Ámame si te atreves, jefe

By SraDeTaker

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Libro #1 Saga Rusos. La mayoría de nosotros esperamos encontrar un trabajo que nos haga suspirar, que nos hag... More

Sinopsis
⚠AVISO⚠
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo Especial (I)
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo Especial II
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 26 parte II
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo Especial III
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo Final
Epílogo
Agradecimientos

Capítulo 5

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By SraDeTaker

Un mes después...

Voy a volverme loca.

La mayoría de las personas, cuando salen de su trabajo, lo hacen para encontrar algo mejor, por recomendación o porque simplemente cerraste el ciclo en ese lugar y ya no soportas seguir ahí.

En cada uno de ellos dejas la mitad de tus conocimientos y algunas veces, hasta tu corazón.

Yo no soy una excepción.

Dejé mi corazón en la empresa de arquitectura del señor Müller. Mis conocimientos fueron siempre valorados y después de mucho esfuerzo, me llamaron a trabajar a otro lugar.

Me destaqué entre las mejores.

En la compañía de mi esposo ausente, no he tenido la oportunidad de ayudar a nadie, pero me esfuerzo lo suficiente por estar aquí. Para mi jefe, puede que sea buena haciendo mi trabajo, pero en la mayoría de las ocasiones me hace sentir que mi trabajo es malo.

Nunca recibí señalamientos por ser la esposa del dueño de la compañía y como su esposa en secreto, he tenido que ocultar muchas cosas. Debo guardar la compostura aunque por dentro esté por estallar. Aprendí a morderme la lengua cuando muero por decirle muchas cosas. He aprendido a fingir una sonrisa cuando por dentro estaba por reventar de la rabia.

Soy hasta un ejemplo para los demás empleados cuando nadie era un ejemplo para mí. La única amiga que he hecho en esta compañía ha sido Tina. Ella me ha dado mucho y se convirtió en mi salvación en este lugar.

Aquí parece que hablarme, es un problema.

«En mi otro trabajo me querían y aquí ni me tragan», pensé indignada.

No me considero alguien especial y mucho menos creo ser mejor que los demás.

No soy la mejor empleada que existe en el mundo, pero estoy dando lo mejor de mí para no caer en el abismo laboral.

—Daphne... —escucho el llamado de Tina, miro sus ojos llenos de angustia, que me hacen preocupar—. Por favor, ¿dime qué recuerdas que esta noche era la cena con los rusos?

¿Cenar con los rusos?

Reviso la agenda de mi esposo ausente, buscando alguna reunión pautada para hoy, pero no hay absolutamente nada importante para esta noche. Además, mi querido jefe no me habla desde la llamada que me hizo hace varias noches atrás, para recordarme que era mi esposo. Para él, si hermosa esposa, o sea yo, no existe.

—No lo sé, pero en su agenda no tiene ninguna reunión o cena con nadie importante esta noche —respondo dudosa, ella pasa sus manos por su cabello nerviosa y sus ojos se llenan de miedo—. ¿Qué pasó con esa reunión? No te calles ahora, Tina.

Dime si era algo crucial para poder ayudarte.

—Es un cierre de negocios —habla en un hilo de voz, le hago señas animándola a continuar—. La persona con quién tenía una reunión hoy es una de las personas más influyentes en Rusia. Hacer negocios con ellos, es abrirte paso en el mundo de la medicina, pero al parecer, al señor se le ha olvidado que debía ir hoy para allá.

La miro sorprendida por la información y pongo mi mano sobre la de ella intentando darle fortaleza.

—Iré yo en el lugar de mi jefe para hacerle frente a esas personas —respondo, llega Stewart al piso de la oficina dónde nos encontrábamos.

—He buscado a Günther, pero no está en ningún lado. Creo que primero deberíamos dar con él mientras otras personas se van encargando de los rusos —recomienda, viéndonos a los ojos.

—¿Puedo preguntar quién es usted? —él me sonríe, haciéndome sentir extraña—. Lo siento, no debí preguntar.

—Soy el mejor amigo de Günther —me estrecha su mano—. Me llamo Ivan. Encantado de conocerte, Daphne.

—El gusto es mío —tomo su mano, ladeando la cabeza.

¿Sabe que mi esposo ausente y yo nos casamos hace dos años?

Él asiente como si pudiera leer mis pensamientos.

—Sé muchas cosas de Günther —responde—. Por ahora nos vamos a dividir y la persona que dé con él primero, debe asegurarse de que llegue a los rusos pronto.

¿Pero qué negocios tiene con ellos? Nunca tuvo una reunión con nadie de allá y mucho menos vinieron para acá.

—¿Todo está bien, Ivan? —lo miro dudosa.

—Günther no es malo. Si eso es lo que te hace sentir insegura... Solo que con los rusos las cosas siempre son complicadas.

Ok, tal vez las cosas con él empezaron mal y sinceramente no lo conozco, pero nunca se ha ido de la oficina sin decir a dónde y desde que hablamos de los cambios con la agenda, todo me lo notifica. Para nadie es un secreto en la oficina, que mi esposo ausente no es amigable conmigo.

Presiento que no es mala persona y tal vez solo es un imbécil a toda hora y ya.

Salimos al estacionamiento y nos dividimos en varios grupos. No sé para dónde se fueron, pero me quedé parada frente al restaurante de comida tailandesa. Probablemente podría ir al psiquiátrico más cercano, pero tal vez no esté tan loco para internarse.

¿Psiquiátrico? No... ¿Escuela de idiotas? Probablemente eso es positivo.

De verdad quiero visitar un psiquiátrico abandonado.

Ay, Daphne, mejor volveré mi atención a la desaparición de mi esposo ausente.

La cena era en menos de una hora y teníamos unas dos o tres horas buscándolo por todos lados, pero simplemente ese hombre no aparecía. Tona, Ivan y yo, nos llamábamos constantemente para ver si habíamos tenido suerte, pero a pesar de todo nuestro esfuerzo, no funcionó.

No lo encontramos.

Honestamente estoy empezando a preocuparme. No tanto por la reunión, más bien es mucho tiempo sin saber de una persona y tengo miedo que le haya pasado algo.

No quiero llamar al señor Müller para darle una mala noticia de su hijo.

—¿En dónde puedes estar, Günther? —murmuro a la nada mientras camino cerca de un lago.

¿Un lago?

No creo que esté en ese lugar, pero no pierdo nada en ir a investigar.

Si estaba deprimido podía ir al bar más caro.

No parece un lago muy transitado y por la hora, ya da miedo seguir caminando, pero tengo el presentimiento de que él está aquí.

—Mi padre se sorprendería de verme aquí, buscando al hijo del hombre que me hizo casarme por un contrato y me dio mucho dinero.

Sonrío con ironía.

Miro a la poca gente que estaba en el lago, había varios hombres mirándome de manera asquerosa.

¿Por qué tienen que verme de esa manera? Solo soy una mujer vestida con una falda lisa color negro, una camisa rosa y unos zapatos de punta de tacón alto.

—¿Vienes por aquí solita? ¿Quieres compañía, hermosa? —un hombre bastante oloroso a sudor y que parecía vagabundo, se dirige a mí—. Oye, deberías venir conmigo para que pasemos un delicioso momento los dos.

¡Este hombre va a atacarme! ¡¿Por qué se me ocurrió meterme a este lago sola?!

Tengo miedo, estoy asustada y probablemente mi pureza será arrebatada...

—No estoy sola. He venido a buscar a mi esposo —le respondo inexpresiva.

—Claro, cariño... Vienes por tu esposo —pasa su lengua por sus labios y me toma del brazo para llevarme a algún lugar.

¡Va a abusar de mí!

Mi primera vez y seré ultrajada por un asqueroso vagabundo. Intento soltarme, pero me toma fuertemente por el brazo, apretándola fuertemente hasta hacerme daño.

Joder, debí haberme metido en clase de karate como mínimo.

—Oye, suéltala —esa conocida voz gruesa, por primera vez me hizo sentir aliviada. ¡He encontrado a mi esposo ausente!—. Ella te lo dijo. Vino a buscar a su esposo. Yo soy su esposo, así que quita tus asquerosas manos de mi mujer antes de que te deje sin ellas. Por qué me imagino que aún quieres conservarlas, ¿verdad? —el aludido me suelta después de decir algunas cosas extrañas.

Mi corazón latía con fuerza, pero me sentía un poco más segura ahora. Voy hacia Günther mientras acarició mi brazo.

Realmente me dolía.

Mi esposo ausente me mira a los ojos fríamente mientras inspecciona mi cuerpo. Sus ojos quedan en mi brazo y suspirando tensa la mandíbula.

¿A que no adivinan quién se enojó? No diré quién es y mucho menos que está parado frente a mí.

—¿Por qué viniste a buscarme? ¡Tú eres el problema principal de todo esto! —se queja, cuando me ve a los ojos.

Este tipo es un imbécil.

Por el miedo que tenía, me resultó un antiestrés, morderme los labios.

No voy a negar que si me moría de miedo, pero este estúpido no me puede preguntar si yo estoy bien.

¡Mi preciosa pureza casi es arrebatada! Esto es indignante.

El día que repartieron los premios de imbéciles, definitivamente Günther se llevó todos los lugares.

Un día vendrás en mi auto, aumentaré la velocidad y mientras lo hago, diré que la vida no tiene sentido.

—Gracias por ayudarme —me mira mal y se va hacia el lago—. También pido una disculpa por ser tan problemática. Realmente no es mi intención ser así.

Vuelve a suspirar y me señala el espacio a su lado para que me siente con él. Le hago caso fingiendo obediencia y me resulta gracioso ver a un tipo musculoso sentado en un lago admirando quien sabe que cosa.

—¿Mi padre te dio mucho dinero por la boda? —cuestiona molesto, lo miro sin entender a qué se refiere—. Sin mala intención te trato diferente y tú solo te callas. ¿Anton te dio tanto dinero que te quitó el poder de irte si te cansas? El dinero le quita la vergüenza a las personas sin importar la situación.

Eso dolió y siempre lo hace.

No me vendí, solo acepté esto para ayudar a tu padre y a las personas de la empresa. No puedo quejarme correctamente porque mis padres claramente me han dicho que yo misma me lo busqué.

Así que no me permito quejarme.

—Si me canso no creo que a usted le importe —me mira inexpresivo—. Si guardo silencio es mi decisión —ignora lo que digo y vuelve a ver hacia el frente.

—Recuerdo haberte dicho que no me importaba tu vida... Tu opinión no me importa, pero si quería saber que tan generoso había sido mi padre contigo —señala mis labios—. Científicamente está comprobado que hacer eso es canibalismo.

Sé que es un momento serio, pero no puedo evitar sonreír ante su último comentario.

Dudo mucho que se entienda él mismo, pero así parece más agradable.

—Tina e Ivan están preocupados por usted. Debería llamarlos y decirles que se encuentra bien —le pido sinceramente—. También debe saber que perdió la reunión con los rusos. No sabía exactamente qué tenía que hacer hoy, pero supongo que se puede realizar en otro momento.

Se hace el que no escuchó y me sigue ignorando.

—Jamás lo entenderías. La reunión con los rusos no era tan importante en estos momentos. Además, nunca perdiste nada valioso en tu vida —asegura molesto.

Me quedo en silencio tratando de calmar el nudo que se formó en mi garganta.

Mi madre no pudo tener más hijos después de mi nacimiento. Ellos tuvieron una adopción abierta con mi hermana, pero de un día para el otro, apareció la familia de mi hermana, se la llevaron y desaparecieron. Ese día perdí a la persona que más quería. No pude decir cómo me sentía porque para ellos, en ese entonces, fui la causante de eso.

La diferencia aquí es que a él lo quieren y a mí nadie me apoya en la oficina.

No me molesta que no me quieran en la oficina, pero nadie me dice la información correspondiente o cuando pregunto algo, me ignoran.

—No entiendo como mi padre pudo pedirte que te pasarás conmigo. Sabe lo mucho que detesto a las mujeres interesadas y a ti te ofreció dinero —su voz se escuchaba triste—. De todas las mujeres que hay en el mundo, ¿por qué tenías que ser tú? Odio que seas mi esposa y me busques, fingiendo preocupación. ¿Acaso no sabes defenderte? Lo más seguro es que quieras causar lástima en mí —me mira decepcionado.

No hice nada que no hayas hecho tú.

—No usé todo el dinero que el señor Müller me dio por este matrimonio. Tampoco es que me metí en esto sola. Por si lo olvidaste, tú también aceptaste ser mi esposo por contrato —pasa su mano por su cuello mientras hace una mueca de desagrado—. Que a mí me dieran dinero y a ti no, no cambia el hecho de que los dos nos metimos en esto sin amor y sin esperar nada a cambio durante los 5 años que debe durar el matrimonio.

Me mira por unos segundos antes de volver a hablar.

—Es la primera vez que te veo un poco molesta. Sé que siempre peleamos, pero nunca mostrabas tus verdaderos sentimientos —sus orbes avellanas me miran fríamente al suspirar—. La reunión con los rusos era para ir a ver a mi novia —sonríe nostálgico—. Estudiamos siempre juntos en el colegio y parte de la universidad. Ella regresó a Rusia porque fue llamada a la liga profesional de fútbol y yo empecé con mi empresa aquí. Estuvimos en una relación a distancia por dos años, pero el sentimiento siempre estuvo.

Sus ojos se cristalizan y aparta la mirada.

—Hace cuatro años me dejó enviándome un mensaje de texto. Fui a Rusia dos días después y me enteré de que ella tenía cáncer terminal. No había esperanza de vida para ella. Cada día era una mierda entre dolores y quimioterapias, cada día se consumía su vida y estuve con ella hasta el final —mis ojos se llenan de lágrimas—. Ayer en la mañana me llamó su madre para decirme que Hope había dejado un testamento. Lo peor de todo esto es que nosotros nos veíamos cada 3 o 4 veces al año y nunca me di cuenta de su cáncer.

[...]

Después de todo lo que me dijo en el lago, el nudo de mi garganta no se fue. Me llevó a casa pasadas las 10 de la noche. Él estuvo en silencio en todo el camino a mi casa y por dentro me sentía avergonzada por siempre pensar mal Günther.

—Daphne —me toma del brazo para ver la marca que dejó el vagabundo—. Mañana acompáñame a la lectura del testamento de Hope. Eres mi esposa... no me dejes solo en esto —su voz sonaba suplicante.

Lo miro por unos segundos mientras acariciaba la marca dónde el vagabundo me había lastimado.

—Está bien, iré contigo —suspira aliviado—. Por favor, llame a sus amigos y dígales que se queden tranquilos.

—Gracias por no dejarme solo —responde sincero, soltando mi brazo y dejando que me pudiera bajar del auto.

La vida es muy compleja.

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