Capítulo 24

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La vida es una caja de sorpresas y te puede gustar o tal vez no.

Algunos días después.

Daphne.

Somos personas creyentes que nuestros problemas son más grandes que el de cualquier otra persona. A veces no nos detenemos un segundo a pensar si el que está sentado a nuestro lado se le está cayendo el mundo. Simplemente no vemos más allá de lo que hay frente a nosotros y nos creemos con derecho de competir, para ver cuál de los dos, sufre más.

Eso es un error muy grande.

No voy a negar que fui la primera en juzgar a mi esposo presente. Debo mencionar que ya no está ausente y me llena de una emoción muy grande, el saber que nuestros sentimientos están en la misma onda. Pero tampoco sabía que él había sufrido tanto por la partida de Hope. Una cosa es que lo veas desde afuera y otra completamente diferente, es que él te lo diga.

Nuestra cita fue diferente, pero hermosa. Me hizo sentir especial y protegida. No es simplemente un capricho o que estemos juntos por el contrato. Le gusto y quiere estar conmigo de verdad. No me quería ilusionar, pero él me gusta y no hay razones para rechazarlo esta vez.

—¿Te gustó salir el día de hoy? ¿La pasaste bien o tienes alguna queja de mí?—pregunta, cuando llegamos a casa, lo veo quitarse el abrigo, mientras yo me quito los guantes—. Voy a preparar algo de comer. No voy a pedir pizza. No es comida saludable y eso lo sabes muy bien, así que está negada la solicitud de comida chatarra que hiciste en el auto.

—Todo fue muy lindo, gracias por invitarme y sí, tengo una queja. Precisamente ahora, acaba de aparecer una. Es pizza, Günther. A nadie se le niega una pizza —respondo indignada—. Ni a tus peores enemigos se les hace eso.

—Soy tu esposo y tu amigo. No hay razones para comer comida chatarra. ¿Sabes cuántas personas al día se enferman por comer en la calle? Hay comidas más nutritivas y eso lo sabes muy bien —va hacia la cocina.

—Es una discusión pérdida —quito mi abrigo—. Respeto tus deseos de comer todo al pie de la letra del nutricionista, pero te recuerdo que trabajo contigo y soy tu asistente. Günther, tú comes en la calle comida llena de grasa. ¿Me vas a negar una pizza? —lo miro fijamente, él hace una mueca de desagrado, pero entiende el punto.

—Bien, debemos poner un día en específico para comer cosas dañinas —sale de la cocina y se para frente a mí—. Quiero tener un sábado de películas o un domingo en casa en el que podamos disfrutar de un día solo para nosotros.

Besa mi nariz.

—Oh, me gusta mucho eso —sonreí.

La había pasado increíble con él. No podía estar más feliz con los avances que teníamos. Era lunes por la mañana y tenía clase de defensa personal, también tenía un nuevo guardaespaldas que me asustaba mucho.

Para él, todo el mundo era sospechoso y me daba risa que la única persona que no le parecía sospechosa, era Albert.

¡Ese hombre es el más sospechoso de todos!

—Y así, Daphne, es como debes derribar a las personas cuando te atacan —la voz de mi entrenador, me saca de mis pensamientos.

Veo a Albert en el suelo, sudado y se le notaba muy cansado. Me río al verlo en esa situación porque mi pobre amigo, es muy negado para hacer esas cosas.

—Te aprovechaste de que estoy un poco enfermo y por esa razón me derribaste sin luchar —le da un golpe en el estómago dejándolo sin aire.

—Y así, Daphne, es como se deja nuevamente a una persona que se mete contigo sin pensarlo el entrenador se burla de él.

Ámame si te atreves, jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora