Ámame si te atreves, jefe

By SraDeTaker

361K 25.7K 1.8K

Libro #1 Saga Rusos. La mayoría de nosotros esperamos encontrar un trabajo que nos haga suspirar, que nos hag... More

Sinopsis
⚠AVISO⚠
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo Especial (I)
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo Especial II
Capítulo 26
Capítulo 26 parte II
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo Especial III
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo Final
Epílogo
Agradecimientos

Capítulo 25

5.9K 447 42
By SraDeTaker

Esperas que las cosas vayan bien, al ir pasando el tiempo.

Daphne.

Desde hace unos días vengo sintiendo que algo va a salir mal, no sé qué, pero siento un presentimiento en mi corazón que no se me va y, aunque trato de hacerme la loca y no confiar en ello, el bendito presentimiento no desaparece. He estado tratando de hablar con Tina e Ivan, pero al parecer las cosas no les están funcionando correctamente. Siguen discutiendo por cosas que Ivan, solo le niega. Ellos se gustan muchísimo, pero hay una desconfianza por parte de ella que no quiere ceder. Yo sé qué también me separaría si descubriera a mi esposo ausente que ahora está presente, pero no quiero pensar en ello.

El problema aquí es otro...

¿Exactamente en qué momento mi buen esposo y yo tendremos algún tipo de intimidad? No es que esté apurada y mucho menos es algo que quiera. No, no lo quiero...

Solo es que mientras él y yo nos desconocíamos como matrimonio, él vivía diciéndome cosas y haciéndome sentir deseosa por él, pero ahora han cambiado los sentimientos y nuestra situación, pero lo menos que me insinúa, es querer tener intimidad conmigo.

«¿Dónde está mi hombre rudo?», río, ante mis pensamientos.

—Llamando a tierra a mi querida amiga —la voz de Tina, llama mi atención—. Tengo tanto tiempo hablando con tu cuerpo sin alma, que estoy segura de que me van a declarar loca —soltamos una carcajada, me acomodo en la silla de la cafetería de la oficina.

Estábamos en nuestra hora de descanso y subimos a la terraza. La navidad estaba a la vuelta de la esquina y todavía no había hecho la cena para recibir el espíritu de la navidad y mucho menos, había puesto el árbol.

Este fin de semana lo pondría sin falta.

—Tonta, entonces repite desde el inicio todo lo que estabas hablando en mi ausencia —alza una ceja y me lanza una servilleta, me empiezo a reír ante su rostro de indignación.

La veo por primera vez relajada. A veces solo hace falta salir con una amiga para hacerte sentir mejor y olvidar que la vida es dura.

—Vuelve a ignorarme y te juro que te bloqueo de todas mis redes sociales —asiento frenéticamente—. Tanta junta con Jumper, te está haciendo un daño horrible —suspira cansada—. Hagamos una salida de fin de semana. Sé que me has repetido mucho que quieres poner el árbol y harás una cena de navidad, pero Ivan no querrá ir solo conmigo. Vayamos a un bosque, alejémonos unos días de nuestras vidas tan complicadas —la miro interesada, ella cruza sus piernas y vuelve a hablar—. Quiero pasar tiempo con mi osito. Lo amo y sé qué las cosas entre nosotros cada vez van de mal en peor, pero quiero estar con él —la miro comprensiva—. Quiero abrazarlo, besarlo, quiero demostrarle lo mucho que quiero vivir con él, pero he metido la pata y no logré arreglar las cosas. Me he dejado llevar y no me importó más nada que esas fotos —sonrío de lado, negando con la cabeza.

—En lo que nuestro jefe llegue a la compañía, le digo sobre los planes que tienes —ella coloca su mano encima de la mía—. Él ha cambiado bastante, Tina. Lo veo de una manera que me hace quererlo cada día más. Ahora que nos reconocemos como esposos, quiere que nuestras ropas estén juntas y quiere pasar más tiempo conmigo en casa —me mira sorprendida—. Quiere tener un hogar, Tina. Claro que saldríamos a muchos lugares, pero él quiere un día para la semana para nosotros.

—Ivan es así... él es muy hogareño y prefiere muchas veces estar viendo una serie conmigo un fin de semana, que salir a cualquier lugar y tener que ocultarme de los paparazzi —suspira.

—¿Por qué simplemente no sales a la luz y mantienen su relación privada? —le pregunto seriamente—. Sinceramente lo veo como una gran opción.

Vemos como todo en la cafetería queda todo en silencio, Tina me murmura que viene la innombrable y sí, se me dañó mi tarde con esa presencia indeseable.

Lo más seguro es que viene a discutir conmigo.

—Definitivamente saben como dañar una tarde feliz —suspiro y giro mi cabeza para encontrarme a Leah—. No sabía que había una reunión de zorras en la cafetería —escupe con odio, las personas que estaban a nuestro alrededor, miran a Leah, con molestia.

Esto es siempre lo mismo con ella.

—Por favor, controle su vocabulario y mire en donde se encuentra, señorita Leah —pido, lo más educada posible, ella empieza a reírse—. No es necesario detenerse frente a la mesa de nosotras, para incomodar al resto de los empleados.

—¿Es que ahora defiendes al personal? Eres solo una asistente reemplazable. No se te olvide que la zorra mayor eres tú y haces que la vida de todos, sea miserable —hace énfasis en la última palabra—. Seré la esposa del CEO de esta compañía y la primera persona que se irá de aquí, serás tú. Eres tan prepotente y a la vez mosquita muerta. No eres más que un juguete desechable. Cuando él se dé cuenta de lo poco que vales, te irás rápido de aquí.

Sus palabras me hacen doler el corazón y aunque se instalaron sus palabras en mi cabeza, solo la miro fríamente sin demostrar ningún tipo de reacción. Puede que sea verdad y que solo sea un juego para él, pero dije que lo intentaría y confiaría en él.

Me gusta más de lo que él podría pensar.

—Eres tan estúpida, que te crees mejor que los de más. Olvídate de que esta empresa será tuya —parpadeo sin entender el motivo de su comentario.

Quiero patearle el culo, quiero patearle el bendito culo.

—La que saldrá perdiendo en todo esto por ser tan hueca y vacía, serás tú —replica Tina, molesta— Nos dices zorras, cuando tú te llevas el primer lugar.

—¡Maldita zorra! —y sin más, Leah se le lanza encima de Tina, jalando su cabello y tirándola al suelo.

Empiezo a sentirme nerviosa, pero después recuerdo que Tina es loca y sabe todos los movimientos de animales que existan en el mundo y, que Leah, parece todo menos una mujer indefensa. Entre gritos y golpes que se daban ellas dos, intervengo y por desgracia, recibí una patada de no sé quién, que esta vez sí me golpeó en el estómago. Me detengo un momento por la falta de aire y las veo pelear.

Honestamente, las clases que he recibido no han sido de mucha ayuda, por lo pronto que ha sido la pelea de hoy.

Ah, cierto la pelea, debo detenerla.

Dios, estamos en la empresa y nadie nos ayuda.

Vuelvo recuperada y en un intento fallido de quitarle a Leah, de encima de Tina, no sé cómo cambiaron de lugar y ahora, era yo, a la que empiezan a golpear. Escucho los gritos de mi amiga para que me suelte, pero nada funciona correctamente.

Me da un golpe en las costillas haciéndome recordar el accidente automovilístico de hace un año.

—¡¿Estás seguro de que son ellos?! —gritaba un hombre, molesto, miraba hacia los lados y no había nadie que nos ayudara—. ¿Seguro que ellos son los que la abuela nos mandó a sacar del medio? Muchacha idiota, es esa niña. No debió enamorarse de él.

Empezaron a romper todo en el auto, ventanas y puertas. Mis padres habían perdido el conocimiento y por mala suerte, yo seguía despierta. Me habían golpeado y partido la mano.

¿Acaso la abuela de Sasha me odiaba más de lo que imaginaba?

Nunca lastimé a esa señora y mi peor error fue enamorarme de su nieto. Para ella yo era una mujer inútil y su nieto era el heredero de la mafia.

No podíamos estar juntos.

—¡Basta ya! —el grito de mi esposo ausente, me hace volver a la realidad, miro a Leah, que tiene sus ojos llenos de odio mientras me golpea el rostro, Tina muerde su brazo y con su mano libre, jala del cabello para tratar de alejarla de mí.

Iván como puede, quita a Tina de Leah y mi esposo ausente, la quita de encima rápidamente. Tina me abraza y empieza a decir que todo va a estar bien, cuando me siento en el suelo.

Estaba temblando y asustada, muerdo mi ya golpeado labio, tratando de que mis lágrimas no salieran.

—¡Estás loca! ¡¿Acaso no te das cuenta en el lugar en el que te encuentras?! —le grita Ivan, ella empieza a llorar.

Es una víctima ahora.

—¡Me importa una mierda tus lágrimas de cocodrilo, Leah! —Günther la enfrenta, mientras la mira fríamente—. No debiste hacerlo. Te di una oportunidad y las lastimaste. Eso no lo pasaré por alto, Leah —dirige su mirada hasta donde estoy yo, veo su mandíbula tensarse y sus puños perder su color—. Vete de aquí antes de que haga algo de lo que me pueda arrepentir y no vuelvas a aparecer en mi compañía.

—Amor, fueron ellas. Ellas... —no la deja terminar y vuelve a hablar.

—¡Es mi compañía y tú eras una cliente a la que jamás debí darle ingreso, Leah! —le gritó.

Ella se sorprendió y tragó grueso. Acaricia su brazo y nos mira con odio a nosotras. Una risita maliciosa nos regala y después se marcha como una digna imbécil. Mi amiga me suelta, bajo la atenta mirada de reproche de Ivan. Günther solo está callado y se arrodilla pasando su mano por mi rostro sin lastimarme.

—Mira esa cara, Daphne —suspira y ve a Tina—. Al final, si actúas como lo que te gusta, Tina —me ayuda a levantarme del suelo.

—Pueden jugar fútbol americano —responde, Ivan, con diversión besando la mejilla de Tina—. Yo llevaré a la pitufa a mi casa para curarla, encárgate de tu fierita —me guiña un ojo y se van los dos.

—Debemos curarte. Vamos a la oficina, Daphne —susurra, como si tuviese miedo de hablarme, pasa mi brazo por encima de su hombro y caminamos hacia la salida—. Menuda paliza te dieron, Daph —ríe despacito—. Hablaré con algunos fotógrafos. Quiero hablar sobre el odio de los empleados en las compañías —le doy una mala mirada porque me duele reír y nos fuimos a su oficina.

Mis compañeros de trabajo ni se acercaron ni preguntaron algo.

Si creían que Leah sería la dueña...

[...]

Llegamos a la oficina y me pidió que me sentara en el sofá, aunque le dije que estaba toda sucia y que me encontraba bien, no le importó. Dijo que su esposa, la peleonera, debía ser tratada con urgencias.

Después desapareció unos minutos para traer el kit de primeros auxilios.

Es tierno.

—Debo estar mal de la cabeza —murmura, confundida, lo veo mientras saca algunas cosas para tratar mis golpes—. Te ves tan sexy toda golpeada, pero a la vez siento una rabia por no haber llegado mucho antes —suspira, negando con la cabeza.

—Definitivamente, si tienes algunos problemas —me regala una leve sonrisa, sentándose a mi lado.

Con mucho cuidado empieza a poner una pomada en mis golpes, cada vez que pasa por alguno de ellos tensa la mandíbula y dice impropios acerca de ellos. Me parece el hombre más rudo y a la vez tan tierno, que muero por besarlo.

Desgraciadamente, también me ha partido el labio.

—¿Quieres un pañuelo? —cierro los ojos arrepentida, descubrió que le estaba viendo la boca—. Mi mujer ruda es toda una boxeadora y una chica muy mala. Quiere besarme hasta cuando está lastimada —empezamos a reír, me detengo al sentir una punzada de dolor por mis costillas.

Cierro los ojos esperando que el dolor pase.

—Maldición, ¿te duele mucho, cielo? —sonrío por cómo me llamó y asiento a su pregunta—. Por favor, desabotona la camisa. Necesito revisar que esté todo bien y no tener que llevarte al médico para un chequeo general.

—Estamos en tu oficina y...

—¿Crees que eso me importa ahora mismo? —me mira suplicante y por unos segundos me lo pienso.

Iba a decir que no, pero el dolor se estaba haciendo cada vez más fuerte.

—Maldición, Daphne... —pasa sus manos por su cabello, tensando todo su rostro, dirijo la mirada hacia mis costillas y veo que estaba muy roja—. Nena, eso debe doler demasiado. ¿Dame una razón para no ir a matar a Leah?

Empiezo a reír a duras penas, pero tomo sus manos apretándolas un poco.

—No tienes que hacer nada de eso. Te ves muy sexy estando molesto, ¿lo sabías? —parpadea varias veces como niño bueno, le hago señas para que se acerque un poco más—. Solo coloca la pomada y dame unas pastillas para el dolor. Me recuperaré rápido, lo prometo.

—¿Habías sido golpeada antes? No es necesario que sepas esas cosas —se levanta para traerme un vaso de agua—. No me gustaría pensar que anteriormente pasaste por esto —regresa entregándome el agua.

Tomo las dos pastillas que me dio, espera a que termine para colocar la pomada y bajarme la camisa con cuidado.

—¿Y si mejor me das un abrazo? —mis ojos se cristalizan, al recordar todo lo que me sucedió hoy, él me mira a los ojos confundido y me abraza con cuidado—. Tenía miedo. Tenía mucho miedo de Leah y su fuerza. Estoy en clases de defensa personal, pero simplemente nada fluyó estando ahí. Me quedé tan en blanco, que ni Tina pudo ayudarme.

—Tranquila, bonita. Aquí estoy yo —pasa su mano por mi espalda—. Siempre voy a estar aquí para ti —deja de abrazarme y vuelve a verme, limpia una lágrima de mi mejilla mientras la acaricia—. Eres tan hermosa, Daphne. No sé qué me has hecho. Te has convertido en mi alegría, en mis ganas de vivir, te has convertido en lo más importante de mi vida. Eres lo más bonito y puro que puedo tener ahora mismo —besa mis labios dulcemente y con voz ronca me vuelve a decir—. Daph, te quiero. En serio te quiero. Tanto así, que mi corazón duele al no tenerte cerca.

Lo abrazo tan fuerte que creo que lo estoy asfixiando. Después de un rato, me calmé y él me besó en todo el rostro, haciéndome reír.

Que esto jamás se acabe.

—Eres mi esposo ausente, pero ahora estás presente —me ve divertido—. Te quiero. De verdad te quiero. Es tanto lo que te quiero, que me duele, que me ignores cuando te metes por horas mientras juegas PlayStation —empieza a reír y a reducir el espacio que había entre los dos en el sofá.

—Soy tu esposo y el que ama hacerte molestar —roza su nariz con la mía—. En estos momentos me estoy conteniendo para no hacerte el amor —su voz se vuelve ronca y sus ojos se oscurecen—. Siempre tengo ganas de ti, pero ahora que sé que eres mía, quiero pasar el día entero encima de ti, y marcando mi territorio a lo bestia —besa mis labios y me toma en sus brazos—. Por ahora, me conformaré con dormir contigo hasta que estés preparada para que estemos juntos. Pero es necesario que sepas que en las mañanas, primero se despierta lo que está colgando entre mis piernas.

Nos empezamos a reír.

—Eso es importante saberlo —me besa dulcemente—. ¿Puedo ir a casa? Quisiera darme un baño y sacarme el recuerdo del día de hoy.

—Sí, iremos juntos. No quiero dejarte sola —me ayuda a levantarme—. Todo estará bien. Lo prometo, bonita.

Besó mi frente y asentí. Salí de la oficina para que él terminara de guardar las cosas y yo, poder ir a recoger las cosas de mi escritorio y desaparecer en casa.

Günther, eres tan lindo conmigo que tengo miedo de que en algún momento te aburras de mí y termines esto que tenemos. Me gustas muchísimo y no quiero pensar que las cosas entre nosotros podrían cambiar en cualquier momento, por un cambio de sentimientos.

Te estoy queriendo tanto que me da miedo perderte cuando nuestro contrato termine. Si llegamos a ir al viaje que quiere hacer mi amiga, mi intención es que hablemos seriamente sobre el contrato y si de verdad, tendremos un matrimonio normal.

Sé qué habías dicho que sí, pero necesito confirmarlo una vez más.

¿Está mal querer que las cosas funcionen por una vez con el hombre que quiero?

Quiero amarlo sin miedo a terminar...

Valgo la pena el riesgo... ¿Verdad?

Continue Reading

You'll Also Like

7.1K 650 32
Katie Thompson vive bajo la vigilancia de Haruki Nakamura, miembro de la más grande y peligrosa banda criminal de Japón; la Yakuza. Un encuentro fort...
3.8K 350 12
Mos y Bank tienen sexo sin ningún tipo de compromiso, pero luego de un año cuando Bank se encuentra nuevamente saludando a una de las novias de Mos...
7.2K 986 70
En el mundo interestelar del Imperio Osphia, Zhuo Yang, un guía raro, se convirtió en el esposo del príncipe heredero centinela discapacitado, el prí...
190K 14.3K 26
Escucho pasos detrás de mí y corro como nunca. -¡Déjenme! -les grito desesperada mientras me siguen. -Tienes que quedarte aquí, Iris. ¡Perteneces a e...