Capítulo 19

6.5K 503 65
                                    

Günther.

Las palabras que me dijo Daphne no hacen más que repetirse en mi mente. Decir que ella no me gustaba, estaba de más, pero es que tampoco sé cómo actuar frente a ella. Tengo miedo de que un día decida desaparecer o darle por finalizar el contrato. Simplemente no quiero que pase lo mismo que con Hope.

Con ella las cosas creía que iban bien, pero después las perdí a las dos... A mi hija y a Hope.

No entiendo por qué me dijo que regresáramos al inicio de todo esto. No puedo, de verdad, que no puedo hacerlo. ¿Cómo puedo regresar el tiempo atrás y hacer como si entre nosotros no existiera nada?

¡Prácticamente le dije que me gustaba! He sido lo más claro posible y ya no sé cómo hacerle ver las cosas.

—En ningún momento le dijiste que te gustaba. Solo te la has besado mucho y te calientas cuando la ves —invade mi mente esa voz extraña.

¿Y qué querías? Soy un hombre saludable y activo. Tengo 33 años, soy un tipo influyente con bastante dinero, pero estoy cabezota por una pequeña mujer que me quiere volver loco.

No puedo ser un hombre amoroso cuando ella decide ser así conmigo. Daphne es una hermosa pelirroja de 24 años que quiere jugar conmigo. Me cabrea no poder controlarme y cuando lo logro, ella simplemente aparece y todo vale madres. No soporto a su amigo. No me gusta que lo defienda cuando le hace mal tener su amistad. No sé quién es Sasha, pero también me incomoda.

¿Cómo puedo mostrarle el mundo que ella espera cuando tu vida es una gran mierda?

Daphne me gusta tanto que no puedo controlarme y solo quiero protegerla de todo lo malo que pueda dañarla. La quiero y la necesito cerca para poder sentirme bien, pero ella al parecer necesita estar alejada de mí para ser feliz.

—Muy bien, Günther. Hoy te exigiste más que todos los días. Espero que ya estés un poco mejor. Tu mente parecía no estar aquí —me informa el entrenador.

Estaba con Ivan en el gimnasio, él venía con el fisioterapeuta y yo a olvidarme de todo.

—Sí, el trabajo estos días estuvo fuerte —le digo, tomando la botella de agua—. Nos vemos mañana, hermano.

Voy hacia Ivan, que venía contento. Tuvo una lesión en uno de los partidos amistosos y es la primera vez en semanas, que parece que le dieron una buena noticia. Este era el único gimnasio que no estaba envuelto de paparazzi y teníamos un poco de privacidad.

Estábamos cansados de huir de ellos. Tina tuvo un inconveniente hace unos días porque no pudo entrar a una tienda de novias, porque les llegó el rumor de que Ivan estaba por comprar su esmoquin para la boda.

Era cierto, pero ellos querían privacidad.

—Pero mira lo que me trajo la testosterona del gimnasio. ¡Nuestro mamífero tarado! —me saluda Ivan cuando me ve.

—¿Por qué Tina y tú tienen que hacerme sentir animal? Piensan tan igual que me causan angustia —finjo estar indignado.

Ambos soltamos una carcajada, tomo mi bolso de entrenamiento y nos empezamos a dirigir a la salida del gimnasio. Lo llevaría a la oficina, ya que él es la imagen de la compañía.

—Somos los reyes de la selva, hermano. ¿Cómo está Daphne estos días? ¿Lograron arreglar sus asuntos? —pregunta, tomando de mi agua.

—Le pasó una cucaracha a mi termo. Si te mueres, la mitad de tu dinero es mío —me ve con cara de asco y me empiezo a reír.

—Engendro del demonio —dice, sin poder aguantar la risa.

—Las cosas con Daphne no pueden ir peor. Ella simplemente me mandó al infinito del olvido —me quejo, quito el seguro del auto y me subo a el.

Ámame si te atreves, jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora