Capítulo Especial III

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En algún lugar abandonado.

Berlín-Alemania.

Porque su respiro, me está dejando mal.

Todo está revuelto en el palacio desde que el ruso de mierda, le envió una amenaza a Leah. Quisiera poder tenerlo enfrente para decirle sus verdades en la cara. Si supera lo peligrosa que es esa mujer, se le quitaría lo rudo.

Iluso.

Piensa que, por mostrarle los estados de cuenta y la malversación de fondos que tiene con la empresa de su padre, la va a someter. El último que intentó amenazarla terminó con una bala en el pecho y su cuerpo en un barranco despedazado por una explosión. Si las cosas tan solo las dejara fluir, él no tendría por qué seguir siendo así y haberse metido. Si Daphne no le hubiese robado su amor. Si el estúpido que está con ella, no fuera querido tanto a esa mujer de manera tan ciega, todo sería diferente. Soy primo de Leah y la verdad es que la ayudo por lástima. Tiene un amor unilateral y ha hecho cosas muy malas, pero debería tener más cuidado ahora.

Desde que supe que Leah asesinó a mi novio por un error de Daphne, juré vengarme de ella. Le robaría todo lo que esa idiota me quitó. Todo es su culpa. La muy tarada se hacía la muy digna, fingía ser amistosa con todos, pero sé que en su interior se reía de nosotros. Ella lo tiene todo. El amor de sus padres, el amor de su pareja, de sus amigos y la persona que más la ama, daría la vida por una insípida sin sabor.

La odio y quiero que muera como lo hizo mi novio. Quiero que muera y el imbécil de su esposo sufra en desesperación.

—¿Dime que sabes dónde está el maldito ruso? —pregunta desesperada mi prima—. Él tiene pruebas de todo lo que hice y se las enviará a mi padre... Ivan también está involucrado en esto. ¡Estoy tan jodida ahora mismo por culpa de ese inutil! Apareció solo para dañarme mis planes con esa mujer.

—No sabemos nada de él, parece que se lo tragó la tierra —pasa sus manos por su cara y me ve fríamente—. Contamos con pocas personas, el resto la mafia rusa los ha matado —pone cara de pánico—. Lo que no entiendo es porque la mafia rusa.

—¡¿No te mandé a investigar al ruso?! —me gritó golpeando su escritorio, bajo la cabeza, y espero que me siga hablando—. Ese miserable pretende acabar con mi vida.

—Leah, por favor, debes tener la mente clara —la llamo alzando la cabeza otra vez—. No podemos investigar sobre él. Cada vez que lo intentamos, alguien muere.

—Juguemos su juego —pone cara de soberbia y se levanta de su silla—. No sé por qué la mafia rusa se metió en esto, pero soy alemana y amo hacer sufrir a mis enemigos.

—¿Qué pretendes hacer, Leah? —pregunto sin interés.

—Voy a darle donde más le duele —me mira emocionada—. Si Ivan o cualquiera de esos inútiles se meten conmigo nuevamente, haré sufrir a Daphne.

—¿Qué vas a hacer, Leah? Solo di que hiciste malversación de fondos por otras cosas. Que no sabías nada... no sé —la miro con preocupación.

—Si voy a perder todo lo que es mío, ellos deben sufrir por igual —empieza a reírse—. Los muy ilusos creen que no tocaré a su perra barata —se acerca y toma mi mejilla—. Quien se quede solo primero le tocará hacerle compañía por error a tu pareja.

—¿Por qué la odias tanto? —replico, sin importarme que yo también esté en esa lista de futuros muertos.

—No la odio, simplemente no la quiero —se aleja—. Ella fue producto de un error. Todo por el egoísmo del viejo Anton. Ella me robó el amor de mi precioso y me quitó todo lo que iba a heredar por convertirme en su esposa —me ve con ojos de demencia—. Ella no es más que una pobretona, que por casarse a escondidas, ahora se cree de la alta alcurnia, pero sin el dinero que le dieron por el contrato, seguiría comiendo basura.

Ámame si te atreves, jefeWhere stories live. Discover now