regreso del señor tenebroso ⁴...

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⟮ las crónicas de alaska ryddle: libro 4 ⟯ siguientes libros disponibles en mi perfil. Insatisfecha con lo qu... More

𝐑𝐄𝐆𝐑𝐄𝐒𝐎 𝐃𝐄𝐋 𝐒𝐄𝐍̃𝐎𝐑 𝐓𝐄𝐍𝐄𝐁𝐑𝐎𝐒𝐎
𝐏𝐑𝐎𝐋𝐎𝐆𝐔𝐄
𝒐𝒏𝒆
𝒕𝒘𝒐
𝒕𝒉𝒓𝒆𝒆
𝒇𝒐𝒖𝒓
𝒇𝒊𝒗𝒆
𝒔𝒊𝒙
𝒔𝒆𝒗𝒆𝒏
𝒆𝒊𝒈𝒉𝒕
𝒏𝒊𝒏𝒆
𝒕𝒆𝒏
𝒆𝒍𝒆𝒗𝒆𝒏
𝒕𝒘𝒆𝒍𝒗𝒆
𝒕𝒉𝒊𝒓𝒕𝒆𝒆𝒏
𝒇𝒐𝒖𝒓𝒕𝒆𝒆𝒏
𝒇𝒊𝒇𝒕𝒆𝒆𝒏
𝒔𝒆𝒗𝒆𝒏𝒕𝒆𝒆𝒏
𝒆𝒊𝒈𝒉𝒕𝒆𝒆𝒏
𝒏𝒊𝒏𝒆𝒕𝒆𝒆𝒏
𝒕𝒘𝒆𝒏𝒕𝒚
𝒕𝒘𝒆𝒏𝒕𝒚 𝒐𝒏𝒆
𝒕𝒘𝒆𝒏𝒕𝒚 𝒕𝒘𝒐
𝒕𝒘𝒆𝒏𝒕𝒚 𝒕𝒉𝒓𝒆𝒆
𝒕𝒘𝒆𝒏𝒕𝒚 𝒇𝒐𝒖𝒓
𝒕𝒘𝒆𝒏𝒕𝒚 𝒇𝒊𝒗𝒆
𝒕𝒘𝒆𝒏𝒕𝒚 𝒔𝒊𝒙
𝒕𝒘𝒆𝒏𝒕𝒚 𝒔𝒆𝒗𝒆𝒏
𝐄𝐏𝐈𝐋𝐎𝐆𝐔𝐄

𝒔𝒊𝒙𝒕𝒆𝒆𝒏

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( ☆. 𝐶𝐻𝐴𝑃𝑇𝐸𝑅 𝑆𝐼𝑋𝑇𝐸𝐸𝑁 )
𝚎𝚕 𝚊𝚛𝚝𝚎 𝚍𝚎 𝚌𝚎𝚛𝚛𝚊𝚛 𝚕𝚊 𝚖𝚎𝚗𝚝𝚎.

Más que un sueño o una pesadilla, lo que Alaska estaba viendo en sus sueños era un vivido recuerdo de su infancia. Aquel caminó de tierra, rodeado por flores silvestres que llevaban a la entrada del bosque lo recordaba bastante bien, al igual que la pequeña cabaña abandonada que se encontraba a tan solo unos metros.

Sin embargo, algo era diferente esa ocasión. Estaba sosteniendo la mano de alguien más, y a pesar de intentar no logro ver quién era. El sueño avanzó con rapidez, podía escuchar la palabras de un hombre diciéndole «Todo estará bien», pero ella sabía que no era así, no pasó por desapercibido el desarreglado apesto del hombre. Fue entonces cuando lo vio.

La única puerta de acceso están trabada y la pequeña Alaska lo veía alejarse con paso tranquilo, sin siquiera parecer arrepentido se giró, para darle un último vistazo. Observó, por primera vez, el rostro del hombre que la había abandonado...

—¡Alaska! ¡ALASKA!

Abrió los ojos de golpe. Se encontraba empapada de pies a cabeza en un sudor frío, las sábanas de la cama se le pegaban al cuerpo y notaba un intenso dolor en sus cicatrices, como si hubiera pasado por fuego.

—¡Alaska!

Pansy la miraba muy asustada de pie junto a su cama, donde estaban el resto de sus compañeras con la misma expresión en su rostro. La rubia se sujetó la cabeza con ambas manos; por un momento, le costó un rato recordar por qué se sentía tan mal.

La noche anterior había sido una locura y ya comenzaba a arrepentirse de sus acciones. Sin responder a las preguntas de las demás chicas se dirigió hacia el baño para refrescarse, aún con la clara imagen de aquel hombre en su cabeza.

Bajar a la sala común no fue un alivio, el bullicio aumentaba el dolor de su jaqueca y deseo volver a la cama, cerrar los ojos y no despertar hasta sentirse mejor. El ardor en su estómago tampoco la ayudaba

—Miren quien viene ahí —Escuchó decir a Blaise—, la princesa ha despertado.

—Deja de hablar antes de que te obligue —Le espetó Alaska de forma amenazadora, para luego acurrucarse en una esquina del sofá.

—Parece que alguien despertó de mal humor. —Agregó el moreno.

La rubia hizo el ademán de tomar su varita pero entonces notó que no estaba en su bolsillo habitual, la habia dejado en su habitación.

Blaise y Theo se carcajearon, dándose una mirada cómplice para molestar un poco a su amiga. Draco, por otra parte, los miraba en silencio.

—¿Recuerdas algo de anoche? —Habló Blaise con una sonrisa burlona.

Alaska frunció el ceño mientras pensaba—. Hable con Cedric sobre la primera prueba y luego nos unimos a la celebración... recuerdo a la perfección la charla con Ann —Agregó con fastidio—. Y ya, lo demás es confuso.

Blaise y Theo volvieron a reír, ahora con más fuerza.

—Están actuando como unos idiotas —Les hizo notar—. Ya digan lo que se mueren por decir.

—No lo sé... —Dice Blaise pensativo—. Quiero ver que lo recuerdes por tu cuenta.

—Te besaste con... —El moreno gritó y se puso de pie para callar a Draco, que habia comenzado a hablar.

—¡No se lo digas! —Agregó.

—Merlín... —Soltó Alaska acompañado de un bufido—. No tengo tiempo para esto, tengo que ir con... —La chica se había levantado, sin embargo se paralizó a medio camino—. ¡No puede ser!

Las memorias aparecieron de golpe en su mente y, a causa de esto, volvió al sofá reflexionando sobre sus acciones, era comprensible que el abuso del alcohol fue lo suficiente para inhibir su sentido común.

—¡Lo recordó, lo recordó! —Gritaba Blaise, sujetándose el abdomen mientras reía.

—¿Quién más lo vio? —Quiso saber Alaska, sin estar segura de querer escuchar la respuesta.

—¿De cuál hablas específicamente? —La expresión de Blaise expresaba lo mucho que quería decir eso en voz alta—. ¿Del beso con Dean o con Archer?

Alaska juró que, de tener su varita a la mano, le hubiera lanzado algún maleficio inofensivo a su amigo.

—Ambos. —Gruñó.

—El primero, con Dean Thomas —Empezó a decir Theo—, fue el único público. En realidad él se lanzó primero y tú sólo lo seguiste, es evidente que está enamorado de ti.

—¿Y qué pasa con Archer?

Draco soltó un gruñido de irritación—. Yo los encontré en una esquina alejada. —Le dijo el rubio y Alaska se volteó a mirarlo, no parecía feliz.

—Te desapareciste por un momento y Cedric nos dijo que te habías ido con Archer para hablar.

—Era lo que tenía que pasar —Añadió Theo—. Sabíamos que él te interesaba.

Frustrada, y sin negar la últimas palabras de Theo, la chica se pasó sus manos por el rostro. Si bien no estaba contenta con su comportamiento de la noche anterior, ahora tenía problemas mucho más importantes que debía tratar.

—¿Y ahora a dónde vas? —Le dijo Draco cuando volvió a levantarse.

—A la oficina del profesor Snape —Ante las miradas de terror de los chicos tuvo que explicarse—, tuve una pesadilla sobre la noche del incendio y recordé algo importante. Snape debería saberlo.

—¿Y... estás bien? —Draco parecía preocupado pero ella no tenía tiempo, ni deseaba, hablar de sus sentimientos.

En el despacho de su jefe de casa encontró a Snape preparando una poción, la cual dejo de lado en el momento que Alaska menciono recordar algo sobre el incendio. Mencionó con detalle cada cosa que recordaba.

—Nunca tuve una imagen de la persona que me acompañaba ese día, era muy pequeña para recordar —Le decía Alaska, luego de mencionar el aspecto que tenía el hombre en su sueño—. Hay algo raro en todo eso, no es común recordar un detalle tan importante que había olvidado.

—Coincido en ese punto —Respondió Snape con leves asentimientos—. Recordar a una persona con claridad es inusual.

Se puso de pie, acercándose al caldero para servir un poco de la poción en una copa. Ella levantó la mirada pero no fue capaz de reconocerla.

—¿Para qué es? —Preguntó cuando el profesor le entrego la copa.

—Resaca.

Los ojos de Alaska se abrieron con sorpresa, sin saber que decir al respecto.

—No soy un idiota —Agregó el hombre—. Los escuché anoche.

Fue una suerte que no la castigara, la dejó ir con la condición de que se bebiera toda la poción, lo cual fue difícil gracias al mal sabor. Snape cerró la puerta justo tras ella, y dio un respingo ante el portazo.

Debió dirigirse al Gran Comedor, sentarse junto a sus compañeros de casa y servirse un abundante desayuno, sin embargo no tenía apetito, y tampoco quería encontrarse con nadie que hubiera asistido a la fiesta de la noche anterior. Mientras salía del Castillo se preguntó cómo estaría Cedric, no recordaba en qué estado dejó la fiesta.

Recorría las extensiones de los terrenos cercanos a los invernaderos con tranquilidad, disfrutando de la mañana fresca. Le hubiera gustado tener su casete personal en ese momento y disfrutar de buena música con sus auriculares, ignorando al resto de personas, era una lástima que los objetos tecnológicos no funcionaran allí.

—¿Sabes lo difícil que es encontrrarrte sola? —La voz de Lukas tras ella la sorprendió, aunque no lo demostró—. Sobrretodo estos últimos días.

—¿Estás al tanto de que puedes acercarte a mí a pesar de estar acompañada, cierto? —Cuestionó la chica con una ceja enarcada.

—Lo sé, perro lo siguiente necesita discrreción —El búlgaro se aseguró de que nadie estuviera merodeando cerca de ellos antes de continuar—. ¿Rrecuerrdas nuestrro trrato?

Por supuesto que lo recordaba, Alaska sentía mucha curiosidad por saber que se traía entre manos. Luego de recibir una afirmación el chico le entregó un libro que estaba escondiendo; la encuadernación era antigua, de un color verde petróleo y estaba algo desgastado, sin duda era curioso, sin embargo en ninguna parte del lomo exponía el nombre.

—¿De qué trata?

Recibió una mala sensación cuando Lukas no le respondió, solo le dio una sonrisa, animándola a abrirlo. La curiosidad de antes ahora estaba siendo reemplazada por una sensación de preocupación.

—¡Por Morgana! —Soltó Alaska al leer el titulo que era presentado en la primera página. Habia cerrado el libro con fuerza—. ¿Por qué me entregas esto, Lukas?

—Es lo que aprrenderrás de mí.

Era difícil pensar que aquello era una broma. El búlgaro sonaba bastante seguro, y ninguna de sus acciones demostraba que se estuviera burlando de ella. Entonces volvió a leer abrir el libro, leyendo el tirulo y revisando el índice: Artes Ocultas: La Magia Oscura, una introducción.

—Esto es peligroso —Añadió—. Tal vez en Durmstrang sea diferente, pero aquí las Artes Oscuras están prohibidas, nos enseñan a defendernos de ellas.

—¿Y cómo defenderrte de algo que no conoces? —Le debatió Lukas, con una expresión de triunfo—. ¿No es la mejorr estrrategia conocerr al “enemigo”?

Alaska pensaba igual que Lukas, creía que estaba en lo correcto. Y para ser sincera con ella misma, comenzó a sentirse atraída hacia esa rama de la hechicería desde el verano. Estaba al tanto de los prejuicios en contra de esa magia era bastante mala, y le traería muchos problemas si es que alguien llegara a enterarse. Pero ella creía ser lo bastante buena para ocultar secretos.

—Este tipo de magia no siemprre es ocupado para el mal —Le dijo Lukas cuando aceptó el libro—. ¿Acaso crrees que este lindo rrostrro le harría daño a alguien?

—No te conozco lo suficiente para responder esa pregunta.

—¿Y qué crrees que piensa tu amiga? —Dijo el castaño, señalando con su mentón a alguien que se acercaba tras ella.

Ann se acercaba a ellos con prisa por el terreno, aferrándose a su bufanda en un intento de resguardarse de la fría brisa que había aparecido. Mientras la distancia entre ellos se acortaba Alaska notó que su ceño se encontraba fruncido.

—Alaska —Dijo la castaña al llegar a su lado—. El profesor Snape te está buscando, necesita verte en su oficina ahora mismo.

Por supuesto que la rubia no esperaba que Ann estuviera allí para pedirle disculpas por su modo de actuar en la fiesta, o nada parecido, por lo que sabia su amiga tampoco había despertado hace mucho y no debió tener el tiempo suficiente para reflexionar, y si Draco y Blaise estaban en lo correcto, tal vez ni siquiera lo recordaba. Lo que si extrañó a la chica era escuchar que Snape estuviera buscándola cuando se habían visto hace tan solo unos minutos atrás.

Se despidió de Lukas con un simple gesto, agradeciéndole de manera fría a su compañera de casa el aviso pasó por su lado, sin dirigirle la mirada.

—No quiero que nuestra relación termine como la tuya con Daphne. —Soltó Ann a su espalda.

No podía verla pero Alaska sonrió de manera cínica antes de girarse hacia ella.

—Entiendo que no quieras hablar acerca de tu familia, no tengo problema con eso y lo sabes perfectamente. No obstante, tienes problemas de confianza. Al igual que Daphne dejaste de confiar en mí sin razón alguna —Hizo un ademán para irse pero antes agregó—: Te pedí que no usaras tus habilidades para ver algo relacionado con mi presente o futuro, pero lo hiciste de todas maneras. Si decido mantener algo en secreto es por su propia seguridad, no porque no confié en mis amigos.

No esperó a que Ann replicara a su comentario. No estaba de humor para discutir con nadie, ni para ninguna situación que significará tratar con más personas en realidad. Pero Snape no iba a esperar.

Una vez de vuelta en su oficina el profesor le explicó lo que sucedió durante los breves minutos que se separaron. Alaska no le agrado mucho escuchar que Snape había acudido con el profesor Dumbledore por consejos, no era una persona en la que confiara por completo pues creía que tenía algo raro, sin embargo la decisión que tomo no fue desagradable. De hecho le gusto.

—¿Qué es la Oclumancia? —Le pregunto la rubia al escuchar que tendría clases particulares de aquello—, no recuerdo haber escuchado el termino antes.

—Es una rama oscura de la magia, consiste en cerrar la mente contra la Legeremancia, impidiendo de esa manera al acceso a tus pensamientos y sentimientos.

—Magia oscura —Abrevio Alaska, y tragó saliva de manera nerviosa—. ¿Y qué hay de la Legeremancia?

—La capacidad de extraer sentimientos y recuerdos de la mente de otra persona, la contrario a lo que aprenderás conmigo.

—¿El profesor Dumbledore y tú creen que alguien está metiéndose en mi mente?

—Es nuestra principal teoría, explicaría la repentina recuperación de un recuerdo tan importante.

El rostro de aquel hombre apareció en su cabeza una vez más, recordando cada una de sus facciones de manera muy precisa, su aspecto le era conocido, familiar.

—¿Crees que sea él? —Mencionó Alaska, dándose a entender que pensaba en Voldemort—. ¿Sacándome información?

—No puedo asegurar nada.

No tenia mucho sentido para la chica que se tratara de Voldemort. ¿Para que necesitaría la información que esta en su cabeza? No habia nada que fuera relevante para él, nada que pudiera utilizar.

—Hoy será tu primera clase, comenzaremos antes de que sea demasiado tarde.

Los ojos de la chica siguieron a Snape cuando se levantó, observándolo con una expresión seria y sin haber olvidado sus últimos descubrimientos acerca de su pasado.

—¿Puedo confiar en ti? —La pregunta fue una sorpresa para el mayor, que no esperaba que siguiera con aquel tema.

—¿Seguirás con eso?

Ella se encogió de hombros—. No hemos hablado mucho desde que prometiste contarme todo acerca del pasado.

—Y cumpliré con ello, pero ahora debes dejar de dudar de mi persona y concéntrate en lo importante. Si el Señor Tenebroso se hace más fuerte deberás dejar de actuar como una niña, madura y mejora tus habilidades. Sera la única forma que lograras sobrevivir.

Alaska estuvo a punto de reaccionar a aquellas palabras, se detuvo antes de siquiera levantarse del asiento. Pese a ser un comentario insultante, Snape estaba en lo correcto, eso la molestó aún más. Habia declarado días atrás que ya no era una niña, y no lo estaba demostrando. Las posibilidades del futuro eran múltiples y todas tenían en común una cosa, podría con ellas solo si se superaba a sí misma.

—El Señor Tenebroso casi siempre sabe cuándo alguien le miente, y al ser capaz de cerrar esos sentimientos y memorias que contradicen la mentira podrás mentir en su presencia sin ser detectada.

—De acuerdo —Dijo poniéndose de pie—, comencemos.

—La forma más básica implica vaciar la mente de cualquier tipo de pensamiento, con el fin de evitar que sean percibidas —Comenzó a explicarle Snape—. Se requiere una gran fuerza de voluntad y de disciplina mental para lograrlo.

—Puedo con eso. —Afirmó Alaska con seguridad, mirando a un punto fijo mientras asentía con la cabeza.

—No tengo dudas, sólo debes dedicarle tiempo y lo lograras. Ahora... —Snape sacó su varita del bolsillo interior de la túnica y la levantó—. Voy a interrumpir en tu mente, podré ver memorias tuyas y tendrás que defenderte.

—¿Podrá ver mis recuerdos?

—Vamos a ver si resistes. Prepárate. ¡Legeremens!

Snape fue astuto al atacar antes de que Alaska pudiera prepararse, antes incluso de que hubiera sacado su varita. El hechizo dio contra ella y el despacho dio vueltas ante sus ojos, por su mente pasaban a toda velocidad cientos de recuerdos de toda su vida, como una película.

Tenía siete años, observaba cómo una niña de su edad era adoptada por lo que pareciera ser una agradable pareja, fue la primera vez que entendió lo que sucedía en el orfanato y se sintió muy celosa... Tenía nueve años, era el día de su cumpleaños y era la primera vez que aceptaba compañía de alguien mientras soplaba las velas de su pastel, Tim... Estaba sentada bajo el Sombrero Seleccionador, que se debatía entre enviarla a Slytherin o Ravenclaw...

Alaska no podía permitir que siguiera viendo sus recuerdos, se sentía expuesta y debía detenerlo. A pesar de sentirse cegada por los recuerdos se concentró en su cuerpo, recordando cada parte y comenzando a respirar profundamente, alejando todo sentimiento y emoción, al igual que lo hacía cuando recibía malas miradas o comentarios ofensivos de los estudiantes de Hogwarts. Apago aquel interruptor como habia hecho tantas veces atrás.

El profesor fue empujado con dureza por el pecho, perdió el equilibrio por unos segundos y cuando levanto el rostro mostraba una extraña expresión. Un intento de sonrisa de orgullo.

—Para tratarse de un primer intento, no ha estado nada mal. —Dijo Snape, y volvió a levantar la varita.

—¿Ha visto lo que yo?

—Fragmentos —Respondió Snape con una mueca con el labio—. ¿Quién era esa chica?

—No lo recuerdo, sé que ese día entendí como funcionaba el orfanato. Por un tiempo creí que los niños eran escogidos al azar, y ese día me explicaron que las parejas eran quienes escogían —Se encogió de hombros—. Comencé a creer que había algo mal en mí, y por eso nadie me llevaba con ellos.

Pronto Alaska cayó en cuenta de que estaba siendo demasiado sentimental.

—Ese pensamiento no duró mucho, pronto comprendí que era mejor que los demás niños y que no necesitaba a nadie para salir adelante, entonces comencé a preocuparme en mis habilidades y menos en los sentimientos.

El ambiente no volvió a la normalidad de inmediato, fue incomodo por unos minutos pero Snape volvió a enfocarse en la Oclumancia.

—Ahora intenta hacerlo con más rapidez, no me permitas ver ni un solo recuerdo. Volvamos a intentarlo... Voy a contar hasta tres: uno... dos... tres... ¡Legeremens!

Una vez más fue cegada por cientos de recuerdos, y uno se hizo más claro. Estaba en la biblioteca de Hogwarts acompañada de Archer, hablando sobre un deber de Runas Antiguas, sin embargo el recuerdo de Alaska no se escuchaba con claridad, parecía estar enfocándose más en el chico que en lo que estaba diciendo... Esa vez se mentalizó mucha más rápido, dejando de lado la vergüenza o cualquier otro sentimiento que provenía de aquel recuerdo y los alejó.

Snape la miraba ahora con una ceja enmarcada y una mirada entre sarcástica y contrariada. Ella sabía lo que había pensado con ese recuerdo, y no le agradaba que estuviera al tanto de sus sentimientos por otros chicos, era embarazoso.

—Es todo por hoy, para ser tu primera vez lo manejaste muy bien —Se acercó a su escritorio para revisar el horario de clases de Alaska—. Nos veremos todos los viernes después de clases, si alguien pregunta dirás que están tomando cursos avanzados de Pociones y quiero que todas las noches, antes de dormir, limpies tu mente de toda emoción; vacíala, ponía en blanco y relájala, ¿entendido?

—Claro como el agua.

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