Ojos de gato Tentador [La ver...

By mhazunaca

5.8M 273K 76.4K

Él es salvaje, pero no sabe ni lo que es un beso. Marien va a quedar fascinada por su naturaleza y va a quere... More

Sinopsis
Prefacio
Capítulo 1: Ojos verdes
Capítulo 2: Investigaciones
Capítulo 3: Fuera de la realidad
Capítulo 4: Ellos quieren la toxina
Capítulo 5: Leyendas y sospechas
Capítulo 6: Lo que realmente era
Capítulo 7: Conociéndote otra vez
Capítulo 8: Hacia la capital
Capítulo 9: Lecciones
Capitulo 10: Aventuras en la ciudad
Capítulo 11: Un lugar perdido
Capítulo 12: Debo ser fuerte
Capítulo 13: Cediendo a los impulsos
Capítulo 14: Confío en ti
Capítulo 15: Desolación
Capítulo 16: La luz
Capítulo 17: Confesiones
Capítulo 18: Compañía no grata
Capítulo 19: Lo que somos
Capítulo 20: Para siempre
Capítulo 21: Situaciones frágiles
Capítulo 22: Juego sucio
Capítulo 23: Rigor en la capital
Capítulo 24: Acoplándonos
Capítulo 25: Algo oculto
Capítulo 27: Sueños y promesas
Capítulo 28: Desafortunada intervención
Capítulo 29: Cita oficial
Capítulo 30: Amor ardiente
Capítulo 31: Mensaje encargado
Capítulo 32: La noche apenas empieza
Capítulo 33: Más problemas
Capítulo 34: Plan en marcha
Capítulo 35: Sirio mío...
Capítulo 36: Muerte interna
Capítulo 37: A entrenar
Capítulo 38: En su búsqueda
Capítulo 39: Fin del viaje
Capítulo 40: Los milagros existen
Capítulo 41: Revivir
Capítulo 42: Asuntos pendientes
Capítulo 43: Regreso
Capítulo 44: La batalla y la verdad
Capítulo 45: Nueva era
Epílogo
Capítulo especial 1: Un raro beso
Capítulo especial 2: Una noche única
Capítulo especial 3: Bienvenido
Mini extra: Un encuentro inesperado
Ojos de gato Saga
Especial Enif, madre de Sirio: Parte 1
Especial Enif: Parte 2
Especial Enif: Parte 3
Especial Enif: Parte 4 Final
Fan Arts
Ilustraciones
Videos
Ojos de gato en inglés

Capítulo 26: Nueva compañía

89.4K 4.3K 1.7K
By mhazunaca

Marcos pareció alarmarse al notar mi expresión.

—No, no, no. No estés pensando en cosas raras, ¿eh? Ya te dije, yo pienso mucho, pero si algo es cierto es que ahora ya no podemos cambiar el pasado. Te veo feliz y no quiero que cambies, ¿bien? Intentaremos hacer algo de algún modo con esta especie de guerra tonta, no hay que rendirse aún... Perdón...

Asentí lentamente y volví a mirar al microscopio, sentía que el mundo había estado a punto de quebrarse en pedazos a mí alrededor, pero ahora volvía a estabilizarse.

—Además quiero estudiarlo más —continuó. Rodé los ojos intentando no sonreír—. Esa noche cuando Rosy le llamó Anthony, él volteó a verla como si le hubieran llamado así toda su vida, eso significa que sus mentes han evolucionado para estar completamente atentos a su entorno en todo momento, y recordar mejor las cosas. Si alguien me llamara por mi segundo nombre yo no reaccionaria, no estoy acostumbrado.

Sonreí nuevamente.

—Eso es verdad, además, ellos se identifican con el olor, escuchan mejor, y ven más colores también.

—Vaya, ¿ya ves? Hace un tiempo creíamos que no eran capaces de sentir, o de amar como nosotros, pero lo veo a él, y sin duda lo hace. Incluso puede que de una forma en la que nosotros no. Si su cerebro tiene áreas más grandes para sus sentidos, significa que ha de sentir y amar tu olor y el sonido de tu voz de una forma muy distinta a la que tú lo haces. Sus mentes trabajan distinto gracias a que la información que viene del mundo exterior es más intensa y contiene más datos de lo que nosotros podemos percibir.

Suspiré, sonriendo como tonta de nuevo. Era verdad, no me había detenido a pensar en eso, qué tonta había sido. Quizá era por eso que él insistía tanto en que lo suyo era "eterno", porque algo en su interior lo sabía. Los miedos se disipaban, me sentía culpable por dudar.

Continuamos en silencio, y la espera para verlo se me hizo eterna, ya quería lanzarme a sus brazos.

Después de almorzar fuimos al campo de entrenamiento y nos dejaron entrar sin problemas. Algunos hombres ya se estaban retirando y conversaban sobre el día. Logré escuchar que alaban a Max por traer a un H.E., que les había derribado a todos, y lo adoloridos que estaban.

Salimos al enorme campo y vimos que había todo un circuito preparado. Dos maniquíes al final, eran maniquíes articulados, podían ponerse en distintas posiciones. Sirio estaba a un extremo, llevaba la camisa azul marino y el pantalón negro, igual que Max.

Marcos y yo nos miramos y nos encogimos de hombros. Al parecer estaba esperando algo. Pude ver a Max en una esquina frente a un tablero.

Alzó un brazo y Sirio se lanzó a correr como una bala.

—¡Oh! —exclamó Marcos—. Es más rápido que otros, ¡¿qué velocidad alcanzará?!

Ambos dimos un ligero brinco de sorpresa cuando brotaron llamas de la tierra. Sirio dio un largo salto sin problemas, en ese mismo instante una bala de cañón salió disparada desde algún lado que no pude identificar y Sirio la esquivó agachándose al aterrizar en el suelo.

Continuó corriendo, trepando por una especie de montaña de neumáticos en tiempo récord, corrió cuesta abajo y se lanzó hacia un maniquí que recién veía yo. Lo golpeó, el maniquí cayó al suelo y se le desprendieron los brazos y la cabeza por el impacto.

—Ouch —murmuró Marcos.

Sirio estaba esquivando unas grandes esferas de trapo, o quizá contenían arena, no sabría decir. Le asestó un zarpazo a una y la mandó varios metros lejos. Pude ver cómo la esfera se había roto, revelando las pequeñas piedras que tenía dentro.

Corrió mientras continuaba esquivando o desviando con golpes las esferas de tela llenas de piedras. Max disparó otra bala de cañón, Sirio la esquivó y dio un par de vueltas en el suelo, aprovechando para agarrar impulso, lanzándose contra otro de los maniquíes. Con un rápido movimiento del brazo lo apresó y lanzó contra el suelo, la cabeza del maniquí se hizo pedazos. Lo oí gruñir y lanzarse al otro maniquí que estaba de espaldas, lo apresó del cuello y con otro veloz movimiento la cabeza del maniquí salió volando.

Marcos y yo nos habíamos quedado estupefactos.

—¿Qué decías con respecto a que no es peligroso? —preguntó en voz baja.

—No lo niego, solo no es peligroso para mí —murmuré.

Sirio volteó a mirarme desde lejos y me sonrió.

—¡Hey! —exclamó Max al mismo instante que apretaba un botón. Una enorme pelota de jebe salió disparada cerca de Sirio, llevándoselo de encuentro—. ¡No te distraigas!

—No —susurré preocupada.

Sirio cayó y se deslizó sobre la tierra unos metros mientras la pelota se iba rebotando por ahí. Corrí a verlo. Pude escucharlo reír y me sentí aliviada, solo a él le parecería divertido haber sido embestido por una enorme pelota.

Llegué y me senté sobre mis talones a su lado, él se apoyó en los antebrazos y me miró sonriente.

—Acabas de asesinar a tres maniquíes —le dije de forma extrañamente tierna.

Soltó una leve risa.

—Max dijo que lo hiciera. Solo quería probar algunos de sus equipos más extremos, aunque eso no fue nada.

—Te he extrañado toda la mañana —le susurré mientras me acercaba a sus labios.

Lo besé de forma tierna. Si la vida con él sería en tiempos de lucha, no me importaba. Haría todo lo posible por quedarme a su lado toda mi vida, porque si lo dejaba ir mi vida se iría con él.

—¿Qué? Esto debe ser una broma —exclamó Max.

Lo miramos. Había venido a vernos junto con Marcos, eso me causó diversión.

—¿Qué te parece una broma? —pregunté sonriente.

—¿Tú y él? ¡Creí que era algún nerd del hospital! —Estaba bastante sorprendido, su mirada se dirigió a la mano de Sirio y pudo ver su anillo—. ¡Ah! No puedo creerlo, creí que ese anillo era alguna cosa, todo menos eso. ¡Es un H.E.! —Lo señaló mientras decía esas últimas palabras en modo de acusación.

Reí. Pasé mi brazo sobre el pecho de mi hombre, y le di un beso en su cuello mientras Max miraba casi horrorizado. Sonreí y subí el rostro dándole un beso en su mentón, luego otro en su mejilla. Sirio tenía una media sonrisa de lado y una ceja arqueada, reí suavemente contra su oído al ver que él también se estaba divirtiendo con este nuevo juego de «perturba a Max».

—Okey, bien —dijo Max alzando las manos a modo de rendición—. Ahora sí lo he visto todo —agregó mientras se daba la vuelta y se alejaba—. Eso pasa por leer tanta novela de hombres lobo y cosas así.

Marcos se alejó riendo. Sirio se puso de pie, se sacudió algo del polvo que tenía y me extendió la mano para ayudarme, aunque en realidad no era necesario, pero quería tener contacto con él incluso con la mínima excusa.


Fuimos a la oficina de la asociación de protectores de los evolucionados, aunque, bueno, también se dedicaban a proteger animales, sin embargo nuestro contacto con animales del exterior era casi nulo. La humanidad se había alejado casi por completo del mundo y de la vida que reinaba ahí afuera.

El amigo de Max nos recibió y quedó sorprendido al ver a Sirio.

—Relájate, no hará nada —dijo Max—. No todos son unos desalmados, este por lo menos piensa y te sonríe antes de matarte —agregó.

—Max —repliqué.

—Bien, bien. Me callo.

Nos acercamos al escritorio del joven mientras se sentaba a ver la grabación de Max. Era un ambiente algo pequeño, en el primer piso del edificio de oficinas. El hombre abrió los ojos como platos mientras observaba la pantalla.

—Cielos... ¿qué? —murmuró y Max asintió.

—Sí, y eso que yo pertenezco a los de seguridad. No importa si me expulsan por revelar esto, es demasiado. Es ilegal.

—Está bien —respondió su amigo—, llevaré esto a los dirigentes, es más, debemos ir de frente allá.

Sirio volteó a mirar a la puerta y tomó mi mano.

—Debes esconderte —dijo en susurro.

Tocaron la puerta, enseguida el joven se puso de pie y fue a abrir.

—Eh, espera —dije, empezando a preocuparme, pero era tarde.

Me horroricé. El joven estaba atendiendo a cuatro hombres, uno con traje y los otros tres fornidos con casco. Pánico, ¿cómo era posible? La única vez que vi eso fue en aquel pueblo aislado en el que tres evolucionados atacaron a Sirio siendo manipulados por un hombre.

Max y Marcos me miraron preocupados, seguro por la cara de espanto que yo había puesto.

—Marien, estás pálida —dijo Marcos casi susurrando.

—Son... evolucionados —murmuré apenas—. Nos harán pedazos —agregué casi sin voz.

—Nosotros también tenemos a uno.

—Tres no son cosa fácil, no tienes ni idea.

—No permitiré que te toquen —me dijo Sirio.

—Jóvenes —dijo el hombre, haciendo a un lado al amigo de Max, sin inmutarse por la apariencia de Sirio—. Uno de mis amigos —señaló de forma fugaz a uno de los evolucionados que se encontraba detrás—, me dijo que los había visto en nuestras instalaciones el día de anoche.

Era obvio que nadie nos había visto, pero de seguro ese había detectado nuestro aroma luego de que nos fuéramos o algo similar, y ahora nos había olfateado hasta acá, ya que estábamos no muy lejos del lugar.

—Se equivoca, ¿tiene alguna prueba? —preguntó Max, retándolo.

—Me temo que sí —respondió el hombre—, pero descuiden, no habrá problemas si ustedes prometen no decir nada y destruir toda evidencia. También si entregan a ese evolucionado que tienen, es ilegal poseer alguno sin permiso del gobierno. ¿Y bien?

Me estremecí, querían llevarse a mi Sirio también, ¿qué podríamos hacer contra tres evolucionados? No era problema para ellos matarnos a todos. Sentí que me bajó la presión, mi estúpido cuerpo y sus estúpidas reacciones inoportunas.

—Le entregaría la información y no diríamos nada, pero no le entregaré al evolucionado, ya le pertenece al gobierno —interpuso Max.

—En ese caso, ese H.E. debería permanecer bajo estricto control.

—¿Cómo ellos? —repuso Sirio con brusquedad, señalando con un movimiento del rostro a los otros de su especie.

El hombre asintió.

—Olvídelo —respondió Max, haciendo que el hombre diese un pesado suspiro.

—Lo pondré así: si no me entregan lo que quiero mataremos al H.E., no puede estar libre, es un peligro.

—¡Él no es un peligro para nadie! —exclamé con la poca fuerza que tenía para hablar en ese momento, ya harta de que todos lo vieran diferente.

—Y mataremos al que se interponga —agregó mientras me miraba en forma de advertencia.

Sirio soltó un salvaje gruñido, el hombre tocó algo en su bolsillo y uno de los H.E. salió disparado contra él, solté un grito por la sorpresa y el temor. Se estrellaron contra el escritorio, haciéndolo pedazos. Max se lanzó hacia el sujeto pero el otro evolucionado lo embistió. Me tapé la boca horrorizada, lo mataría en segundos.

Marcos tiró de mi brazo para huir de algún modo pero el otro H.E. ya estaba frente a nosotros agarrándonos de sorpresa. Dio un zarpazo, y fue tan veloz que apenas pudimos retroceder de un salto, pero logró cortarme un poco el brazo. Sirio embistió al evolucionado que me había herido con el otro aferrado a su brazo, mordiéndolo furioso. Ya se habían sacado los cascos para atacar.

Sacó un cuchillo del pantalón y lo clavó en el brazo del evolucionado justo antes de que el que lo tenía mordiendo tirara con fuerza haciéndolo soltar un grito corto. Le dio un codazo y se apretó la herida del brazo con la otra mano. El H.E. escupió y gruñó con algo de sangre en la boca.

—Mierda —murmuró Marcos.

Se puso delante de mí mientras Sirio y el otro evolucionado peleaban. Gruñían furiosos mostrándose los colmillos. El otro evolucionado se había sacado el cuchillo del brazo y se lanzó también al ataque, golpeando a Sirio contra el otro. Sirio lo golpeó y lo lanzó contra la pared mientras el otro se lanzaba a atacar también, lo esquivó y el H.E. se golpeó contra el otro que se estaba poniendo de pie junto a la pared.

Escuché un disparo. Volteé y Max había logrado darle en la pierna al otro evolucionado, pero se le veía herido, tenía la carne desprendida del brazo y sangraba demasiado. Se apretó la herida sin soltar el arma. El H.E. se tambaleaba intentando seguir de pie, se lanzó contra Max, pero Sirio lo embistió. Los otros dos se lanzaron sobre él.

Lo oí gritar y gruñir de nuevo y me estremecí, apreté mi cabeza angustiada. Max le disparó al que estaba más cerca a Sirio, que le había estado mordiendo cerca de la yugular. Sirio apretó la herida con una mano y de una patada apartó al otro que le había arrancado más carne cerca del hombro.

Se puso de pie veloz como siempre y agarró una gran porción del escritorio destrozado, golpeando con fuerza al evolucionado que ya estaba nuevamente casi sobre él y cayó.

Miré al hombre de negro, estaba a punto de salir huyendo de ahí al ver que habían fracasado.

—¡No! —grité.

Eso fue suficiente para que Sirio se lanzara contra él, el otro H.E. se lanzó también y los tres cayeron a la calle. Corrimos hacia la puerta, y el hombre yacía inconsciente en el asfalto, Sirio se había lanzado al H.E. mordiéndole por las cotillas mientras este le cortaba la piel con las garras por donde podía alcanzar. Sirio escupió la carne, el evolucionado lo pateó, pero Sirio solo derrapó en el asfalto.

Recordé algo.

—Max, el hombre debe tener una especie de control...

—¡Claro! —exclamó entendiendo mi idea al instante y corriendo hacia el hombre.

Por su parte, Sirio golpeó al ser pero no pudo evitar que este le diera un zarpazo por el cuello y el rostro. Le soltó un salvaje y corto rugido de advertencia y lo embistió, el sujeto cayó al suelo y quedó mirando confundido hacia el cielo.

Max había encontrado el control y lo había desactivado. Sirio respiraba agotado y corrí hacia él. Estaba con enormes manchas de sangre, pero no me importó, quería abrazarlo, así que me aferré a su cuerpo.

—Dios, ¿qué fue todo eso? —exclamó Max mientras se nos acercaba.

—Al parecer capturan algunos y los mantienen controlados de alguna forma —expliqué mirándolo.

Sirio tomó mi brazo y vio mi herida.

—Perdóname, dije que no permitiría que te tocaran y mira esto —murmuró enfadado consigo mismo.

—Descuida —respondí—. Debo curarte.

Levantó un poco mi brazo y pasó suavemente su lengua por mi herida bajo las miradas estupefactas de los tres jóvenes que estaban a nuestro lado.

—¿Pero qué...? —dijo el amigo de Max con una expresión de confusión tremenda.

—Nuestra saliva es desinfectante y cicatrizante —explicó Sirio sin desprender su tierna mirada de la mía, me sonrió con alivio.

—No dejaré que me lamas —renegó Max negando con la cabeza.

—No pensaba hacerlo, esto lo hago con ella nada más —le respondió Sirio con una divertida sonrisa, se tornó serio a los pocos segundos mientras me rodeaba con sus brazos—. Gracias por la ayuda.

—Volvamos al hospital, debemos atender esas heridas —dijo Marcos.

—Yo iré a presentar esto antes de que alguien quiera que desaparezca de nuevo —sugirió el amigo de Max refiriéndose a la grabación, y se fue corriendo a su auto.

Nos dispusimos a irnos cuando vimos al H.E., parado frente a nosotros mirándonos; de la oficina destrozada salieron los otros dos, de hecho, uno de ellos llevaba casi a rastras al otro y también quedaron mirando.

—Oh–oh —dijo Marcos en voz baja.

Sirio emitió un bajo gruñido de advertencia y el evolucionado levantó las manos, alegando que no haría nada. Se le veía joven, quizá solo tenía algo más de edad que Sirio.

—Lo sentimos, nos tenían controlados —dijo—. Soy Ácrux, ellos son Alpha y Centauri —señaló a sus compañeros—, supongo que... gracias por no matarnos.

—Ni que lo digas —respondió Max con gesto de incredulidad.

Seguramente estaba sorprendido por la buena educación de las bestias que acaban de atacarnos, o también por los raros nombres que tenían.

—Nos desharemos del hombre y nos iremos, nadie nos verá —aseguró el que se llamaba Centauri.

—No. Les esperamos, los llevaremos al hospital —dijo Marcos—, los atenderemos ahí. Así heridos, los otros evolucionados los van a rastrear y encontrar más rápido y fácil.

Max lo miró con la boca abierta, horrorizado y sorprendido a la vez. Le palpé el hombro para que se calmase.


***

Mientras curaba a Sirio escuché a Max renegando.

—Esto no se curará nunca, ¡rayos! Tendré un hueco en el brazo de por vida, ¡maldita sea! —No pude evitar soltar una corta risa—. Claro, ¡ríete!

—Lo siento.

—No hagas drama —le ordenó Marcos—. Vamos al quirófano, te lo regeneraré con células madre.

—¿Y cuánto me costará eso?

—Nada, ustedes tienen seguro, ¿no? Tacaño.

—Ah —respiró aliviado—, verdad.

Se fueron. John entró y suspiró con pesadez al ver a los otros evolucionados ahí. De todos modos ya habíamos despachado a la gente, así que no hubo problemas.

—Lo siento John —le dije, puse mi mejor expresión de agradecimiento—. Nos estás ayudando mucho, gracias.

Sonrió y se encogió de hombros, se acercó a los recién llegados para atenderlos. Rosy apareció preocupada.

—Hey, ¿qué paso? —preguntó asustada al vernos.

—Una larga historia —respondió Marcos que ya estaba de regreso.

Rosy volteó a mirar a los otros tres evolucionados que se encontraban con John.

—¿Y ellos? —Ahora lucía levemente interesada, eso me hizo sonreír.

—Están heridos y los están atendiendo, eso es todo.

—Hum... ya vuelvo... —murmuró mientras se iba hacia ellos.

Reí en silencio.

—Por cierto, ¿y Max? —le pregunté a Marcos.

—Ya está siendo atendido, de todos modos tardará en sanar un poco. —Miró a Sirio—. ¿Y tú?

—Seguro mañana estaré como nuevo —le respondió con una leve sonrisa.

Marcos estaba impresionado.

—Sí, ya lo imaginaba, qué gran ventaja.

Rosy llamó nuestra atención con un leve movimiento de la mano.

—El padre de Sirio ya está por irse —anunció en voz alta—. Olvidé decirte —soltó una leve risa de vergüenza y volvió a lo que estaba haciendo.

La miré con los ojos entrecerrados, culpándola por distraída. Ahora estaba atendiendo al más joven de los evolucionados. Suspiré y sacudí la cabeza, no tenía remedio esa chica.

—Ya vuelvo —dijo Sirio.

—Espera a que termine de vendarte —le interrumpí.

Terminé de vendar la última herida, él me agradeció, se puso de pie y se fue.

—Bueno, ahora entiendo por qué estás traumada —comentó Marcos.

—¿Por qué?

—¿Cómo que por qué? Si Antonio le ha volado la cabeza a un par de evolucionados o les ha arrancado carne a lo salvaje frente a ti, pues obvio —aseguró haciéndome reír un poco.

—Él no ha matado a nadie, solo los deja inconscientes —suspiré—. De todos modos no me gusta que lo hieran, pero los evolucionados no puede pelear sin herirse... —Pensé unos segundos—. Me asusté mucho hoy porque hace un tiempo nos topamos con la misma situación, solo que esta vez Max ayudó. Ese día era Sirio contra los tres, para cuando logré quitarle el control al hombre y desactivarlo... —sacudí la cabeza—. En fin.

Marcos arqueó las cejas por un momento y luego miró al suelo.

—Ya veo...

—Voy a verlo. —Me puse de pie y me fui.

Encontré a Sirio frente a su padre y sus otros dos compañeros, me quedé a un lado en el umbral de la puerta, quizá no debía estar ahí.

—Yo estaba solo, por eso pudo conmigo. Phoenix y Adhara llegaron a tiempo. Ahora andaré alerta, además volveré a casa con tu madre, no tienes que preocuparte. Hablaré con los ancianos.

Me retiré, aunque seguro me habían olfateado.

Volví a donde estaban Marcos y Rosy. Los tres evolucionados ya estaban bien, salvo por el más joven, al que Rosy lo tenía entretenido con una conversación. Marcos me miró de forma sospechosa, seguro pensando lo mismo que yo.

—Estará intentando seducirlo para estar igual que tú —dijo casi susurrando y haciéndome reír en silencio.

—No creo que sea así de fácil con ellos —le respondí de la misma forma—, pero sería interesante que lo intentara, por algo se empieza, ¿no? El objetivo es unir las especies y que no haya más guerra.

Esta vez él se rió en silencio.

—¿Arreglar una guerra formando parejas entre humanos y evolucionados? Típico tema de alguna película romántica.

Ambos reímos.

—Sí... suena tonto —admití.

Sirio apareció con su padre y los dos hombres que iban con él.

—Ha sido un gusto, querida, gracias por la atención que nos han brindado —dijo su padre en ese tono autoritario y respetuoso a la vez.

Quedé asombrada.

—D-descuide, el placer fue mío —respondí—, pueden venir cuando gusten.

—Los llevaré hasta las afueras de su pueblo en el auto —dijo el hermano de Max que venía con ellos.

Me alivié, al parecer ya habían acordado eso.

Los tres asintieron y se retiraron, Sirio volvió a mi lado. Max también volvió a la sala con el brazo vendado. Los tres recién llegados lo miraron, Ácrux le pidió permiso a Rosy y se alejó de ella, los otros dos se le unieron y se acercaron a Max.

—Queremos unirnos a tu grupo —pidieron, el muchacho se quedó completamente sorprendido.

—¿Qué?

Ácrux tomó la palabra.

—No tenemos nada ahí afuera, queremos quedarnos y ser útiles en algo, ya han aceptado a ese de ahí —señaló a Sirio—. Tres más serían mejor.

Max pensó unos segundos y se encogió de hombros.

—Ya qué, vengan —dijo mientras daba la vuelta para irse—. ¡Nos vemos luego! —se despidió.

Ácrux le lanzó una fugaz mirada a Rosy, que nadie notó, salvo ella, que no le desprendía la vista, y yo porque esperaba a ver que lo hiciera.

—¿Habrán noticias pronto sobre la grabación? —preguntó Sirio.

—No lo sé —respondió Marcos—. Max dijo que si no había nada.. —me miró de reojo algo nervioso—, su ejército intervendría.

—¿Qué? —repuse—. Está loco.

Sirio pertenecía a ese ejército ahora. Me preocupé, esto era de nunca acabar.

Rosy se acercó a nosotros y se quedó mirando el torso desnudo de Sirio. Me aclaré la garganta y ella me miró, enarqué una ceja haciéndola sonreír avergonzada. Me reí de su reacción y sacudí la cabeza, además él estaba con vendas y esas cosas, pero no dejaba de verse sexy.

—Ya vuelvo —dijo Sirio dedicándome una leve sonrisa.

Me quedé confundida, quizá se había dado cuenta, no sabría decir.

—Así que... —comentó Marcos—. Rosy intentando ligar con un H.E.

Ella rió avergonzada.

—Es atractivo —respondió algo ruborizada, luego entristeció—. pero me miró como a bicho raro.

—¿Qué esperabas? —preguntó Marcos—. Es un H.E., no creas que todos son como Sirio. De este no sabes nada, no sabes si era alguien normal o pertenecía a su ejército de evolucionados o lo que fuera, que es lo más probable. No sabes si ha matado gente, a cuántos «muchos» por cierto.

Sentí pena por Rosy, ella se ilusionaba muy pronto y Marcos la estaba haciendo caer en picada de su pequeña nube rosa, igual dejé que continuara porque tenía razón. Mejor tarde que nunca.

—Eso sí —murmuró ella—, solo que no sé... pensé.

—Y otro punto más —agregó Marcos—. Me dijiste una vez que tú eres de las chicas que gustan de que un hombre te diga que te ves bonita o te invite a salir, o que te diga que te ama siempre y cosas como recordar aniversarios. Un H.E. no hace eso, y ahí está Marien de testigo, ella trata con uno.

—Eh —dije algo sorprendida—, bueno, sí... algo así.

—¿Ves?

Rosy tensó los labios y arrugó un poco la nariz.

—Tienes razón, ahora que lo pienso... —sonrió—. En fin, igual quería experimentar. No sabemos cómo son en la cama —agregó en tono pícaro.

Abrí la boca de la sorpresa. Marcos había hecho lo mismo, alzó las manos.

—Ok, bien, ya oí suficiente —exclamó y se puso de pie, se había ruborizado un poco—. Lo que me faltaba, dos chicas con las hormonas alborotadas. Ya no les bastan los hombres normales.

—¿Pero qué hablas? —interrumpió John haciéndonos brincar del susto—. Será que no puedes dar pelea, Max se enterará de esto —empezó a reír y a alejarse.

—Anda imbécil, más te vale que no digas nada sobre esto, que hasta ahora no te he visto ni una novia —iba reclamándole Marcos.

Ambos se alejaron discutiendo y riendo, Rosy me sonrió.

—¿Ya? —preguntó arqueando la cejas.

Sabía a lo que se refería, entrecerré los ojos.

—No te lo diré.

—¡Entonces yaaa! —exclamó haciendo escándalo y logrando espantarme.

—¡No! —la interrumpí para que se callara.

—Oh —paró en seco su emoción y me reí—. ¿Cómo te sientes en cuanto al hecho de que no expresa mucho sus sentimientos? Es decir, que no es cariñoso y esas cosas.

Pensé un poco. Era verdad, él no lanzaba piropos, solo me había dicho que me amaba una sola vez. Pero no podía decir nada sobre eso, pues yo tampoco se lo había dicho mucho. Me encogí de hombros. Apenas estaba empezando las cosas con él, pero ya no tenía dudas en hacerlo mío por completo. Alcé la vista y Sirio estaba acercándose, estaba con camisa puesta.

—Vamos a cenar —dijo Rosy al verlo.


***

Fuimos a nuestra habitación. Iba pensando en la conversación con Marcos y Rosy, no podía quejarme, yo tampoco era muy detallista con Sirio, quizá porque las dudas no me habían dejado pensar en ello, pero lo amaba y quería esto. Suspiré y sonreí.

—¿Almorzaste hoy? —le pregunté, recién me acordaba de ese detalle.

Mostró una leve sonrisa, luego sus cejas se juntaron en un gesto de culpabilidad. Lo miré como queriendo llamarle la atención, pero solo eso.

—Debes almorzar, o me preocuparé mucho por ti —le regañé con cariño—. Felizmente ya cenamos.

Sonrió.

—Lo haré, perdón. Como verás, hoy no pude.

—Sí... lo sé —miré al suelo.

Quería lanzarme a él, decirle lo preocupada que estuve cuando creí que se lo llevarían, cuando peleó, y tantas cosas. Pero eso no haría que se sintiera mejor, no le gustaba verme preocupada, y yo no entendía eso. La otra razón era que seguro estaba muy adolorido por las heridas...

Pero caramba, ¿qué demonios estaba haciendo? Era mi hombre, bueno, mi esposo, todavía no había sido mi hombre en ese sentido de la palabra...

Abrió la puerta de nuestra habitación y no pude evitar sonreír, y es que también había notado que tenía mucha caballerosidad. Si bien la mayoría de puertas se habrían solas, no todas lo hacían, y él siempre estaba atento de abrirlas para mí, me ayudó a ponerme de pie cada vez que pudo, y más... Quizá yo era una mujer chapada a la antigua como decían, sus gestos de buena educación me gustaban.

Apenas cerró la puerta volteé y tiré del cuello de su camisa para besarle. Él sonrió fugazmente y tomó mi cintura, colando apenas sus manos por debajo de mi blusa, haciéndome volar de pronto.

—Hey —reclamé sonriendo—. Espera.

—¿Por qué?

—Estás herido.

—¿Y eso qué tiene que ver?

En ese momento de pronto recordé algo.

—Sabes que puedes tocarme, eh, pero no en público, ¿ok?

Pareció confundirse.

—¿Crees que no lo sé? Por supuesto que no en público, esto es solo entre tú y yo —susurró al final volviendo a besarme—. ¿Por qué dices esas cosas?

—Lo siento, justo recordé que no te había explicado.

—Descuida, lo sé, y besarte en público tampoco.

—Por supuesto que sí —reclamé.

—Hoy pareciste incómoda cuando Marcos nos vio.

—Sí... bueno, es que...

—Descuida, te entiendo. En mi sociedad no existe muestra de afecto alguna casi.

Eso no me gustó.

—Pero yo no quiero que lo nuestro sea así —reclamé tomando su rostro y dándole cortos besos—. Te amo, y te adoro.

Él mantenía una dulce sonrisa.

—Y yo a ti... —Volvió a besarme—. Tu piel es tan suave —agregó, deslizando su mano un poco más arriba hacia mis costillas.

Jadeé contra sus labios.

—Hey, estás herido, y adolorido, debes descansar.

—Puedo soportar el dolor —dijo sin querer parar, besó mi mentón, empezando a llevarme a la locura.

—No quiero que estés aguantando ningún dolor cuando hagamos esto —pude decir antes de entrelazar mis dedos en su cabello a medida que él bajaba a mi cuello.

Ahora le entendía cuando lo dejé en frío después de haberle besado y tocado el pecho. Qué mala había sido con él, pero quería que nuestra primera noche de intimidad fuera sumamente especial.

—¿Cuando hagamos esto? —preguntó con una traviesa sonrisa, deteniéndose alfin— ¿"Esto" qué?

Mordí mi labio inferior.

—Ya lo verás. —Le di un rápido beso en la punta de la nariz—. Ahora quiero que descanses. Voy a darte un masaje en la espalda, así que dúchate.

Suspiró con resignación.

—Bueno, te espero.

—No, tu primero, yo lo haré luego, no quiero terminar dormida.

Acarició mi mejilla y tomó mi rostro con suavidad, mirándome profundamente, haciéndome ruborizar.

—Como usted diga, señorita. —Se inclinó para darme un beso puro y se apartó.


*****

Copyright © 2014 Mhavel N.

Registrado bajo derechos de propiedad intelectual, caso número 1-2261766092 United States Copyright office. Prohibida toda copia parcial o total, toma de ideas de la trama, personajes, adaptaciones. Bajo pena de denuncia.

página de Facebook www.facebook.com/ojosdegatotentador


Continue Reading

You'll Also Like

Elliot By Aru

Teen Fiction

2.5K 272 56
Supongo que debo presentarme, seré lo mas breve posible: lo que explico es solo para entreteneros, fin. ¿No tenéis nada mejor que hacer? ¿en serio...
34.1K 4.8K 56
Todo inició con un beso robado y con la necesidad de venganza que nació después de ese acto. Manu y Karla tienen pocas cosas en común, ella es espon...
1.6K 279 30
Hemos crecido juntos, somos de esos a los que solemos llamar más como hermanos que como amigos. Pero ¿qué sucede cuando él otro no te ve cómo hermana...
346K 16.8K 93
Te dire algo... te odio tanto que creo que te amo. Todo el tiempo jugando con mi mente. Todo el día pensando en ti. Pero no creas que puedes ganarme...