estabas aquí.

—Sasha, tú no hablas casualmente con las personas —asiente acariciando su cuello, le señalo a Albert.

—Tenemos mala relación, Daphne —recibe un mensaje y arruga su nariz, hacía eso cuando estaba nervioso—. La reunión de hoy no podrá ser. Se me ha presentado un inconveniente. Así que mi asistente se pondrá en contacto contigo en unos días para volver a pautar una reunión.

—Bien —es lo único que escucho.

Lo veo marcharse y a Albert, cerrar la puerta. Me giro hacia los chicos y veo a Günther más molesto que antes.

—Vaya, regresó su atención hacia nosotros, señorita Weber —dice, frunciendo el ceño—. Conoces perfectamente al hombre que será mi cliente. ¿De dónde lo conoces, Daphne? Quiero la verdad. ¿Es ese tipo del que hablaban la otra noche? —dudo un poco..

Creo que puedo hablar de mi pasado.

Estamos en una relación ahora.

—Sasha fue un amigo —aprieto la agenda, Ivan decide irse, dejándonos solos—. Él fue mi primer novio y después de varios años de haber terminado, es la primera vez que nos vemos.

Lo veo tragar grueso.

—¿Todavía lo quieres? —niego con la cabeza rápidamente—. Él aún lo hace y tu reacción no fue tan indiferente. No soy estúpido, Daphne. Estuve aquí en primera fila, viendo su conversación —se sienta en la silla detrás de su escritorio—. Pero por supuesto que no te diste cuenta por qué estabas muy ocupada viéndolo con esos ojos brillosos, que no me das a mí.

—Günther, las cosas no son así —me defiendo—. No lo quiero, estaba en shock por verlo después de un tiempo.

—¿Por qué no me habías hablado de él? —bajo la mirada, él suelta una risa seca—. Te hablé de mi vida. Te comenté todo sobre Hope. Te dije toda la mierda que cargo porque te quiero como un loco y eres demasiado importante para mí.

—Yo también te quiero y eres importante para mí, Günther. De verdad que no siento nada por Sasha —replico, él se cruza de brazos.

—¿Pensabas hablarme de él? —dudo por unos segundos, como iba a decirle si lo había olvidado y lo recordé fue anoche con las notas de Hope—. ¿Ves? No pensabas decírmelo. No te quiero presionar para que me hables de tu pasado —empieza a usar su laptop—. Yo te hice parte de mi vida, Daphne —me mira fugazmente y vuelve a hablar—. ¿Cuándo me harás parte de la tuya?

—Yo...

—Tengo que volver a trabajar porque estoy bastante ocupado —dice, sin darme la cara.

—Está bien —suspiro y salgo de su oficina.

¿Por qué no me cree cuando le digo que no lo quiero?

Obvio que quiero hacerlo parte de mi vida, pero de verdad, había olvidado ese detalle. Más que todo porque no lo había vuelto a ver.

¿Por qué me tienen que salir las cosas así?

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