Ojos de gato Tentador [La ver...

By mhazunaca

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Él es salvaje, pero no sabe ni lo que es un beso. Marien va a quedar fascinada por su naturaleza y va a quere... More

Sinopsis
Prefacio
Capítulo 1: Ojos verdes
Capítulo 2: Investigaciones
Capítulo 3: Fuera de la realidad
Capítulo 4: Ellos quieren la toxina
Capítulo 5: Leyendas y sospechas
Capítulo 6: Lo que realmente era
Capítulo 7: Conociéndote otra vez
Capítulo 8: Hacia la capital
Capítulo 9: Lecciones
Capitulo 10: Aventuras en la ciudad
Capítulo 11: Un lugar perdido
Capítulo 12: Debo ser fuerte
Capítulo 13: Cediendo a los impulsos
Capítulo 14: Confío en ti
Capítulo 15: Desolación
Capítulo 16: La luz
Capítulo 17: Confesiones
Capítulo 18: Compañía no grata
Capítulo 19: Lo que somos
Capítulo 20: Para siempre
Capítulo 21: Situaciones frágiles
Capítulo 22: Juego sucio
Capítulo 23: Rigor en la capital
Capítulo 24: Acoplándonos
Capítulo 25: Algo oculto
Capítulo 26: Nueva compañía
Capítulo 27: Sueños y promesas
Capítulo 28: Desafortunada intervención
Capítulo 29: Cita oficial
Capítulo 30: Amor ardiente
Capítulo 32: La noche apenas empieza
Capítulo 33: Más problemas
Capítulo 34: Plan en marcha
Capítulo 35: Sirio mío...
Capítulo 36: Muerte interna
Capítulo 37: A entrenar
Capítulo 38: En su búsqueda
Capítulo 39: Fin del viaje
Capítulo 40: Los milagros existen
Capítulo 41: Revivir
Capítulo 42: Asuntos pendientes
Capítulo 43: Regreso
Capítulo 44: La batalla y la verdad
Capítulo 45: Nueva era
Epílogo
Capítulo especial 1: Un raro beso
Capítulo especial 2: Una noche única
Capítulo especial 3: Bienvenido
Mini extra: Un encuentro inesperado
Ojos de gato Saga
Especial Enif, madre de Sirio: Parte 1
Especial Enif: Parte 2
Especial Enif: Parte 3
Especial Enif: Parte 4 Final
Fan Arts
Ilustraciones
Videos
Ojos de gato en inglés

Capítulo 31: Mensaje encargado

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By mhazunaca

Desperté con sus caricias, y me encontré con sus hermosos ojos felinos. Estaba más que feliz, amaneciendo al lado de mi joven esposo, piel con piel, tal y como debió haber sido desde un principio. Me dio un beso en los labios.

—Debo volver —susurró—. Aunque desearía quedarme aquí para siempre.

—Yo también. —Le di un beso más.

Me moví para salir de la cama e ir a por la pastilla anticonceptiva en mi pequeña billetera, que debía tomar ya, solo por si acaso, y por una para el dolor. No estaba tan adolorida ya, pero no quería preocuparlo. Luego de tomarlas, me di cuenta de que Sirio me había seguido con la vista, luego vio algo más y volteé, quedé mirándome en la pared espejo, me acerqué, ruborizándome al verme ahí desnuda, y me sorprendí, ahí estaban los rasguños todavía, pero no era gran cosa.

Sirio vino y me abrazó, presionando mi espalda contra su caliente pecho. Recorrió mi cuerpo con su mirada en el espejo y me ruboricé más sintiendo algo más de vergüenza de pronto, pero su mirada era especial, no había malicia en ella. Sus ojos destellaban ese verde intenso a la luz del día. Contempló mi cuerpo unos segundos más antes de posar sus bellos y felinos ojos en los míos.

—¿Aún sientes dolor?

Le sonreí de forma tranquilizadora.

—Sí, pero estaré bien. Acabo de tomar la pastilla, y es la mejor que hay.

Sonrió y se inclinó, rozó su nariz por mi cuello y subió por mi oído hasta enterrarla en mi cabello. Me apretó contra su cuerpo, ronroneando por lo bajo. Cerré los ojos y sonreí, me encantaba.

—Creo que olemos igual —susurró.

Vi el reloj.

—Quiero ducharme junto contigo. Así además ahorramos tiempo, ¿vamos?

—Como gustes, señorita —dijo con esa traviesa sonrisa.

Lo llevé al baño de la mano, nos lavamos los dientes en el lavado doble que había, entre jugueteos y risas.

Al terminar, giré y rodeé su cuello con mis brazos, empinándome y besando sus tersos y ricos labios. La corriente de impulsos me traspasó nuevamente al sentir mi pecho desnudo presionarse contra el suyo, me apretó fuerte. Se sentía tan cálido, reconfortante, íntimo, como si una especie de barrera invisible se hubiera roto y ahora éramos en verdad como uno solo. No me creía capaz de tener algo así con alguien más, nunca.

Su calor me inundó. Me di cuenta de que la pastilla para el dolor ya hacía efecto y que además mi deseo por él no se había ido. Mi beso se volvió más apasionado, jadeé ante la expectación y tiré de él nuevamente, sacándonos de baño. Sonreí de forma traviesa y caliente, recorriendo ese escultural pecho con mis manos, bajando más, haciéndole gruñir bajo mientras mordía mi labio. Ya estaba listo de nuevo, caliente, él estaba tan deseoso como yo. Se topó con el borde del pequeño sofá que había cerca, y cayó sentado.

Lo monté, y jadeé al poseerlo de nuevo. Yo no había terminado la noche anterior pero no me había importado, la bomba de sensaciones me había aturdido, pero ahora, a plena luz del día, piel con piel, con él devorando y tocando suavemente, yo besándolo con ardor, terminé explotando por primera vez, gimiendo y jadeando corta de aliento, sintiéndome más suya que hacía un rato, sintiendo que era el centro de mi universo, enredando su cabello con mis manos.


Junté mi frente a la suya, respirando algo agitada, y reí, avergonzada pero también sumamente satisfecha. Ruborizada por mi arrebatado ataque. Repartió besos por mi rostro.

—Uhm. Lo siento —dije conteniendo la risa—. Es que eres delicioso —ronroneé dándole otro beso.

Sonrió ampliamente.

—Hey, te hice feliz.

Volví a reír, al recordar que aquella vez en el hotel le había dicho que esa mujer que gemía, estaba feliz.

—Mi Sirio, mío, solo mío —jadeé contra sus labios.

—Y tú eres mía también.

—Vamos, no quiero que te hagas tarde. —Le planté otro beso más para luego separarme despacio de él, y volverlo a llevar al baño.

Nos duchamos, volviendo a recorrer nuestros cuerpos con el jabón, entre sonrisas cómplices y besos.


***

Me mordí el labio al recordar la noche, mi corazón se había acelerado, vaya muchacho que tenía. Al final había tenido que salir hacia el auto juntando mi blusa con mis manos, ya que algunos botones estaban perdidos, y mi sujetador ya no enganchaba. No me había molestado por eso, al contrario. Aunque él se había disculpado varias veces mientras yo reía entre dientes.


Al llegar al hospital, fuimos rápido a nuestra habitación para vestirnos. Me despedí de él con otro suave e intenso beso y fui hacia el laboratorio mientras sentía que volaba, no había forma de amarlo más de lo que lo hacía ahora.

—Te veo extremadamente feliz —dijo Rosy, sacándome de mis pensamientos y mirándome de forma sospechosa.

—Bueno, sí, soy feliz —respondí.

—Han tenido mucho sexo, ¿verdad? —susurró curiosa.

—Chica... —intervino Marcos.

Suspiré.

—¿Cómo ha estado el laboratorio? —pregunté tratando de hacer a un lado el rubor.

—Tienes un par de rasguños en el mentón... —dijo Rosy con una sonrisa traviesa.

Me aparté un poco más, fingiendo despreocupación, antes de que viera los que tenía cerca del oído y en el cuello.

—Sí, no es nada.

Dio un silbido de sorpresa y volteó para seguir con lo suyo. Suspiré de nuevo, intentado bajar el calor de mis mejillas.

Apoyé mis codos en la mesa y me quedé pensando unos minutos, me volví a perder. Se me escapó una sonrisa y mordí mi labio inferior nuevamente al sentir el recuerdo de sus besos y sus jadeos de placer por mi cuello, mientras su cuerpo ardía sobre el mío. Todas las sensaciones todavía latían en mí.

Sacudí la cabeza. Marcos me mataría si no terminaba de ver cómo los glóbulos blancos de los evolucionados reaccionaban ante otras tres enfermedades más. Suspiré. Vaya estudios tontos que nos encargaban hacer.

Nuevamente mi cabeza se ocupó de pensar en cómo hacer para que no hubiese más peleas y vivir en paz con Sirio. Si me iba con él a su ciudad así sin más, no se apartaba la posibilidad de que los humanos la destruyeran algún día. Si seguía con él aquí, seguiría con los de seguridad y al salir tendría que ocultar su apariencia.

Quizá debía seguir con mi intento de llevar la vida que quería con él estando aquí, así sin esperar. Si el gobernador también estaba dentro de esos corruptos no iba a llegar a ninguna parte, al menos no pronto.


***

Después de acabar con la jornada me dirigí a la salida posterior del hospital. Avancé para ver el campo de entrenamiento más de cerca, Rosy me seguía como siempre. Pasamos la vegetación que rodeaba el cerco y quedamos mirando.

Sirio y los otros evolucionados estaban cerca, él volteó y me sonrió. Me ruboricé enseguida, se le veía radiante, pero no solo era eso, él era el muchacho que me había visto desnuda por completo, al que me entregué dos veces sin vergüenza alguna. Me había visto llegar al clímax, ¿qué pensaría de mí ahora? Me había dicho una vez que le parecí alguien inocente, ¿pensaría lo contrario después de esta noche?

Palpé mi rostro, estaba casi al rojo vivo, qué vergüenza sentía. Yo ya sabía de esas cosas por ser humana, pero él era puro, incluso en pensamiento, y yo lo acababa de corromper. Sacudí la cabeza.

—¿Estás bien? —preguntó Rosy preocupada.

—S...sí, solo... debo sentarme —respiré hondo.

Me senté y abracé mis rodillas. Traté de calmarme, no era para tanto, éramos esposos. Éramos uno solo, y me iba a entregar a él todas las veces que fueran.

Supuse que, en su mundo, lo que les decían a ellos era que eso iba exclusivamente para fines de reproducción. Aún no me había preguntado exactamente qué era lo que habíamos hecho, pero no tardaría en hacerlo, ya que todavía se preguntaba lo de los hijos. ¿Qué le diría? ¿Que era para tener hijos, pero que aún no quería tenerlos? Oh rayos, ni siquiera sabía si podríamos tener hijos.

—Me estás preocupando, mujer —dijo mi amiga sentada a mi lado.

Respiré hondo, me había olvidado de ese detalle, solo quedaba ver cómo se lo tomaba, ¿y si me odiaba? Volví a respirar hondo. No, él no me odiaría, pero, ¿y si lo hería? Eso era lo más probable.

—Hum... —me quejé preocupada—, solo estoy algo tensa.

No podía y no quería contarle, además, ella no lo entendería.

—Relájate, para todo hay solución —respondió—. ¿Sabes? Ácrux me saludó, ¿no viste?

—Ah, no... perdón.

—Me saludó moviendo la mano un segundo y ya —contó con una leve sonrisa—, será porque siempre venimos a verlos, aunque claro... tú tienes una razón.

Se le veía ligeramente emocionada. Sonreí. No me había percatado de nada desde que me perdí por la sonrisa de Sirio. Qué mala amiga era.

—¿Ya ves? —dije sonriente—. Si quieres hacerte amiga de él, solo es cuestión de tiempo.

Los evolucionados se encontraban en posición, quizá correrían otra vez. Me distraje viendo una grúa sosteniendo una red a cuarenta metros que llegaba hasta el suelo, y me pregunté para qué sería. El ruido de un disparo me sobresaltó, y todos echaron a correr.

Sonreí al ver que Sirio seguía siendo el más veloz, pero pronto se me borró la sonrisa, ya que Ácrux lo alcanzó en segundos y le dio un empujón, haciéndolo caer. Uno de los hermanos grandotes cayó también por culpa de Sirio. Ambos se levantaron con rapidez, agarrando velocidad en segundos.

Esa caída debió doler, pero no parecía haberles afectado. Sirio adelantó a los dos hermanos, y yo moría por alentarlo. Ácrux estaba por subir a la red, Sirio dio un salto y quedó prendido en esta antes que el rubio; comenzó a trepar a toda velocidad agarrando ventaja nuevamente como un felino. Si un evolucionado como él me perseguía, podría darme por muerta.

La grúa se movió, moviendo la red consigo. Eso no los detuvo y continuaban trepando como gatos salvajes a pesar del movimiento ondeante que estaba tomando la red. Mataría a Max si algo le pasaba a mi Sirio. ¿Pero, por qué me asustaba? Él se había caído de una altura mayor y conmigo. Pero igual, nunca faltaba el momento en que algo saliera mal.

Sirio llegó al final y para mi sorpresa empezó a bajar corriendo por el brazo de la grúa que estaba bastante inclinada. Max apareció en mi campo de visión e hizo una señal al que manipulaba la grúa, este movió con más fuerza el aparato haciendo que Sirio perdiera equilibrio y cayera.

Me puse de pie, espantada, pero me alivié al ver que se había sujetado del metal.

—Andas muy distraído, ¿eh? ¡Chico altanero y enamorado! —le gritó Max por medio de un megáfono.

¡Me las pagaría por eso! Ahora me arrepentía de haberle dicho a Sirio que le preguntara a Max si podía ayudarnos con el asunto de mis padres, ya que él podía acceder a más información que nosotros.

Mientras Max le sermoneaba a Sirio, Ácrux se adelantó. Mi chico subió veloz al brazo metálico y continuó corriendo en bajada. Resoplé. ¿Qué sentido tenía todo esto?

Ácrux llegó al suelo de un salto y Max lo recibió con un disparo. Volví a espantarme, el disparo hizo que Ácrux cayera, a los pocos segundos Sirio tocó suelo y rodó esquivando el otro disparo de Max. ¿Acaso estaba loco?

Volví a aliviarme al ver que Ácrux se ponía de pie, ileso. Sirio corría cubriéndose de los disparos con los obstáculos que había por ahí hasta que logró llegar cerca a Max, pero él le acertó un último disparo haciéndolo caer.

Los dos hermanos tocaron suelo y se quedaron ahí de pie. Sirio se puso de pie y se sacudió el polvo. Max empezó a decirles algo, pero como ya no usaba el altavoz ya no podía oír bien, solo detecté la palabra «decepcionado». Sirio me miraba fijamente, Max me miró también y me hizo señas con la mano para que fuera.

—¿Quieren qué vayamos? —preguntó Rosy mientras se podía de pie.

—Sí... parece...

Me preocupé, quizá Max estaría molesto por el bajo rendimiento, aunque correr cuesta abajo en un objeto estrecho ya era bastante impresionante, quizá me diría que los distraíamos o algo así.

Comencé a caminar rodeando el campo, mientras tanto vi que Max les hizo señales a Sirio y a Ácrux. Este se encogió de hombros y se acercó a Sirio. Me sorprendí y me detuve al ver que se lanzó a él y empezaron a pelear. Ácrux cayo de un golpe pero se puso de pie tan ágil como un felino y le asestó un golpe en el estómago a Sirio. Continué avanzando, no sabía que Max los hacía pelear de verdad entre ellos.

Reproché mi torpeza, el que peleara era un hecho, debía haberlo supuesto. Sirio giró veloz, dándole una patada lateral a Ácrux, haciéndolo caer de nuevo.

—Oye, está lastimando a Ácrux —reclamó Rosy.

—No es mi culpa —exclamé confundida por su actitud.

Rosy y yo corrimos a la entrada del edificio. Vimos a los soldados de Max, que estaban sacando las armas de sus cinturones y ordenándolas. Salimos al campo de entrenamiento, Ácrux y Sirio estaban forcejeando y gruñendo. Sirio me vio y se ganó un codazo en la sien por distraerse.

Me tapé la boca llena de culpa.

—Ay no... —murmuré mientras me acercaba corriendo a él.

—Hey, no interrumpas —ordenó Max.

—¡Tú cállate! —le respondí, y tomé el rostro de Sirio—. Perdón, te distraje.

Él sonrió y negó.

—Descuida, hace falta más que eso para herirme, lo sabes.

Max se acercó.

—Ayer se fugó, ¿creías que no me desquitaría con él? —reclamó.

—¡Yo le pedí que me acompañara a ver un asunto! —le respondí molesta.

—Ah, por cierto —continuó sin prestar atención a mi actitud—, no sé si el distraído te dijo que al parecer no llegaron a sacar nada de información de sus celulares... —Se quedó mirándome y entrecerró los ojos—. No, ya veo que no te ha dicho porque me dejaste hablar sin interrumpirme.

—Iba a decirle, pero pasaron cosas y lo olvidé —respondió Sirio.

Me ruboricé al recordar las cosas que pasaron.

—¡Ah! —Exclamó Max haciéndome reaccionar—. En cuanto a lo de tus padres... —Me dio un par de palmadas en el hombro—. Averiguaremos qué es lo que pasa —se alejó—. Por cierto, esta mañana atacamos a la otra edificación de los de seguridad, la que estaba más cerca, ¿la recuerdas? Necesito pedirte un favor.

—¿Eh?

—Sígueme...

Miré a Sirio de pies a cabeza y parecía estar intacto, así que todo había salido de acuerdo a su plan. Vi de reojo a Rosy distraída, conversando con Ácrux. Aceleré el paso y me acerqué a Max, caminé a su lado mientras él hablaba y me guiaba hacia el segundo nivel.

—Al parecer han estado deshaciendo las evidencias, esta vez solo encontramos unos tres evolucionados, a los cuales liberamos, excepto a una niña.

—¿Dijiste una niña? —pregunté confundida.

Me miró arqueando una ceja, nos detuvimos frente a una puerta y la abrió. Al entrar vi a una chica tendida en una camilla, su cabello era negro. Hubiese jurado que era humana si no fuese por las uñas en punta características de los evolucionados. Estaba dormida al parecer, y se le veía de unos dieciocho años o quizá un poco menos.

—Le estaban drenando la sangre para ver hasta dónde resistía —dijo Max mientras entraba detrás de mí—. Llegamos a tiempo, así que no creí necesaria una transfusión.

—Vaya, eso es horrible —murmuré apenas.

Sentí lástima por ella, pero seguro se recuperaría pronto.

—Estaba semiconsciente cuando tu Sirio la cargó. —Lo miré y sonrió de lado—. Y al parecer lo conocía —agregó mientras arqueaba de nuevo una ceja.

Me quedé algo sorprendida y confundida, ¿por qué me lo decía de esa forma? ¿Qué problema había si lo conocía? ¿O es que quería ver si me ponía celosa? Me encogí de hombros.

—Sí, seguro, él también ha tenido una vida y amigos —dije tranquila.

Se encogió de hombros también.

—Como sea, como tú sabes de esas cosas sobre medicina y evolucionados, vigílala.

—¿Eh?...

—Es mejor que estés aquí a que estés distrayendo a tu salvaje e indisciplinado H.E. —me sermoneó levemente mientras se dirigía hacia la puerta.

—Mide bien tus palabras.

Volteó sonriente y me guiñó el ojo.

—Tranquila, bonita. Tampoco quiero que me distraigas a mí.

Fruncí el ceño fastidiada.

—Nadie te dice que me mires —respondí—, ¡y tampoco debes hacerlo, estoy casada! —reclamé mientras él salía por la puerta riendo, se detuvo.

—Oh, vamos, todos saben que las mujeres como tú se vuelven locas por tipos como yo —se burló.

Yo resoplé.

—Lamento decirte que en la vida real, las mujeres como yo buscamos hombres buenos.

—¿Tan buenos como un salvaje evolucionado que no es de tu especie? Como si fuera posible —se volvió a burlar—. Más le vale que no vuelva a escaparse por causa tuya. —Se fue finalmente.

Crucé los brazos y me senté de golpe en una silla que estaba cerca a la camilla. Respiré hondo para calmarme. ¡¿A él qué le importaba?!

Detecté un movimiento y miré a la chica. Me percaté de que había movido su brazo, movió la cabeza mientras fruncía el ceño y tensaba los labios.

—Sirio —susurró.

Me sorprendí y me incomodé también, ¿estaba soñando con mi Sirio? La chica volvió a mover la cabeza, mirando hacia la pared y abrió los ojos. Me puse de pie al recordar que estaría desorientada y confundida, además era una H.E., no sabía cómo iba a reaccionar, si iba a querer atacarme.

Volteó a mirarme, el iris de sus ojos eran de un color celeste, sus pupilas rasgadas. Aún no pasaba por la etapa de transición, en la que los colmillos cambiaban y los ojos se volvían como los de un humano, para luego volver a cambiar.

—¿Sirio? —preguntó mirándome con algo de preocupación.

—Uh...

—Humana, él está aquí, puedo olerlo en ti —dijo casi susurrando y mirándome confundida.

Estaba débil aún.

—Sí, está aquí. Pero por ahora no puedes moverte —le decía en tono tranquilizador—, debes reposar y esperar a que tu nivel de sangre mejore...

—¿Puedes... decirle que venga? —preguntó aún con voz débil—. Necesito verlo.

Me quedé callada unos segundos. ¿Cuál era su apuro? ¿Qué era Sirio para ella?

—Bueno... veré si puede venir.

—Sí, ve. Él no se negará —comentó muy segura.

Fruncí un poco el ceño y salí a buscar a Sirio. Mi mente se llenó de preguntas.

Salí al campo de entrenamiento y mi vista fue a dar directo a mi joven H.E., que ya me estaba mirando al haber detectado mi aroma. Se acercó a mí, juntando las cejas en un gesto de leve preocupación. Max y los otros voltearon a mirar también al ver que Sirio los dejaba hablando solos.

—¿Pasó algo? —preguntó.

Relajé mi rostro para desaparecer la expresión que tenía de la cual no había sido consciente de haber puesto.

—Tu amiga quiere verte... —comenté, aunque no pude sonar muy tranquila como quería.

Max tosió, ahogando así su risa. Perfecto. Ahora él se burlaba de mí. Quizá eso era lo que quería: verme molesta. Sirio ladeó el rostro algo confundido, no sabía si era por mi raro tono o porque su amiga quería verlo. Avanzó para ir a verla, invitándome a ir con él. Continuamos caminando, subimos las escaleras y avanzamos hasta la habitación de la chica.

Ella esperaba mirando hacia la puerta y sonrió al ver a Sirio, fue apenas, por su estado, pero era obvia su felicidad. Sirio la miró de forma seria.

—Sinfonía —murmuró él.

¿Qué? ¿Sinfonía? Genial. Otra H.E. con un nombre extraño y «superior» de H.E. Crucé los brazos mirando hacia el costado y me di cuenta de que Max nos había seguido también. Fruncí el ceño.

—Qué bueno que te encontré... —le dijo ella con su débil voz a mi esposo.

—Creo que fui yo el que te encontró —corrigió Sirio arqueando levemente las cejas.

—Gracias —respondió ella casi en un susurro. Cerró los ojos unos segundos, los abrió y miró al techo—. Orión... —me tensé al oír ese nombre—, lo escuché decir que quería que te entregaras o él vendría por ti, el día y de la forma que menos esperaras —volvió a mirar a Sirio, estaba angustiada ahora—. Dijo que estabas en esta ciudad y no pude hacer más que escapar y venir a buscarte... preocupada por ti. —Orión mandando amenazas indirectas nuevamente. Sirio no había cambiado de expresión—. Era muy probable que supiera que yo estaba escuchando entre la multitud, pero no me importó.

—Sí, y también era muy probable que lo haya hecho sabiendo que al menos alguien vendría a buscarme —continuó él—, sabiendo que quizá morirías y de algún modo yo me enteraría. Y en caso de que no, como acaba de ocurrir, me dieras ese mensaje.

—¿Cómo es que ahora te está buscando? —La voz se le había quebrado.

—No debiste venir. Si no hubiéramos intervenido ese local, justo hoy, estarías muerta —le reprochó con frialdad.

Me recordaba la frialdad con la que le habló a Ursa esa vez. Él me habló de manera similar cuando puse en riesgo mi vida por ir a ocultar la toxina, cuando ese evolucionado irrumpió en el laboratorio. Me ordenó prácticamente, que no lo volviese a hacer.

Bueno, no era tan grave... ¿Pero, quizá eso significaba que ella le importaba bastante?

—¿Cómo quieres que no venga a advertirte? Tú siempre cuidaste de mí —apretó las sábanas con sus garras—, hasta que Ursa empezó a decirle a todos lo suyo contigo y ya no pude verte más.

En su mundo, las muestras de afecto estaban prohibidas, pero Sirio había cuidado a esta chica de algún modo haciendo que ella se enamorara también. No solo eso, ahora me enteraba de que en su ciudad en verdad todos habían sabido que él se uniría a Ursa. Me di cuenta de que me había tensado un poco por lo que había dicho la chica.

Max se me acercó.

—Creo que deberíamos salir, esto se está poniendo algo candente —susurró.

Sirio miró sobre su hombro de reojo hacia nosotros, seguro había escuchado a Max.

—No tienes que irte, Marien —dijo.

Max levantó las manos como rindiéndose.

—Señal de salida —murmuró y se fue.

Sirio volvió a mirar a Sinfonía.

—No me debes nada, quiero que te recuperes y vuelvas a casa —ordenó.

—¿Por qué? ¿Hay algún problema si me quedo? —Me miró de reojo, quizá incómoda por mi presencia. Dirigió la vista hacia el anillo en la mano de Sirio y luego a sus ojos—. Te uniste a Ursa entonces.

—No...

—¿No?

—Estas son cosas que no incumben —dijo poniéndose un poco más serio, yo tenía las manos hacia atrás y no las moví, quién sabe qué diría ella, ya suficiente tenía con Max diciendo que lo nuestro era algo raro—. Ahora debes ser buena niña y descansar —dio un par de pasos hacia atrás, poniéndose a mi lado.

—Ha sido bueno verte después de todo, Sirio. Después de tanto tiempo —murmuró con algo de tristeza. Tragué saliva, ella no era capaz de ocultar mucho sus sentimientos como lo hacía Ursa. ¿Sirio se daría cuenta?—. Ver que ya eres alguien realizado... No deshagas tu núcleo entregando tu vida a Orión, no la hagas sufrir, quien quiera que sea. Además yo también sufriría.

Antonio juntó las cejas apenas, deshaciendo su expresión seria.

—Ya estoy advertido, descuida y gracias, pasaré viendo cómo estás luego. —Me miró—. ¿Vamos?

Asentí algo perturbada y salimos, tenía preguntas por hacerle y quería aprovechar estos pocos minutos a solas con él. Estando cerca de las escaleras tomé su mano suavemente, deteniéndome para que se detuviera, lo hizo y me miró.


*****

Copyright © 2014 Mhavel N.

Registrado bajo derechos de propiedad intelectual, caso número 1-2261766092 United States Copyright office. Prohibida toda copia parcial o total, toma de ideas de la trama, personajes, adaptaciones. Bajo pena de denuncia.

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