Capítulo 26 parte II

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Duele tanto el engaño, que se instala en tu corazón hasta abarcar cualquier espacio vacío en tu interior.

Daphne.

Sé lo que debe sentir Günther hacia Hope. Ella en un intento de salvarlo del dolor del cáncer y todo lo que le tocó vivir a ella, pero terminó dañándolo con su partida y el no decirle que serían padres. No voy a justificar sus acciones, pero sé qué ella malas intenciones hacia él, no tuvo.

A toda costa intentó alejarlo para que no la viera sufrir.

Entiendo el sentimiento de traición que tiene Günther. Durante años creí que estaría con el mismo hombre con el que estuve por años y me enseñó, el arte de amar. Por mi mente muchas veces pasó, que nosotros estaríamos juntos y nos amaríamos toda la vida, pero me abandonó sin motivo alguno.

Lo odiaba tanto, que lloraba de la impotencia por las noches.

Odiaba amarlo y vivir con su ausencia.

¿Romper promesas o mi corazón?

No, Sasha no era el tipo de persona que haría eso. Cuando se trataba de mí, él me daba hasta lo que no necesitaba. Sus promesas eran desde ir a una cena romántica, a ir a ver la Aurora Boreal. Meses antes de irse de mi lado, estuvo tan diferente, extraño, distante y decaído. Por más que intentaba decirle que podía contarme sus problemas, él solo se encerraba en un mundo en donde yo no tenía acceso. Ni intentando con todas mis fuerzas, lo lograba. Fue tan fácil llegar a su corazón y tan inalcanzable volver a lo que un día consideré mi hogar.

Sasha se convirtió en la persona más fría que pude conocer. Era tanto así, que estaba segura de que así trataba a los desconocidos o a sus enemigos.

Sasha me hizo su amiga, me dejó amarlo, me subió a los cielos y me hizo regresar a la tierra, de un solo golpe.

—Daphne, por favor, deja ya de beber. Es suficiente alcohol para ti —me pide Albert, preocupado, el muy imbécil ya apareció y no me dijo donde estaba—. Llamé a tu amiga para ver si juntos podemos controlarte.

—Lo que mata a las personas es el recuerdo de lo que nunca fue, Albert. Los planes y todo lo que un día se añoraba por hacer —balbuceo, mientras lo señalo con mi dedo bebiendo de mi vaso de licor.

Suspira resignado y se levanta de la mesa para abrir la puerta que antes habían tocado. Sí, estaba en casa de Albert y me había escapado de la vista de mi guardaespaldas. No podía dejar que Günther me viera así.

—No sé qué le pasa. No recuerdo que me dijera que tenía problemas con el esposo, pero está bebiendo como si el mañana no existiera —le explica a la persona que llegó a su casa.

—Tenía entendido que todo estaba bien entre ustedes, pero ahora resulta que las cosas no son así. ¿Qué te pasa, Daphne? ¿Quieres morir alcoholizada o que a Günther le dé una crisis existencial por no encontrarte? —con voz molesta, me habla Tina.

—¿Ahora sabes en donde vive Albert? No quiero hablar contigo en estos momentos —tomo del vaso de whisky, haciendo una mueca de desagrado—. ¿Le dijiste a Ivan que yo estaba aquí?

—Sé donde vive Albert por tu culpa. ¿Daphne, qué te pasa? Me estás preocupando —se sienta a mi lado—. Deja esa botella de whiskey, por favor. Mañana te sentirás fatal, créeme.

—Tengo 1825 días de diferencia... —los chicos me miran confundidos—. Encontré un casillero de Hope. Bueno, era para ella y encontré la última nota que ellos se enviaron —se entrecorta mi voz y los veo fríamente—. Eran notas de amor para leer cuando fueran viejos. Quiero decir, la última nota estaba cerrada y era de Hope. Le decía sobre la pérdida del embarazo y lo que ella quiso evitar que él sufriera.

Ámame si te atreves, jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora