regreso del señor tenebroso ⁴...

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⟮ las crónicas de alaska ryddle: libro 4 ⟯ siguientes libros disponibles en mi perfil. Insatisfecha con lo qu... Altro

𝐑𝐄𝐆𝐑𝐄𝐒𝐎 𝐃𝐄𝐋 𝐒𝐄𝐍̃𝐎𝐑 𝐓𝐄𝐍𝐄𝐁𝐑𝐎𝐒𝐎
𝐏𝐑𝐎𝐋𝐎𝐆𝐔𝐄
𝒐𝒏𝒆
𝒕𝒘𝒐
𝒕𝒉𝒓𝒆𝒆
𝒇𝒐𝒖𝒓
𝒔𝒊𝒙
𝒔𝒆𝒗𝒆𝒏
𝒆𝒊𝒈𝒉𝒕
𝒏𝒊𝒏𝒆
𝒕𝒆𝒏
𝒆𝒍𝒆𝒗𝒆𝒏
𝒕𝒘𝒆𝒍𝒗𝒆
𝒕𝒉𝒊𝒓𝒕𝒆𝒆𝒏
𝒇𝒐𝒖𝒓𝒕𝒆𝒆𝒏
𝒇𝒊𝒇𝒕𝒆𝒆𝒏
𝒔𝒊𝒙𝒕𝒆𝒆𝒏
𝒔𝒆𝒗𝒆𝒏𝒕𝒆𝒆𝒏
𝒆𝒊𝒈𝒉𝒕𝒆𝒆𝒏
𝒏𝒊𝒏𝒆𝒕𝒆𝒆𝒏
𝒕𝒘𝒆𝒏𝒕𝒚
𝒕𝒘𝒆𝒏𝒕𝒚 𝒐𝒏𝒆
𝒕𝒘𝒆𝒏𝒕𝒚 𝒕𝒘𝒐
𝒕𝒘𝒆𝒏𝒕𝒚 𝒕𝒉𝒓𝒆𝒆
𝒕𝒘𝒆𝒏𝒕𝒚 𝒇𝒐𝒖𝒓
𝒕𝒘𝒆𝒏𝒕𝒚 𝒇𝒊𝒗𝒆
𝒕𝒘𝒆𝒏𝒕𝒚 𝒔𝒊𝒙
𝒕𝒘𝒆𝒏𝒕𝒚 𝒔𝒆𝒗𝒆𝒏
𝐄𝐏𝐈𝐋𝐎𝐆𝐔𝐄

𝒇𝒊𝒗𝒆

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( ☆. 𝐶𝐻𝐴𝑃𝑇𝐸𝑅 𝐹𝐼𝑉𝐸 )

𝚖𝚊𝚜𝚌𝚊𝚛𝚊𝚍𝚊 𝚎𝚗 𝚕𝚊 𝚖𝚊𝚗𝚜𝚒𝚘𝚗 𝚗𝚘𝚝𝚝.

El autobús noctámbulo se detuvo frente a una gran verja de setos que se abría a un largo camino de piedra rodeado por árboles cortados pulcramente, ya al final se erguía una mansión de mármol oscuro que brillaba bajo el atardecer.

—Odio viajar en ese autobús. —Se quejó Ann, arreglando su vestido mientras el transporte desaparecía por la calle.

—¿Esta es la casa de Theo? —Soltó Alaska con impresión.

—Creí que ya sabías que las “casas” de nuestros amigos en realidad son gigantescas mansiones.

Caminaron por la larga calle mientras algunos carruajes las adelantaban y llegaban antes a la entrada de la mansión. Alaska creía estar en una película, toda esa situación completamente irreal para ella.

Justo fuera de las puertas abiertas que daban al vestíbulo principal de la Mansión se encontraban dos semielfos, dando indicaciones si alguien las requería y recibiendo las capas de viaje para guardarlas. Las chicas pasaron de largo, la rubia observaba cada detalle del lugar. Aquel pasillo parecía estar hecho de un brillante mármol que relucía bajo las lámparas de araña.

—Te lo dije —Le habló Ann, señalando con un movimiento de cabeza a dos chicas que salían de una gran habitación—. Vestidos espectaculares.

Alaska reconoció a las chicas como las hermanas Greengrass. Ambas llevaban tupidos vestidos, con múltiples capas y detalles a cada centímetro de la tela, llevaban hermosos colores fuertes que llamaban la atención y collares de perla alrededor de sus cuellos.

No comentaron más al respecto. Ignoraron las miradas que recibieron de ambas al acercarse a la entrada del salón y se percataron de la música de fondo que era tocada por una banda a un lado del lugar, las charlas de los presentes se mezclaban con la melodía y también observaron a algunas parejas bailando en el centro del salón, otras bebían o comían.

—¡Ann! —Escucharon que alguien gritaba.

Theodore Nott había estado charlando con Draco y Blaise a unos metros de ellas, y cuando los vio llegar se acercó de inmediato, con una sonrisa y los ojos en la castaña.

—¡Estás aquí! Es un alivio —Le dijo el chico—. Cuando comentaste que no eras fan de estas fiesta me alarmé, creí que no vendrías.

—Yo he escuchado que es una gran entusiasta de estas celebraciones. —Comentó Alaska con las cejas levantadas, ganándose por primera vez en la noche la mirada del castaño.

—Creí que sería divertido. —Explicó Ann sin quitar la mirada de Theo, con sus ojos brillando.

Alaska la observaba sin descaro, sorprendida. Aceptando que no tendría la atención de ninguno de los dos, se volteó para dirigirse hacia Blaise y Draco. Con el moreno compartió una larga mirada impresión que era aludida al comportamiento de sus dos amigos.

—¿Viste eso? —Soltó Alaska una vez estuvo a su lado—. ¡Theo ni siquiera me saludó!

—Eso es lo de menos —Le aseguró el chico—. ¿Sabías que se han estado escribiendo durante todo el verano? Cada día, sin excepción.

—No bromees.

—¡No lo hago! —Prometió Blaise.

—Eso no me lo esperaba. —Reconoció Alaska, observando a la pareja por última vez.

—Y yo no esperaba verte nunca con uno de estos vestidos, pero aquí estamos.

Blaise recibió una dura mirada por parte de Alaska y de inmediato subió ambas manos, mostrando sus palmas.

—Calma Lasky, lo digo de buena manera —Dijo—. No te ves nada mal.

Alaska volteó hacia Draco, esperando que hiciera alguno de sus comentario, sin embargo el chico no estaba prestando atención. Lo encontró contemplándola con la mirada fija; una sonrisa ladina apareció en el rostro de la chica.

—Creo que Draco tampoco piensa saludarme esta tarde.

El chico pareció salir de su ensoñación y dijo:

—Te ves hermosa.

No se lo esperaba. Su expresión se congeló y no estaba segura de cómo debía reaccionar, su mente la traicionó quedando en blanco mientras intentaba recuperarse de la sorpresa mientras maldecía al chico internamente por no dejárselo fácil. El curso anterior tuvo que lidiar con situaciones confusas y creyó que lo habia solucionado.

Ahora dudaba de aquello.

—¿Quieres algo de beber? —Habló Blaise, llamando la atención de la rubia y salvándola de ese incomodo momento.

—Beberé cualquier cosa que me ofrezcas. —Se apresuró a contestar, recibiendo el vaso que el moreno le entregaba y bebiendo un trago del amargo líquido, observando de reojo a Draco.

A Draco se le formaron hoyuelos en las mejillas y arrugas en los ojos al observar la reacción de Alaska al gusto de la bebida.

—¿Qué es esto? —Preguntó con desagrado.

—Whiskey de fuego.

—Es lo más asqueroso que he probado —Juró Alaska, dejando el vaso a un lado—. De todos modos, escuché que la Mansión tiene una fantástica alberca y estaba pensando en...

La rubia se detuvo cuando vio que Blaise no estaba prestándole atención y tenía su mirada fija en otro punto del salón. Indignada siguió la mirada del chico hasta encontrar lo que lo mantenía ocupado.

No se alegró mucho por lo que vio; Daphne estaba haciéndole señas al moreno para que se acercara.

—¿Por qué no te vas de una vez con ella? —Soltó, colocando los ojos en blanco.

—Si es lo que deseas.

El chico no se quedó más tiempo para regodearse de Alaska y sus celos. Ella y Draco lo observaron alejarse con un paso seguro y aires de vanidad.

Se quedaron de pie, observando a su alrededor en completo silencio hasta que Draco habló:

—¿Quieres bailar conmigo? —Dijo, ofreciéndole su mano.

—¿Lo dices en serio?

—No veo a otra chica linda cerca. —Comentó Draco, revisando su entorno.

Alaska quiso disimular la gracia que le había hecho el comentario pero su sonrisa la traicionó.

—Te advierto que no soy muy diestra en el baile. —Aceptó, tomando su mano.

Draco dirigió a la chica hasta el centro del salón y posó sus manos en la cintura de ella, sintiendo la áspera tela del vestido. Carraspeó disimuladamente, sin querer demostrar su nerviosismo.

Bailar era más difícil de lo que Alaska imaginó. El chico parecía moverse con gracia, siguiendo el compás de la música con una gran facilidad mientras que la rubia intentaba seguirlo, dando pasos torpes y pisando en algunas ocasiones los pies de Draco.

Con cada equivocación que daba, la mueca en el rostro de Alaska de hacía más notoria. Sin embargo su amigo no parecía molesto por los continuos errores, al contrario la observaba con total fascinación.

—No bromeabas con lo de no saber bailar. —Comentó Draco luego de hacer girar a Alaska.

—No digas que no te lo advertí —Respondió—. Nunca antes había hecho esto.

Los minutos siguientes su compañero de baile se aseguró de enseñarle lo básico, murmurándole instrucciones por lo bajo y reparando en sus errores para que pudiera corregirlos. Juntos disfrutaron de tres piezas más de música, mejorando bastante con sus mutuas interacciones.

Fue una sorpresa notar, con el paso de las horas, que la fiesta era exactamente como Nora se las había descrito. Ella y Ann ya habían tenido que soportar largas y aburridas charlas con los invitados del padre de Theo y, cuando ya no podían aguantar más, usaron una de las tantas excusas que la mujer les había recomendado.

Sin duda era una alivio para las chicas tener tan buenos amigos. Blaise, Theo y Draco lograron hacer de aquella una noche inolvidable para ambas con sus ocurrencias. No obstante, no todas les resultaban agradables.

—¡Eres un idiota, Zabini!

Le había espetado Alaska al chico, cuando ambos se acercaban al balcón donde se encontraban sus amigos. Estos voltearon ante su llegada

—¿Qué ocurrió?

—¿Quieres saber que hizo este idiota? —Cuestionó—. Le dijo a un chico que está en la fiesta que estoy interesada en él, “completamente flechada por sus encantos fueron sus palabras exactas.

—Solo fue una broma. —Se excusó el moreno, sin parecer arrepentido.

—Y desde entonces no ha dejado de intentar acercarse a mí y coquetear, es molesto. —Dijo Alaska, terminando de quejarse.

—Tampoco es tan malo —Comentó Theo, intentando ver el lado positivo al problema—. En cuanto no intente nada más...

—Ya es tarde —Interrumpió la rubia—. Intentó besarme hace unos minutos atrás.

—¿Qué él intentó qué? —Soltó Draco—. ¿Quién es el chico?

—No tengo ni idea, no recuerdo haberlo visto en Hogwarts. —Explicó Alaska con molestia.

—Eso es porque no prestas atención a estudiantes que no sean de tu interés. —Puntualizó Blaise.

—¿Por qué debería darle mi atención a gente sin importancia?

—Cursará su último curso este año, pertenece a Ravenclaw —Le informó Theo a Draco—. No recuerdo su nombre.

El rubio parecía especialmente fastidiado por aquel chico, sin lograr quitarse ese tema de la cabeza incluso cuando los demás ya habían cambiado el tema de conversación.

—¿Necesitas algo? —Le preguntó Ann a Alaska, logrando que Draco volviera a la realidad—. No has dejado de observar hacia el salón en estos últimos minutos.

—Quiero algo para beber pero no quiero encontrarme con ese idiota —La chica suspiro con pesadez—. Es increíble que estoy yendo en contra de mis principios por ese estúpido chico mayor.

—¿Y cuáles son esos principios?

—No interrumpir ningún aspecto de mi vida por personas ajenas a ella —Alaska se encogió de hombros—. Pero sinceramente no quiero enfrentarme a él una vez más.

—Yo te acompañaré —Anunció Draco con decisión y su mandíbula tensa—. Vamos.

—¿Crees que no se acercara a mí por estar acompañada de otro chico?

—No soy sólo un chico, Al.

No rebatió su comentario. Se limitó a expresar sus pensamientos a través de sus expresiones faciales para luego ponerse en marcha, siendo seguida de inmediato por Draco.

Entraron al salón una vez más, mientras Alaska evitaba cualquier contacto visual con el chico mayor y se dirigía directamente hacia la mesa con los cocteles. Allí podía encontrar una variedad de bebidas que deseaba probar por su curioso aspecto, pero estaba al tanto de que no era el momento para aquello.

—¿Vas a seguir bebiendo eso? —Dijo al ver que el rubio sacaba otro vaso de Whiskey.

—Conozco mis límites.

—Yo sólo decía. —Murmuró, tomando una bebida sin alcohol que tenía un fresco sabor.

Se sentía observada. No era necesario buscar al responsable para saber de quien se trataba, por lo que le hizo un gesto a Draco para que se alejaran de la mesa. Caminaron lentamente hasta llegar junto a una de las paredes del salón, dónde no había mucha gente cerca.

—Actúa como si estuviéramos charlando. —Le pidió Alaska, apoyándose levemente en la muralla.

—¿No sería mejor tener una conversación real?

—Sí, sí. Lo que sea.

—Creo que es un buen momento para hablar solo nosotros —Comenzó a decir Draco, aunque notaba que Alaska no le estaba prestando mucha atención a sus palabras—. ¿Recuerdas en tu cumpleaños? Cuando...

—¡Por Morgana! —Interrumpió la rubia—. Se está acercando ¡Te dije que no le importaría que este acompañada!

El chico se encaminaba hacia ellos con una estúpida sonrisa en el rostro, logrando verse aún más desagradable de lo que Alaska ya creía que era.

—¡Escóndeme! —Dijo de pronto, como si fuera una buena idea.

—Podemos confrontar esta situación de otra manera.

—Sólo hazlo.

Sin embargo Draco no parecía del todo dispuesto a hacerlo. Se había volteado para darle una mirada al chico mayor, y de pensar que hacer al respecto, pero la rubia no estaba dispuesta a esperar. Alaska jaló la corbata de Draco, acercándolo de esta manera a ella.

En modo de reflejo el brazo derecho del chico se levantó, apoyando su palma justo a un lado de la cabeza de su amiga.

—¿Qué haces? —Preguntó Draco con un temblor en la voz, mientras su manzana de adán se movía de arriba hacia abajo.

No recibió una respuesta y prefirió concentrarse en el momento, en lo que ella le había pedido. Y aunque sabía que era una mala idea, acercó más su cuerpo al de Alaska, esperando que de esa forma el desconocido finalmente la dejara en paz.

Esto es una mala idea. Esto es una mala idea. Esto es una mala idea. Eran las palabras que Draco se estaba repitiendo una y otra vez dentro de su cabeza, manteniendo sus ojos en la pared. Pero podía sentir a Alaska, escuchaba su lenta respiración y sentía su ansiedad por la situación.

Entonces, queriendo revisar que ella estuviera bien, bajo de una vez por todas la mirada. Alaska no estaba mirándolo. Tenía los parpados cerrados, ¿acaso estaba olfateando su perfume? A diferencia de él no parecía muy nerviosa por la cercanía de sus cuerpos.

Eso hasta que sintió la mirada de Draco sobre ella y también levantó la mirada, encontrándose con sus ojos grises que se veían mas oscuros por la sombra. Su cuerpo pareció congelarse, cayendo recién en cuenta de la cercanía y lo nerviosa que aquella la hacía sentir. Es mi amigo. Intentaba repetirse.

Ninguno de los dos rompió aquella larga mirada que estaban compartiendo. Dentro de sus cabezas pasaban miles de pensamientos, algunos de los cuales ni siquiera sabían que existían, pero que estaban de todos modos. La razón detrás de toda aquella situación había sido olvidada por completo; aunque lograron su objetivo.

El sentido común de Alaska seguía sin querer intervenir en la situación, quedándose allí, enfrascada en los ojos de uno de sus mejores amigos. Draco todo y, aunque sabía que existían muchas probabilidades de que saliera mal, haría su movimiento sin impedimentos.

Su cabeza no le dijo que se alejara en ningún momento. Menos aun cuando notó que Draco comenzaba a acercarse con lentitud, intercalando su mirada desde los ojos de Alaska hasta sus labios. No supo cómo, ni cuando con exactitud, pero toda aquella distancia entre ambos había desaparecido por completo.

Sus labios se habían rozado por unos segundos, y Alaska sintió un cosquilleo en la boca de su estómago, hasta que el rubio presionó un poco más. La mano libre de Draco se había posado sobre su cintura y entre el calor del momento Alaska posó la suya sobre esta, mientras que sus suaves labios seguían en un cálido contacto.

Parecieron horas, y sólo concurrieron unos segundos hasta que se separaron unos breves centímetros. Draco estaba dispuesto a volver a besar a Alaska, esperando que en esa ocasión fuera más que solo un encuentro de labios, no obstante la chica no podía lidiar con tanto.

A causa de la mezcla de sentimientos que estaba experimentando en ese momento, un ataque de hipo surgió en el cuerpo de Alaska, logrando que se diera cuenta de lo que acababa de suceder. Cayendo en lo que aquello significaba y que, en pocas palabras, era lo que había estado evitando desde que esos impropios sentimientos aparecieron de imprevisto.

Con un carraspeo la rubia prosiguió a alejarse bruscamente, diciendo lograron su objetivo. Era un caos total en ese momento, sin saber que más decir o hacer al respecto, decidiendo finalmente que lo mejor era alejarse de Draco. Aún con el ataque de hipo y las mejillas coloradas abandonó a su amigo en el salón, buscando algún lugar desocupado donde apaciguar el desastre que era en ese momento.

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