Capítulo 35

5.8K 424 31
                                    

Y estoy feliz de que mi primera vez sea con él.

El país del Nunca Jamás, es hermoso.

Daphne.

Al principio veo dudas en Günther. Sabía que él tenía miedo al igual que yo. Me tocaba y acariciaba como si fuera una muñeca de porcelana. Me acerco a él, tomando su cara y besando sus deliciosos labios. Abro mi boca intentando atrapar la suya. Parpadea varias veces saliendo de sus pensamientos. Detiene el beso, viéndome con intensidad, su cálida lengua roza mis labios haciéndome abrirla de a poco. Sonríe pícaro y atrapa mi labio inferior chupándolo, abro más mi boca, dándole paso a su lengua para que se encuentre con la mía. Me besa con profundidad acercándome a su cuerpo.

Se detiene con dificultad, para verme nuevamente preocupado.

—¿Estás segura? —pregunta, casi en un susurro.

Sí, estaba demasiado segura. Quería que fuera él. No me veía estando con alguien más, que no fuese Günther.

—¿Tienes miedo? —respondo con una pregunta.

Me toma por las mejillas volviendo a besarme con desespero. Baja sus manos acariciando mi cuerpo hasta llegar a mis nalgas, las aprieta y empuja su pelvis contra la mía cuando meto mi lengua en su boca. Gimo al sentir su erección. Paso mis manos por su cabello y lo acerco lo más posible a mí.

Su distancia me quemaba...

Sube sus manos hasta llegar a mi sujetador y sonríe al ver que aún estoy vestida. Dudo algunos segundos en si me quito el suéter. Si lo hago verá que no soy una mujer voluptuosa y temo que si ve, que no soy de cuerpo perfecto, no me quiera más. Mi esposo ausente se da cuenta de lo que pasa y se separa de mí. Levantándose, lo quitó después de verme a los ojos pidiéndome permiso. Fue sacando con cautela cada una de mis ropas y quedando en sujetador ante él, muerde la comisura de su labio con deseo.

—Antes de tenerte así eras perfecta, pero ahora que estás frente a mí, mostrándote para mí, eres la mujer más hermosa que he conocido, Daph —admite ronco.

Sentada e inmóvil, solo sonrío un poco avergonzada. Lleva sus expertas manos hacia mi sujetador, lo desabrocha y lo quita sin apartar su mirada de la mía. Al caer mi prenda al lado de la cama, sus ojos viajan hacia mis pechos. Los ve con deseo lamiendo sus labios. Ante su mirada mis pezones reaccionan excitados y al frío de la habitación, mi piel se pone de gallina. Toma mis senos y gimo ante su tacto, los aprieta y pasa su lengua por mis pezones. Se acerca a mi cara y besa mi boca metiendo su lengua con sabor a vino. Empieza a dejar un camino de besos sobre mi cuerpo y acariciar cada parte que me hacía sentir insegura. Besa el centro de mis pechos antes de llevarse uno a su boca.

—Günther... —gimo ronca, al sentir su boca en mi pecho.

Murmuro cosas sin sentidos cuando empieza a chupar con fuerza mi pezón. Pasa su lengua por el y lo escucho agitarse. Toma mi otro seno y lo aprieta mientras lame y chupa el primero. Tiro de su cabello atrayéndolo hacia mí para que me bese. Tomo su camisa y empiezo a levantarla, nerviosa y algo torpe, solo logré llevarla hasta la mitad.

Sonreímos tontamente y se aleja para que yo pueda quitarla. Mis manos viajan al botón de su pantalón, lo abro, bajo su cierre y llevo mi mano bajo su bóxer, tomando su erecto miembro. Gruñe cuando lo aprieto y gime ante la caricia que le doy de arriba hacia abajo. Me detiene tumbándome a la cama, me toma por la cintura quitando mi pantalón y bragas, dejándome completamente desnuda.

Tiene tatuajes... Muchos tatuajes en su cuerpo.

—Joder, no sé cómo me voy a poder contener tanto para lograr ser un caballero —gruñe ronco, de viéndome lujurioso—. Quiero amoldarte a mí para que sientas cuánto te he necesitado.

Ámame si te atreves, jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora