Educando a la futura princesa...

By Emina02

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Tras una típica vida sin preocupaciones por el futuro, nuestras protagonista tiene que enfrentarse a una inev... More

IMPORTANTE
Libro 2!!
CAPITULO 1: "El comienzo"
CAPITULO 2: "Propuesta"
CAPITULO 3: "Destino o Karma"
CAPITULO 4: "Un paseo en la fuente"
CAPITULO 5: "¡Buen apetito!"
CAPITULO 6: "Los gatos y los ratones"
CAPITULO 8: "Cena y mentiras como postre"
CAPITULO 9: "Grupo de idiotas"
CAPITULO 10: "You're an idiot"
CAPITULO 11: "Un Secreto Problemático"
CAPITULO 12: "Conversaciones De Pasillo"
CAPITULO 13: "Castigo"
CAPITULO 14: "Fanática loca"
CAPITULO 15: "Corredores y pasadizos"
CAPITULO 16: "Cita y parejas"
CAPITULO 17: "Como por primera vez"
CAPITULO 18: "Comidas y visitas"
CAPITULO 19: "La cita perfecta"
CAPITULO 20: "Idiota sin remedio"
CAPITULO 21: "Cine y bodas"
CAPITULO 22: "Juntas de consejo"
Muy importante
CAPITULO 23: "Zeth y apuestas"
CAPITULO 24: "La chica que necesitamos"
CAPITULO 25: "La chica 2A"
CAPITULO 26: "Aniversario"
CAPITULO 27: "Baile Real"
Un enlace ingenioso
CAPITULO 28: "Salto en el tiempo"
CAPITULO 29: "Feliz cumpleaños"
CAPITULO 30: "San Valentín"
CAPITULO 31: "Parque de diversiones"
CAPITULO 32: "Conversemos y riamos"
CAPITULO 33: "Sin un gatito"
CAPITULO 34: "Dos veces"
CAPITULO 35: "Doppelgänger"
CAPITULO 36: "Decisiones"
CAPITULO 37: "¡Mierda!"
CAPITULO 38: "Soluciones"
CAPITULO 39: "La hoja de la reglas"
CAPITULO 40: "Amistades"
CAPITULO 41: "Salida en grupo"
CAPITULO 42: "Días de juventud"
CAPITULO 43: "Verdad o Verdad"
CAPITULO 44: "De princesa a Hada"
CAPITULO 45: "La decisión de Romeo"
CAPITULO 46: "Romeo y Julieta"
CAPITULO 47: "El viaje"
CAPITULO 49: "Somebody call me wrong"
CAPITULO 48: "Somebody call me right one"
CAPITULO 50: "La princesa de la torre"
CAPITULO 51: ¡Por Helios!
CAPITULO 52: "La chica del cuento"

CAPITULO 7: "Game Center"

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By Emina02

Caminamos hasta un centro de jugos, en la segunda planta, al final del pasillo, donde llegaba menos luz. Pero las luces fluorescentes de las máquinas y las paredes llenaban la sala. Había de todo tipo de juegos.

― ¿Estas segura? ― preguntó al ver a las personas dentro del lugar enfrascadas en sus juegos y los sonidos estridentes.

― ¡Si! ― Afirme feliz ― ¿Es genial o qué?

― Yo diría que o qué.

― ¿nunca habias venido? ― pregunté al verlo examinar cada parte de la sala.

― No.

― ¿Tus admiradoras no te dejan en paz cuando sales? ― pregunté entrando al lugar, el caminó a mi lado y me miró de reojo con una sonrisa.

― ¿Son celos los que detecto?

― No ― contesté sorprendida por la ridícula y aleatoria pregunta ― Solo sentía curiosidad.

― Sí, claro y yo fingiré que te creo.

― ¿Te atreves a usar mis propios hechizos en contra mí, Potter? ― pregunte con una sonrisa y la ceja levantada.

― ¿Quién? ― La duda en su cara me hizo retroceder horrorizada.

― ¿No eres capaz de entender una referencia a Harry Potter? ― puse mi mano en el pecho ofendida por ello.

― No sé de qué hablas.

― Retráctate ― le pedí, pero a él parecía divertirle mis reacciones ― Una de las mayores franquicias, libros, películas y toda clase de cosas...

Negó ― Lo siento.

― Muggle ― solté con amargura y desprecio.

Él sonrió ― Sigamos.

Avanzó hasta algunos juegos y yo le seguí el paso, se detuvo frente a uno, quizás elegido al azar. Lo observó con detenimiento, analizándolo a profundidad, parecía intentar descifrar algo.

― Tienes que pasar una tarjeta por ahí ― señalé el lugar y después seque mi cartera de a chaqueta, que estaba segura que Adelina había metido por que la había sentido al caminar.

― ¡Ya lo sabía! ― exclamó a la defensiva, como si fuera obvio, pero lo que sí lo era, es que no tenía ni la menor idea de cómo funcionaba todo eso.

Le extendí la tarjeta que tomó con rapidez y mientras mostraba su barbilla alzada, como si se encontrara en un puesto superior a todos ahí.

― ¿Necesita ayuda para deslizar la tarjeta, majestad? ― Hice una pequeña reverencia con una sonrisa burlesca y después reí.

― Puedo yo solo, muchas gracias por preguntar plebeya ― Dijo de igual forma que yo, siendo irónico.

El juego que había elegido era una versión pequeña de basquetbol, donde tenías que encestar las pelotas para ganar. Cuando deslizó la tarjeta 5 pelotas salieron de una compuerta. Y el marcador de la parte superior donde marcaba el tiempo y las pelotas encestadas se encendió.

― Imagino que tengo que encestar ― dijo sonriendo.

― Dependiendo del número de veces que enceste en el tiempo, te darán el número de boletos ― Le la tarjeta que había quedado en la ranura y después de esto el lugar donde estaban los premios ― Los puedes cambiar ahí por regalos.

Cuando el tiempo comenzó a correr, el chico apresurado lanzo y encestó tantas como pudo, no falló ninguna a pesar de la rapidez con la que lo hacía. Como digno chico de la clase A, bueno en deportes, no fue ningún obstáculo.

Cuando el tiempo se cavó y la maquina le dio veinte boletos (la mayor cantidad dada por el juego) el me miró con superioridad. Una expresión que me hacía querer golpearlo en la cara solo para quitársela.

― No te creas mucho ― dije negando con la cabeza y dedicándole una sonrisa ― Es de los juegos más sencillos, por eso da pocos boletos.

Busque con la mirada un juego más interesante, esperando encontrar algo que no estuviera a la talla del chico, que lo dejara completamente humillado.

Los chicos de la clase A eran conocidos por sus habilidades súper random, como tocar instrumentos que nadie conoce o practicar deportes muertos. No me sorprendería que tuvieran una clase para invocar demonios o levantar cosas con la mente.

Opte por un reto físico.

― ¿Qué te parece ese? ― dije señalando la máquina de vencidas ― ¿Has visto el diario de la princesa? Es hasta poético.

― ¿De qué princesa? ― preguntó confundido viendo hacia donde yo le señalaba ― ¿La de España?

― Genovia ―Respondí riendo.

― Lo estas inventando ― se cruzó de brazos y me miró con suspicacia ― Estoy seguro que no existe ese lugar ¿Y por qué vería su diario?

― Son libros que se volvieron películas ― Golpee su brazo, tome la tarjeta y camine hasta la máquina porque él no parecía conocer nada del tema ― Solo olvídalo.

Nos acercaos a la maquina roja con luces brillantes en azul. Había un asiento para el competido y una mano de plástico en la mesa para competir contra ella.

Metí la tarjeta y jugué con la pantalla para poder elevar el nivel del juego y que el lloriquera un poco. Le movía velozmente para que no diera cuenta mientras él miraba con horror el brazo.

― ¿Cada cuando lo desinfectan? ― preguntó con una mueca ― Las personas meten sus manos en todas partes y si luego tocan ahí ― su mueca se intensifico.

― No lo sé ― dije encogiéndome de hombros sin darle la importancia que él quería ― Supongo que cada que el vómito ya es muy visible.

Sonreí al ver su horrible gesto, parecía querer escapar de ahí.

― Deberíamos llamar a salubridad para que ellos...

― Cierra la boca y juega ― dije parándome del asiento y de un jalón obligándolo a tomar el lugar. El no parecía muy convencido ― ¿Tienes miedo? ― sonreí ― Si es si solo dilo, lo tienes que poner escusas.

― Claro que no ― dijo de inmediato, la pantalla más grande, enfrente, alarmó en rojo que el juego comenzaba.

― ¿Estás listo? ― preguntó la voz robótica ― él puso su mano derecha con la del juego para jugar, la voz y la pantalla comenzaron a hacer una cuenta regresiva al mismo tiempo hasta que sonó el timbre del comienzo.

La máquina comenzó a moverse y no tomó mucho tiempo para que Dylan fuera humillado.

― Eres muy débil para mí ― dijo la máquina ― ¿Por qué no vas a jugar con carritos?

Comencé a reír descaradamente mientras el miraba con enojo el brazo.

― ¡Esto esta roto! ― Exclamó sin lógica, lo que me hizo reír aún más, complacida con el resultado.

― No está roto, solo eres débil ― me burlé ― Quizás podamos volver al juego de las pelotas ― señalé al lugar en el que estábamos antes ― No necesitas fuerza para ese.

― ¡Solo me tomó por sorpresa! ― se excusó ― Lo intentare de nuevo.

Le sonreí.

El rubio seleccionó "jugar de nuevo" en la pantalla antes de concentrarse totalmente en su enemigo imaginario.

― ¿Estás listo? ― preguntó nuevamente la máquina, después del conteo vi en su rostro toda la fuerza que le ponía a la competencia, lo fuerte que apretaba su mandíbula, pero nuevamente perdió. Aunque esta vez aguantó más tiempo ― Mas surte para la próxima, niñito.

Lo vi hacer un pequeño berrinche son una amplia sonrisa, era divertido sacarlo de quiso. La máquina era un juego muy popular en las cantinas, con 5 niveles que jugar. Normalmente era utilizado en el segundo o tercero en el centro de juegos, pero yo lo había subido hasta el 5, algo muy difícil de lograr para un chico de preparatoria normal y más aún, para un mimado príncipe que no es capaz ni de abrir su propia puerta y le pone mas atención a la suciedad de un juego que a la diversión.

― ¡Maldición! ― exclamó en voz baja ― Esto esta trucado.

― Ya ríndete, no lo lograras ― le palmee la espalda para animarlo ― Es comprensible si esperas que todo mundo haga las cosas por ti ― Me interesé por el tema de una forma exagerada solo para irritarlo ― Dime, ¿No tienes a alguien que haga ejercicio por ti?

Si las miradas mataran, les aseguro que yo estuviera enterrada tan profundo que me quemaría con el núcleo terrestre.

― ¿Me crees tan dependiente?

Me encogí de hombros como respuesta ― Quizás, se abrieras algunas puertas del carro por ti mismo o cargaras tus cosas para moverlas de lugar, tendrías un poco más de fuerza en esos brazos.

Le toqué el brazo derecho como evaluando su flacidez solo para reírme. Me sentía bastante bien con la jugarreta, pero la verdad es que sus brazos eran bastante firmes y musculosos, no de forma exagerada pero si de forma adecuada. Pero no hice caso a eso y solo fingí decepción.

― ¡Te mostraré de lo que soy capaz! ― aseguró volviendo a comenzar el juego.

― ¿Estás listo? ― Tome asiento a su costado y lo vi perder un par de veces mientras reía y lanzaba comentarios ingeniosos que lo perturbaban más.

Llegó un punto en el que se quitó el gorro de la cabeza y los lentes como si eso hiciera alguna diferencia.

― ¿Qué te parece si bajo el nivel? ― pregunté mientras acercaba mi mano a la pantalla pero él me tomó de la muñeca y la alejó.

― Casi lo logre, ¿Lo viste? ― Su determinación y terquedad me daban ternura y risa al mismo tiempo.

― Si ― dije apartando mi mano de su agarre ― Pero eso no cambia el hecho de que no lo lograste.

― Solo una última vez ― Al comenzar el juego tardó un poco para poner las cosas a su favor ― Casi ― murmuró entre dientes mientras bajaba cada vez más la mano contraria. Sus músculos estaban tensados, sus ojos bien abiertos miraban el espacio que cada vez se iba reduciendo más. Yo también me tensé en mi asiento y mire fijamente las manos unidas como si eso ayudara en algo.

― Solo un poco más ― murmuré emocionada por el avance. Habíamos estado un buen rato ahí, ya tenía su gorra en la cabeza y sus lentes en mi cara, que quite cuando la tensión comenzó a subir. Estaba apretando mis puños ― Más, mas, mas... ― comencé a decir mientras animándolo.

Hasta que por fin el dorso de la mano de plástico tocó la mesa.

― ¡Parece que eres más fuerte de lo que creí! ― exclamó enojado la máquina y eso nos hizo saltar de nuestros asientos.

― ¡LO HICISTE! ― Grité extendiendo mis manos al aire.

― ¡LO HICE! ― Parecía entre incrédulo y extasiado. Me tomó de la cintura y me subió algunos centímetros al abrazarme fuertemente ― ¡LO LOGRÉ! ― Exclamó al darme vueltas como en una película. No dije nada, ni hice nada, solo me quedé paralizada por la sorpresa de su acción.

Cuando se detuvo y me miró a la cara, entró en razón de lo que había hecho y me soltó.

― Felicidades ― dije algo incomoda dando un paso atrás.

― ¡Te dije que lo haría! ― Respondió recuperando su postura de superioridad, ahí estaba su egocentrismo que por unos minutos había olvidado.

La máquina mostró en la pantalla el número de boletos que habíamos ganado: 250

― Ese es un buen número ¿No? ― preguntó sacando la tarjeta con alegría-

― Si, normalmente da sesenta.

― ¿Normalmente? ― preguntó confundido, pero con una sonrisa.

― ¡Vayamos a otro juegos! ― exclamé alegre, ignorando su pregunta, pero a él no pareció importarle porque estaba muy feliz de haberlo logrado.

No fue una mala idea subirle el nivel a la máquina, me divertí un muy buen rato, y ganamos muchos boletos después de humillarlo. Fue completamente ganar-ganar.

― Luce horrible por cierto ― dije mientras lo miraba, su frente estaba perlada de sudor y por su cuello se escurrían unas gotas hasta perderse por debajo de su playera ― ¿Por qué no te quitas la chaqueta?

El me miró extrañado y no desaprovechó el momento para hacer uno de sus comentarios ― ¿Sugieres que me desnude para ti con tanto público? ― Rodé los ojos por mi estupidez de decir algo así sabiendo lo que él podría responder ― No sabía que te gustaba el exhibicionismo.

― Solo muérete ― dije adelantándome por mi cuenta hacia otro juego, el me siguió pero hizo caso a mi sugerencia y se quitó la chaqueta.

Intentamos en un juego para dos, unas carreras por las calles de parís, que a Dylan le pareció muy adecuado para nuestra primera cita oficial. Yo lo consideré una estupidez.

Al igual que el justo después de que lo hice morder el polvo.

― Pido la revancha ― me dijo mientras tocaba el claxon imaginario al centro de su volante de plástico ― No estabas siguiendo las reglas se transito.

― Tu tampoco ― le dije riendo ― eres un mal perdedor.

― Dame la revancha Bannett ― exigió.

― Bien ― accedí con una sonrisa ― Demos otro paseo romántico por parís.

― Barreré las calles de parís con tu cara ― amenazó con una sonrisa.

No pude evitar soltar una carcajada ante eso.

― Me asegurare de exhibir tu derrota en el museo del Louvre ― le dije de vuelta.

― No si antes el distrito uno, siete y ocho se enteran de tu monumental fracaso.

La exactitud de su insulto me hizo reír más. Le miré con burla antes de que el sonriera.

― Es importante la precisión geográfica ― mencionó riendo.

Fue su turno de conseguir la victoria y no dudó en restregármelo en la cara tanto como podía.

― ¿A que sabe la derrota? ― preguntó cuándo cambiamos de juego.

― Tu eres le experto en ello ¿Por qué no me explicas? Es algo nuevo para mí.

Me dio un ligero empujón que yo regresé casi de inmediato.

Seguimos jugando por un buen rato, probando cada juego y recargando la tarjeta cuando nos quedábamos en 0. Ninguno de los dos era muy bueno soportando la derrota, eso quedó muy claro. Éramos casi igual de competitivos, pero como en todo yo era mejor que él.

Al final, conseguimos muchos boletos, tantos como jamás en la vida.

Usualmente venía con Sora y Fonn a jugar, pero ellas eran muy pasivas, cuando no podían derrotarme se rendían y lo dejaban por la paz.

Nos acercamos a la barra dispuestos a salir de ahí con un buen premio. Había toda clase y tamaños, para jugadores novatos y expertos.

― ¿Cuál estaría bien? ― preguntó al aire el rubio mientras buscaba algo que lo convenciera.

― ¡Cat! ― exclamó la chica que se acercaba a nosotros, con el uniforme de la sala de juegos, blanco, rojo y amarillo.

― Hola Vera ― me recargue sobre la vitrina y le sonreí.

― Hace muchos que no te veía por aquí.

Las chicas y yo nos hicimos amigas de Vera al pasar tanto tiempo en la sala, irremediablemente ella me llamaba como ellas ya que estaba acostumbrada a escuchar ese apodo hacia mí. No pude hacer nada para impedirlo.

Me convertí en un gato también ahí.

― El final de semestre se cerca, así que hemos estado todas ocupadas ― dije rodando los ojos fastidiada por ese evento en particular.

― Desventajas de estudiar en una escuela tan exigente.

― Entre muchas más ― respondí riendo.

― ¿Tu qué opinas Bannett? ― Preguntó acercándose a mí, tan concentrado como hace unos minutos. Cuando Vera lo miró, sus ojos y su sonrisa se agrandaron. Casi podría jurar que salieron brillitos láser de sus pupilas almendradas.

― ¡Es el príncipe! ― exclamó añadiendo una risa de fangirl al final, como si conocieras a tu idol de toda la vida.

Ni que fuera Park Jimin.

― Claro que no ― dije de inmediato, negando lo obvio. Era como intentar tapar el sol con un dedo, ya que básicamente estaba viendo ahí su carota real.

― No sabía que eras amiga del príncipe ― Dylan mantenía su sonrisa en su cara, miraba curioso y tranquilo sus reacciones como tantas veces había visto.

Aunque para mi fuera nuevo.

― No lo soy― Aseguré ― Yo...

― Claro que sí, estudian en la misma escuela ― dijo como si no pensar que lo fuéramos fuera descabellado solo por ese simple motivo

― Lo que sucede en realidad es...

― Pero es que no sabía que se llevaban tan bien ― Nos señaló consecutivamente desbordando emoción.

― No es nada del otro mundo lo que...

― Pensé que odiabas al príncipe ― Recordó de repente.

― Eso no está a discusión, solo que...

― De hecho lo has insultado hasta el cansancio muchas veces.

― ¿PODRÍAS CALLARTE Y DEJAR DE INTERRUMPIRME MALDITA SEA? ― Ambos me miraron extrañados y sorprendidos por mi repentino exabrupto ― Escúchame bien, Vera ― le dije atrapando su atención más de lo que ya lo había logrado con mi grito ― No se te ocurra decirle a alguien que me viste con este ― dije señalándolo.

― ¡Que malhumorada! ― exclamó con una mueca.

― Es lo mismo que digo yo ― se quejó Dylan, pero con dulce ― Ella vive metiéndome en continuos problemas.

― ¿En serio? ― preguntó la pelinegra sorprendida ― Cat, no deberías molestar al príncipe así, compórtate mejor.

― ¡Te lava el cerebro con su dulce voz! ― le hice saber, pero solo me gane una mala cara ― ¡Me quiere hacer ver como la mala!

― ¿Crees que mi voz es dulce? ― preguntó el chico con media sonrisa en su rostro, quizás la chaqueta en su hombro lo hacía ver más atractivo e irritante.

― Cierra la boca ― murmuré maldiciéndolo mentalmente ― Escoge tu estúpido premio y larguémonos de aquí.

― Deberías cuidar tu lenguaje ― me reprendió mi amiga.

― Uno se termina acostumbrando a tanta vulgaridad ― respondió Dylan encogiéndose de hombros.

― Esto es un horror ― me aleje algunos pasos ignorando a eso dos, me concentre en el aura del lugar, todos estaban concentrados en sus propios asuntos, sombras con caras iluminadas por las pantallas.

― Dame ese, por favor ― oí decir a mi espalda, pero no me moleste en girar a ver.

― ¿Terminaste? ― Apareció a mi lado con un gran oso de peluche en sus manos, era un panda bebe con ojos brillantes y un palo de bambú en sus patas.

― Si, es para ti ― extendió sus manos en mi dirección y dudé algunos segundos antes de tomarlo, le mire con sospechas temiendo a que el objeto fuera radiactivo o explotara.

― ¿Es enserio?

Quizás se haya vuelto loco, no podía estar siendo amable conmigo.

― Claro ― respondió con una sonrisa y pos unos segundos creí que me había equivocado con él, que realmente era amable hasta que volvió a abrir su bocata, tan grande como la intensidad de su horrendo carácter ― Nada me gustó, así que elegí algo al azar. Niña, puedes agradecerme inclinándote o hasta arrodillándote.

― ¿Y porque no te parto la cara? ― Pregunté seria ― Además no me llames niña, es hasta peor que Cat.

― Como digas, niña.

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1. ¿Parte favorita?

2. ¿Parte que cambiarían?

3. ¿Que es lo que sigue?

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