DIECISÉIS PRIMAVERAS (en proc...

By IsabeleGPedroso

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Dieciséis años, hermosa y con ciertas habilidades especiales, inexplicables para ella misma. Ella, la cual nu... More

Bilogía de Megana
L'inizio
Viaggio a Londra
Mia suocera e i suoi pensieri
I
II
III
Dieciseis primaveras
I
Decisioni sbagliate
I
II
III
IV
V
VI
Piacere...
I
II
III
IV
V
Benvenuta
I
II
III
IV
Ciao
I
Il mio strambo
I
¡Bambina insolente!
I
II
¿Cosa rispondi?
I
II
III
IV
V
VI
VII
VIII
Per te mi sposerò
I
II
III
IV
V
Ricordi del passato e piani futuri
I
II
III
IV
V
Inizia il conto alla rovescia
Dieci
I
II
III
IV
V
Nove
I
II
III
IV
V
Otto
I
II
III
Sette
I
II
III
Sei
Cinque
Quattro
Tre
Due
I
II
Uno
Uno e settantacinque
Uno e mezzo
0!! Mi sa che sei in anticipo
La forza dell'amore
I
II
III
IV
Philip è assente
I
II Jissella
III
IV
V
VI
I
II
Per sempre

Insieme per sempre

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By IsabeleGPedroso

A la mañana siguiente, me desperté abrazando la almohada. Entraba mucha luz por la ventana. Me eché a llorar sintiéndome miserable.
Todo había sido un sueño...

-Eii... Alguna pesadilla?-al notar su mano y escuchar su voz, me giré de inmediato.

-No ha sido un sueño-dije con la voz quebrada. Sonrió tristemente, antes de negar con la cabeza. Me deshice de las sábanas antes de acercarme a él lentamente.
Quería disfrutar aquello por si terminaba no siendo real.
Me arrodillé ante él sintiendo el colchón hundirse. Me miraba divertido, pero sin moverse ni decir nada.

-No te vas más?-soné como una niña con miedo e incrédula, justo como me sentía...

-No-dijo con una tierna risa. Lo abracé consiguiendo un abrazo de ésos que parecían reactivarte por dentro.

-Lo siento-dije en un hilo de voz.

-Por qué?

-Por no confiar en ti-negó con la cabeza aún apoyada contra la mía.

-No tienes historiales de relaciones buenas entre tu familia y amigos por las que estar segura de la tuya propia... Yo no debería haberte descuidado hasta el punto de hacerte dudar y lo siento-reí por lo bajo antes de apartarme para mirarlo a los ojos.

-Te amo-me robó un beso que no hice por recuperar.

-Philip?-nos apartamos.

-Carlos?-preguntó mi niño, extrañado.

-Me ha hecho compañía estos días junto con Lupe-Philip nos miró a ambos con seriedad.

-Gracias-dijo de repente sorprendiéndonos a Carlos y a mí, quienes nos esperábamos una reacción algo diferente.

-Veo que ya todo se ha aclarado, me alegro.

-Sí... Cómo están Alex y los demás?

-Muy bien... eh... El desayuno está listo.

-Gracias Carlos-le dije antes de que éste desapareciera escaleras abajo. Miré a Philip, quién miraba hacia las escaleras pensativo.

-Nene-llamé su atención.

-Hubiese sido él mi sustituto?-me eché a reír casi por inercia.

-Qué?-agitó la cabeza como si con eso despejara su mente.

-Es la primera pregunta que se me ha pasado por la cabeza al verlo.

-Pues... No creo que me viese con fuerzas, ni con la suerte de encontrar un sustituto-escuchar aquello le alegró realmente y se le notó-Y por cierto y a pesar de lo que pienses de él, Carlos te ha defendido todo el tiempo.

-Claro, porque no hay que ser muy listo para saber que nadie dejaría escapar a alguien como tú-respondió con soltura-Por cierto, echaba de menos tu color de pelo-dijo ahora haciéndome reír.

Megana Perseo había dejado de ser un barco a la deriva.

Bajamos a desayunar.
Fue... bastante incómodo. Ninguno de los cuatro sabíamos qué decir. Philip en concreto, de vez en cuando nos miraba pensativo, obviamente no dejándome entrar en su mente y, si no nos miraba a nosotros, miraba su cuenco de cereales, el cuál apenas tocó.

Carlos se fue poco después de desayunar, usando la excusa de que Alex lo había amenazado de muerte, si no estaba de vuelta para la hora de comer.

-Gracias por haber venido-estábamos de pie junto a su coche. Me abrazó.

-Cuídate y practica el control de tus hormonas-me susurró al oído provocando mi risa.

Entré a la casa tras ver como su coche se alejaba en el camino.

Philip se encontraba frente al ventanal, con una taza de café entre sus manos.

-No has desayunado nada-lo abracé apoyando la cara contra su espalda desnuda. Tomó mi mano derecha para besar mis dedos, haciéndome sonreír.

-No tenía hambre.

-No comías por falta de hambre y no hablabas por...?-dejé en el aire provocando su risa suave.

-Sigo en el mismo punto que en nuestra luna de miel en lo que a Carlos se refiere-dijo con naturalidad, como el que comenta su desagrado hacia el amarillo.

-Sois idiotas-se dio la vuelta.

-Es lo que tiene que dos hombres estén enamorados de la misma mujer-fruncí el ceño.

-De qué hablas Philip?-En mi tono dejé claro lo estúpida que me había parecido su afirmación. Sonrió divertido.

-Creo que eres la única que aún no se ha dado cuenta.

-Philip, soy su mejor amiga y él es para mí como mi hermano... Y algo importante... Ambos tenemos pareja-se echó a reír antes de negar con la cabeza, como sentenciando que no tenía remedio. Besó mi frente.

-Me encanta que seas tan inocente, en serio-volvió a reír mientras se echaba a andar hacia la cocina-Mejor amiga-siguió riendo. Yo sonreía como una idiota prestándole atención únicamente a su risa-Porque no puede ser otra cosa mejor.

Fui hacia la cocina. Y allí estaba él, preparándose un sándwich.

-Tanto reír me ha dado hambre-ahora la que rio fui yo acercándome a él, que me recibió con un gran abrazo.

-Te amo idiota-susurré pegada a su pecho. Poco después hizo por buscar mi rostro para pedirme un beso que le di encantada.

Amaba volver a tenerlo en casa. Pero ése no era suficiente motivo para acallar mi conciencia.

A la mañana siguiente mientras desayunábamos, uno junto al otro sentados a la isla, no dejaba de darle vueltas a lo mismo una y otra vez.

-Qué te pasa? En qué piensas?-me preguntó mi niño colocándome un mechón tras la oreja. Lo miré.

-No quiero ser una egoísta-frunció el ceño sin entender-No quiero que dejes de hacer lo que te gusta por mí-sonrió con ternura antes de tirar de mi taburete hacia él, para dejarme lo más cerca posible.

-Mi trabajo me gusta, pero tú me gustas más-sonreí divertida.

-Hablo en serio.

-Y yo-lo besé quedándome luego enganchada a su cuello, mirándolo a los ojos. Me besó ahora él, haciendo que todo se removiera en mi interior. Me aparté para volver a mirarlo.

-No lo dejes... Solo...-me encogí de hombros-Pasa más días en casa que de viaje... Por favor-negó con la cabeza y una sonrisa en los labios.

-Si sigo trabajando, no cogeré nada fuera de Italia-no pude ocultar mi gesto de felicidad al escuchar aquello, lo cual fue motivo para escuchar la risa del hombre de mi vida.

Para nuestra sorpresa, ambos nos vimos envueltos en un par de semanas de trabajo.

Los fotógrafos de nuestra reciente sesión, tras mandarnos como regalo las mejores fotos en tamaño cuadro, me comunicaron que me habían solicitado para trabajar en varios spot publicitarios y sesiones, en las que querían o necesitaban incluir a una embarazada. Al parecer me habían visto en la página web de los fotógrafos, los cuales nos habían pedido permiso el mismo día de la sesión, para subir cualquiera de las fotos menos las de las cartas. Ellos mismos las habían calificado como demasiado íntimas y personales.

Philip cumplió con su promesa de no coger nada que no fuera en Italia, por lo que pude acompañarlo a todos los eventos, sesiones y pasarelas.

Se cumplieron mis cuatro meses y medio de embarazo, así, sin comerlo ni beberlo...

Philip y yo estábamos mejor que nunca.
En poco tiempo a nuestro alrededor, había pasado un poco de todo.
Carlos seguía saliendo con Alex, pero ahora vivía en el centro de Roma.
Frany y Sergio estaban esperando un hijo. Quién lo diría.
Mi padre ya había anunciado su próximo libro.
Y Philip, volvía a ser la cara masculina de Roma. Lo querían para todo. Obviamente y teniendo la oportunidad de elegir sus preferencias, solo aceptaba pasarelas de alta costura y anuncios de colonias de marca italiana, que a él personalmente le gustaban. Me gustaba que fuera fiel a sí mismo.

Normalmente nos marchábamos poco después de terminar el desfile, pero aquella fue una de las excepciones.

Philip me besaba tomando mi rostro entre sus manos con ternura, cuando de repente alguien tiró de él.

-Philip, hoy sí te quedas, no?-varios de sus compañeros habían venido a por él.

-Ya es tarde chicos-me miró.

-Quedémonos, por qué no?

-Segura?

-Ya te ha dicho sí-le palmearon la espalda-Que empiece la fiesta-el grupillo se adelantó.

-Si no tienes ganas podemos irnos-dijo tomándome de la cintura.

-Tranquilo peque-besé sus labios-No viene mal despejar de vez en cuando, no?

La noche fue, como era de esperar. Mucha gente, mucho glamour, muchas y muchos modelos... En definitiva, mucha tontería junta.

A Philip lo llamaban cada poco para saludarlo, para echarse fotos con él, para felicitarlo por el desfile...

Me fui hacia la barra.

-Perdona-llamé al camarero.

-Megana?

-John?-preguntamos ambos sorprendidos.

-Te acuerdas de mi nombre!-reí.

-Qué haces aquí?-le pregunté.

-Probando cosas nuevas. Ya Londres me aburría. Por cierto, qué te pongo?

-Algo sin alcohol?-respondí.

-Anda, cierto-se asomó por encima de la barra para verme la barriga-Cómo va ese embarazo?

-Pues poniéndome hecha una foca.

-Que va, pero si apenas se te nota.

-Créeme cuando te digo que el vestido disimula.

Mi look se resumía en un vestido de crop largo y cintura ancha en color negro, con escote corazón y tirantes gruesos caídos a los lados, dejando hombros y clavícula al descubierto. Mínimo maquillaje, el suficiente para darle un poco de color y vida a mi rostro y un recogido que terminaba en una trenza medio deshecha, decorado con perlitas plateadas.

-Estás guapísima-sonreí incómoda-Veo que te siguen incomodando los halagos-reí.

Me puso una copa de San Francisco.

-En serio, perdona que me repita pero, estás guapísima.

-Meg-me llamó Philip mientras se acercaba-Te estaba buscando.

-Tenía sed-Philip miró a John con extrañeza.

-De qué me suena tu cara?

-John. En Londres.

-Claro, el chico del parque.

-Eso mismo, el chico del parque-dijo John incómodo-Oye perdona-se disculpó con Philip antes de mirarme-Llevo aquí poco tiempo, si uno de estos días estás libre, podríamos quedar para que me enseñes tu ciudad-sonreí.

-Claro. También podría presentarte a un amigo que está viviendo ahora aquí con el que podrías contar seguro si necesitaras algo-sonrió de forma radiante.

-Claro, gracias. Espera-se dio la vuelta para buscar algo. Cuando volvió a mirarme fue para darme un papel con su número de teléfono-Lo he cambiado. Tú eliges día-asentí-Me ha alegrado verte.

-Igualmente John. De todos modos, seguro que vuelvo a pasarme en un rato a por otro de éstos-dije levantando la copa.

-Aquí estaré.

Philip y yo echamos a andar entre la gente.

-Por qué será que los hombres que se te acercan, ninguno tiene sentido de la vergüenza?-reí.

-Te has parado a pensar que a lo mejor es porque van sin mala intención?-rio.

-No-dijo con seriedad provocando la risa de ambos.

La sala en la que nos encontrábamos, era enorme. Pantallas gigantescas en paredes o columnas, focos iluminando por ratos cada rincón. Suelos, techos y lo que quedaba libre de las paredes, de un color azul marino. Por el suelo habían esparcido purpurina plateada.

Philip me presentó a la diseñadora de la pasarela y a su grupo de amigos, entre los que estaban la agente de Philip y socia de Marcello, a la cual ya conocía.

En las pantallas salían fotos de todos los modelos que habían participado en el desfile.

-Aai mira, ahí están mis chicos favoritos-dijo Elena, la agente de Philip, cuando salieron él y su compañera juntos en una de las fotos. Philip había ido nuevamente a saludar a alguien-Son la pareja perfecta-estaba de espaldas a mí, por lo que ni siquiera se dio cuenta de lo grosero que aquello podía sonarme, no como la amiga, que estaba frente a ambas y la avisó con una miradita. Al segundo, Elena se dio media vuelta-En el trabajo eeh y contando que tú no estás ahora mismo como modelo, sino sin duda seríais vosotros, pero con eso del embarazo...-hizo una mueca como de pena, como si necesitara que se compadecieran de mí-Por cierto, cuántos kilos has llegado a coger?-yo ya había comenzado a fruncir el ceño con la primera y simple apertura de su boca.

-No se si te estás esforzando por empeorarlo o es que te sale natural-dije con seriedad-Y sí, quedan muy bien en pantalla-me fui sin más hacia la barra.

-Si te pido algo con alcohol no me lo darás verdad?!-dije subiendo el volumen para que John me escuchara. Se dio la vuelta sonriendo.

-Lo siento, pero no quiero provocarte un aborto-dijo haciéndome reír-Qué pasa? Por qué quieres alcoholizarte?

-Porque estoy confirmando que no echaba nada de menos este mundo-John miró a mi lado arqueando las dos cejas. Philip acababa de llegar a mi lado.

-Qué ha pasado?

-Nada.

-Acabas de decir que no echabas de menos éste mundo, por algo será.

-Comentarios Philip. Se puede ser claro, directo y sincero, pero no para ello tienes que faltar el respeto o simplemente ser gilipollas.

-Te han dicho algo?

-No directamente, digamos que se olvidó de que estaba detrás suya-miré hacia John, que estaba secando unos vasos mientras me miraba.

-Quién y el qué?

-Déjalo, ha sido una estupidez.

-Si quieres nos vamos-negué con la cabeza.

-No te preocupes. Vete, si quieres sigue saludando a la gente, yo me quedaré aquí.

-No. Me toca faldar de esposa-dijo arrastrándome con él. Me despedí una vez más de John.

Los fotógrafos nos echaron fotos, los conocidos de Philip se acercaban a presentarse y a preguntarme qué tal el embarazo o cosas por el estilo. No estaba cómoda.
Yo antes, salvo en ocasiones realmente importantes, nunca me quedaba tras las pasarelas, precisamente para evitar todo aquello.

-Philip!-lo llamaron el grupo de amigos que insistieron con que se quedara. Vinieron hacia nosotros.

-Megan amiga!-dijo el cabecilla de grupo poniéndome una mano en el hombro, la cual miré preguntándome por qué me tocaba, antes de quitarle una copa de champán a uno de los camareros que por allí pasaba estando a punto de tirarle la bandeja, para con naturalidad cogerme la mano y darme la copa-Enseguida te lo devolvemos-dijo sin más tirando de Philip, al cual miré dedicándole un brindis con la copa en alto y a lo que él se disculpó con la mirada.

-Idiota-susurré.
Puse mi atención en las mentes huecas del grupito.

"La que no quiera me la quedo."

"Que cabrón, la suerte que tiene."

-Manda a tu mujer a casa en un taxi, que las portuguesas han dicho de forma literal que se quedaron con ganas de ti. Todas ellas-Philip me miraba de vez en cuando con gesto divertido, sabiendo que lo estaría escuchando.

Fui hacia ellos. Le di la vuelta al chico y le di la copa.

-Punto uno, estoy embarazada pedazo de imbécil, no bebo alcohol. Punto dos, bébetela tú, a ver si te cambia la personalidad y las portuguesas se fijan en ti, ya que a mi marido me lo llevo yo a casa a echarle un polvo como cada noche. Y tranquilo, que cuando termine rezaré por ti a ver si algún día te merecieras la misma suerte-los amigos se echaron a reír, lo cual detuve al decir-Va por todos-antes de llevarme a Philip de allí, el cual estuvo en silencio hasta que no aguantó más la risa. Me detuvo tirando de mí, para atraparme por la cintura.

-Te he dicho ya que me encanta cuando te pones así?-dijo riendo aún. Sentía mis mejillas ardiendo. Me besó como si no hubiera un mañana.

Íbamos saliendo, intentando esquivar a la gente cuando se escuchó un...

-Philip, cariño!-solo cuando la gente se apartó y ella se acercó a Philip, pude ponerle cara a la voz. Pelirroja, melena corta, piel pálida, rasgos finos, ojos verdes-Vaya-se sorprendió al verme tras darle un beso en la mejilla a mi marido-Eres aún más guapa en persona-parecíamos tener la misma altura, pero sin embargo yo llevaba 2 cm de tacón y ella cerca de unos 15.

-Gracias. Lo mismo digo-dije con voz neutra, haciendo que dejara su máscara de felicidad para ponerse nerviosa.

-Eeh... Vamos a echarnos una foto todos los modelos del desfile-le dijo a Philip antes de mirarme-Te importa si te lo robo dos minutos?

-Para nada-ella iba a llevárselo del brazo directamente, pero él le indicó que esperara, antes de tomar mi rostro entre sus manos y besarme con dulzura.

-Te amo-sonreí tontamente.

Cuándo Philip se dio media vuelta para irse con ella, puede ver que la chica me miraba de arriba abajo.

Vi como todos se ponían juntos para la foto.

No echaba de menos las fiestas después de las pasarelas, pero lo cierto es que sí echaba de menos los desfiles, la moda...

Marianna, la pelirroja, se enganchó a Philip para la foto, dándole un beso en la mejilla.

-Que cariñosa tu amiga-fue mi frase de recibimiento para Philip cuando llegó, haciendo que cambiara su sonrisa por una mirada de reproche-Solo comento lo que he visto.

-Nena, tú tienes un mejor amigo, sin contar que otro tío te acaba de dar el teléfono delante mía... Yo no podría tener una mejor amiga?-arqueé una ceja algo sorprendida por su pregunta. En cierto modo me dolió.

-Claro que puedes tenerla-dije aparcando el tono divertido que había usado hasta el momento, para ponerme seria-Pero para empezar, yo soy la mejor amiga de Carlos, no al contrario, él para mí es más como un hermano, mi mejor amigo eres tú. Y para terminar, ni él ni John han intentado meterme la lengua hasta la campanilla-dije antes de dar media vuelta y echar a andar hacia la salida.

-Meg-me llamó tomando mi brazo, pero logré escabullirme entre la gente.

Para cuando logró salir, yo estaba esperándolo junto a uno de los aparcacoches.

-Buenas noches-saludó Philip al hombre, dándole la tarjeta-Nena-me llamó.

-Está claro que no tenemos que significar lo mismo el uno para el otro-tiró de mí colocándome frente a él.

-No seas tonta, reconozco que pensaba que él significa para ti lo mismo que tú para él.

-Pero si según tú, él está enamorado de mí.

-Respecto a la amistad-dijo rápidamente. Intenté suprimir una sonrisa-No necesito amigas, ni mejores ni peores, menos tratándose de Marianna. Lo que he dicho ahí dentro ha sido una hipótesis estúpida, utilizando un ejemplo aún más estúpido, el cual no he pensado antes de decir-reconoció su error en tono divertido.

-Ya-dije volviendo a intentar suprimir una sonrisa, fallando en el intento.

-Sabes que eres la única mujer que necesito-acarició mi mejilla para luego descansar la palma de su mano sobre ella y besarme-Por cierto, palabras textuales de Marianna mientras íbamos a lo de la foto. Tanta belleza en una sola mujer, debe ser una condena-reí de forma débil.

-Vaya... Pues gracias-dije haciéndolo reír.

No volvimos a ir a una fiesta tras el desfile.

A los dos días, Philip y yo encabezábamos la portada del desfile. Él como el chico que estaba causando furor después de su vuelta y yo como el diamante en bruto que todos creían perdido.

«Pero no, señoras y señores, está vivita y creando vida.
Nuestro pequeño diamante, antes conocida por Megana Perseo, ahora como Megana Hemsworth al haberse casado con nuestro chico del momento, está a la espera de su primer hijo. Y menudo embarazo, porque nuestra joven modelo (ocasional, de momento, por su barriguita), está más bella y radiante que nunca, si es que era posible.
Solo nos queda deciros:

Gracias por traer al mundo más gente guapa.

Esperamos seguir viendo a nuestro querido Philip lucir de forma tan increíble cualquier prenda que se ponga y sin duda, esperamos que en cuanto nuestra Teenmami de a luz, vuelva a pisar con fuerza sobre las pasarelas.
Lo sentimos Marianna, pero si alguien queda bien junto a éste galán, esa es Megana Hemsworth. [...]»

-No contaba yo con que aceptar una foto conllevaría a esto-dije señalando la pantalla. Estábamos tumbados en la cama mirando el portátil.

-Me dirás que no te gusta lo que ponen-me miraba con gesto divertido, arqueando una ceja.

-Pues...-me eché a reír-Sobre todo el mensaje para Marianna-ahora fue él quien rio, antes de darme la vuelta para colocarse con cuidado sobre mí.

-Sabes que falta menos de un mes para nuestra segunda boda?-sonreí.

-Sí... Estás preparado? No pasa tan a menudo eso de casarse dos veces el mismo año-dije haciéndolo reír.

-Siempre-me besó.

Ese mismo día, tras comer, Philip me pidió que me vistiera, que habíamos quedado con alguien que posiblemente me daría muy buenas noticias. Lo vi tan ilusionado, que tan solo me dejé llevar.

Tras hacerme dos trenzas africanas, usar rímel y pintalabios rojo. Y ponerme una camiseta blanca de mangas cortas y un peto de tiro recto de color azul marino a juego con las sandalias de tacón, estaba lista.

De camino, íbamos escuchando una canción a la que me había aficionado después de escucharla en varios desfiles.
I know you de Craig David y Bastille.
Philip reía cada vez que cantaba una estrofa.

-Por cierto, con quién hemos quedado?

-Quiero que se mantenga la intriga-dijo Philip, manteniendo aquella pequeña ilusión flotando a su alrededor.

-Me dejas traer tacones para venir a Trastevere?-me quejé tras doblar la calle. Aquellos adoquines eran los peores amigos de los tacones, aún llevando unos tan diminutos como los que llevaba yo.

Entramos a una de las primeras y pequeñas cafeterías tan típicas de esa zona, con fachada en tono tierra roja, con trepaderas queriendo invadir hasta las puertas. Amaba aquello.

-Chicos!-nos saludó desde el fondo Elena. Miré extrañada a Philip, quien parecía un crío a punto de hacer el mejor regalo de su vida. Sonreí divertida por la idea.

-Hola Elena-la saludé con normalidad.

-Muy buenas, querida, que guapa vas-nos sentamos-Qué tal todo?

-Muy bien, en dos días no ha dado tiempo a grandes cambios-sonrió pareciendo tan agradable que por un segundo me volvió a caer bien... Por un segundo-Qué hacemos aquí?-les pregunté a ambos.

-Aún no me acostumbro a que seas tan directa-dijo riendo-Pues mira, ya se lo he dicho a tu marido y él está más que contento con la idea-miré a Philip, quien me sonrió con su común dulzura.

-De qué se trata?

-Causaste sensación en la noche del desfile, supongo que ya habréis visto los comentarios en la revista virtual y el propio artículo-aquello me dejó de interesar en cuanto supe lo que pretendía. No sé si pude disimular mi repentino aburrimiento-Y quería ofrecerte trabajar con nosotros-miré a Philip como preguntándole si aquello iba enserio, recordando por su cara de extrañado, que no estaba al tanto de lo del desfile-No dejan de llegarme ofertas para ti y eso que aún no trabajas conmigo, así que imagina si...

-Elena... Perdona que te corte-dije de repente ya al límite de mi tolerancia-Pero es que con esta cosa del embarazo y mis kilos extras...-dije sarcástica imitando su gesto de hacía dos noches.

-Megan cariño, aquello fue un comentario mal expresado, no me lo tengas en cuenta-Philip me tomó la mano haciendo que lo mirara, viendo como su ceño fruncido poblaba de arrugas su frente. Volví a mirar a Elena.

-Si decido trabajar para alguna marca o realizar algún desfile, será por mi cuenta, no trabajando para aquellos que, antes de ser elogiada por una de las mejores revistas del mundo de la moda, criticaban el cuerpo que quieren que ahora les dé de comer-dije tajante haciendo que se quedara a cuadros-Tal vez ahora te acostumbres a que sea tan directa-saqué diez euros de la cartera y se lo puse en frente-Te invito en agradecimiento a tu oferta-me puse en pie y salí sin esperar a Philip.
Pocos minutos después, mi niño me tomó de la cintura. Yo que estaba mirando la pequeña iglesia de la calle, me giré para mirarlo, recibiéndolo con un beso.

-Se que te hacía ilusión que trabajáramos juntos de nuevo, pero aunque fuera una tontería, es cuestión de principios-sonrió levemente sin dejar de mirarme de forma fija.

-No lo dijo con intención de ofenderte.

-Lo sé cariño, pero lo hizo. Se tomaba tan en serio su declaración de que no podía trabajar por mi aspecto de embarazada, que no pienso darle el gusto de que gane dinero a mi costa-me besó. Fue un beso dulce, largo...

-Y esa es una de las cosas que me encantan de ti-reí.

Pues eso, como él mismo había dicho aquella mañana, faltaba menos de un mes para nuestra segunda boda. Era raro, pero solo el pensarlo me ponía nerviosa.
Estuvimos un buen rato por aquella zona antes de ir a casa de mi padre para recogerlo e ir a visitar a mi madre.

-Por cierto papá-comencé yo. Íbamos a pie, camino a casa de mi madre-No he tenido tiempo de contártelo, pero Philip estuvo buscando a mis padres biológicos-mi padre que iba fumando, mirando cualquier cosa menos a mí, me miró de repente con sorpresa antes de mirar a Philip.

-Tan mal te caemos como suegros?-tanto Philip como yo nos echamos a reír.

-Para nada, solo quería que tuviera la oportunidad de saber a cerca de sus orígenes.

-Papá-me miró ahora a mí-Nunca hemos hablado porque nunca me ha hecho falta, ni me hace falta ahora, pero... Cómo es que me terminasteis adoptando?

-Al parecer fue tu madre la que nos eligió-nos detuvimos en mitad de la plaza-Tu madre nunca ha querido que hablemos de los detalles, así que mejor os lo cuento antes de subir-asentimos atentos-Nosotros no podíamos tener hijos, bueno, tu madre... Y al ver lo bien que me estaba yendo con los libros y que teníamos la posibilidad, no dudamos en informarnos a cerca de la adopción.

-Si queréis podemos sentarnos a tomarnos un café o algo-sugirió Philip.

Ya sentados y con los cafés en la mesa, mi padre siguió hablando.

-Probamos en orfanatos, pero todo eran niños problemáticos que habían ido de casa en casa sin durar en ellas más de un año... Y a mi me hubiese encantado llevarnos a alguno a casa, pero éramos demasiado jóvenes, preferíamos esperar a que nos llamaran por algún caso sencillo en el que el niño no nos fuera a dar ningún tipo de problema atípico en un niño-comprensible, yo con dieciséis o veinte años no querría tener que lidiar con los traumas que otro hombre o mujer le ha creado a esa criatura y que posiblemente nunca supere-Tu madre que fue la que al parecer llevó a delante lo de tu adopción, fue muy concienzuda a la hora de pedir que te encontraran a buenas personas que solo con verlas se supiera que realmente deseaban un hijo de corazón. Por lo que se ve, ella misma estuvo viendo los expedientes de los padres interesados en adoptar y tras un mes o así, nos llamaron diciendo que habían encontrado a la niña perfecta, aunque tendríamos que viajar a Río para buscarla. Prometían que el viaje merecería la pena-me tomó de la mano, la cual yo tenía pegada a la taza recogiendo el calor que ésta desprendía-Y no se equivocaban. Pienso en las miradas de otros niños y recuerdo cuando te tomé en brazos por primera vez-miraba en sus recuerdos como si de un proyector se tratase-La mayoría ya escondían rabia, tristeza... algo que me rompía el corazón y al mismo tiempo me daba miedo ante la simple idea de tener que lidiar con ello... Y tu sin embargo, tan chiquitita y frágil... solo había curiosidad en tu mirada, era pureza lo que desprendían tus ojos y no provocabas nada negativo en mí-me miraba contagiándome de amor.

-La llegaste a conocer?-negó con la cabeza.

-Ella no quería conocernos, pero nos envió cartas durante los dos primeros años, básicamente diciendo lo mismo en todas, que sabía que con nosotros encontrarías la felicidad, que esperaba no haberse equivocado, que nunca te abandonáramos, que siempre se podía encontrar belleza en lo especial...-fruncí el ceño haciendo que mi padre me dedicara una triste sonrisa.

-Que siempre se podía encontrar belleza en lo especial?-repetí a modo de pregunta.

-Nunca le encontré el sentido real, hasta que llegaste aquel día llorando entre lágrimas, para contarme que te estabas volviendo loca porque escuchabas voces-el recuerdo me produjo lástima de mi misma. Si no hubiese sido por mi padre... No se que habría sido de mí-Eeh...-me limpie la lágrima que se escurrió por mi mejilla.

-Gracias papá-me llevé los dedos a los labios en un gesto nervioso, pellizcándome los labios con las uñas.

-No sabía que sería tan importante para ti saber a cerca de la historia, sino lo hubiese hecho antes-negué con la cabeza.

-Gracias por haberme querido como tu hija.

-Ambos se lo debemos a Adriana, no se exactamente el por qué de elegirnos, pero eres el mejor regalo que nunca nadie me ha hecho-terminé llorando abrazada a mi padre, notando como esa sensación de abandono que había sentido durante toda mi vida, desaparecía y se transformaba en puro agradecimiento hacia Adriana y Alonso.

Mi madre y Luciano estaban en el sofá de la terraza, muy acaramelados, en plena escena de luna de miel. Lo que me hizo hacer un apunte mental a cerca del próximo tema de conversación con mi padre: Debía rehacer su vida.

No estuvimos mucho tiempo, queríamos volver pronto y mi padre más de lo mismo.

-Ya os vais? Pero si acabáis de llegar-se quejó mi madre con más pena que enfado. Se había estado obligando durante la media hora que estuvimos allí, a pensar en todo menos en lo que su mente quería obligarla a pensar. Intenté averiguar hurgando en la mente de Luciano, pero su mente era tan simple como que si estaba tomando un café, pensaba en lo bien que le hacía sentir el tomárselo.
La abracé dejando mis labios cerca de su oreja.

-Va todo bien?-se puso rígida.

-Claro que sí mi vida, no te preocupes por mí.
Nos acompañó a la salida dejando a Luciano en la terraza.

-Mamá, seguro que todo va bien?-ella miró hacia atrás comprobando si no había nadie, en un gesto nervioso.

-Sí cariño, de verdad-la miré con seriedad y ella me sonrió-Tened cuidado-cerró con suavidad sin que ambas dejáramos de mirarnos a los ojos.

-A que venía eso?-preguntó Philip ya lejos de la puerta, mientras seguíamos bajando.

-Vosotros también la habéis notado rara?-preguntó mi padre.

-La cabeza me iba a reventar como siguiera un rato más ahí dentro, no dejaba de obligarse a pensar en todo menos en algo en concreto.

-Estarán mal?-preguntó mi padre.

-Pero que tontería no? No serían ni los primeros ni los últimos en discutir-me quedé pensativa.

-No quiero opinar pero y si Luciano ha estado con otra o algo?-mi padre y yo miramos a Philip a la vez-No se, se me ha ocurrido-dijo rápidamente como disculpándose, provocando nuestras risas.

Llevamos a mi padre a casa y tras abrazarlo y decirle que lo amaba, nos marchamos.

La semana siguiente fue realmente divertida.
A Philip y a mi nos llegaron varias ofertas en conjunto tanto para pasarelas, como para spots publicitarios o promocionar juntos una nueva colonia que resultó gustarnos. Yo acepté únicamente una pasarela, el spot de la misma pasarela que sacaba al mercado una nueva línea de lencería para todo tipo de tallas y formas y el anuncio de la colonia, de fragancia dulce en su punto exacto, y el cual promocionaban en blanco y negro, con una imagen muy familiar de una pareja que espera un hijo, en casa, con su perro, riendo y bromeando. De fondo la canción Hope there's someone de Antony and the Johnsons y Philip y yo diciendo cada uno una palabra: «Amore, famiglia, profumi, ricordi», antes de decir el nombre de la colonia y difuminarse nuestra imagen besándonos, para que aparecieran ambos frascos de colonia, la fragancia masculina y la femenina.

El desfile creo que sin duda fue lo mejor.

Todos parecían nerviosos, todos menos las y los modelos, que hablaban entre ellos, reían, se echaban selfies mientras los maquillaban...
Philip y yo nos dejamos preparar tranquilamente. Aún faltaban dos horas para el desfile pero aún nos quedaban la última prueba de ropa, etc., aunque en este caso no era muy complicado, porque no se si recordarás que este desfile era el posterior a la sesión para promocionar lencería, así que la prueba era bastante sencilla.

La chica me trataba con un cuidado exagerado, preguntándome cada dos por tres si estaba bien, si necesitaba algo, si me hacia daño...

-Para-la cogí de la muñeca haciendo que abriera lo ojos como platos-Tranquilízate por favor.

-Solo quiero que estés bien y no te falte nada-oí la risa dulce de Philip, al que miré extrañada.

-Loura le ha exigido que te trate como si fueras de porcelana, esta noche serás su estrella invitada.

-Que exageración-miré a la chica-En serio, puedes relajarte, a no ser que me claves unas tijeras, me pintes un ojo de cada color o algo similar, mi crítica hacia ti será excelente-pareció relajarse por un segundo.

-Pero...

-En serio-sonrió apenada antes de seguir maquillándome ya algo más cómoda.

Poco después llegó Loura por sorpresa, provocando una ronda de aplausos a su paso.

-Querida-me dijo como con admiración, lo que me incomodó un poco. Se acercó a saludarme con dos besitos cortos en las mejillas-Simplemente maravillosa.

-Gracias por contar conmigo.

-Gracias a ti por venir, echaba de menos esa carita de ángel-tuve que reír.

-Me tienes sobrevalorada-no aguanté más tanta atención y amabilidad. Puso cara de sorpresa antes de sonreír.

-O tal vez tú te tengas demasiado infravalorada a ti misma-me quedé mirándola sintiéndome algo vulnerable-Hoy necesito que seas cien por cien tú... Amiga y amante de la pasarela que pisas y el sueño de nuestro público.

-Vaya, sin presiones-los tres rieron.

-Disfrútalo-parecía que iba a marcharse, cuando volvió a mirarme-Por cierto, ya sabes que diseño absolutamente de todo y un pajarito muy apuesto me contó hace algún tiempo que dentro de poco os casáis nuevamente. Aquello te hizo ser mi pequeña musa para una línea de vestidos de boda para embarazadas-vaya, aquello si era todo un honor-Y me encantaría que no solo fueras la musa-la miré extrañada haciéndola reír-Ya están casi todos listos, en un par de días habré terminado, y para entonces  la revista del desfile quiere hacer un artículo y una sesión sobre mi próximo proyecto, así que... Qué dices a ser mi bello perchero?

-Que menudo halago y... que por supuesto-sonrió satisfecha y radiante.

-Pues luego detallamos-me guiñó un ojo antes de marcharse.

La pasarela fue increíble.
Me hicieron salir con todo tipo de increíbles y bellos camisones. Predominaban las transparencias con hilado floral.

Me dejaron el cierre del desfile, lo que no solo era un gran halago, sino también una gran responsabilidad.

Salí decidida a quedarme yo, con un buen sabor de boca. Sonaba Burn Slow de Jaira Burns.
Para ocultar el conjunto estrella, me pusieron un albornoz precioso de seda blanca con florecillas adheridas a él, al llegar al final de la pasarela y tras dedicarles unos breves segundos de juego al público, haciendo como que miraba a ver si alguien me miraba, antes de llevarme el índice a los labios para pedir que me guardaran un secreto con un único gesto. Auto seguido me desabroché el lazo del albornoz suavemente, antes de abrirlo por completo como descubriendo algo prohibido, antes de echarme a reír por mi propia tontería, haciendo que todos aplaudieran ante aquella genialidad que lucía en mi cuerpo. Dejé caer suavemente el albornoz hasta mis muñecas mientras daba una pausada vuelta, dejando que todos observaran aquel conjunto sencillamente hermoso y realmente difícil de describir. Un conjunto con aquella característica transparencia de las prendas anteriores, la cual tapaba aquellas zonas más comprometidas con florecillas blancas adheridas a la tela, que a la vez decoraban el resto del conjunto por partes, haciéndolo dulce y al mismo tiempo sensual.
Tras guiñarles un ojo y mandar un beso al aire, di media vuelta y arrastrando el albornoz para no tapar aquella ligera obra de arte, cerré aquella pasarela entre aplausos.

Philip me esperaba con una sonrisa divertida entre aplausos, como el resto, que me habían estado viendo por las pantallas. Seguidamente todos, llevando el último conjunto con el que habían desfilado, comenzaron a salir en fila dejándome a mí a la mitad junto con Loura y Philip, de modo que cuando ocupáramos toda la pasarela en U, quedáramos en el centro, quedando Philip a su izquierda, llevando una camiseta trasparente que le llegaba hasta la mitad de los muslos, con líneas blancas en los laterales, una a cada lado y un slim en blanco; ella vestida de forma elegante y yo a su derecha aún con su conjunto estrella.

Después de aquello y la sesión para los vestidos de boda, no quise volver a saber del modelaje en mucho tiempo.

-Que no quieres recibir tanta atención?-preguntó Philip riendo. Estábamos viendo la revista online del desfile, en la que me ponían por diosa del modelaje y declaraban su fanatismo por mí y mi estilo.

-Enserio, hago la sesión y a no ser de que nos haga falta, lo dejo-estaba sorprendido. Pasó de el gesto divertido al pensativo.

-No será por el embarazo no? Sabrás que con tu barriga de embarazada, eras la mejor modelo sobre la pasarela... Y no te lo dice solo la revista y media Italia que ha comentado, te lo digo yo-le sonreí con ternura antes de acercarme a él para besarlo.

-Simplemente ya me he aburrido-dije tomando su rostro entre mis manos.

-Tu sueño era esto desde que eras una enana. La fama, el éxito...

-Los sueños cambian, además, ya tengo otras prioridades-se me quedó mirando de forma fija.

-Seguro que...-comenzó a decir en tono de pregunta.

-Tal vez cuando tenga el niño, pero ahora mismo lo pienso y simplemente no me apetece todo ésto... No por el hecho de estar embarazada como tal, sino porque en dos semanas trabajando, noto que me ha absorbido las fuerzas-reí al ver su cara de poco convencido-Sabes que no te mentiría, no a ti- sonrió tontamente antes de robarme un beso.

La sesión de fotos fue muy divertida, sin duda una gran forma de retirarme oficialmente del modelaje durante un tiempo.

En el artículo hablaron tanto del nuevo proyecto de Loura, de Loura como tal y de mí, para lo que me hicieron preguntas cómo de quién era hija, de dónde venía, cuándo era mi cumpleaños, con quién estaba casada, cómo se llamarían mis hijos, el motivo de una segunda boda, si estaba enamorada...
De dónde sacaron las respuestas para declarar, que era brasileña de nacimiento pero italiana de corazón; hija adoptada, querida por sus padres y sin duda amante de sus padres, sobre todo amante de su padre, el escritor Roberto Perseo; obviamente, enamorada de Philip Hemsworth, ilusionado por el nacimiento de su primer hijo, pero que prefería llevarse la sorpresa del sexo de éste y solo al saberlo decidirían su nombre... Entre otras tantas cosas.
Y bueno, qué decir de los vestidos, sin duda eran hermosos y perfectos, cada cual mejor al anterior.

A semana y media de mi boda, me llegó un gran paquete a casa.

Al abrirlo, lo primero que vi fue un ejemplar de aquella sesión en la que yo encabezaba la portada. Bajo él, envuelto con papel de seda, se encontraba el mismo vestido con el que salía en la portada, junto con una nota escrita a mano por Loura.

«Es una lástima que te retires del mundo de la moda, aunque sea de forma temporal. De todos modos, quiero que sepas que os deseo de corazón que seáis muy felices.
Éste es mi regalo de bodas.
Fuiste la musa y resulta que parece que lo hice no solo pensando en ti, sino también para ti.
Te queda hermoso y no creo que nadie lo luzca mejor que tú, por lo que sería todo un honor para mí que lo llevases el día de tu boda.

Un beso y abrazo.

Loura Bennedetti»

Sin duda fue un gran regalo.

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