Capítulo 8

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Günther.

Pasé mi niñez, la mayor parte del tiempo estudiando o solo, viví en un internado en mi adolescencia porque mis padres estaban demasiado ocupados trabajando para hacer dinero. Tuve una nana que era todo para mí. Ella era quien me esperaba cada vez que yo regresaba del instituto por vacaciones. Ella prometió estar conmigo y me amó hasta el final de sus días. La última navidad que pasamos juntos, fue en el verano de mis 22.

Después de eso, jamás volvió a mi vida.

El trabajo para mis padres siempre ha sido el tema del año. Nunca se descansa si hay oportunidad de adelantar, discutir o reorganizar algo pendiente. Puedo decir que sí, tuve muchísimo amor de parte de ellos, pero su presencia me hacía falta. Me llenaron de cosas innecesarias, enviaron a mi nana cuando las reuniones en el instituto les llegaban y así fui creciendo.

Crecí con un amor a medias, pero lo hice bien.

Conocí a Hope, cuando estaba en el instituto de Gales. Cuando estaba en clases, la mayoría de las veces me iba para su casa. Éramos los mejores amigos que todos envidiaban. Siempre nos defendimos y sí, Hope era rubia o eso creí. De hecho, yo en todas las mujeres buscaba que ella apareciera.

Quería volver a encontrarla en todos lados.

A los 18 me enamoré, a los 20 empecé a salir con Hope y creé la empresa de seguros, a los 22 me gradué de economista y a los 27 terminó mi relación definitivamente porque había muerto.

He sufrido en silencio por la ausencia de la mujer que yo más he amado en esta tierra. Siempre he sido un hombre serio y por razones de la vida, decidí tener muchas mujeres, sin mezclar sentimientos innecesarios. Quería casarme con ella y no tener un final feliz, quería un comienzo diariamente. Que nuestra vida de casados fuera una aventura llena de mucho amor... no un final trágico como el que nos tocó.

¿Otro bastardo? Mi padre. Él buscaba desde hace años casarme con alguien, solo que nunca le di la oportunidad de hablar de ese tema. En uno de los cumpleaños de mi madre, por seguirle el juego, hoy me encuentro casado con la mujer que es mi esposa.

No creí que se lo tomara tan en serio.

—Vamos, hijo. Dale la oportunidad a la joven que te estoy diciendo. Ella no es una mala mujer y mucho menos es interesada. Eso te lo puedo asegurar —le brillaban los ojos, solo podía reírme porque era la primera vez que mi padre me pedía algo —. Por favor, Günther, necesito que hagas esto. Prometo que si lo haces te daré mi empresa y tendrás tu herencia antes de que tu madre o yo, dejemos esta tierra —ruega con ojos de cachorro.

No quiero que mueran y mucho menos me importa lo que me está ofreciendo.

—Anton, querido padre, ¿dejarás a mamá sin herencia con tal de que yo me case con una mujer que no conozco? —le pregunto serio, él me ve molesto, pero igualmente asiente—. Bien, pero no los dejaré en la calle. La única manera que acepte todo esto, es mediante un contrato.

Una separación de bienes me parece la mejor idea. No confío en nadie y es mejor que lo mío, siga siendo mío después del matrimonio.

—Bien, pero el matrimonio debe durar 5 años como mínimo. Debes convivir con ella en la misma casa, se deben casar frente a todos después de cierto tiempo y lo más importante, debe haber un sentimiento de cariño o compañerismo. Quiero nietos, pero no los quiero en un mundo donde no fueron ni deseados ni serán queridos por sus padres—alzo una ceja cruzándome de brazos—. Te daré lo que prometí, así que por favor, no dañes a la joven.

El dinero no me hace falta, pero verlo así para que me case, a tal punto de no importarle nada y rogarme, fue prácticamente por eso que decidí aceptar casarme. Pero debo aclarar que no consideré la petición de mi padre.

Ámame si te atreves, jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora