Ámame si te atreves, jefe

By SraDeTaker

361K 25.7K 1.8K

Libro #1 Saga Rusos. La mayoría de nosotros esperamos encontrar un trabajo que nos haga suspirar, que nos hag... More

Sinopsis
⚠AVISO⚠
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo Especial (I)
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo Especial II
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 26 parte II
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo Especial III
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo Final
Epílogo
Agradecimientos

Capítulo 18

6.4K 523 26
By SraDeTaker

La gente normalmente cree que uno se hace la tonta, pero eso no es así. Quiero decir, yo nací así y me da vergüenza que después de varios años, me toque admitirlo. Para ser tonta se nace, no se hace y es agobiante... Ser como soy, es la cosa más horrible que me pudo pasar hoy en día.

Tengo tanto miedo de aceptar lo que me pasa con mi esposo ausente. No sé, tengo miedo de admitir mis sentimientos por él y que las cosas simplemente cambien.

Debo decir que tengo mala suerte en el amor.

Nunca he tenido más amigos que Albert y ahora Tina, pero anteriormente solo me dediqué de lleno a trabajar y estudiar. Quería llegar a la universidad y lograr mis objetivos lo más rápido que pudiera, sin tener ningún obstáculo. Tengo miedo también de que la relación entre él y yo, sea nada más que por el contrato.

Es aterrador creer que la única que siente soy yo.

«Debe creer que no me gusta o que lo odio», reviso algunos e-mails mientras pienso.

Tengo derecho de tener miedo y cortar por lo sano, además no habíamos empezado nada, era mejor ahora que no nos conocemos tanto y no me afecta volver a tratarnos como extraños.

¿Verdad?

—Daphne, ve a la oficina del señor Schwarzgruber y trae los documentos firmados de tu salida —me ordena, Gaby.

La miro confundida porque no me corresponde ir a buscar eso a mí, sino que los documentos fueron entregados por Tina.

¿No puede ir a buscarlos la persona que los entregó?

—Gaby, pero es que no me corresponde... —le informo, ella me hace señas para que continúe—. No sé de qué van, pero tenía entendido de que no se podían buscar informes confidenciales de nuestros compañeros —explico, un poco nerviosa.

—Cariño, eres tan leal a tu trabajo, pero soy tu jefa, debes obedecer —me sonríe pícara—. Tina tiene otras cosas que hacer y no puede simplemente dejar aquello, por ir por eso —ni siquiera le he dicho lo que sucedió con ella—. ¿Ves? Es simple, ahora ve a buscar los documentos que necesito, para después discutir con Tina sobre tu plan de vacaciones pagadas.

Me da una risita traviesa para esperar que me vaya.

—Pero es que yo también estaba ocupada... —murmuro, levantándome de la silla y caminando hacia mi destino final...

Otra vez.

Lo primero que hago al entrar a la oficina es tratar de parecer normal y no que me vea nerviosa. Después de la conversación con mi esposo ausente, no lo he visto, ya que la mayor parte del tiempo, lo que hago es evitarlo.

—Hola, extraña —me saluda Ivan, con una sonrisa, sé qué él está de permiso por una lesión menor y por esa razón se la pasa aquí ahora—. No pongas esa mala cara, Daphne, prometo portarme bien mientras esté por estos lados —comenta divertido.

Le doy una sonrisita y empiezo a relajarme.

—Estoy completamente seguro de haberle pedido a Tina que viniera por el documento, ¿Exactamente por qué razón estás tú aquí? —interviene mi esposo ausente, dirijo la mirada hacia él, pero la aparta—. Además, antes de entrar a cualquier oficina de la compañía, recuerda que, por modales, se debe tocar la puerta y se debe esperar a que te den el permiso para entrar —me informa, más molesto que hace segundos atrás.

Por lo menos dame la cara...

—¿Te comiste algo en mal estado y por esa razón estás hablando así, Günther? ¿Qué te pasa ahora? Es Daphne la que está entrando a la oficina, no una extraña a la que le debes hablar así. No es ni siquiera una simple empleada... —replica cabreado, su amigo.

No sabía que le caía bien a Ivan. Ja, qué bonito, ya tengo quien me defienda. Aunque es mi culpa que él tenga ese mal genio conmigo.

—No hay problema, señor Schwarzgruber, lo tendré en cuenta desde hoy. Me retiraré y le pediré a Tina que venga lo más pronto posible —sugiero y antes de poder moverme, me responde mi esposo ausente.

—Voy a tener que darte clases de secretariado ejecutivo. Yo no te he dicho que podías irte. Pregunté las razones por las que viniste tú y no ella —sus orbes color avellana, al fin me ven—. A mí no me importa quién venga, pero ahora cumple con tu trabajo y ya.

Suspiro y le doy una sonrisa amable, este ignora mi adorable amabilidad y empieza a buscar los documentos. En algunas ocasiones me miraba fugazmente, pero tenía una conversación muy animada con Ivan.

Qué hermoso, me ignoran como les da la gana y me dejan aquí parada.

—Daphne, le estaba comentando a Günther que puede combinar tu atuendo de graduación con el de él —niego con la cabeza—. ¿Por qué no? Nadie sospechará de que mantienen una relación.

Mi esposo ausente golpeó su escritorio, cosa que hizo callar a Ivan.

—Toma, son estos. Ya cumpliste con tu deber. Puedes irte de la oficina —me ve con cara seria—. Estoy en una reunión y tú presencia aquí ya no es necesaria.

Le regalo mi sonrisa más fingida, logrando que él me mirara dispuesto a matarme.

—A mí me faltan clases de secretariado, pero a ti te hacen falta clases de modales y sentido común —sonrío angelicalmente y me retiro.

A lo lejos escucho la risa de Ivan y los impropios de mi esposo ausente, que estaba diciéndome, pero ignoré.

[...]

Después de entregarle los documentos a Gaby, ella revisó lo que le entregué y me agradeció mi profesionalismo.

Prácticamente fui obligada a la oficina de mi esposo ausente, pero ella no tiene por qué saber mis razones.

Pelear con él siempre es así...

Aproveché para verme con Albert en una cafetería, ya que se iría de viaje para encontrarse con alguna persona. Una persona a la que no quiere que yo sepa su nombre.

—Albert, por favor... Sé un poco más honesto conmigo. ¿Ese viaje que estás haciendo es para verte con él? —pregunto, mientras tomo un sorbo de café.

—Volvemos a ese tema... ¿No quedamos en no tocarlo más mientras te ponía nerviosa? —asiento, viéndolo seria—. Nos guste o no, es mi jefe y no tengo ningún derecho de divulgar nada —sonríe con nostalgia—. No quiero dañar tu graduación y mucho menos la razón que mantienes con ese hombre.

—Entonces irás a encontrarte con él —me mira con diversión—. Soy bastante culta y leo entre letras, tonto—golpeo su hombro y empezamos a reír.

—Así me gustas más, Daphne. Siempre mantén esa sonrisa ante todos los tiempos malos —agacha la cabeza y empieza a jugar con la taza de café, tomo sus manos para darle ánimos para que siga hablando—. Sé perfectamente lo que sufriste por él, pero debo reconocer que no todo fue su culpa. A veces simplemente las cosas cambian... Las circunstancias nos llevan a tomar otras decisiones... Unas que solo favorecen a unas cuantas personas.

Con una de mis manos alzo su cara y logro ver vergüenza, preocupación, miedo y en sus hermosos ojos marrones suplica perdón.

—Nunca me gustó que me miraras así. No somos dueños de las personas y estamos en donde nos paguen bien —sus labios forman una fina línea recta—. Si alguna vez llegas a traicionarme, sé que tus razones tendrías para hacerlo. Durante todos estos años me has mostrado lo leal que eres a mí —aprieta mis manos y yo hago lo mismo con las de él—. Si la traición te dio de comer y obtuviste estabilidad, me daré por satisfecha —sonríe ampliamente—, pero si esa traición lo hiciste consciente de que me lastimaría y solo lágrimas me sacaría, entonces nuestra amistad terminaría.

Se levanta de la silla para abrazarme fuertemente. Media hora después, tenía que ir al aeropuerto para tomar un vuelo para algún lugar del mundo. Es algo extraño, pero Ivan también iba a viajar...

Tan confuso todo.

Le conté lo que había pasado con mi esposo ausente y quiso matarme. Según él, yo le gusto a Günther y la actitud que tomó fue porque estaba herido.

[...]

Llego a casa después de despedirme de Albert y paso directo a tomar una ducha. Es bastante relajante, porque no hay nadie en casa y no tengo que seguir evitando a Günther. Una hora después estoy vestida con una playera de corazones gris, un short naranja muy cómodo y unas pantuflas de un pulpo enojado que me regaló Tina.

Con una tonta sonrisa tomé mi cereal con leche, después lavé y limpié todo lo que había ensuciado. Con bastante pereza me empiezo a dirigir hacia mi habitación, pero un ruido me hace detenerme y esperar a que la puerta de la casa se abriera. Un suspiro de cansancio se escucha y aunque intenté no darme vuelta, mi cuerpo sin hacerme caso se giró y mis ojos me obligaron a ver a mi esposo ausente, que también me miraba.

—¿Te debo algo o qué? —pregunta molesto, cerrando la puerta—. Sí es así, trata de no decir lo mismo. Ya sabes, tienes el don de cagar las cosas —pasa de largo ignorándome para encerrarse en su habitación.

¿Y tú crees que yo estoy feliz por eso?

Me voy a mi habitación y me tiro a la cama a ver al techo, sí, porque no quiero hacer otra cosa. Los gritos que venían del pasillo me hacen levantarme otra vez.

Solo fueron 10 minutos...

—¿Qué pasa ahora? —llego al pasillo con toda la calma del mundo y veo donde me señala—. Lo siento, olvidé poner la ropa en la cesta...

Espera, yo no me baño aquí.

—Me importa muy poco tus disculpas, pero tienes que ser más aseada. ¿Te cuesta mucho ser así? —pregunta indignado.

—¡Pero solo es ropa, Dios mío! No es necesario armar una película de terror por eso —agarro la ropa del suelo y la meto a la cesta—. ¿Eres feliz ahora?

—¡¿Tenías que ser tan grosera?! ¡Definitivamente tu todo lo arreglas así y te vas! —me detengo en el pasillo cruzándome de brazos—. No es una película de terror, es el sentido común y respeto que se le debe al inquilino —señala su cuerpo—. Soy más ordenado que tú.

—No seas tonto... estás vestido y por eso es que ahora te crees ordenado —señalo su cuerpo, este lo ve y me mira mal—. ¡No estoy arreglando nada, solo recogí la ropa! —empiezo a alzar la voz—. ¡Tengo sentido común y por esa razón pongo en duda de que esa ropa la puse yo ahí! —replico molesta.

—¿Entonces estás insinuando que yo puse tu ropa en mi baño? —se acerca hasta quedar a centímetros de mi boca—. ¿Antes no era tonto? ¿Es que no lo puedes ver? Ya sabes, volver a como estábamos al principio... estoy siendo como querías —me recrimina viéndome fríamente.

No puede ser...

—¡No seas así, dije eso porque me tenías confundida! —paso mis manos por el cabello, él las ve por un momento y parpadea varias veces—. ¿No podías esperarte a que yo dejara de estar así? Podíamos arreglar esto mientras comíamos en algún restaurante tailandés. Pero no, tenías que ser tremendo idiota y confundirme como te dio la gana —se empieza a reír y a alejarse.

—¡No tengo que tener compasión por alguien que le da igual mi presencia! —grita como si no lo escuchara, toma el picaporte de su puerta abriéndola y luego se gira a verme—. Deja de creer que las cosas las haré como tú quieres —suspira y vuelve a verme, pero esta vez con decepción—. Yo veo mentiras en la red y no espero que tengas una verdad aterradora que por eso nos separaste —sonríe, bajando la cabeza—. No te aparezcas frente a mí, en estos momentos tengo unas ganas inmensas de callarte con un beso, así que solo desapareceré de tu vista.

Cierra la puerta y yo como idiota me quedo viendo el lugar donde él estaba.

Una lágrima cae en mi mejilla y suspiro con una pesadez en mi corazón, para irme nuevamente a mi habitación.

Estúpidos sentimientos.

¿Por qué tenía que enamorarme de mi esposo ausente?

Continue Reading

You'll Also Like

124K 14.1K 42
⌫ | Lisa lo tiene todo, dinero por montón, cosas regadas por todo el mundo, belleza muy atrayente, autos y motos por montón, mascotas exóticas y demá...
11.1K 580 25
Es increíble como el miedo a veces nos hace creer que no existe una salida diferente. La vida de Kelly está a punto de dar un giro de 360 grados, uno...
7K 650 32
Katie Thompson vive bajo la vigilancia de Haruki Nakamura, miembro de la más grande y peligrosa banda criminal de Japón; la Yakuza. Un encuentro fort...
36.6K 2.3K 33
-Hombre pero si aquí está Indiana Jones- ese era el saludo del media neurona de mi hermano. -Callate y déjame pasar a no ser que estés con alguien- e...