Capítulo 20

6.8K 527 23
                                    

Daphne.

Soy una romántica empedernida desde que tengo uso de razón. Siempre he querido tener una relación de cuento de hadas, en donde eres una damisela en apuros y viene tu caballero de la armadura oxidada, a rescatarte. Soy la persona más tonta del mundo cuando se enamora y vivo valiendo madres, con amores no correspondidos.

Cuando conocí a Sasha tenía 15 años, estaba en mi tercer año de secundaria y era la niña más ingenua que pude haber sido. Creía que tendríamos un final feliz... Pero la realidad era otra, ya que, aun siendo una romántica tonta, era poco expresiva. Tenía mucho miedo de que no me quisiera por eso, pero no le importó... me amó profunda y sinceramente. Él me enseñó a que siguiera mi corazón cuando empezara a sentir algo, que no confiara tan rápido en las personas y jamás mostrara mi verdadero yo hasta sentirme segura.

Nos amamos tanto que él había decidido renunciar a todo lo que tenía, para empezar desde cero conmigo. Nos íbamos a escapar a algún lugar para que nuestros padres no nos encontraran.

El primer amor te hace pensar que eres invencible.

Solo que las cosas no salieron como lo planeamos. Una mañana su familia lloraba su desaparición y dos años más tarde lo dieron por muerto. Me dejó sola y con un corazón destrozado en mil pedazos.

Pasé muchas noches sin dormir y deprimida, hasta que recibí una carta cuando cumplí 21 años, diciendo que estaba vivo. Desde Sasha no volví a tener sentimientos por nadie. Para mí él fue el primero en todo y esperaba que fuera el último, pero simplemente desapareció sin dejar razones. Tengo miedo a enamorarme otra vez y que me vuelvan a abandonar. He sido herida por la persona que un día amé tanto, que me es difícil volver a intentarlo sin sentir miedo.

Al principio tomé todo lo del contrato como algo pasajero. Nadie en su sano juicio se casaría con su jefe, pero lo hice y no me quise dar cuenta de lo que me sucedía hasta que vi su bonita cara llena de decepción. Ahí sentí el dolor en mi corazón. Me di cuenta de que lo había lastimado y lo mucho que me gustaba mi esposo ausente. Aún estoy confundida y asustada por lo que siento, pero le di un nombre a lo que estoy sintiendo.

—¿No me vas a decir a dónde fue Günther? —pregunta Leah, frunciendo el ceño—. Negarlo está muy mal de tu parte. Falta muy poco para que yo sea la dueña de esto y tú sigues ignorándome. ¿No te das cuenta de que tu estancia aquí cada vez está por acabar?

De verdad que no estoy de humor para esto.

—No la estoy ignorando. Solo le dije que el señor Schwarzgruber no estaba en este momento —respondo, mirándola fugazmente—. Si mi estancia pronto culminará en la compañía, lo comprenderé y la felicito por convertirse en la esposa de mi jefe.

Ella me ve con frialdad.

¿Por qué no se va?

—¿Me vas a felicitar por decirte que puedes ser despedida? De verdad que no entiendo cómo sigues trabajando en este lugar. No cumples con los requisitos para ser una asistente ejemplar —frunzo mi ceño, pero esta vez, sí la veo—. ¿Quién te dio permiso de verme a los ojos? ¡Eres una vil zorra que está esperando el momento indicado para ir a meterte en la cama de Günther!

¿Una zorra? Ni siquiera he estado cerca de estar en la cama de Günther. ¡Estoy sintiendo cosas por alguien que solo he besado ¿Tengo que aguantar insultos por querer a una persona genuinamente?

¡No soy una zorra!

—¡Señorita Leah! —me mira sorprendida por alzar la voz —. ¿Qué pruebas tiene de que yo soy una zorra? Ni siquiera me conoce para hacer tales acusaciones —la enfrento molesta—. Si usted tiene quejas sobre mi trabajo y quiere poner mi falta de profesionalismo bajo tela de juicio, puede ir directamente a hablar con el señor Schwarzgruber o, con el departamento de recursos humanos.

Ámame si te atreves, jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora