DIECISÉIS PRIMAVERAS (en proc...

De IsabeleGPedroso

253K 5.1K 536

Dieciséis años, hermosa y con ciertas habilidades especiales, inexplicables para ella misma. Ella, la cual nu... Mais

Bilogía de Megana
L'inizio
Viaggio a Londra
Mia suocera e i suoi pensieri
I
II
III
Dieciseis primaveras
I
Decisioni sbagliate
I
II
III
IV
V
VI
Piacere...
II
III
IV
V
Benvenuta
I
II
III
IV
Ciao
I
Il mio strambo
I
¡Bambina insolente!
I
II
¿Cosa rispondi?
I
II
III
IV
V
VI
VII
VIII
Per te mi sposerò
I
II
III
IV
V
Ricordi del passato e piani futuri
I
II
III
IV
V
Inizia il conto alla rovescia
Dieci
I
II
III
IV
V
Nove
I
II
III
IV
V
Otto
I
II
III
Sette
I
II
III
Sei
Cinque
Quattro
Tre
Due
I
II
Uno
Uno e settantacinque
Uno e mezzo
0!! Mi sa che sei in anticipo
La forza dell'amore
I
II
III
IV
Philip è assente
I
II Jissella
III
IV
V
VI
Insieme per sempre
I
II
Per sempre

I

4K 75 0
De IsabeleGPedroso

El verano estaba siendo caluroso.

Marcello me había llamado para avisar de que las grabaciones empezarían en pocos días y pareció realmente desilusionado cuando le dije que no seguiría con la película, no lo supe con exactitud puesto que los pensamientos no viajan por ondas electromagnéticas. Cuando le expliqué el motivo, se alegró mucho por nosotros y nos felicitó, pero no sin olvidarse de preguntar si estábamos seguros de dónde nos metíamos.

Fuimos varias veces a visitar al pequeño potro, que parecía crecer por días. También íbamos a visitar a Furia y a Paloma, por lo que aprovechábamos y dábamos un paseo hasta la casita del árbol.

Alexandro y Alice ya no venían a visitarnos, al igual que nosotros no volvimos a visitarlos a ellos, directamente quedábamos en la casa de campo, donde disfrutábamos de tardes impresionantes. Para pasar el tiempo hacíamos de todo, ver películas, inflarnos a helados, hacer carreras de caballos, de esto último lo que más me gustaba eran mis premios, un beso o un abrazo de mi niño preferido.

-Él también quiere un besito- le dije a Philip una de las veces que gané señalándome el vientre, el cual ya se veía un poquito abultado, en comparación con la llanura que lo caracterizaba. Se había reído antes de acuclillarse para darme un breve y cariñoso beso en el vientre.

-Ya lo estáis malcriando antes de que nazca- dijo mi suegro bromeando al pasar a nuestro lado aún sobre el caballo, mientras Philip se incorporaba y me tomaba de la cintura con las dos manos y una de sus hermosas sonrisas en los labios.

-Lógico que malcríe a los dos bichillos estos, papá- dijo antes de besarme.

También pasábamos tardes enteras metidos en la piscina, solo que con esto era muy precavida. Habíamos ido al médico para hacerme un análisis rutinario del embarazo y entre dudas, me había dicho que cuando el embarazo estuviese más avanzado, no podía nadar en zonas profundas ya fuera en la piscina o en el mar, el caso es que aún habiéndome dicho que por el momento no pasaba nada, yo no nadaba más allá de la mitad de la piscina. Tal vez exagerada, pero sobre todo cuidadosa. 

Uno de los días que fuimos a comer con mi cuñada y mi suegro, la pequeña me sorprendió en la puerta de la casa con una caja de regalo blanca, decorada con un lazo azul. La caja tenía agujeros hechos a los costados y pesaba, pero había algo que no podía pasar por desapercibido, fuera lo fuese que había dentro, se movía.

-¿Qué es?

-Si te lo digo no sería una sorpresa- me respondió ella alegremente antes de dedicarle una mirada cómplice a su padre.

-Ábrelo- insistió extendiendo las manos aún más -Yo lo sujeto, no te preocupes- dijo al ver que iba dispuesta a coger la caja. Hice caso y deshice el lazo. 

-Oohh-fue lo único que pude decir al destapar la caja y encontrarme con unos ojitos observándome entre aquella bola de pelo color negro que los rodeaba. Tenía un gran lazo azul alrededor del cuello.

-Dios que bonito eres- dije tras darle la tapa a Philip y extender las manos hacia el pequeño animal. Al sacarlo de la caja y colocarlo junto a mi pecho, se removió un poco antes de comenzar a darme pequeños lametazos con su lengua diminuta y rosada. Movía la cola de lado a lado con alegría.

-Es un Shiba Inu black y tan o negro y fuego, una raza japonesa muy antigua y de la que se dice que es descendiente de los perros salvajes de China- dijo Alice como si leyera la información en una enciclopedia.

Sonreí mientras acariciaba el suave pelaje del hermoso cachorro.

-Gracias hermanita- dijo Philip con sarcasmo, por lo que lo miré -Ahora entre el pequeño y el perro me tendrá abandonado- no pude evitar reír. 

-Ven aquí tonto- dije colocando mi mano sobre su mejilla antes de besarlo. Un pequeño y húmedo hocico se unió a la muestra de cariño. Los cuatro reímos mientras el pequeño animal nos miraba con intriga y la lengüita fuera, pareciendo sonreír.

La noche ya estaba cerrada. Hacía poco que habíamos entrado a la casa, puesto que habíamos estado toda la tarde en la piscina, Alice y yo jugando con el cachorro y los hombres de la casa aprovechando para darse un chapuzón. Estábamos comiendo pizza. El cachorro se había quedado dormido en mi regazo, por lo que intentaba moverme lo más mínimo, pero era difícil, teniendo en cuenta que habían puesto los platos en el centro de la mesa; esta era rectangular y yo la presidía. Di gracias porque estuviéramos comiendo en la mesita del comedor pequeño y no en la del salón de reuniones u ocasiones especiales, ya que esa medía aproximadamente seis metros de largo.

-¿Cariño, lo siento, pero me puedes pasar un trozo?- sonrió Philip.

-Claro- dijo antes de pasármelo -¿Por qué no lo bajas?- preguntó señalando al perrito que seguía durmiendo.

-¿Celos?- pregunté con picardía. Rio por lo bajo.

-¿Yo? ¿Celos de un animal? Vale un poco- todos reímos.

-Tonto- le dije aún riendo. Me sacó la lengua, cosa que me divirtió aún más.

Al poco, el cachorro jugueteaba entre nuestros pies. Alexandro había volcado el vaso al levantarse para alcanzar otro trozo de pizza, lo que despertó al cachorro y este en lugar de seguir durmiendo, se puso a jugar correteando por todo el comedor.

-Hijo...- comenzó a decir mi suegro mientras jugueteaba con un trozo de pizza. Parecía incómodo -Tu madre quiere que... vayas a verla.

"Pero, que vayas tú solo"- esa era la parte que le quedó por decir.

-Ya iremos otro día- dijo su hijo fríamente antes de llevarse el vaso de refresco a los labios.

-Cariño ve mañana- dije.

-Te apetece ir m...

-No- lo interrumpí -No creo que la invitación tenga tres plazas- frunció el ceño antes de mirar a su padre que esquivó su mirada.

-Ve... ¿Qué problema hay? Es tu madre, ve a visitarla- dije como el que no quiere la cosa.

-Pero tú...- dijo ahora mirándome a mí.

-Por mí no te preocupes. Tengo con lo que entretenerme, ¿verdad pequeñín?- dije inclinándome para poder acariciar al cachorro que se apoyaba sobre mis piernas. Philip resopló.

-Mi madre no te merece como nuera- dijo levantándose con enfado, antes de salir del comedor.

-Perdonad- dije poniéndome en pie. Salí tras él.

Lo encontré sentado frente al ventanal que daba a la piscina, en el salón pequeño.

-¿Qué ocurre cariño?- le pregunté arrodillándome frente a él, colocando la mano sobre su mejilla para luego acariciarla. Sonrió con tristeza.

-Mi madre... Eso es lo que ocurre.

-A ver, ¿qué pasa con tú madre?

-¿Cómo que qué pasa? Que me molesta que no acabe de aceptar nuestra relación.

-Cariño, no te compliques tanto- dije sentándome a su lado -Mira, nosotros estamos bien y mientras ella esté bien contigo, todo está bien. Si me quiere aceptar algún día, es problema suyo y solo ella lo sabe.

-Pero me gustaría que todo estuviera realmente bien.

-Cariño nada es perfecto- dije sonriendo antes de abrazarlo.

-Puff... vas desencaminada... yo tengo a la perfección entre mis brazos en estos momentos- me besó. Comencé a reír antes de que nos apartáramos el uno del otro. Philip me miró sin entender, hasta que me incliné para coger al pequeño Shiba.

-Vas a hacer que te coja manía antes de lo esperado- bromeó Philip acariciándolo.

A la mañana siguiente, unos pequeños lametazos y la presión levemente dolorosa de unas pequeñas patitas sobre mi pecho, hicieron que me despertara.

-Ya pequeño travieso, deja de ducharme- dije interponiendo mi mano entre su lengua diminuta y mi cara. Lo aparté.

-¿Quieres que demos una vueltecita?- como única respuesta movió la colita de lado a lado. No esperaba menos la verdad -Lo tomaré por un sí. Pero antes me doy una ducha y ya luego nos escapamos tú y yo.

Eran las diez y media de la mañana.

-Philip- dije acercándome a él -Philip- repetí. Esperé. Abrió solo un ojo mientras reprimía una sonrisa. 

-Buenos días- dijo con una de las sonrisas que tanto me gustaban.

-Buenos días- le dije antes de darle un breve beso en los labios -Has quedado, ¿recuerdas?- le acaricié la mejilla. Me puse en pie y en ese momento él aprovechó para cubrirse por completo con las sábanas. Tiré de ellas antes de lanzarle prácticamente al cachorro, que le dio otra ducha de lametazos.

-Draco- se quejó Philip entre risas.

Sí, lo habíamos llamado Draco. Puede ser bonito para algunos y feo para otros, yo simplemente me he acostumbrado.

¿Sabes cómo lo decidimos? Fue algo así como una tómbola. Tras comernos las palomitas, utilizamos el cuenco para meter trozos de papel en los que habíamos escrito los nombres que más nos gustaban. Me tocó remover y sacar papelito a mí, así que tampoco puedo quejarme.

Yo había elegido uno un poco más ridículo la verdad, al no saber cuál elegir, escribí en el papelito, Teddy, así que también agradecí el cambio.

Me duché y me vestí después de Philip y antes de bajar a desayunar algo.

Cuando bajé a la cocina, lo primero en recibirme fue la risa de mi chico, que disfrutaba de la pelea que estaban teniendo Lupe y el pequeño Draco, por una bolsa de tela que este último no quería soltar.

-Draco- lo llamé mientras me acuclillaba y chasqueaba los dedos para llamar su atención. Soltó la bolsa y corrió hacia mí -No seas malo pequeñajo- dije mientras me incorporaba con él en brazos.

-Eeh- se quejó Philip al recibir una colleja por parte de Lupe.

-Eso por reírse en lugar de ayudarme con ese monstruito- dijo antes de acercarse a un cajón y guardar la bolsa dentro, tras doblarla. Me reí a carcajadas.

Lupe era una mujer ya madura, madre y abuela, tendría aproximadamente cincuenta años. Era de buen corazón, humilde... Era como tener una madre en casa. Habíamos tomado confianzas con ella y quedaba a la vista que ella con nosotros también.

Philip y yo terminamos de desayunar casi al mismo tiempo.

-¿Lo llevarás a dar un paseo?- me preguntó mientras se terminaba el zumo de naranja.

-Sí, para que corra un poquito.

-¿Más?- reí.

Draco y yo salimos antes que Philip, que tenía que coger el coche. Lo esperamos fuera.

-Buenos días- me saludó una chica que salía con prisas de la casa de enfrente, la casa a la que pretendimos entrar por mi equivocación el primer día.

-Buenos días- la saludé. Rodeó el coche que había un poco más adelante, abrió la puerta del conductor y tras despedirse con un gesto de la mano, subió y se marchó.

Draco correteaba de un lado a otro. Tenía puesta la correa, pero al ser tan larga, daba la sensación de que estuviera suelto.

Vi como el coche comenzaba a descender por el camino, por lo que abrí la reja de par en par.

El coche era un Honda NSX de último modelo, en otras palabras, un deportivo color plateado. 

Sí, a mi novio le iba la velocidad, cosa que yo odiaba y temía.

-Vendré un poco más tarde- dijo bajando la ventanilla.

-Come allí y así tu madre se queda más tranquila.

-¿Qué pasa, quieres perderme de vista?- dijo sonriendo con algo de picardía.

-Me has descubierto- bromeé antes de inclinarme para besarlo.

-Luego nos vemos- dijo acariciándome la mejilla. Asentí antes de despedirme con la mano al apartarme del coche.

Al acelerar, el ruido del motor, además de envolver el ambiente, asustó a Draco que corrió en cualquier dirección que indicara alejarse del coche. Philip y yo reímos antes de despedirnos una vez más.

Draco estaba disfrutando del paseo tanto como yo. El sol estaba radiante y coronando lo más alto del cielo, pero una brisa fresca amainaba el calor.

Una de las veces que solté al pequeño para que corriera sin correa, un dálmata ya adulto se acercó a él corriendo. Draco, asustado, se echó al suelo con las patitas hacia arriba. Corrí hacia ellos al escuchar un agudo chillido.

-Linda ven aquí- dijo alguien en español a mi espalda cuando me dispuse a cargar a Draco que había corrido hacia mí. Me giré para ver al dueño de aquella voz. Un chico rubio, de ojos oscuros y piel pálida para la estación en la que estábamos, pero no más, ni siquiera similar, que la de los londinenses. Vestía un bañador azul y blanco, unas chanclas y una camiseta, ambas cosas de color negro. Se sentaba en uno de los escalones que habían en la entrada a una casa. Al haber una moto justo a su lado, no lo había visto. 

La dálmata nos observaba sentada entre las piernas de su dueño.

-Tan solo jugaba- dijo ahora en inglés. Le sonreí.

-Eres español- dije en su idioma sin poder evitar el acento italiano. Su sonrisa era cálida.

-Sí- dijo aún sonriendo -Y por lo que veo tu eres italiana- asentí devolviéndole la sonrisa. No me había dado cuenta de que Draco se había acercado a Linda.

-Draco ven aquí- lo llamé. Me acerqué con vacilación y lo cargué -Lleva un día conmigo, supongo que no le he dado tiempo de aprenderse el nombre- dije en italiano. Rio entre dientes -Oh... perdón- lo repetí en inglés. Aquel chico me ponía nerviosa.

-Mi nombre es Carlos- se presentó tendiéndome la mano una vez se puso en pie.

-Meg... Megana- me presenté torpemente antes de estrecharle la mano -Encantada...- me sonrió una vez más.

Era guapo, muy guapo la verdad, era de espalda ancha pero no demasiado, tenía buen cuerpo. Sus ojos eran de color caramelo. Era una persona de mente limpia, pensaba lo mismo que hablaba, la única vez que se salió del guión, fue cuando me acerqué a él para cargar a Draco, que había pensado algo así como "Es una chica muy guapa".

-¿No es nombre italiano no?- preguntó. Negué con la cabeza.

-Tengo familia inglesa- se sentó nuevamente. 

-Es bonito- sonreí incómoda. No me tomaba bien los cumplidos. 

-Bueno, ya nos veremos en otra ocasión- dije antes de soltar al pequeño cachorro en el suelo. Draco corrió nuevamente junto a Linda

-Eso espero- dijo con simpatía.

"Me gustaría"-pensó.

-Vamos pequeño- llamé a Draco, que milagrosamente me siguió, antes de echar a andar. Miré atrás una vez más y pude ver como Carlos se despedía con la mano antes de lanzarle un palo a Linda.

Paseamos durante otro largo rato. Por lo que pude descubrir que aquella larga calle por la que habíamos estado caminando, rodeaba un par de casas para hacerte llegar al mismo sitio. Cuando íbamos llegando a la casa en la dirección contraria por la que habíamos salido de ella, aquel dálmata se volvió a abalanzar sobre Draco, que repitió la reacción tirándose al suelo con las patitas hacia arriba. Era gracioso ver a aquella bolita de pelo negro, defenderse con sus patitas de color más claro.

Carlos caminaba en nuestra dirección.

-Linda déjalo- la perrita hizo caso omiso y siguió jugueteando con Draco, que se removía en el suelo mientras ella le olisqueaba la barriguita -Veo que es verdad eso de que una vez que conoces a alguien, te lo encuentras en todas partes- me dijo ahora a mí.

-Tan solo es la segunda vez que me ves- dije abriendo el portón. Rio por lo bajo.

-También es verdad. ¿Vives ahí?- lo miré.

-Sí- asentí con la cabeza.

-Pues me da que nos veremos más a menudo- lo miré sin entender lo que decía, pero en lugar de aclararme la duda, echó a andar. Lo seguí con la mirada.

¿Bromea?- pensé al ver que sacaba una llave y la encajaba en la cerradura de la casa próxima.

-Por lo que veo somos vecinos- dije acercándome a Draco que seguía sin ser capaz de incorporarse. Linda me gruñó.

-Linda- le llamó la atención su dueño. Apenas sin darme cuenta, la miré con desafío antes de que se sentara.

"¿Qué?"- pensó Carlos mientras se acercaba para coger del collar a la perra, que repentinamente estaba completamente sumisa.

Draco, por fin libre, acortó la pequeña distancia que había entre ambos antes de que lo cargara y lo acariciara. Carlos me miró con intriga mientras acariciaba a Linda, que al querer subirse sobre él, estuvo a punto de tirarlo. Reí por lo bajo.

-Bueno, pues hasta otra entonces- dije dando media vuelta antes de cerrar el portón tras de mí, para luego comenzar a ascender hacia la casa. 

"Hasta otra"- pensó él, ya que no le di tiempo a despedirse.

Solté a Draco que echó a correr sobre la hierva verde y perfectamente cuidada. Estaba mojada, por lo que supuse que habían puesto los aspersores mientras estaba fuera.

Continue lendo

Você também vai gostar

83/Lyon -Rebelión #1- De Sayla

Ficção Científica

220K 22.9K 20
Luego de la gran era de creación de inteligencia artificial, y el primer hombre artificial, las investigaciones e inventos de los científicos de la S...
281K 28.1K 46
[LIBRO 1] No respires cerca de él. No lo mires a los ojos. No le preguntes por su collar. No busques las razones. Es él, la imagen de la perfección m...
1.1M 188K 160
4 volúmenes + 30 extras (+19) Autor: 상승대대 Fui poseído por el villano que muere mientras atormenta al protagonista en la novela Omegaverse. ¡Y eso jus...